Capítulo 29: La decisión

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Esas palabras fueron suficientes para que saliera lo antes posible de Coffee Break.

—Sarah espera—Tobías me detiene por el brazo—. Esta es la razón por la que no me atrevía a decírtelo, no quería que reaccionaras así— me explica avergonzado.

— ¿Y cómo querías que reaccionara Tobías?—me pongo a la defensiva—. Últimamente te has comportado como todo un patán... ¿Y ahora dices estar enamorado de mí?—me suelto de su agarre de una manera brusca.

—Temía que no me correspondieras—mantiene la cabeza gacha, en esos momentos, me sentí terriblemente mal, era más que obvio que yo no le correspondía.

—Lo lamento Tobías, pero esto no puede ser—y no dije nada más, me alejé de él para adentrarme en el bosque dejándolo con la palabra en la boca.

¿Por qué?... ¿Por qué justo ahora tenía que declararme sus sentimientos hacia mí?

Me siento la peor persona del mundo.

No he tenido el tiempo para ordenar mis sentimientos hacia Alex, pero sí sé que lo que siento hacia Tobías es pura amistad, y nada más.

Camino por el bosque sin rumbo fijo, no quiero ir a mi casa porque sé que Alex podría llegar allí en cualquier momento y ahora me sobran motivos para no hablar con él.

Seguí caminando, esquivando las rocas con las que tenía el riesgo de tropezar, al mismo tiempo tenía que mirar al frente para no chocar con alguna rama, en resumen debía mirar hacia todos lados para evitar una catástrofe. Mientras movía una rama de su lugar, una sombra pasar frente a mí ocasionó que detuviera mi recorrido. Miro por detrás y veo pasar a la sombra de nuevo.

— ¿Alex?—dije sin pensar, seguramente esta era alguna de sus bromas sin gracia.

Sin gracia para ti...a los demás nos matan de la risa...

—Me sorprende que creas que sea él...Se supone que no estaba contigo... ¿Cómo es que llegaría tan rápido?-—Una voz femenina a mis espaldas me saca de mis pensamientos.

Temía voltear para descubrir a quien pertenecía esa voz, pero aun así con todo el miedo del mundo me aventuré a dar media vuelta y averiguar quién estaba detrás de mí.

—Sólo era una suposición—trago con dificultad—. Él suele hacerme este tipo de bromas.

—Ya veo—Elízabeth se encontraba a unos metros, su mirada oscura permanecía fija en la mía, su cabello lacio se ondeaba con el aire, sus puntas ahora estaban teñidas de un verde esmeralda.

Entonces era cierto lo que James había dicho, el cabello de su novia si cambiaba de color dependiendo de su estado de humor. Aunque no sabía que emoción significaba el color verde ¿Alegría tal vez? ¿Los psicópatas sienten alegría?

— ¿Vendrás a la Casa del Terror esta noche?— intento cambiar el tema. El que estuviéramos solas en el bosque me aterraba.

—Sí...pero digamos que no iré a visitarla, más bien...soy parte del espectáculo—esboza una sonrisa siniestra.

— ¿Ah sí?—digo temerosa— ¡Qué bien!—exclamo.

Nos quedamos en un incómodo silencio por un par de minutos, yo tuve que comenzar a tararear una canción mientras ella me examinaba de pies a cabeza con una mirada escalofriante.

¿Te has puesto a pensar...que te encuentras en medio del bosque... ¡Con un maldito vampiro frente a ti!?...

— ¿Cómo van la pesadillas Sarah?—es ella quien rompe el silencio entre nosotras.

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