Capítulo XLVI

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SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE EVIGHEDEN

LIAH'S POV

La noche había pasado más rápido de lo que habría previsto. Los documentos frente a mí me tenían ajetreada y los últimos sucesos de igual manera. Estar fuera de mi reino me había dejado tareas a montón.

Solo quería encontrarle un fin a este conflicto sin razón contra Esmeralda y el Reino del Sur.

Me giré sobre mi silla y miré la ventana detrás de mí. El sol del amanecer estaba precioso, los rayos apenas mostrándose. Era sin duda alguna, una vista que jamás me cansaría de ver.

La puerta de mi despacho se abrió. Zúrich asomó su cabeza y sonrío con pena. Le dejé pasar.

-Ha llegado una última noticia sorprendente, Su Majestad. Tal vez, sea un alivio para nosotros.

Espere atentamente mientras abría el sobre y tendía sobre mí una invitación de boda.

-¿Qué...?

Revise varias veces que mis ojos no me estuvieran engañando. El rry Aleksey y la reina Esmeralda me estaban invitado a su boda en el Reino del Sur. Parecía tan irreal.

Tomé la invitación en mis manos y seguí en mi momento de sorpresa. Maldición, ¿no sería una mala broma?

-¿Quién la ha traído?

Zúrich sonrío, eso me respondía.

-El consejero real del rey Aleksey.

-Entonces, es cierto.

Asintió y se cruzó de brazos.

-No asistiré, lo harás tú.

No tenia que pensarlo dos veces para no pisar ese reino nunca jamás si en mis manos estaba la decisión.

-¿Yo?

Su mirada me expreso terror. Reí y dejé la invitación sobre la mesa.

-Irás bien acompañado. Eres el consejero de Luna, estarás bien.

Realizo una inclinación y asintió.

-Así será, Su Majestad.

-Puedes retirarte.

Señale la puerta de la oficina. Él compendio de inmediato

-Oh, antes de irme. Su Alteza Real ha solicitado una caminata esta mañana.

Su comentario acerca de mi esposa me toma desprevenida y me espabila de cualquier sueño del que antes me estaba quejando. Sin duda alguna, aceptaría caminar con ella y pasar tiempo juntas, aún que sea un poco.

-¿A qué hora?

Cuestione y mira el reloj colgado en la pared.

-En cuanto estuviera disponible, Su Majestad.

Asentí. Miré la pila de documentos por leer y firmar. Suspiré y decidí que era un momento de tomar un descanso y darle un poco de mi tiempo a mi esposa

-Iré en seguida, notificale.

Salió de la oficina.

Revise mi vestimenta y la ajuste. Justo antes de salir, el general de la mesa mostró su rostro.

-Su Majestad.

Me giré para verme en el espejo y maldecí en silencio. Había pasado un mes de su castigo y pronto volvería a reintegrarse hasta que apareciera otra persona competente para destronarlo.

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