Capítulo 4: ¡No pelearé por un chico!

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Habíamos llegado a la pizzería antes que Alex y sus hermanos, Monique fue la primera en salir apresurada con Greg detrás de ella tratando de arrebasarla, cosa que dudaba, Monique era mucho más rápida que Greg, Monique era mucho más rápida que todos. Recuerdo cuando de pequeñas jugábamos a las carreritas, hubo una vez en que ella ya había cruzado el lado sur del bosque cuando yo apenas iba a la mitad, fue una experiencia terrible y muy agotadora, me perdí más de un par de veces y moría de hambre, la peor parte fue cuando al fin había llegado a la línea de meta y Monique me esperaba con su pequeño baile de victoria y una caja de pizza, vacía.

Me jure a mí misma jamás volver a aceptar una apuesta de ese tipo por parte de ella.

No pude evitar reír ante la imagen de Greg y su cara estampada contra la puerta de cristal debido a que Monique se había encargado de cerrarlas justo antes de que el chico llegara. Abro la puerta dispuesta a salir del coche y cuando comienzo a avanzar hasta la entrada, algo me detiene impidiéndome seguir, me vuelvo hacia la mano que se encuentra sujetada a mi muñeca con fuerza, siento una punzada de dolor pero no lo suficiente como para quejarme. Elevo la mirada y descubro a Adelí observándome de manera altiva, como si me tratase de uno de sus muñecos a los que puede controlar y malear de la forma que quiere. Ella quería manejarme a su manera y era algo que no iba a permitirle.

― ¿Qué crees que haces?―espeto un tanto furiosa tirando de mi mano, zafándome de su agarre de una manera ruda, provocando un ligero tambaleo de su parte.

―La pregunta es para ti mi pequeña Sarah―esboza una sonrisa falsa, la sonrisa más falsa que he visto en toda mi vida y que sólo Adelí Mathews puede hacer.

― ¡Oye Tengo hambre!―chillo haciendo una especie de puchero ya que en parte era verdad, no había comido absolutamente nada en la cafetería, estaba tan ocupada charlando con Rihanna, que no recordé comer. Y es que la idea de discutir con Adelí comenzaba a incomodarme.

No quería pelear con ella, ni siquiera tenía el valor de insultarle. De algún modo eso me hacía sentir débil, y me hacía pensar que ella me tenía medida, que podía manejarme a su manera, pero me decía una y otra vez que Adelí era mi mejor amiga y que ella jamás jugaría conmigo de esa forma, aunque era catalogada como una chica cruel y con pocos rasgos humanitarios, Adelí Mathews era una buena persona, y en su interior, había una alma caritativa y con compasión...tal vez muy en su interior.
Aun así no podía evitar que aquella mirada amenazante me causara escalofríos, cualquiera que se encontrara en mi posición justo ahora hubiese salido corriendo, o implorado perdón para que la chica no fuera a acusarle con su padre. Ese era otro de los motivos por los que Adelí se sentía superior a los demás, y digo, quien no se sentiría de ese modo al ser el hijo del alcalde de una ciudad, sentir que puedes hacer lo que sea cuando sea pasando por encima de quien sea. Y Adelí Mathews abusaba de cada uno de esos privilegios, ya que no sólo se conformaba con que todos le admiraran, sino que se encargaba de que cada persona estuviera enterada del precio y las consecuencias de meterte con la hija del alcalde.

Adelí Mathews podía hacerte mierda cuando ella quisiera.

El conocerla a la perfección me trajo la ventaja de saber cuándo tiene a alguien en la mira, a veces ni su misma sombra se da cuenta de lo que le hace a los demás, pero yo siempre sé cuándo Adelí es responsable de algo, es mi sexto sentido.

―Pues comerás después de que contestes unas cuantas preguntas― ella habla de nuevo, esta vez en tono de demanda, acto seguido saca una pequeña servilleta de su bolso, la extiende en un intento fallido de eliminar las arrugas y aclara su garganta―. Bien, número...

―Aguarda un segundo―la interrumpo recibiendo una mirada de indignación de su parte―. ¿Qué es lo que tienes en tu mano?―pregunto confundida observando curiosa aquel papel en su mano.

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