Iban caminando por la calle, riendo sobre cualquier tontería que alguno decía hasta llegar a una calle donde había una pizzería. Pasaron por la puerta y preguntaron si tendrían una mesa para cuatro, pero al estar abarrotada, les dijeron que volvieran en una hora y que la tendrían lista para ese momento. Para hacer tiempo, siguieron caminando por la calle recta.
- ¿Qué vais a hacer mañana? – preguntó Carol mirando a los chicos.
- Pues mañana no tenemos nada, ¿no? – preguntó Álvaro mirando a Blas con el ceño fruncido.
- No, creo que después de esta semana tan ajetreada, merecemos un día libre, ¿no crees? – se rió.
- Genial. – sonrió Carol, miró a Eva, que sonrió cómplice y preguntó mirándolos: - ¿Os apetecería venir con nosotras a la casa de los abuelos de Lucia? Tiene piscina y con el calor que hace ya vendría bien.
- Suena estupendo. – sonrió Blas.
- ¿Se lo decís vosotros a los demás? – preguntó Eva.
- Claro, pero no sabemos la dirección ni nada. – le dijo Álvaro.
- Yo os llevo, tengo que ir con vosotros, así que, no hay problema, creo que sabré llegar. – se rió Eva.
- Si nos perdemos, ya sabes que es su culpa, ¿eh? – dijo Blas mirando a Carol, señalando a Eva con un gesto de la cabeza.
- Creo que sabrá guiaros bien. – se rió Carol.
- Ah, ¿Qué si nos perdemos te da igual? – preguntó mirándola, alzando una ceja.
- Sufriría un poquito… por ella. – se rió, Blas la miró abriendo los ojos sorprendido, intentando no reírse -. Entiéndeme, sería un suplicio para la pobre tener que aguantaros a los cinco ella sola. – se defendió.
- Así que te daría igual que me perdiera, ¿no?
- No, pero si se pierde Eva, puedo volverme loca para buscarla.- respondió riendo.
- Vale, vale, menuda novia que tengo… - dijo indignado, soltándola y mirando hacia otro lado intentando no reírse.
- Parecéis niños pequeños. – se rió Eva.
- Sí, sí, como a ti sí que te buscaría si te pierdes… - ironizó Blas.
- Pero yo te llevaría conmigo si ella va a buscarme y estás conmigo, hombre, no te dejaría abandonado. – se rió Eva mirándolo.
- Ay, ¿y a mí que me zurzan o qué? – preguntó Álvaro mirándola serio.
- Bueno, me pensaría a quien llevarme, con los dos no puedo. – se rió ella.
- Muy bonito, di que sí, señorita, muy bonito… - dijo indignado, cruzándose de brazos. Eva se reía de ver como intentaba no reírse - ¿Encima te ríes?
- No… - dijo riendo.
- Ah, que encima me mientes… que mal, Eva, que mal… - dijo negando con la cabeza.
Eva siguió riéndose mirando hacia delante y en un descuido, él la cogió por la cintura y sosteniéndola con un brazo, empezó a hacerle cosquillas con el otro.
- ¡No, cosquillas no! – se reía retorciéndose.
- Esto por mala y por querer dejarme abandonado por ahí. – se reía haciéndole más cosquillas.