Capítulo 32: Sé más cosas de las que tu crees

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Parpadeo para recuperar la visión, los rayos del sol entran por mi ventana e iluminan mi habitación, maldigo el momento en que olvidé cerrar la cortina. Me acurruco entre las cobijas cerrando los ojos de nuevo, pero estos son abiertos rápidamente cuando una ola de recuerdos golpea mi mente.

La imagen de una chica débil y agotada en el suelo, con sus anteojos caídos, siendo sujetada por un chico al que odio con mi vida, un asesino desalmado...un vampiro.

La necesidad de asegurarme de que esa chica esté a salvo, hace que salte fuera de mi cama arrojando las cobijas al suelo, y corra hacia su habitación, con el temor de no encontrarla allí.

Dejo salir un profundo suspiro al verla, dormida como un tronco. Al saber que ella está bien, una sonrisa brota de mis labios, a pesar de todo lo que hemos pasado, siempre hemos estado allí apoyándonos la una a la otra.

El timbre hace que me sobresalte, camino tranquilamente hacia las escaleras hasta que lo escucho sonar repetidas veces, así que tengo que apresurar el paso antes de que el visitante lo descomponga.

Abro la puerta con enfado, el cual se desvanece al ver a la rubia tras ella.
Lleva puestas unas gafas oscuras, un suéter negro, pantalón negro, y unas botas hasta la rodilla del mismo color. Sostiene una sombrilla en su mano, esta tiene detalles de un par de hojas otoñales.

— ¿Hola?—más que un saludo, fue una pregunta, ¿Que rayos había pasado anoche?

—Hola— suspira—. El sol es agotador—se queja, dando un paso dentro de la casa para cerrar su sombrilla y colgarla en la perilla de la puerta ya cerrada—. Estamos a 15 malditos grados—toma asiento en el sillón de la sala—. ¿Podrías cerrar las cortinas por favor?

Asiento dos veces y me encamino a tapar todo rastro de luz que haya en la casa.

—Rihanna...—aclaro mi garganta.

—No te imaginas la tortura que fue este verano, los malditos hechiceros nos llevaron a una ciudad horrible—me interrumpe—. Temperaturas de hasta 30 grados—arroja sus gafas—. Estuve a punto de cavar un enorme hoyo y enterrarme hasta que acabara el verano...Claro que Zack y Alex no me dejaron, además, la idea de vivir en un hoyo sola, como que no me convence — se incorpora hasta quedar sentada—. Yo creí que a los vampiros no nos afectaba el sol...tu libro dice eso ¿No?

— Sí...eso dice...dice que a los vampiros no les daña la luz del sol—le informo sentándome frente a ella.

—Eso se suponía...fui con la bruja Clementine y ella me lo contó, Tooooodo—hace énfasis moviendo sus manos—. Me dijo que hace cientos de años a los vampiros no les afectaban los rayos del sol, pero los hechiceros querían derrotarlos de alguna forma, así que decidieron rociarles una especie de gas que los hacía vulnerables al sol...el mismo gas que usaron en contra de las brujas, pero como la piel de los vampiros es muy resistente el sol sólo nos debilita y Mellow Ville acostumbra a estar entre 7 y 9 grados así que no nos afecta, pero este día es una tortura—se deja caer de espaldas en el sillón—. También me dijo que los vampiros descubrieron que si vestían de negro la luz del sol no los afectaba.

—A eso se debe el que estés vestida así—esbozo una sonrisa burlona.

—Y si funciona, además me veo fabulosa con este atuendo—dice—. Pero aun así el sol es demasiado molesto en mis ojos, no lo tolero—eso era más que obvio, los vampiros tenían una vista mucho mejor que cualquier humano, aunque no creí que eso fuera a tener una desventaja.

—Y si los hechiceros querían destruirlos ¿No utilizaron ese gas para hacerlo, no aprovecharon la oportunidad?—continúo con curiosidad.

—Claro que lo hicieron, miles de veces, lo intentaron— suspira—. Pero ese gas sólo nos debilita, no nos mata...Un vampiro sólo puede ser destruido por otro vampiro, esa regla la pusieron los hechiceros al crearnos, y ahora darían lo que fuera para deshacerse de ella—cierra los ojos—. ¿Puedes por favor encender el aire acondicionado?—se queja abanicándose con sus manos.

The CreaturesWhere stories live. Discover now