Capítulo diecinueve: "Olvídalo"

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"Olvídalo"

La moto se detuvo frente a un extenso bosque que parecía ser interminable. Justin se quitó el casco negro brillante y alborotó aún más su cabello. Imité su acción y bajé de la motocicleta, no sin antes atar mi cabello en una coleta alta. El viento, a pesar de estar en una zona cálida, era notorio y despeinaba mi cabello. Había humedad, y si ahora mismo todo fuera normal, estaría rezongando.

Justin ni siquiera me mira cuando comienza a caminar dentro del bosque llevando la moto con él desde el manubrio. No había notado el cambio de color en su cabello, estaba más rubio. Y no era tinte.

Detrás de nosotros estacionó uno de los autobuses. Los demás siguieron su camino hacia los otros refugios ubicados en otras zonas.

Los autobuses, además de llevar algunos Rebeldes, traían medicinas sin caducar o botiquines para estar protegidos en Atlanta. El refugio de allí, según había escuchado decir a los líderes en la cena, no tenía los suficientes productos higiénicos y médicos para asegurar salud a lo largo de los meses que nos refugiemos allí.

Debido a ello, Paula y algunos Rebeldes días antes de irnos fueron a conseguir botiquines y cosas así. Yo estaba segura que no nos quedaríamos por tanto tiempo, pero veo que me equivoqué.

Los enormes árboles del bosque creaban una atmósfera extraña. Tenebrosa. El sol estaba comenzando a bajar, por lo tanto, a oscurecer.

No entendía que hacíamos caminando por el bosque. Ni que fuéramos caperucita y el lobo gruñón.

—¿Adónde vamos?—pregunté hacia la figura casi inexistente de Justin frente a mí. No porque no estuviera, sino porque lo parecía. Él era muy silencioso.

—Al nuevo refugio—me respondió a secas.

Fruncí el entrecejo. Hace algunas horas estaba sonriendo y riendo a carcajadas mientras nos desplazábamos hacia aquí y ahora volvía a estar de mal humor. Y aunque no era algo anormal, comenzaba a molestarme bastante.

—¿Y ahora qué rayos te picó? —me crucé de brazos mientras clavaba la mirada en mis botas acordonadas negras.

—¿De qué hablas?—habló, aunque no parecía tener intenciones de voltear a mirarme.

Paré a tomar unas bayas de los árboles y las miré con atención. Un mes aquí y todavía no lograba diferenciar una baya comestible y una venenosa.

—Esas son venenosas.—Justin apareció a mi lado, sus mejillas estaban sucias de tierra húmeda y odié que se viera tierno de esa forma— Si no quieres sufrir una intoxicación, te recomiendo que las botes. 

Apreté los dientes y tomé el puñado de bayas, lanzándolas a un lado del frondoso árbol. Subí las mangas de mi abrigo por arriba de los codos y, sin intercambiar palabra con Justin, continué caminando, a pesar de que no tenía idea hacia donde ir.

—Oye, lo siento ¿vale? Solo que volver aquí me regenera emociones que juraba haber enterrado.—me dice, y yo volteo. No solo por la sorpresa de su disculpa, sino por la duda de qué emociones intentaba enterrar.

—¿Qué quieres decir?—pregunté en un murmullo.

Justin entrecerró los ojos, observando un punto muerto de la tierra bajo nuestros pies. Sacudió la cabeza.

—Olvídalo. 

Fruncí el ceño y le demostré mi desagrado. Esos sube y baja que él tenía me revolvía el estómago. Se hacía el misterioso y luego me dejaba con las ganas de la continuación de la historia. Automáticamente se me vino a la cabeza esas personas del instituto que me decían "debo contarte algo" y jamás lo hacían. O esas películas que tienen continuación, pero se estrenan luego de un año.

Deserto » bieber [TERMINADA]Where stories live. Discover now