Capítulo VII

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SIGLO ANTIGUO

FRONTERA ENTRE EVIGHEDEN Y LÁVANDER

LIAH'S POV

-Todo ha terminado más rápido de lo que planeamos, Su Alteza.

Miro a mi alrededor, notando que quedó como si jamás hubiéramos estado allí. Dejé salir un suspiro, sabiendo que había sido dos meses espantosos, pero que atravesamos de una manera excepcional.

El informante había estado de vuelta diciendo que el Rey estaba sumamente orgulloso de todo el trabajo y de la manera en que lo habíamos afrontado. Sonreí sabiendo que solo mi padre podría decir que estaba orgulloso de su gente. Solo él.

-Estaremos de vuelta mañana por la mañana, Princesa.

Estaban montando todo sobre la carreta. Note que habían traído a Trinidad en el último cargamento por si lo necesitaba para alguna emergencia. Y había hallado esa emergencia.

-Iré a Calanthe, estaré allá menos de la medianoche- calcule la ruta -. Pueden ir donde el Rey y decirle. Él entenderá.

Llamo a Trinidad. El general me mira confuso.

-Debemos irnos todos juntos, Princesa. Aún es peligroso andar solos...

-No para mí- niego, subiendo sobre mi caballo -. Nos veremos pronto. Háganle saber al Rey mi decisión.

El hombre inclina la cabeza.

Golpeo suavemente a Trinidad y empieza el trote normal. Poco a poco lo voy subiendo hasta empezar a correr por el bosque.

Conocía aquel bosque como ningún otro. Había jugado toda mi niñez aquí y sabía como encontrar con facilidad la frontera. Tenía pasaporte diplomático por lo cual me dejarían entrar de inmediato.

Sonreí, sabiendo que podría ver a mi Princesa Luna en su cumpleaños y tal vez podría cantarle. Sólo tal vez. Tenía la esperanzas de llegar antes de medianoche.

~•~

LUNA'S POV

-¿En serio pensaste que vendría?- respiro hondo, escuchando a Esmeralda reírse de mí porque la Princesa Liah no vendría -. Sólo quería ilucionarte, Luna.

Me aparto de ella, caminando hacia mi padre. Solo él podría contestar del todo mi pregunta.

-Ya te lo he dicho, Luna- toma de su copa mirando alrededor -. Tenía que atender algo sobre una guerra en la frontera con Lávander.

-¿Pero sí iba a venir?- mi padre asiente. Sonrío, sintiendo mi cara tomar color.

El reloj marcaban las diez de la noche. Muchas personas habían venido, más de las que pensé. Normalmente la que acaparaba la atencio de todos era Esmeralda por su manera de ser. Yo era más apegada a mi madre y amaba serlo.

El pastel y la comida había sido repartido, por lo que solo quedaba las personas que querían.

Camine hacia la parte trasera del castillo. Aquí se encontraba una piscina, vacía por la temporada. Y también conectaba con el bosque. Habían guardias repartidos por todos lados por lo que no temía que saliera algún loco a caballo.

De un lado podía ver el pueblo siendo alumbrado por los faroles. Así era hasta la mañana siguiente. También, podía ver algunas personas fuera hablando, otros jugando. El pueblo era protegido, por lo que pocas veces se veía algo fuera de lo común.

-¿Escuchas eso?- veo a los guardias mirando hacia un mismo lugar, frunzo el ceño.

Los hombres eran tan extraños a veces.

-Es... ¿Un caballo?- cuestiona el otro. Casi rió. Las personas del pueblo sabían que no podían rondar por aquí al menos si querían que le cayera una docena de soldados.

-Sí... No logro ver quien está sobre éste- menciona el otro. Miro fijamente. Ellos estaban a unos cuantos metros de mí, pero podía ver muy bien el bosque.

-Viene a velocidad...

Todos sacan sus armas a la misma vez. Me asusto al escuchar las espaldas saliendo de sus empuñaduras. Dos guardas notan mi presencia y intentan decirme que entre. Pero, mi vista estaba puesta sobre la persona que venía a una velocidad espeluznante sobre un caballo negro.

-Es una mujer- avisa el mismo que había escuchado los pasos del caballo -. Blanca. Puedo ver su cabello.

-¡Tiene ropa roja!- grita otro, luego su rostro se frunce -. ¿Ropa de guerra?

Mis sentidos se ponen atentos. Podían ser muchas mujeres, pero conocía mucho de esas características. Caballo negro, blanca, ropa de guerra... ¿Liah?. Imposible.

-¡Alto allí, señorita!- grita el jefe de los guardias. El caballo se detiene secamente, mientras la mujer sobre éste solo se mueve un poco. Al parecer, acostumbrada al brusco movimiento -. Está en propiedad privada.

Su mirada recorre a todos los guardias, antes de levantarla y encontrarse con la mía. Una sonrisa aparece en su rostro, pero es borrada cuando uno de los guardias la bajan a la fuerza.

-¡Alto!- todos se detienen, mirándome confusos. Liah se encontraba en el suelo siendo apresada por dos hombres -¡Levántenla!

-Princesa, pero...

-Es la Princesa Liah de Evigheden.

Todos parecen reaccionar. Los dos hombres rápidamente se quitan de encima y la ayudan a ponerse de pies. Intentan limpiar su traje, pero éste está totalmente sucio de barro. La Princesa Liah se aleja de ellos con rapidez y se planta frente a mí, con una sonrisa única.

-Princesa Luna- toma mi mano con cuidado -. Feliz cumpleaños. Lamento mi desfachatez de llegar así, pero no conozco el pueblo y unos perros veían detrás de mi caballo. Logre ver este gran castillo y pensé que era su hogar, podría decir que adivine. Sin embargo, ahora estoy aquí. Lamento no poder haber llegado antes. Vengo de la guerra para poder verla y no me arrepiento de nada.

Besa mi mano y inclinada me mira. Una mirada tan única y especial. Siento mis piernas debilitarse. Se endereza, soltando mi mano y mirando mal a los guardias a nuestro alrededor.

-Me alegra saber que estés aquí- confieso, ella se centra en mí, sus ojos azules brillando -. Entremos.

-Oh, no. No quiero que tu padre me vea así- niega, retrocediendo -. He cumplido mi cometido. Verte en tu cumpleaños y poder ver tus resplandecientes ojos verdes. Ahora, debo regresar. Tal vez, pronto venga más formal...

-¿Luna?- la mujer frente a mí se tensa, viendo sobre mi hombro -¿Princesa Liah?.

La Princesa de inmediato inclina la cabeza al ver a mi padre acercase a nosotras.

-Rey Dereck- saluda, la Princesa Liah -. Disculpe mi atrevimiento de haber venido por detrás y de mi vestimenta.

-No tienes que disculparte- sonreí, mirándome de reojo -. Entremos. Debemos cambiarte. Disculpa a mis guardias.

Todos inclinan su cabeza, avergonzados.

-Supongo que solo estaban haciendo su trabajo- comenta, la Princesa, siendo llevada dentro por mi padre -. Puedo testificar que funcionan y están bien entrenados.

Mi padre ríe. La Princesa Liah era muy graciosa cada vez que se lo proponía.

Puedo notar como mira sobre su hombro para verme. Sonríe amablemente y luego mi padre la hace entrar a una habitación de invitados para cambiarse.







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Nota de la autora:

Liah es una loca de amor. ¿Quién no se atrevería a hacerlo?

No tengo palabras para describir este capítulo la verdad.

Dejen su comentario acerca de esta actualización y no olviden su votito.

Sin más que decir,

Nos leemos en el próximo capítulo.

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