#22: El Mundo

27 4 4
                                    

El tono de llamada me tenía los pelos de punta

Oops! Questa immagine non segue le nostre linee guida sui contenuti. Per continuare la pubblicazione, provare a rimuoverlo o caricare un altro.

El tono de llamada me tenía los pelos de punta. Aunque hablaba con mi papá al menos una vez a la semana, ese día en particular estaba horriblemente nerviosa. El sueño que había tenido la noche anterior había hecho mella en mí y, si eso no hubiera sido suficiente, la invitación de Ava a su casa había terminado por convencerme de hacer lo que llevaba queriendo hacer hacía mucho tiempo.

—Lira, mi princesa —saludó mi papá con entusiasmo—. Llamando tan temprano, ¿está todo bien?

—Hola papá —sonreí a mi pesar. No podía sentirme triste cuando lo veía; siempre había tenido ese efecto en mí—. Solo quería saludarte.

—Muy bien, bien —Tenía a su lado un montón de papeles y carpetas. Estaba trabajando en algo y debía estar muy ocupado, pero aun así se hacía el tiempo para hablar conmigo—. ¿Cargaste tus amuletos anoche? La luna estaba preciosa, tal y como le gustaba a tu mamá...

—Sí, de hecho, tuve otro de esos sueños donde pude verla, papá.

—¿Ah sí? —negó con la cabeza—. Que envidia, mi niña, si pudiera volver a verla una sola vez... pero tú sabes que este viejo no sueña con nada. Lo mío no es la imaginación ni dormido. ¿Qué te dijo?

—Nada, pero me dio... —tragué saliva—. Una violeta.

La expresión de papá cambió de inmediato. Fue casi imperceptible, pero yo lo conocía demasiado bien, ese flash de sonrisa no me había pasado desapercibido y de pronto sentí que podía respirar otra vez.

—¿Hay algo que quieras decirme, hija? —me ayudó.

—Yo... papá, yo...

—No tienes que decir nada si no quieres, princesa.

—Es que sí quiero, sí quiero —repetí—. Solo no quiero decepcionarte.

—Lira, amor, tu jamás, jamás podrías decepcionarme. Eres la hija que siempre soñamos con tu mamá, la luz de mi vida, mi niña —me tranquilizó—. Nada de lo que digas cambiará eso.

Me cayeron un par de lágrimas entre la risa nerviosa que estaba apoderándose de mí. Debí saber que mi papá ya lo sabía, que lo suponía. Debí haberle dicho antes lo asustada que estaba.

—Tengo novia —solté, mirando más allá de la pantalla—. Tengo novia y soy lesbiana, papá.

Su rostro se iluminó al oír mis palabras. Su expresión era todo lo contrario a la que reinaba en mis inseguridades, se parecía más al padre amoroso que conocía, lleno de orgullo, ese que tenía tanto miedo de perder.

—¡Novia! —repitió con júbilo—. ¡Mi hija tiene novia!

No pude contener más la sonrisa. Sentí como mis músculos se relajaban, como mis ojos hacían agua cada vez más.

—Debe ser la chica más afortunada del mundo —me animó—. Cuéntame sobre ella, quiero saberlo todo sobre la persona que está haciendo feliz a mi hija.

BuenaventuraDove le storie prendono vita. Scoprilo ora