#18: La Estrella

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Mis padres y mis tres hermanos estaban repartidos entre la cocina y la sala, y todos hicieron un gran esfuerzo para pretender que estaban allí por casualidad y no esperándonos

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Mis padres y mis tres hermanos estaban repartidos entre la cocina y la sala, y todos hicieron un gran esfuerzo para pretender que estaban allí por casualidad y no esperándonos. Dejando fuera el hecho de que eran pésimos mintiendo, era ingenuo de su parte que me tragara que los cinco estuvieran libres un viernes por la tarde, especialmente Dos, que siempre tenía algo que hacer.

—Hola —saludé. Ángel me imitó, con más fuerza de la que yo había usado. Me sentía repentinamente tímido, pero ella no tenía esa palabra en su vocabulario.

—¡Hola! —se lanzó mamá, entusiasta como ella sola—. Tu debes ser Ángel, Io nos ha hablado mucho sobre ti.

—Gracias, mamá... —murmuré, solo molesto a medias. Ángel me lanzó una mirada burlona.

—¿Y? ¿Le dijiste que sí? —le preguntó inmediatamente después. Tuve que cerrar los ojos.

—Somos oficialmente novias ¡es decir novios! —apuró Ángel—. Lo siento, a veces me confundes.

—También a nosotros —rio Dos cuando estaba por decirle que no pasaba nada—. Soy Dos, y estos son Uno y Tres.

—Y yo soy el padre de todos estos chicos —saludó orgulloso papá.

Por un lado me enternecían mucho, por el otro, habría agradecido un terremoto o algo de ese calibre para no tener que pasar por nada de todo eso.

—Pasa, pasa —la invitó mamá, por su expresión, era quizás el mejor día que había tenido en mucho tiempo—. Hice pasteles fritos y compramos champaña para celebrar.

—¿Celebrar? —interrumpí, la situación se estaba saliendo de control—. ¿Y si me decía que no?

—Pues para consolarte, hermanito —se burló Tres.

Ángel parecía muy divertida con todo el asunto. Al menos parecía que era el único que estaba con los nervios de punta. Sentí su mano tomar la mía cuando nos sentamos a la mesa, allí, a vista de toda mi familia. Esa chica no le tenía miedo a nada.

—No puedo creer que Io tenga novia antes que yo —se quejó Uno, pero podía ver que estaba feliz por mí.

—¿En serio no puedes creerlo? —bromeó Dos.

—Tiene mucho más estilo que todos nosotros —estuvo de acuerdo tres.

—Y es mucho más apuesto —aportó Ángel, lo cual hizo que papá estallara de risa.

—Eso debe haber dolido —se alegró.

—Es verdad igual—sonreí yo, comenzando a relajarme.

Más pronto que tarde dejé de sentir la incomodidad natural que viene con presentar tu pareja a la familia, encima el mismo día en el que le había pedido que fuera mi novia. Su mano derecha me acariciaba el antebrazo mientras que con la otra tomaba champaña mezclada con jugo. Era ambidiestra, algo que me había tardado en descubrir, pero que ahora no dejaba de sorprenderme. Su mano más hábil era la zurda, donde tenía un pequeño lunar en el dedo índice sobre el que le gustaba dibujar una flor mientras charlábamos. En ese momento, eso sí, tenía un corazón medio deforme que le había hecho yo después de que me dijera que sí.

BuenaventuraKde žijí příběhy. Začni objevovat