Capítulo treinta y siete: "Leia"

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Kim's POV

¿Qué diablos pasaba conmigo? ¿Por qué no lograba despejar la sonrisa de tonta enamorada de mi rostro? ¿Por qué me sentía tan segura bajo su inconclusa y atenta mirada melosa?

Todavía nos rodeaba la oscuridad de la madrugada, de vez en cuando podían oírse pájaros que habían amanecido antes de tiempo para cantar al cielo todavía estrellado. Pero todo sonido externo había sido silenciado por la conexión de nuestras miradas, muestras de amor y adoración que no podía dejar de contemplar.

Hace ya varios minutos me había concentrado en sus facciones refinadas. Su nariz respingada, sus pestañas pobladísimas y ni hablar de aquellos turgentes labios que provocaban una distracción increíble en mi persona. Ya había contado cada lunar de su rostro, cuello y torso. Y aunque me había tomado tiempo de venerar su masculina imagen, admirarlo no me causaba ningún cansancio.

Sus pestañas aleteaban, y debí controlar mis monumentales ganas de acariciar cada parte de su rostro. Me sentía una romántica sin causa, y hasta un poco (bastante) estúpida. Pero muy en el fondo de mi ser, podía sentir el burbujeante sentimiento de libertad y alegría. Me sentía viva. Como si fuera la única que ocupará sus irises avellana.

¿Qué pasa contigo Kim? Tú no eres así. Me repito en mi cabeza, pero a pesar de que escarbo y escarbo por una respuesta coherente que me saque de mis cuestiones internas, sabía que no había ninguna justificación de mis actitudes.

Me dejé caer en la almohada sintiendo como mi tráquea se secaba de repente. Me senté nuevamente en la cama y miré a mi sereno acompañante que se había dignado simplemente a arrugar la nariz ante el movimiento violento del colchón.

¿Cómo era posible que una persona al dormir se viera muchísimo más inocente de lo que es cuando está en sus cinco sentidos? Grandes misterios de la raza humana que mi cerebro escasamente estudioso nunca lograría comprender.

Sacudí la cabeza y desterré cualquier distracción de mi mente. Me incliné para besar la coronilla del hombre a mi lado, que nuevamente tan solo gimoteó antes de volver a dormirse.

Me levanté y salí con destino al gran comedor. Intentaba hacer el menor ruido posible, cualquiera aquí me mataría si los despierto a estas altas horas de la madrugada. No en el sentido literal, ellos no serían capaces de atacar a un miembro de su propia gente. O eso me convenía creer.

Iba caminando de puntillas por el pasillo previo al comedor. Sentí movimientos en la oscuridad, así que casi inconscientemente me puse alerta. Un temblor gélido recorre mis piernas, así que las apreté tanto como podía para no perder la postura y debilitarme.

—Has cambiado. —Me di media vuelta hacia dónde mi sentido auditivo me comunicaba que venía el sonido.

Una sensación extraña invadió mi pecho, como si éste diese un vuelco dentro de mi anatomía. La chica rubia sospechosamente familiar caminó dos pasos dudosos hacia delante. Su cabello blondo cae por su pecho como una cascada de oro puro. Sus ojos grisáceos no me dicen nada, más allá de que sus cejas estén curveadas levemente hacia abajo, dándole una apariencia de afligida.

—¿Disculpa? —Me las arreglé para contestar.

Ya la había visto hablar con Paula centenares de veces en el refugio de Crownfield. Y en todas y cada una de esas veces, no podía evitar pararme a pensar de dónde se me hacía tan familiar. Era extraño. Tenía la sensación de que nos conocíamos de toda la vida.

Deserto » bieber [TERMINADA]Where stories live. Discover now