Capítulo cinco: "¿Quién eres tú?"

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"¿Quién eres tú?"

Si no fuera porque podría morir en unos minutos, la escena llegaba a resultar muy cómica; Anna observando la puerta mientras una capa de sudor cubría su frente, y yo observándola a ella a punto de sufrir un colapso. 

No quería sonar pesimista, pero estaba casi convencida de qué atuendo usaría en mi funeral. 

Anna señaló la puerta con la cabeza y movió sus dedos índice y anular simulando que éstos caminaban.

 A pesar de que su mímica era bastante mala, entendí que su plan era caminar por el pasillo y escondernos en el sótano hasta que estemos lo suficientemente seguras de que el desconocido esté dormido. 

Nos quitamos los zapatos y los colocamos en la bolsa color crema. Ella asintió con la cabeza y abrió la puerta lentamente, adentrándonos al oscuro pasillo.

Con el corazón desbocado, observé mis pies mientras caminaba hacia la puerta del sótano. El sonido de los platos se oía en la cocina. Mi corazón latió más rápido al notar un pañuelo sobre la mesa.

—Anna —susurré. Ella volteó y colocó el dedo índice sobre sus labios.

Rodé los ojos y seguimos caminando por el pasillo. Anna abrió la puerta y tomó mi mano para bajar las escaleras que se encontraban inmersas en una completa oscuridad. 

Al cerrar la puerta, me permití soltar un gran suspiro. Traté de convencerme que estando aquí estaríamos a salvo, y que podríamos salir de acá rápidamente y sin ningún inconveniente. 

Aunque siempre estaba la parte negativa de mi cerebro, que se encargaba de botar todo el optimismo a la basura. 

Teniendo en cuenta que esta casa era de un rebelde, las cosas se ponían aún más tensas. Decir que estábamos encerradas en un bloque de concreto con un ladrón —y asesino, por si fuera poco — no me tranquilizaba de ninguna manera.

—¿Y si no funciona? —le pregunté a Anna en susurros, cuando nos encontrábamos sentadas una frente a la otra. 

—¿Y si funciona? —me revirtió la pregunta ella, enarcando una ceja.

Esta vez opté por cerrar la boca. Ninguna de las dos tenía la respuesta de aquellas preguntas, sólo nos quedaba aferrarnos al destino y que sea lo que tenga que ser.

En éste tipo de situaciones, de estar prendiendo de un hilo, digamos, era cuando mi cerebro comenzaba a formular preguntas.

¿Y si no logramos escapar? ¿Y si nos encuentran? ¿Y si...?

Yo era experta en ser pesimista. Siempre busqué el peor de los casos en cualquier tipo de situación.

Porque es mejor estar preparado para lo que puede llegar a pasar y no ilusionarse con que todo saldrá como lo planeas. La vida no es completamente color de rosas.

—¿En qué piensas? —la voz de Anna me devolvió a la realidad.

Sacudí la cabeza y sonreí.

—Nada importante —dije. Ella frunció el ceño —. Bien, bien... Estoy aterrada.

Su ceño se relajó y sonrió con gracia. ¿Le divierte que estemos a punto de morir?

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora