Capítulo 51: La segunda entrada

2.4K 262 1
                                    

Sarah Cooper

—De acuerdo ahora intenta con este—dijo mientras me extendía una de las ballestas.

—¿Estás seguro?—digo dudosa—. No creo que la ballesta sea la causa de mi mala puntería, que me des una roja o azul no hará que tire bien—suelto un bufido, observando a Jennifer recoger las flechas del suelo.

—Sólo intenta, no es posible que ayer hayas atinado a todos los puntos en el bosque y hoy no puedas darle a un estúpido árbol—Richard extiende la ballesta hacia mí colocándola sobre mi pecho.

La tomo a regañadientes. Aunque sé que tiene razón, es algo ilógico que ayer haya atravesado con una flecha la pequeña uva en la ensalada de Rihanna y hoy no pueda atinarle a un árbol gordo a menos de diez metros.

—Apunta.

Inhala. Exhala.

Elevo la ballesta y apunto a mi objetivo.

—Respira, mantén la calma en todo momento—me instruye.

Dejo salir un largo suspiro cerrando los ojos por un par de segundos, al abrirlos, mantengo la vista fija en el enorme árbol.

—Dispara.

Y lo hago.

Sólo que esta vez, la flecha no cae junto al árbol, sino a tres metros de él. Suelto un bufido, exasperada.

—Tranquila, otro intento—dice con ánimos forzados dándome palmaditas de consolación.

—Tal vez pueda con la dorada—dice Alex desde la roca en la que se encuentra sentado. Su sonrisa burlona en todo momento.

—Tu sarcasmo me revuelve el estómago—pongo los ojos en blanco.

—Y a mí tu pésima puntería—contraataca.

—Tal vez si coloco una foto de tu rostro al fin pueda atinarle—su sonrisa se borra al instante, él entreabre los labios para hablar cuando Richard interviene en nuestra pequeña discusión.

—De acuerdo, silencio chicos—dice—. Sigamos con esto—toma mis manos para elevar la ballesta con delicadeza.

Asiento sin ganas y apunto al maldito árbol de nuevo. Richard se aleja un par de metros, atento a mis movimientos.

—Ten la mente en blanco, no pienses en nada que no sea ese árbol—continúa suavizando su voz.

Obedezco tratando de ordenar mis ideas, pensar en nada es algo que me resulta imposible, y menos en este momento en que me he puesto a recordar el transcurso de la mañana en segundos, todo lo contrario a lo que Richard me ha pedido, sin embargo, al desobedecerlo recuerdo o más bien, me doy cuenta, de que algo en mis recuerdos no cuadraba, no tenía sentido. Ya que, supongo que no es normal, recordar haber estado en la cocina, y de repente, tener un vaso de jugo de uva en la mano derecha. Detesto el jugo de uva, recuerdo haberlo arrojado después. Fue ahí cuando pensé.

Algo falta.

Un recuerdo que no está ahí, siento como si hubiera estado congelada por segundos, como si me hubiesen arrebatado algo...

Como si lo hubiese olvidado...

Es ahí cuando caigo en la cuenta de algo terrible. Algo que me enfurece, que me enoja demasiado.

—No lo puedo creer—murmuro a volumen bajo— ¿Tú hiciste esto?—bajo la ballesta hasta mis caderas.

Doy media vuelta y observo como Alex me mira divertido.

The CreaturesWhere stories live. Discover now