Capítulo 27

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En este lugar no hay mucho que ver, ya que es el cielo y no se hace gran cosa. Pero el aire aquí es diferente, la textura del césped es diferente, las frutas tienen un sabor único. En definitiva es un lugar bastante relajante.

Estiro mis brazos y pies, simulando a las personas que hacen Ángeles en la nieve, una muy mala imitación de nosotros claro está. Luego cierro mis ojos y dejo que el viento susurre en mis oídos. Después inhalo y exhalo. Hace años no hago esto y olvidé lo fantástico que es. Al igual que volar, llevo tiempo sin hacerlo y quizás debería estirar un poco mis alas. No suelo exhibirlas como otros Ángeles, de hecho aquí la mayoría tiene casi todo el día sus alas afuera, como si fueran súper hermosas. Hay mejores.

Me pregunto que será de mi vida, no tengo idea de que haré con ella. Lo único que sé es que seguiré siendo el Ángel de la guarda de los chicos. No podría separarme de ellos y creo que es por ese motivo que los Ángeles de la guarda no se dejan ver por sus protegidos, a veces encariñarse mucho con alguien puede ser tu fin y en mi caso creo que así será. Ellos algún día morirán y se que estaré ahí, claro, si sobrevivo los atentados que últimamente se hacen contra mi vida. La idea es que sufriré al verlos morir, quizás después de ellos no vuelva a ser un Ángel de la guarda.

Luego de unos minutos más de reflexión, decido ir a ver a mi madre. No sé dónde está, pero quizás alguien lo sepa. Pero antes de establecer conversación con otro Ángel, iré a ver a su habitación. Avanzo entre los Ángeles, esquivando sus feas y malolientes alas, ¿qué nadie sabe que si mojas tus alas adquirirán un horrible olor? Lo digo por experiencia propia, en el ejército te enseñan todo tipo de cosas, una de ellas es volar en los peores climas, claro, eso incluye la lluvia, la nieve, el otoño y el horrible calor. Lo peor es el otoño, sus fuertes vientos te descontrolan. El punto es que, las alas tardan por lo menos tres días en secarse y así no adquirir un olor desagradable o sino, tendrás que lavarlas y esperar a que se sequen y con suerte lograras que el olor se vaya. Claro, la consecuencia de eso es que se perderán muchas plumas. Mis alas han sufrido todo tipo de cosas y han pasado por mucho, me sorprende que aún las tenga.

Cuando estoy frente a la habitación de mi madre toque tres veces y espero su respuesta. Luego de unos minutos la puerta se abre.

—Sam. —dice mi madre frente a mí.

—Hola mamá. —sonrío.

—Pasa cariño. —dice antes de hacerse a un lado y concederme el paso.

—Solo vine a saludar, no quiero molestarte. —digo mientras ingreso a su habitación.

—No me molestas, siéntate. —señala un pequeño sofá.

— ¿Qué hacías? —pregunto mientras me siento.

—Solo descansaba un poco, me ha dolido la cabeza últimamente. —explica.

—Demasiado estrés quizás, deberías ir con Will. —sugiero.

—Hablando de Will, me contó lo que sucedió y dice que lo siente mucho. —murmura.

—Eso es tema superado. ¿No te aburres de estar aquí? —frunzo el ceño.

—Claro que no, suelo tejer o leer. —sonríe.

—Cosas bastante aburridas si me preguntas. —murmuro.

—En tu vida has tocado un libro siquiera y nunca te has puesto a tejer. —me mira obvia.

— ¿Qué te puedo decir? Nunca he tenido la iniciativa. —me encojo de hombros.

Beautiful Ángel (#1) COMPLETA (Editando)Where stories live. Discover now