Capítulo 38: Sangre humana

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-Adelí-digo en un susurro apenas audible.

-Él no es el único.

-¿Qué?-digo, aun desorientada-. ¿Qué quieres decir...?-mis palabras son interrumpidas al escuchar ruidos extraños detrás de mí, me vuelvo hacia la oscuridad del bosque para ver de qué se trata, pero sólo logro escuchar más sonidos, pisadas, pequeñas ramas romperse.

-Hay más...vienen...por ti-vuelve a hablar en voz baja.

Esta me mira preocupada, le echa una mirada rápida a Alex y después desaparece. Sin pensarlo dos veces corro hacia el chico que yace en el suelo. Le doy pequeños golpes en su rostro, pero me percato de que se los he dado con la mano en donde tengo la mordida, provocando que queden unas pequeñas manchas de sangre en su rostro. Este abre los ojos perplejo e intenta mirar su mejilla, me mira asustado, después mira mi muñeca con terror.

-Sarah vete-ordena en un susurro. Niego con la cabeza-. Sarah vete ahora-eleva la voz, su mirada se oscurece de repente ocasionándome un escalofrío.

A pesar de sus ojos clavados en mi persona cual cuchillas afiladas, hago caso omiso y me acerco más a él quedando a pocos centímetros de su rostro.

-Sarah corre-insiste.

-No.

-Sarah por favor-cierra los ojos y trata de no inhalar mi olor.

De nuevo, un ruido hizo eco en el bosque, sólo que esta vez, sonaba mucho más cerca. Sé que pronto lo que sea que estuviera allí, buscándome, me encontraría, Adelí se había encargado de salvarnos una vez pero sé que debe haber una muy buena razón para que no pueda salvarnos de esta. Miro a Alex de nuevo y noto que se ve aún peor, su rostro se ha puesto ligeramente un poco más pálido. Y sus ojos.

Dios, sus ojos.

Ya ni siquiera podía encontrar alguna tonalidad azul en ellos. Sé que muere de hambre, la sangre animal que ha tratado de ingerir estos últimos días ya no le servía. Y un vampiro hambriento sólo puede significar peligro, los vampiros sedientos se vuelven siempre violentos, no tienen autocontrol.

Una parte de mi gritaba por que saliera corriendo, que me alejara de él, pero no podía hacerlo, debía detener todo esto, tenía que haber una solución.

- ¡Sarah corre ahora!-me ordena alzando su volumen de voz. Puede que esa cosa nos haya escuchado, pero debía concentrarme en Alex y solamente en Alex si quería que ambos saliéramos de esta.

-No, no te dejaré-llevo mi mano hasta su rostro acunándolo, este cierra los ojos ante mi tacto, cada vez aplicando más fuerza.

- ¡Sarah!-finalmente abre los ojos mostrándome unos penetrantes ojos rojizos.

Me separo de él y retrocedo arrastrándome por el piso, pero sé que no debo hacerlo, él me necesita .Estoy a punto de correr de nuevo hacia él cuando alguien tira de mi blusa, arrojándome lejos. Abro los ojos con dificultad y veo a Alex. Estos me miran por tan sólo unos segundos antes de volverse hacia un punto fijo detrás de mí. Miro a la misma dirección y observo a un chico, aparentemente parece de nuestra edad, pero puedo asegurar que debe tener muchos años más, tal vez cientos. Este clava su mirada en el cadáver del vampiro anterior, el que Adelí había asesinado.

Luego, vuelve su mirada fulminante hacia mí y me levanta, tirando de mi cabello. Tuve que morder el interior de mi mejilla para no gritar del dolor, el vampiro, quien ahora me sostiene de la espalda, pasa su nariz por todo mi rostro, como si estuviera inhalando mi aroma.

-¡Sueltala!-no me había dado cuenta de que Alex se encontraba de pie a unos pasos de nosotros, aún tenía esos ojos inyectados en sangre, sólo que ahora estaban fijos en mi atacante..

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