CAPÍTULO 6: ES UNA CITA

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Me encontraba enfrente de mis padres a punto de decirles que saldría con el vecino de enfrente, no sabía cómo decirles, sonaba fácil en mi cabeza, pero el decirlo no lo sería.

—¿Hija qué nos quieres decir? —me tranquilice, tome fuerzas y muy relajadamente les dije:

—Mami, papi he estado hablando con el nuevo vecino de enfrente, como amigos —aclare —no se preocupen, quedamos en salir hoy al centro comercial, entonces era para ver si hay algún problema en que salga con él.

—Pues hija no conocemos al chico, no sabemos qué clase de persona es.

—Si me imaginaba que ese sería un problema, pero el quedo en venir más temprano para que ustedes lo conocieran.

—Bueno hija así no habría problema —dijo mi padre.

—Sí, yo he visto que es un buen chico —dijo mi hermosa madre.

—Bueno, entonces les pido que no se pongan como los padres sobreprotectores que cuidan de más a su hija y tampoco quiero que le hagan preguntas un poco raras e incómodas.

—Tranquila nos comportamos como unos padres chéveres y cero sobre protectores —dijo mi madre, eso me preocupo más, cuando empieza hablar así se vuelve muy irritante.

—Bueno, confió en ustedes —me fui a darme un baño y arreglarme, eran las seis, pero prefiero empezar arreglarse de una vez porque suelo ser muy demorada cuando voy a salir.

Había salido del baño, me debía arreglar el cabello, escoger lo que me iba a poner, tenía demasiadas cosas que hacer, pero en ese momento sonó mi celular con la alarma de que me debía tomar mis medicamentos, me acerque hacia mi mesita de noche y tome mis medicamentos, baje por un vaso de agua, no me demore mucho abajo, subí de inmediato ya que pronto serían las siete, me había demorado demasiado en el baño, el agua caliente estaba tan rica que no deseaba salir de ese baño, me pare enfrente de mi closet y lo abrí, empecé a ver todo lo que había en él y lo que me iba a poner y descartando lo que no, al final me encontraba parada enfrente de mi espejo, en mi habitación viendo si lo que traía estaba bien, me había vestido muy casual, traía unos jeans azul claro, una blusa de manga larga gris clara ceñida a la piel, unos zapatos blancos, me puse una cadenita de plata y un anillo en el dedo índice también me pienso poner un abrigo blanco ya que está haciendo frio, pero pensé que como él siempre suele llevar abrigo o alguna chaqueta, mejor no la voy a llevar.

Me estaba arreglando, bueno solo me lo estaba secándome el cabello con el secador, me pensaba maquillar un poco. Al final el tiempo se fue y cuando estaba a punto de bajar, sonó el timbre, me imagine que era el, de inmediato me dirigí abrirle, pero cuando abrí era mi hermano que acababa de llegar, lo mire con cara de confusión.

—¿Tus llaves?

—Hola mocosa, yo estoy muy bien y mis llaves se me olvidaron.

—Bueno

—Espera —se retrocedió hacia mí y me miró de arriba abajo —¿tú por qué estás tan arreglada?

—Porque voy a salir.

—¿Con quién? —cuando pensaba decir algo él habló antes de que dijera las palabras que no sabía que expulsaría de mi boca —vas a salir con un chico.

—¿Cómo lo sabes?

—Se nota en tus ojos.

—Cómo se podría notar algo en mis ojos —lo dije confundida.

—Pues, aunque no lo creas los ojos delatan a una persona y ese brillo que tienes, solo puede ser por un hombre.

—Tú y tus babosadas —lo mire feo.

BELLA SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora