Habían terminado de cenar y habían salido a dar una vuelta antes de irse cada uno a su casa. Eran ya cerca de las doce y media de la noche cuando Carol recibió una llamada de su madre diciéndole que volviera ya a casa.
- Chicos, me tengo que ir. – sonrió guardando el móvil en su bolso.
- Te acompaño. – le dijo Blas.
- No hace falta, está aquí al lado, puedo ir sola. – lo miró.
- ¿A las doce de la noche sola por la calle? Ni de coña. – negó con la cabeza.
- Bueno, vale, venga, acompáñeme. – se rió. Se acercó a Lucia para despedirse y le dijo al oído: - Mañana por la mañana quedamos todas juntas para irnos a comer, ¿eh?
Ella asintió con una sonrisa y Carol terminó de despedirse de todos, Blas también se despidió y cogiéndola de la mano, caminaron calle abajo.
- Yo también debería de irme, porque a este paso, llego a las tantas. – sonrió Lucia mirándolos.
- Venga, pues vamos. – la miró Carlos.
- ¿Qué? – lo miró riendo.
- Que te acompaño. – le sonrió.
- Eh… vale. – se sonrojó un poco.
Se aclaró la garganta y empezó a despedirse de todos, riendo por las cosas que le había dicho Marta al odio cuando se acercó a ella para despedirse.
- Nos vemos mañana, chicas. – sonrió despidiéndose con la mano buena, recordando que la otra no la podía mover.
Carlos se rió negando con la cabeza divertido y la siguió caminando.
Poco a poco se fueron yendo todos, Dani acompañó a Marta a su casa para que no se fuera sola y David se fue a la suya por otro lado, dejando a Eva, Natalia y Álvaro caminado solos por la calle.
Al pasar por una calle, a Eva le dio un escalofrío y se abrazó a sí misma, frotando un poco las manos por los brazos para entrar en calor, pero segundos después, notó que alguien le pasaba un brazo por encima de los hombros y que la pegaban a un cuerpo cálido. Alzó la mirada y le sonrió a Álvaro, que pasó rápidamente la mano por su espalda para crear fricción y que cogiera un poco de su calor.
- Gracias, me estoy helando. – se rió ella pegándose un poco a él.
- Ha empezado a refrescar hoy, deberías haber cogido una chaqueta de casa. – le dijo con voz suave, mirándola.
- No tengo. – rió ella mirándolo divertida.
- Habrá que ir a comprar entonces. – sonrió él.
- Cuando tenga el primer sueldo, te prometo que iré a comprarme una. – le dijo riendo.
Él la pegó más a su pecho al sentirla temblar y pasó la mano rápidamente por su espalda de nuevo, le besó el pelo con cariño y le sonrió.
- ¿Vivís juntos? – preguntó Natalia sorprendida, que se había quedado al margen de la pequeña conversación que mantenían.
- ¿Eh? Ah, sí… - dijo Eva sin querer entrar en detalles.
- No me lo habías dicho. – dijo Natalia mirándola seria desde el otro lado de Álvaro, cruzada de brazos y encogida.
- Vive conmigo desde ayer. – dijo Álvaro mirándola.