Capítulo XII

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SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE EVIGHEDEN

LIAH'S POV

Aquella mañana me había despertado mejor que cualquiera otra en muchos tiempo.

Me puse un traje sencillo que consistía en una camisa suelta blanca, un pantalón negro entallado a mis piernas y zapatos negros. Sabía que nuestra primera actividad del día sería pasear a caballo por lo cual no pensaba ponerme algo más elaborado y que podría producirme complicaciones en el paseo.

El desayuno estaba preparado desde muy temprano. Como normalmente. Desayune con mi madre y casi terminando se unió a nosotros la Princesa Luna. Vestía perfecta. Como siempre. Cargaba un vestido pastel con algunos detalles de flores, sus hombros estaban descubiertos y sus cabellos estaban peinando en una trenza suelta. Seguramente una de sus nuevas doncellas se la habían hecho, aún que, no dudaba que lo hubiera hecho por su propia cuenta.

Las princesas de pueblos como Calanthe o Evigheden, mantenían una educación superior a las demás damas. En primer lugar, por el dinero que portaban y que siempre debían mostrar su estatus frente a los demás. Esto era muy normal a nuestro alrededor. En segundo lugar, la mayoría de éstas princesas debían capturar a algún príncipe adinerado y que les proporcionará la suficiente estabilidad para ellas y para su descendencia. Por esas razones, Luna y muchas princesas más eran autosuficiente por su educación, aún así, no se negaban a la ayuda de las personas que tenían ese trabajo de cuidar de ellas.

Volviendo al presente, con una princesa de en sueño. Me puse de pies para abrir su silla. Un guardia lo iba a hacer, pero lo detuve. La Princesa Luna agradeció por lo bajo y empezó a comer mientras mi madre le hacía algunas preguntas. Nada fuera de lo normal.

-¿Estarás muy ocupada hoy, cariño?

Mi madre dejó de interrogar a Luna para concentrarse en mí. Niego lentamente a su pregunta, todas mis tareas habían pasado a segundo plano desde que Luna puso un pies en el palacio. Mi padre podría enfadarse al enterarse, pero mi atención estaba mejor puesta en otra dirección.

-He despejado la agenda- respondo. Termino de tomar mi taza de café -. Sin embargo, debo ir a arreglar unas cosas.

Me pongo de pies. Luna me mira interrogante, sin saber que hacer. Le sonreí tranquilamente y mire que aún tenía mucho por comer, no pensaba negarle su desayuno. Podía suponer que su horario era más relajado que el mío, por lo tanto despertaba más tarde. No pensaba culparla porque quisiera dormir dos horas más de lo normal. Sin embargo, mantenía un horario estricto para no perder un segundo de mi día. Por esa razón, justo ahora haría una tarea más antes de poner mi atención solo a ella como hubiera querido hacerlo desde antes.

-Me saludas a mi padre en cuanto lo veas, madre- le pido, luego vuelvo a mirar a la Princesa Luna -. Termina de comer. Daremos nuestro paseo en cuento lo hagas. No debes apresurarte, ¿Si?

Asiente ligeramente. Sonrío y hago una pequeña inclinación a ambas saliendo del comedor.

Camino hacia los establos. Hago llamar al mozo y le pido el mejor disponible. Quise poder darle a Trinidad, pero el llegaba a ser muy atrevido y rebelde cuando quería. No podía darle aquel cabello indomable a la Princesa. Ni aun que lo quisiera mucho. Pase unos minutos allí acomodando a ambos y dándole algo de comer a la yegua que tendría Luna, así estaría más tranquila.

Deje de hacerlo cuando un siervo llego por detrás. Anunciando lo que había mandado a pedir muy por lo temprano.

-Las rosas blancas y las lavanda ya están aquí, Su Alteza.

Asiento felizmente.

-Dentro de unos minutos volveré con ella, ¿podrás tenerlo preparado?

Cuestioné hacia el mozo. Solo faltaba sacarlos y tenerlos hidratados para el largo paseo que pensaba dar.

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