Eva seguía besándolo hasta que sintió como si una sombra se pusiera sobre ella, se separó de Álvaro y miró hacia arriba, donde se encontró con Claudia, la chica pelirroja que la noche anterior le había tirado el cubo de agua por encima, que la miraba con pose de superioridad y los brazos cruzados.
- Así que a esto te dedicas para pasar el tiempo, ¿no? Joder con la mosquita muerta… – le dijo con ironía.
Eva suspiró hondo y se incorporó, le sonrió a Álvaro y se levantó del suelo para mirarla a los ojos.
- ¿Qué es lo que quieres, Claudia? – preguntó con cansancio.
Álvaro se levantó y se quedó detrás de Eva mirándolas confuso.
- Nada, pasaba a saludar. – sonrió inocente.
- Tú eres la del cubo de agua de anoche, ¿verdad? – preguntó mirándola serio.
- La misma, ¿Qué pasa, os estropeé el momento? – preguntó alzando una ceja.
Álvaro se acercó más a Eva por detrás y la abrazó por la cintura, le dedicó una sonrisa a Claudia a la vez que pegaba a Eva a su cuerpo.
- Al contrario, creo que hasta debería agradecértelo. – le guiñó un ojo.
Claudia abrió los ojos sorprendida e hizo una mueca que pareció ser una sonrisa.
- Bueno, siempre es bueno ayudar a las amigas, ¿verdad, Evita? – le dijo sonriendo falsamente.
- Claro. – respondió irónica, haciendo que Claudia ensanchara su sonrisa, pero añadió mirándola fijamente: - Pero para tener amigas como tú no hace falta tener enemigos.
Claudia entrecerró los ojos poniéndose seria de repente, la miró por unos segundos y después sonrió alegre.
- Bueno, os dejo a lo vuestro. – le guiñó un ojo a Eva, que suspiró.
- ¿No te ibas? – preguntó Álvaro riendo, mirándola.
Claudia bufó y se machó rápidamente, moviendo su melena en exceso al caminar. Eva respiró hondo y se giró hacia Álvaro.
- Discúlpala, es bipolar o simplemente, imbécil. – dijo riendo.
- Pobre, el sol le afectará o algo, a mucha gente le pasa. – se rió con ella.
Álvaro le acarició la mejilla de nuevo, bajó sus dedos suavemente hasta el cuello de ella y Eva empezó a reírse y dio un paso atrás. Él frunció el ceño divertido y la cogió por la cintura, empezando a hacerle cosquillas, haciendo que Eva intentara salir corriendo mientras se reía.
- Tienes muchas cosquillas, ¿eh? – se rió él.
- No, solo unas pocas. – dijo entre risas.
- Ya veo, ya…
Eva intentaba escapar de sus cosquillas dando pasos hacia atrás para esquivar sus manos, pero él la seguía y tropezó con una piedra que había en el suelo, cayendo de espaldas al suelo con Álvaro encima de ella, que la cogió justo a tiempo por el cuello para que no se diera contra el árbol. Eva se reía a carcajadas mirándolo desde abajo.
- ¿Estás bien? – le preguntó riendo.
Eva asintió aun riendo, miró hacia atrás un momento y vio el árbol justo a su lado, lo miró de nuevo a él, alzó una mano y la puso sobre el brazo de él.
