Capítulo 43: La fiesta

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Llevaba apenas unos segundos dentro del auto de Alex, y no podían ser más eternos. Se suponía que había ido a buscar a Rihanna y yo debía esperarlo, aquí encerrada, supongo que se trataba de alguna forma de castigo por el hecho de haber venido a este lugar. Aunque ambos ganáramos la carrera, técnicamente yo arruiné su noche. Pero no hacía falta pensarlo dos veces para saber que no puede estar enojado conmigo más de lo que yo lo estoy con él. Había salido de su casa asustándonos a todos, y mientras que yo estaba en busca de un chico torturado y con la culpa carcomiéndole por dentro, había una prostituta sobre su regazo.

Y lo que es aún peor, él me había negado frente a ella.

—No la encuentro por ninguna parte, creo que la llamaré—la puerta se abre del lado del copiloto mostrándome la expresión de fatiga en el rostro de Alex.

Sólo le presto atención durante unos segundos hasta que mi vista se centra en la silueta de una chica de cabellera rubia acercándose a nosotros, Rihanna, quien al estar detrás de Alex, estampa su puño cerca de su ojo arrojándolo lejos, ocasionando gemidos de dolor de su parte.

— ¡Eres un imbécil!—grita su hermana furiosa—. ¡Sarah pudo haber muerto pedazo de idiota!—se voltea para abrir la puerta y entrar a la parte trasera del coche.

—La encontré—digo con diversión observando a Alex en el suelo.

Al llegar a mi casa después de haber dejado a Rihanna en la mansión, lo primero que hago es abrir la puerta para salir del auto y estar lo más lejos posible de Alex, pero mis intentos fallan al descubrir el seguro activado en la puerta. Me vuelvo hacia Alex, quien mantiene la mirada fija en cada una de mis acciones, pero aun así, sin ser capaz de mirarme directamente a los ojos.

— ¿Qué te sucedió?—dice de repente— ¿Por qué te comportaste como una suicida y te arriesgaste a competir conmigo?

—Para tu información yo estaba preocupada ¿De acuerdo?... Estaba aterrada, asustada por lo que podías hacer en el estado en que estabas, mientras tu tenías a una zorra prostituta sentada en tus piernas—digo furiosa, aunque la verdad eso era poco, la ira sólo crecía y crecía en mi interior.

— ¿Enserio?...¿Todo eso fue un estúpido acto de celos?¿Que intentas probar Sarah?—espeta—. Si tanto te molesta, no era nadie ¿De acuerdo?, Todas hacen eso...

—¿Todas?, Oh cierto lo olvidaba, ella es una de tus prostitutas—lo miro directamente a los ojos, retándole con la mirada—. Sí Alex, sé que no era nadie, al igual que yo, o al menos eso fue lo que dijiste cuando estabas con ella—él no responde, sino que se queda callado con la mirada fija en mis manos, tratando de evitar mi mirada—. Tu hermana ya lo dijo, eres un imbécil Alex, tú sólo alejas a las personas de ti, ¿Por qué?

— ¡Por que puedo dañarlas!—exclama—. Tenía que hacerlo Sarah, no podía imaginar lo que te harían si yo les hubiese dicho que eres mi novia, así que supuse que era lo mejor, jamás quise hacerte daño—esta vez eleva la mirada chocando con la mía.

Y aunque hubiese querido con todo mi corazón, no podía apartarla, no después de lo que le había oído decir.

Me había llamado su novia.

No habíamos usado esa palabra antes, pero él lo había hecho, justo ahora. Sentía un revoloteo en mi estómago, millones de emociones, y aunque hubiese querido seguir enfadada con él, no podía. No podía enojarme con Alex ya que simplemente él era mi felicidad, y no importaba lo que yo hiciera o lo que él hiciera, yo siempre seguiría queriéndolo de la misma forma.

Pero aún quedaba mi orgullo, mi maldito y estúpido orgullo, el cual no paraba de decirme que no debía ceder tan rápido, que no debía caer. Y aunque me costase decirlo, por una parte tenía razón, aún había cosas que Alex me ocultaba, secretos que no había mencionado antes y que no habían afectado nuestra relación hasta ahora. Así que era necesario saber.

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