Capítulo 40: Entre Brujas

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—Adelí...Adelí—escucho los susurros en mi cabeza—. Adelí...Adelí.

Abro los ojos con dificultad y los tallo ligeramente para aclarar mi vista.

¿En dónde estoy?

Esa era la cuestión. Recorro la pequeña habitación con la mirada, las paredes de madera de pino, sin ventana alguna. Lo único que brindaba luz a la habitación, era una pequeña vela en la mesa a mi lado, aunque la verdad es que no la necesitaba para ver, ningún vampiro lo hacía, lo que significaba que alguien más había estado aquí.

—Adelí...Adelí—de nuevo, escucho a alguien susurrar.

Giro mi cabeza en dirección hacia esa voz que me es fácil de reconocer. Y entonces le veo.

— ¿Eric?—susurro.

A mi derecha, el chico se encuentra colgado de los pies sin camiseta, se le notaba adolorido y agotado, en efecto, las brujas debieron de haberlo torturado. Lo veo ligeramente inclinado, lo que me resulta extraño, es ahí cuando me doy cuenta de que estoy acostada. La mera idea me aterra, me hace sentir en una especie de sesión de tortura, así que sin pensarlo dos veces, decido incorporarme.

— ¡Cuidado, tus cadenas tienen Luz de Sol!—exclama

Pero ya es demasiado tarde, me encuentro sentada en una mesa sujetada por las cadenas.

—Se supone que arde en la piel de vampiro—dice desconcertado sin dejar de mirarme boquiabierto.

—No a los que su don es el fuego—esbozo una sonrisa de suficiencia.

Comienzo a tratar de quitarme las cadenas cuando escucho pisadas fuera de la habitación, esto me pone en alerta al instante

—Ya-vienen—titubea Eric asustado

Me recuesto y cierro mis ojos de nuevo segundos antes de que la bruja entre.

—Oh vamos sé que estas despierta-—abro los ojos ante las palabras de la bruja—. He lidiado siglos con los tuyos—agita su mano para no darle importancia.

— ¿Qué es lo que quieren?—espeto.

—Que pesada—suelta un bufido.

—Bueno, no es que me guste que una perra psicótica me ate a una mesa—chasqueo la lengua y la examino de pies a cabeza.

Esta si se veía de una edad decente, joven como de unos cuarenta y cinco años. Cualquier niño iría con ella a vivir si pudiera, con sólo ver su adorable rostro esta te infundía confianza. Aunque no es ningún secreto la forma en la que antes las brujas se hacían ver mucho más jóvenes, eso no le quita lo sádico y desalmado.

¿Absorber el alma a un niño solo para no envejecer?...

¿Qué mente enferma haría eso?

Claro que ahora en la actualidad, es imposible por muchas razones, así que recurren con los animales. Al igual que los vampiros, resulta inútil e insuficiente.

— ¿Cuál es tu don?—apunta a Eric.

No le digas...No le digas...

—Control del agua—estúpido.

—Oh ya veo— toma un rociador de la mesa en dónde estoy y comienza a rociarlo en el chico.

Su piel comienza a quemarse y este comienza a gritar, gritos de dolor y auxilio.

— ¿Refrescante cierto?—le dice con maldad.

—Maldita bruja—ahoga un grito desgarrador.

—Sólo por el hermoso cumplido—para su acción y se vuelve hacia mí.

The CreaturesWhere stories live. Discover now