Capítulo quince: "Cierra la puta boca"

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"Cierra la puta boca"

Desde la pequeña ventana de mi habitación el cielo ya comenzaba a tornarse rosado. Las nubes seguían tapando la luz del sol y las finas e insistentes gotas de agua seguían desprendiéndose de ellas.

Un balde medio roto color verde se encontraba en medio del cuarto, a medio llenar por el agua que goteaba de las goteras en el techo. Con suerte había conseguido un balde sucio que estaba escondido dentro de un fregadero viejo en una de las habitaciones desocupadas.

Sin más preámbulos, me separé de la ventana y la cerré. Ajusté el abrigo con capucha negro y tiré un poco de los cordones que sobresalían de la capucha. Até mis zapatillas negras con la zuela despegada y salí de la habitación.

Anna no había venido después del almuerzo y mucho menos luego. Lo sé porque me la había pasado leyendo "Las ventajas de ser invisible" en el cuarto la mayoría del día. Aquel libro era una de las pocas cosas que logré salvar de la tienda de campaña en el bosque. Y no lo había encontrado hasta que se me ocurrió revisar las bolsas.

Paula me había detenido cuando volvía del salón de batalla y me advirtió que trate de controlarme frente a Justin, ya que la próxima podría acabar de peor manera y bla, bla, bla. Era obvio que yo no me quedaría callada si volviera a suceder algo semejante, pero tan sólo asentí en respuesta. Una afirmación un tanto falsa.

Miré el reloj viejo de mi padre que rodeaba mi muñeca y me senté en el borde de la cama al notar que faltaban cinco minutos para encontrarme con Justin en el salón de batalla. Muy organizado todo, ¿verdad?

Tamborileé con los dedos sobre mi rodilla. Mis ojos captaron un papel doblado por la mitad tirado en el suelo de concreto a pocos centímetros de mis pies.

Fruncí el ceño y extendí el brazo para tomarlo. El papel tenía un extraño aroma a hierbas y limón, lo que me hizo cuestionar si el dueño de éste le habría rociado algún tipo de perfume. Eso sería aún más extraño.

Aquello me hizo acordar a mi compañera del instituto Sarah Meyer, ella solía enviarle cartas anónimas a Oliver Bennet, el medio campista del equipo de fútbol americano del instituto, los Águilas. Ella le rociaba al papel gotas del perfume que usaba, que vale recalcar que olía a orina de perro.

Pobre de las fosas nasales de Oliver Bennet...

Al abrir la nota, una fina caligrafía en cursiva llamó mi atención. La letra apurada y en tinta negra se veía llamativa en el papel amarillento.

"Te espero en el patio abandonado a las nueve en punto. Ven sola y sé puntual.

P.D: Si eres Anna ¡deja de leer y dáselo a Kim!

Con cariño, Travis."

Fruncí el ceño presa de la confusión. ¿Para qué Travis querría verme a esa hora? ¿Y en el patio abandonado?

Hice una bola el papel y lo guardé en el bolsillo trasero de mis jeans. Volví a controlar la hora y salté de la cama para caminar hacia el salón de batalla.
El sonido de la lluvia se escuchaba desde lejos. También algunas voces de Rebeldes y hasta oí a un muchacho cantar.

Detuve mis pasos frente a las puertas que te llevaban al salón. Justin ya estaba a un lado del pedestal de concreto con las manos dentro de su sudadera negra. Su mandíbula levemente apretada y sus cejas ligeramente curvadas hacia abajo.

Me mordí el labio. Que hombre...

Justin levantaba la manga de su sudadera para controlar su reloj cuando pasé por su lado sin que se diera cuenta.

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora