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Charles caminaba por el pasillo del edificio en donde vivía mientras miraba su celular, llegó a su puerta y levantó su mirada cuando escuchó el llanto de dos bebés. La chica que estaba en la puerta de al lado trataba de calmar el llanto de sus gemelos al buscar las llaves, guardó su celular y se acercó hasta ella.

Al verlo lo miró y le regaló una sonrisa algo cansada, era nueva en ese edificio.

—Hola, ¿te ayudo en algo?

—No, no — negó apenada y cuando quiso sacar la llave, su hijo se tiró para atrás siendo agarró rápidamente por el piloto —¡Oliver! — gritó asustada.

El llanto del niño aumentó y se aferró a los brazos del chico. Se acomodó a su otro hijo y miró asustada a Charles.

–—Muchas gracias, mis hijos son algo inquietos — se rió nerviosa —Ven mi amor, tienes que dormir.

—Agua.

—Si, vas a beber agua.

Leclerc sonrió tiernamente  y aquel niño de ojos verdes al mirarlo le sonrió.

—Creo que se quiere quedar conmigo — bromeó —Si quieres abre la puerta mientras yo te ayudo con ambos, ¿él como se llama?

—Charles.

—¿Charles? — preguntó sorprendido y la pelinegra asintió rápidamente al dárselo —Eso es increíble, nos llamamos igual.

—Que coincidencia, mi padre se llama Charles  y por eso decidí llamarlo así — abrió y agarró la pañalera para meterla —Por cierto, soy Olivia Stan y ellos son mis hijos, Charles y Oliver, ¿tú eres?

Charles soltó una risita.

—Me llamo Charles Leclerc y eres mi nueva vecina.

—Así es, soy tu nueva vecina y una vez muchas gracias — cargó a sus dos hijos quienes aplaudieron —No tengo idea hasta que hora me hubiera llegado para encontrar la llave, cuidar de dos bebés al mismo tiempo no es nada fácil — se miraron —Me dió gusto conocerte, espero no volver a causar molestia.

—No es ninguna molestia y cuando necesites algo estoy a un lado, no debe de ser fácil cuidar de dos niños — miró a los bebés —Adiós campeones.

Los observó a ambos y pudo admirar un par de ojos verdes y un par de ojos marrones con un brillo totalmente hermoso, sintió un escalofrío cuando Charles agarró su dedo y le sonrió, Oliver aplaudió y se rió con el piloto. Tenían diez meses y cuando alguien les agradaba no dejaban de sonreírles o darle los brazos.

One shots with Charles Leclerc III Kde žijí příběhy. Začni objevovat