Capítulo 49: Señales de Humo

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En la vida se toman decisiones, decisiones que afectan al resto de ella, y que si no se toman de la manera adecuada, podrían incluso también afectar a otros, a veces eres víctima de las decisiones de los demás, o en algunos casos, sufres las consecuencias de ellas, y lo peor es, que tú jamás habrías querido eso.

O en algunas ocasiones, simplemente te obligan a hacer algo que no quieres, y no te queda otra opción más que seguir órdenes, como cuando obedeces a tus padres.

Pero yo no tengo padres.

Y no quería esto.

Simplemente. Me obligaron a hacerlo. Y eso es algo que jamás le perdonaré.

― ¡Hey chica vampiro, el desayuno está listo!―la sonrisa burlona del gordo Figgins me regresa a la realidad.

Ese chico es un grano en el trasero. Mi migraña personal.

Asiento con la cabeza y el chico se aleja de un salto hacia las escaleras.

Quisiera que se fuese rodando...

Me vuelvo hacia mi maleta vacía, junto a la pila de ropa medio sucia medio limpia que se supone debería estar dentro ya.
Sólo que necesito pensar, pero no puedo, estoy desesperada, siento una terrible ansiedad, necesito aclarar algunas cosas que dejé pendientes en Mellow Ville, sin embargo, mi mente no me lo permite, ni siquiera logro pensar en lo que sucede allá. Todo por su culpa.

Dejo salir un profundo suspiro, acto seguido, apoyo mis manos en la cama para ponerme de pie, estoy demasiado cansada, no he dormido en dos días, he estado toda la noche...pensando diría yo...¿En qué?...estupideces, ya que no logro pensar en lo que verdaderamente importa.

Bajo las escaleras con suma lentitud, bostezo a la mitad del camino haciendo que el pequeño Jamie voltee a verme con sus grandes y redondos ojos cafés.
A veces te mira con tal intensidad que llega a dar miedo. Pero también puede llegar a ser el bebé más lindo que existe en la Tierra. Me acerco hasta su andadera para acariciar sus risos color azabache.

Me llaman desde la cocina en donde la Señora Jensen requiere de mi ayuda para cortar unos limones en lo que ella prepara el biberón de su sobrino. Corto los limones con sumo cuidado de no cortarme, la torpeza es característica de mi personalidad y no quiero algo más con lo que Figgins pueda molestarme.

―Tranquila Chica Vampiro, no hay cuidado, aquí nadie tiene una dieta de sangre asquerosa―le escucho decir al hipopótamo por detrás.

―Déjala en paz Figgins―a mi lado, su hermana retira las cáscaras del limón y las arroja al contenedor.

Trago con dificultad mientras siento a Figgins alejarse, supongo que ya se ha ido al comedor, siempre es el primero en atiborrarse de alimentos, eso se nota a leguas.

Tomo el exprimidor y me dispongo a preparar la limonada. Jane, la hermana mayor de Figgins sigue aquí, lo sé porque le oigo cantar una de sus melodías matutinas, ella es agradable, solemos hablar de un tema u otro, logra distraerme de mis problemas, supongo que si no fuera por ella, ya me hubiera vuelto loca.

―Te lo agradezco cariño― la señora Jensen entra a la cocina con el bebé en brazos―. El desayuno esta servido, anda ve―dice.

Me dispongo a ir al comedor, pero antes me vuelvo hacia ella, y entonces la miro con atención. Es ella, con dos hijos, una de ellas es maravillosa y el otro por si quieres que te arresten por daño a propiedad ajena; y un pequeño sobrino, hijo de su hermana fallecida en el parto, y hace falta mencionar a su marido, que la engañó con una de sus estudiantes. Todo eso contra ella. Sola, sin el apoyo de nadie. Y fue ahí cuando entendí, que ella me recordaba a mi tía Sandra.
Entendí que ella dio todo, cuando yo no tenía absolutamente nada que ofrecerle, entendí lo mucho que sufrió al perder a su hermana, al cuidar a una niña que ni siquiera era su hija, alimentar una boca más, pedir horas extra en el hospital, pagar las cuentas. Y lo más importante de todo, ser una madre para mí.
Y eso es algo de lo que enorgullecerse y desear ser una persona igual, o al menos intentarlo.

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