Capítulo L (50)

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SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE EVIGHEDEN

LIAH'S POV

Jugué con mi anillo de monarca mientras esperaba a que el doctor terminar de revisar a mi esposa dentro de la habitación.

No había pasado nada peligroso, pero estando más cerca de su parto las citas se hacían más contastes y largas.

Había pasado aproximadamente tres meses de su coronación.

Dos meses del increíble anuncio de nuestra espera por el primogénito.

Un mes desde la confesión de mi madre de querer irse con aquel tipo a otra parte del mundo.

Una semana de la nueva noticia de un próximo hijo de Oxford.

Un día del reemplazo del general de mesa y de la mayoría de los hombres de allí.

Y unas horas del cambio de algunas leyes acerca del poder mi esposa como reina consorte que se tomarían en cuenta a partir de ella hasta las próximas generaciones si seguían nuestro linaje.

Suspiré y sin querer mordí mi mejilla interna haciéndome quejar. Bufé y me puse de pies para estirar mis piernas.

Miré hacia el exterior del palacio y no vi nada fuera de lo normal. La paz que se olía desde hace más de cuatro meses me hacía sentir completa y orgullosa de mi trabajo como monarca.

-¿Qué sexo piensas que será tu hijo?

Oxford hablo haciéndome recordar que estaba en la misma sala. Lo mire y me encogí de hombros.

-No tengo ni menor idea, pero para Luna es un niño. Según su instinto de madre primeriza.

Oxford rió y asintió.

-Ellas nunca fallan, Liah.

Asentí y miré la puerta de la habitación esperando que saliera el doctor de allí y me diera buenas noticias del bienestar de mi esposa y de nuestro pequeño heredero.

-¿Estás nerviosa por ese día?

Volvió a cuestionarme.

-Lo he estado desde que nos enteramos que ella estaba en gestación.

Confesé sin miedo a exponerme ante él. De todos modos, él sabía mis más profundos secretos.

-Siempre haz sido una idiota paranoica, sin ofender.

Lo mire fijamente.

-Tal vez eso te ha vuelto tan buena líder.

Sonrío y apoyo su mano en la vaina de su espada. Suspiré y asentí intentando creer que era así.

-Solo quiero que ambos estén bien.

-Lo estarán si tú lo estás.

Aseguró antes de dar media vuelta y empezar a caminar a lo largo de la sala.

Después de unos minutos más regrese a mi asiento. No dure más de cinco segundos allí cuando la puerta se abrió y el doctor salió con su pequeño maletín.

-¿Algo nuevo?

Él sonrío tranquilo y negó.

-Todo en orden, Su Majestad. Ambos están muy bien. El heredero o la heredera se ha estado acomodando para el momento del parto. Eso es una buena noticia.

Asentí más tranquila.

-Muchas gracias, doctor.

-Es todo un honor  Su Majestad.

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