Cap 80

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Regreso a casa. Mi estómago ruge hambriento, no he comido nada en todo el día. Me da mucha pereza cocinar pero definitivamente un restaurante es el lugar más sombrío para mí en este instante. La compañía no me sirve, mucho menos de desconocidos...Es hora del plan C.
-Hola, una pizza triple queso, peperoni, hongos, aceitunas...
-¿Perdón? Esta es la residencia Smith- dice una mujer detrás del eteléfono.
Me tiro al sofá desanimado y froto mi rostro.
-¿Está diciendo que usted no es una pizzería y tengo que marcar de nuevo?
-Disculpe, usted está...
Colgué. Remarqué el número.
-Buenas noches, Papa Jone's- contesta una voz, suena como Jane, o tal vez ya estoy alusinando.
-Jane, tráeme una pizza: Triple queso, peperoni, hongos, aceitunas, salami y todo lo que puedas echarle- mascullé con los ojos cerrados.
-¿La desea con cebolla?- ignora el nombre que acabo de mencionar.
-He dicho de todo- reitero.
-Tenemos gran variedad de ingredientes, señor; no creo que podamos echarle todos- dijo amablemente.
-Sólo manda una maldita pizza, ¿quieres?
La mujer anotó mi dirección y me juraba una pizza en veinte minutos o sería gratis. Lo que la mujer no sabía es que yo vivía en los escombros de Mánchester y que no abriría la puerta aunque el timbre sonara hasta que pasaran los veinte minutos, no le pagaría quince dólares a Papa Jone's por la pizza, hoy me portaré mal. Ah sí, no pagar una pizza, eso es un delito fuerte, hasta podría convertirme en el lider de una pandilla reunidos en un puente en algún lugar recóndito de Londres.
Enciendo la televisión y justo sale lo que menos quiero ver, un noticiero. ¿Qué van a decir de mí ahora? ¿Qué expulsé a Jane? ¿Qué la dejé embarazada? ¡A la mierda! Cambio de canal y me quedo viendo caricaturas. Tengo casi venticinco, y ¿qué? No estoy tan viejo, lo que pasa es que me involucro con niñas, debo buscarme una vieja, una arrugada; no, esa se muere y me deja ¿Por qué en todos en todos los casos soy yo quien termina solo? Creo que mi mano y yo seremos una buena pareja. Muy pocas veces he tenido que recurrir a ella pero parece que de ahora en adelante seremos compañeros inseparables.
El timbre está sonando, han pasado quince minutos, creo que cinco minutos en la puerta no le hará daño al repartidor y tampoco a mi bolsillo. La puerta está por quebrarse. Me levanto, pero que se olvide de propina. Arrastro los pies a medida me acerco a la puerta.
Un chico pelirrojo me sonríe enlatadamente con una caja en su mano izquierda.
-Buenas noches, señor; aquí está su pizza.
-Sí, sí; dame eso- le arrebaté la caja y miré el reloj.
-Han pasado diecisiete minutos, señor.
-Toma- resbalo un par de billetes de mi bolsillo y se los estampo en el pecho.
-Que la disfrute- dice antes de que le cierre la puerta en la cara.
Me lanza al sofá de regreso y cambio de canal, una película vieja aprece: Jaula de Pájaros. 
Termino de comerme la pizza, algunas bebidas gaseosas y cervezas. Noche de soltero desgraciado. Me quito la camisa y el pantalón, pretendo dormir aquí, donde Jane y yo estuvimos ayer. Muerdo mis labios recordando la sensación de la suavidad de los suyos sobre los míos.
Mis ojos se van cerrando, son las once de la noche y necesito ir al baño, demasiado líquido. Me levanto hacia el baño y el teléfono suena, no me interesa contestarlo, necesito ir al baño urgentemente. Apenas le echo un vistazo a la pantalla que dice +7 95 1369 1013. Me causa curiosidad y lo contesto.
-¿Hola?- contesto con la voz ronca. Me aparto el teléfono y me aclaro la garganta. ¿Qué clase de sicópata llama a estas horas?
-Harold- dice una voz suave y temblorosa a través del teléfono.
La tierra comienza a temblar bajo mis pies y la vejiga me pesa aún más. Necesito ir al baño, ahora.
-Jane...-suelto una risita tonta, me doy pena. Ella no responde, no sabe qué decir y sinceramene, yo tampoco. Soltamos una risita - Eso del 7 95 en el teléfono se me hacía sospechoso- comento, sé que he sonado todo un idiota.
-Es el prefijo de llamadas de Rusia y Moscú- susurra. 
-¿Cómo estás?- susurro tratando de sonar lo más suave posible.
-Dentro de lo que cabe. ¿Cómo estás tú?
-Extrañándote- se escapa de mi boca.
-Y yo a tí- siento un aleteo en mi pecho al escucharla.
-Bueno, tres mil doscientos kilómetros hacen que extrañes a las personas.
-Sobre todo a la que amas...- termina mi oración.
Me voy camino al baño y bajo el cierre de mi pantalón.
-Exactamente. Pero esa distancia puede acortarse a centímetros si así lo deseas- murmuro sonriendo.
-¿Enserio?
-Tú. Yo. Moscú. Solos...Hummm....tengo varias ideas.
Miro hacia abajo mientras estoy orinando y me parece irónico.
-¿Cómo es que no estás molesto?- pregunta luego de varios segundos de silencio.
-¿Por no quererte casar conmigo, dejarme y huir a Rusia para dejarme claro que tienes fobia al matrimonio?- trato de sonar sarcástico.
-Ajá.
-¿Ya no quieres estar conmigo?- susurro.
-Sí pero...no me quiero casar a las diecicho.
-Pues un: ''No, mi amor. Más adelante lo pensaré por ahora no, pero te amo''- imito su voz pero me sale más fina de lo necesario.
-Para comenzar, lo de ''mi amor'' nunca te lo digo, y soy más dramática que eso.
-Pues cuéntame qué pensaste cuando te lo propuse.
Subo mi cierre de nuevo y meto en el grifo la mano que usé.
-Bueno- balbucea- Me miré en cinco años con ocho hijos, lavando pañales, gorda y con los pechos caídos...
No soporté escucharla más y me ataque en risas mientras salía del baño y me sentaba en el sofá.
-Perdón es que...es un poco ilógico tener ocho hijos en cinco años. Jane, no te obligaré a nada que no quieras. Claro que me arde la vida que me rechaces algo que me ha costado tanto decirte, pero...sobreviviré.
-¿Eso que significa?
-No quieres casarte, está bien. Sólo quiero abrir los ojos y verte a mi lado en las mañanas.
-Pero eso ya lo hacías...
-Pero quiero despertar y pensar: ''Que hermosa se ve mi esposa dormida''- río.
-No quiero ser gorda- lloriquea.
-¿Podemos hablar de esto de frente?- propongo.
Aparte de frente sé que puedo convernerla mejor, sé como se pone en mi presencia. Amo la manera en que se pone nerviosa cuando la miro fijamente.
-¿Para convencerme con esa mirada tan intensa que tienes?
-¿Tengo una mirada intensa? Qué halagador. Arreglemos esto, Jane. Te extraño.
-Está bien, mañana regresaré a Mánchester.
-Gracias. Te esperaré...- suspiro.
-Harry...
-¿Sí?
Permanece en silencio unos segundos.
-Te amo.
-Y yo te amo a tí, nana.
-Tengo que ir a dormir ya, tengo sueño.
-Sí, diferencia horaria...Descansa.
-Harry...
-¿Sí?
-Te amo más que hace unos segundos.
-Comprendo, me pasa igual...Buenas noches.
-Adiós- susurra.
Cuelga la llamada y suelto una sonrisa tonta hacia el techo.
-Ay, Jane; tengo que ingeniarme qué haré contigo, porque difinitivamente nunca podré saber qué hacer sin tí.
Me acomodo en el sofá y me dejo caer en un sueño profundo.
El teléfono suena, suena, suena y suena. Veo la hora; las seis de la mañana. Hoy no iré a trabajar, quiero dormir. SIgue sonando. Miro la pantalla: Martín.
-¿Hola?- contesto.
-Harry- solloza-, debes venir...Ya se nos está yendo.

Mala Jane.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora