Capítulo XLIII

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SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE NYX

LUNA'S POV

El mal tiempo había hecho de las suyas. Las tropas no habían logrado dar más de dos pasos fuera del pueblo antes de atascarse hasta el cuello con barro.

Zúrich estaba cayendo en estrés. No solo por las tropas o mi esposa Liah, si no también por el reino de Evigheden y su puesto libre en la corona.

Quería salir corriendo y de pronto encontrarme con Liah viniendo sobre Trinidad, como aquel día en mi cumpleaños número diecisiete.

Miraba por la ventana mientras recuerdos venían a mi mente. Mis manos sobre mi abdomen, sintiendo pequeños movimientos allí dentro. Cuánto había querido que Liah fuera la primera en sentirlo. Ella era quien hablaba con el pequeño dentro de mí, cada noche.

De pronto, la puerta a mi lado se abrió con rapidez y con fuerza. Me llevé una pequeña sacudida al ser interrumpida de aquella manera. Zúrich estaba allí con las manos en el pomo de la puerta y con una respiración agitada. Su mirada puesta en mí y una sonrisa que no había visto nunca en su rostro.

-Su Alteza Real Luna...

Baje mis piernas del banco bajo ventana y acomodé mi vestido. Zúrich parecía tan contento que me podría contagiar.

-¿Qué ha pasa...?

No logré terminar de hablar cuando exclamo:

-¡La Su Majestad la reina Liah está aquí!

Por un instante sentí que todo era un sueño o una mala broma. Hace horas atrás, Zúrich parecía caer en un hoyo sin salida de tanta preocupación y ahora estaba sonriendo y con buenas noticias.

-¿Estás hablando en serio?

Asintió y abrió la puerta para mí. Pasé a su lado a una velocidad jamás ante vista en mí. Zúrich casi troto para alcanzarme y guiarme a la sala principal. Allí la vi. Estaba espalda a mí charlando con el general del reino.

Sentí mis piernas debilitarse. Estaba completa, vestida tan hermosamente como siempre. Zúrich hizo un sonido a mi espalda haciendo que Liah se girará y me mirara fijamente.

-Mi princesa...

Su voz salió en un murmuro. Dejó la copa en las manos de Leandro antes de acercarse a grandes pasos y envolverme en sus largos y fuertes brazos. Sentí mis ojos empaparse en lágrimas justo cuando regrese el abrazo.

Sus brazos me sostenían con fuerza mientras me tenía cerca a su pecho. Pude escuchar la puerta cerrarse detrás de mí y supuse que ambos hombres habían salido del lugar.

-Los extrañe tanto, maldita sea.

Sentí varios besos en mi cabeza. Mis lágrimas salían sin medirse y pronto ella lo notó.

-No llores, Lu. Estoy aquí.

Se separó de mí para limpiar mis lágrimas y regalarme una sonrisa como la recordaba. Sus labios dieron un suave beso sobre mis labios.

-Tuve tanto miedo de perderte, Liah.

Sus manos seguían sosteniendo mi rostro. Negó lentamente y volvió a secar mis lágrimas.

-¿Debo recordarte qué te prometí gobernar juntas hasta la vejez?

Su comentario me hizo sonreír. Pasé mis propias manos por mi rostro y intente detener todas las lágrimas que contenía en mis mejillas.

Tomé su chaqueta de color rojo vino y la acerqué a mí para darle un beso más prolongado. Sus labios seguían siendo igual de gruesos y cálido a mi gusto. Sus manos con lentitud descendieron hasta mi cintura y acercó nuestras caderas una a la otra.

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