Capítulo uno: "La oscuridad absoluta"

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Mis ojos comenzaron a abrirse, al mismo tiempo que mi cabeza comenzaba a retumbar adolorida. Solté un quejido de dolor y apreté con mis manos —extrañamente débiles — a cada costado.

Al abrir por completo los ojos, pude notar en la oscuridad absoluta que me encontraba inmersa. No sabía dónde me encontraba, no tenía nada para mirar y ubicarme.

  ¿Qué hago aquí? ¿Me secuestraron?  

Tan solo sabía que el suelo era horriblemente incómodo y que parte de mi cuerpo se encontraba entumecido. Mis ojos pesaban como jamás antes lo habían hecho, más que en las clases particulares de matemática de la señorita Brown, que no era capaz de aburrirme más con su lento parloteo. 

Apoyé las palmas de mis manos en el suelo y empujé hacia abajo, en un inútil intento de levantarme. Pero era imposible, mis piernas no cooperaban. Parecía como si no las hubiese movido por mucho tiempo.

Arrastré la mano por el suelo y con cuidado la deslicé hacia un costado. No había mucha distancia de la pared, pude notar que me encontraba en una esquina de, posiblemente, una habitación. 

Olfateé el ambiente. Automáticamente sentí el aroma a humedad y encierro, y quizás algún que otro bicho muerto.

Decidida volví a levantarme, pero esta vez me mantuve parada con ayuda de la pared a mi lado. Despacio, coloqué un pie adelante... luego el otro.

Sentía como si estuviera aprendiendo nuevamente a como caminar. Y, técnicamente, era eso lo que hacía. 

Paso por paso, me dirigí hacia adelante, con una mano al frente para prevenir un golpe en el rostro. Palpé con las manos las paredes, y finalmente, conseguí encontrar un picaporte.

Al abrir la puerta, una cálida brisa me golpeó desprevenida. Un largo camino de asfalto desgastado te dirigía hacia el edificio central de Crownfield, dónde trabaja mi padre.

A mis costados se encontraba la serie de casas idénticas que no confundiría en ningún lado. Éste era mi vecindario.

Volteé hacia el lugar donde anteriormente estaba encerrada y observé la casona vieja que solía estar abandonada. 

Caminé hacia adelante, percibiendo el silencio sepulcral que había en la ciudad. Sólo se oía el viento azotar con fuerza los árboles alineados en los jardines delanteros de algunas casas. 

La casa de la señora Rudfort tenía la puerta entreabierta, y las petunias que sobresalían en su jardín se encontraban marchitas, coloreadas por un apagado marrón claro. 

Esto no estaba así antes.

Mi cabeza comenzó a palpitar aún más debido a la confusión e inquietud que comenzaban a sembrarse en mi mente. 

—¿Hola? —grité, obteniendo a cambio sólo mi eco — ¿Alguien?

El aterrador silencio me hizo estremecer, ¿qué pasa aquí?

A lo lejos divisé mi casa, y troté lentamente hacia allí tratando de que mis piernas no flaquearan y me cayera de cara al suelo. La puerta blanca, que habíamos pintado recientemente, ahora se encontraba gris por el polvo acumulado, y con varias grietas en ella. 

Al abrirla, emitió un chirrido. Encendí el botón de la luz, pero ésta no se prendió, se mantuvo apagada. 

Tragué con fuerza y observé la casa. El suelo estaba cubierto de polvo, allí también habían papeles arrojados y las bibliotecas y muebles estaban derribados.

Llevé una mano a mis labios para ahogar un jadeo. Ya comenzaba a sentir como todo daba vueltas, y necesitaba despertar de ésta pesadilla pronto.

—¿Mamá? ¿Papá? ¿Lindsey? —grité, subiendo las escaleras, que amenazaban con caerse en pedazos — ¿Hay alguien aquí?

Pero no obtuve ninguna respuesta, simplemente más silencio. Fui al baño y mantuve mi mirada fija en el lavamanos por un largo tiempo. Hasta que elevé la cabeza y conecté mis ojos en el espejo sucio.

Cerré los ojos y pellizqué mi brazo, pero desgraciadamente, seguía en el mismo sitio.

Mis ojos comenzaron a cristalizarse, y en menos de un segundo, ya me encontraba hecha una bola en el suelo del baño ahogando sollozos. 

¿Dónde estaban mis padres? ¿Y Lindsey? ¿Dónde se habían ido todos? ¿Y por qué me habrían de dejar sola aquí? 

Tenía tantas preguntas rondando en mi cabeza, pero no tenían respuestas todavía. Si las quería, debía buscarlas.

Bajé a la cocina y me detuve a medio camino. Allí todavía seguía el "desayuno" servido en cuatro platos. Pero éstos se encontraban podridos y con varias moscas encima de ellos.

Volví a subir a mi cuarto y me hice bola en mi cama. Y comencé a llorar. 

Esto comenzaba a asustarme, y necesitaba salir de este vecindario si no quería caer en un pozo de depresión. 

Quería que esto tan solo sea una pesadilla y que mi madre me despierte con un abrazo de esos que sólo ella sabe darme. Quería volver a pelear con mi hermana. Y quería volver a salir de pesca con mi padre.

Esto debe ser una pesadilla. Esto tiene que ser una pesadilla.

N/A: Hola holaaaaaaa, ¿cómo están? Aquí el primer capítulo, si les gustó no olviden comentar y votar♥

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Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora