A la mañana siguiente, Carol se despertó con un humor mejor del que tenia cuando se fue a dormir. Estaba un poco mosqueada con Blas por su despedida de la noche anterior, pero se durmió pensando en que al dia siguiente no seria nada y que pasaria un buen dia con él y sus amigos.
Se arregló y se fue junto a Eva hacia la cafeteria, por el camino, Eva sacó una pequeña bolsita de su bolso y se la tendió.
- Para la mejor hermana del mundo. - sonrió cuando Carol la miró extrañada – Feliz cumpleaños, Carol.
- No tenias porqué, Eva, pero muchas gracias. - la abrazó con una enorme sonrisa.
- Venga, abrelo. No es nada del otro mundo, pero espero que te guste... - sonrió.
Carol abrió la bolsita y sacó un colgante con un pequeño dije en forma de camara de fotos igual que una de verdad pero en miniatura.
- ¡Me encanta! - excalmó abrazandola de nuevo - ¿Donde la has encontrado? Llevo un siglo buscando algo asi. - sonrió poniendose el colgante y abrazandola de nuevo cuando terminó.
Eva le devolvió el abrazo riendo por su reaccion.
- En una tienda pequeñita que hay al lado de la biblioteca, me acompañó Blas. - le sonrió.
- Pues me encanta, en serio. - le dio un sonoro beso en la mejilla.
Eva se rió negando con la cabeza mientras la veia admirar su pequeño regalo.
Cuando llevaron a la cafeteria, no tuvieron tiempo ni de respirar. Al ser viernes, la cafeteria se llenaba mas que de costumbre y no daban a basto entre los tres, Raúl ya se habia incorporado hacia un par de dias haciendo el turno de las mañana con ellas y yendo a cerrar cuando Pedro no podia, quien le habia echo un contrato fijo a cada una con un sueldo mas que respetable.
A la hora de comer, cuando no habian adie en la cafeteria, llegó Marta con una enorme sonrisa, llamó a Raúl con un gesto de la mano para hablar con él y cuando acabó, fue hacia sus amigas, que la miraban curiosa.
- Carol, tienes que venir conmigo, quiero enseñarte una cosa, Eva ya la ha visto, pero tú no. - sonrió cogiendola de la mano.
- ¿Tiene que ser ahora? Estoy trabajando. - hizo una mueca.
- Ahora mismo. - dijo Eva empujandola, dandole su bolso y su rebeca – Ve tranquila, yo te cubro con Pedro. - le sonrió.
- ¿Seguro? No quiero que me despida. - la miró seria.
- Que no, venga, ve. - insistió con una sonrisa.
Marta tiró de ella hacia la puerta, al salir, se encaminó hacia una escuter de color rojo.
- ¡Tará! - exclamó Marta sonriendo, señalando la moto.
- ¿Te la han comprado al final? - preguntó con una gran sonrisa.
- ¡Sí! - se rió – Es que como la universidad me queda lejos de casa y no pueden estar llevandome y trayendome y no quiero quedarme en la residencia, pues me la han comprado. ¿A que es genial? - sonrió feliz.
- ¿Desde cuando la tienes? - preguntó sonriendo.
- Desde ayer por la mañana. - sonrió - ¿Quieres que te de una vuelta? - preguntó acercándose a la moto y abriendo el asiento, del cual sacó dos cascos.
- ¿Ahora? Tengo que volver. - dijo haciendo un gesto hacia la cafeteria.
- Venga, por fa, solo una vuelta... - pidió mirandola suplicante.
- Está bien, pero despues de comer, me traes, ¿eh? - le advirtió apuntandole con un dedo.
- Que sí, venga, ponte el casco y sube. - sonrió haciendo lo propio.