#7: El precio de la fama

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Cerré la puerta de la habitación lanzando un suspiro al vacío, para luego dejar el regalo sobre la mesita de noche. Me despojé de mis zapatos, los dejé por ahí, y me dirigí al baño privado del cuarto a darme una ducha.

Seguía nevando en Londres, por la ventana se podía apreciar perfectamente el panorama. Todos disfrutaban de Noche Buena, mi madre debía estar en su cena con Dalton, Julian estaría de seguro viendo películas con Candela y por lo que había entendido, Álvaro la pasaría junto a su familia.

Cierto, Álvaro. Luego de haberme juntado con él en el parque, me había regalado un pequeño presente por Navidad, que sería oficialmente al día siguiente. Me había sentido un poco culpable en ese momento, puesto que yo no le tenía regalo, y más culpable me sentí al ver qué me había regalado.

Una pulsera de plata no había sido un regalo muy esperado por mi parte en realidad. A Álvaro lo había conocido una noche cualquiera, nos habíamos hecho amigos en unos cuantos días, y fin de la historia. Que luego de dos años siguiera recordando nuestra pequeña amistad, era un tanto... ¿inesperado?

Después de pasar una hora en el parque con él, cada uno se fue por su camino. Yo al hotel porque se hacía demasiado tarde en mi opinión, y él a su casa para compartir con sus familiares por la Noche Buena. A eso y a conversaciones al azar se había resumido nuestra "reunión".

Salí del baño envuelta en una toalla blanca que me había prestado el hotel, me senté en el suelo y abrí una de mis maletas en busca de mi pijama.

Debía admitir algo, y era que sinceramente no tenía sueño. Pero, ¿tenía otra opción? Todos mis seres queridos y no queridos (Dalton tenía el gran derecho de entrar en el último grupo, junto a Julian y Candela si a ese simio y a esa perra se les podía llamar "seres"), estaban ocupados para Noche Buena. Debía aceptarlo, me quedaría sola esa noche y era mejor la idea de ponerme pijama, ver una película e irme a dormir, a que mantenerme despierta, rodar aburrida por mi cama y esperar a que mi madre regresara de su cena romántica.

Al encontrar el muy buscado pijama, en la muy profunda maleta, me lo coloqué dejando caer la toalla al suelo, para luego llevar esta última al baño dejándola en el lugar donde la habría encontrado para empezar.

Me encaminé hasta mi cama, di un pequeño saltito del suelo a ella para quedar recostada sobre el colchón, y con la mano más cercana al control remoto, lo cogí y encendí la televisión.

Noche Buena, encerrada en la habitación del hotel, con pijama, viendo televisión, completamente sola. Sí, mi vida valía mierda. Quizás me compraría una mascota para no estar tan sola, claro, cuando tuviera el tiempo de alimentarla, sacarla a dar una vuelta y poder pasar tiempo con ella. Así es, mi primera mascota probablemente sería cuando renunciara a ser modelo profesional.

Hasta ese entonces, estaría sola, odiando al que sería muy pronto el esposo de mi madre, regañando mentalmente a mi madre por ser tan boba y casarse con un estúpido, queriendo suicidarme por el hecho de que Candela y Julian estaban saliendo, y deseando cortarme las venas cada vez que viera mi pulsera de plata y recordara la mala amiga que fui al no tenerle un regalo a Álvaro.

En realidad, tenía una imaginación increíble últimamente. Tal vez una ida al psicólogo no me haría mal.

***

-Estuviste perfecta- me sonrió mi madre dándome un vaso de agua.

Sonreí aceptando el vaso y susurrando un "gracias", para después tomar un sorbo, sedienta. Eran las ocho de la mañana, acababa de terminar con una pequeña sesión de fotos navideña, y al parecer no tendría más actividades que hacer por lo que restaba del día.

Volando alto (VCLN2)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum