Capítulo XIX

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SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE EVIGHEDEN

LIAH'S POV

-Y aquí esta el discurso para la Unión Evigheden.

Tomé el papel que me entregaba mi secretario del reino. Se veía bastante corto para ser un discurso que dictaminaba el futuro de cada pueblo que hacía parte de la Unión.

-Lo revisaré. Puedes retirarte, Zúrich.

Se inclino y salió de la oficina. Empecé a leer el papel con cuidado buscando cualquiera fallo o algún error que pudiera tirarme la soga al cuello. La Unión se encontraba en una línea demasiado delgada, ésto por disputas entre los reyes acerca del futuro y las modificaciones que se habían realizado en algunas reglas.

"Las nuevas reglamentaciones han sido revisadas y puesta a debates con antelación por mi persona la reina Liah Evigheden y mi mesa principal. En dichos debates se colocaba en balanza los beneficios y las pérdidas que podrían ocurrir al intentar cambiar dichas reglas. Muchos otros cambios no fueron realizados al catalogarse como incorrectos o poco beneficioso al largo del tiempo. Al contrario, los cambios hechos traerán inmensos beneficios que veremos en un futuro cercano.

Mi único deseo para nuestra Unión es que siga adelante siendo igual o más fuerte que antes con el arduo trabajo de mis antecesores y los suyos.

Existen muchas opiniones en contra y es comprensible. Éstas reglas no habían sido modificadas desde hace mucho tiempo. Sin embargo, los tiempos han cambiado y nosotros debemos avanzar como el tiempo lo proponga.

Realmente espero haber sido clara con mi punto de vista y que no estoy dispuesta a dar pasos atrás con mis decisiones acerca del futuro de nuestra Unión."

Al terminarlo de leer, tragué grueso. Sonaba tan prepotente y directo. Con justa razón era tan solo la mitad de la hoja. Suspiré y pellizqué el puente de mi nariz.

Estaba más que claro que dichos reyes en contra eran unos viejos amargados machistas. Desde que empecé a ser entrenada siempre les escuchaba en la oficina de mi padre diciéndole que intentará tener algún hombre para que subiera al trono. Pues me catalogaban como frágil y inútil que solo serviría para cuidar de algún marido.

Más de una vez mi padre entró en grandes discusiones con dichos reyes y siempre terminaban echados del palacio y algunos de la Unión. Para ellos esta acción era como caer en un pozo sin salida, pues, quedaban a disposición de cualquier ataque. Con pertenecer a la Unión Evigheden tenían la seguridad de un respaldo al entrar en batalla con cualquier otro pueblo fuera de la Unión. Por lo tanto, muchos permanecieron callados mientras mi padre seguía en el trono, pero ahora, intentaban ponerse en mi contra con cualquier acción que deseaba hacer.

Supongo que el discurso no era tan malo. Debía ser fuerte y directa para mostrar el poder que obviamente tenía por encima de todos ellos.

Me tiraría algunos pueblos encima, pero sabía que muchos otros estaban de mi lado por los beneficios y el poco de poder que obtenían al estar bajo las alas de Evigheden.

Me arrecosté sobre el suave cuero de mi silla y volví a releer el discurso. No lo deje de hacer hasta que unos toques en la puerta me hicieron detenerme. Miré el reloj sobre mi escritorio y noté que era hora de una reunión con lady Keyla.

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