Trece de julio

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—¡Entrega especial! —exclamé cuando sentí que abrió la puerta y aparté las rosas de mi rostro para sonreírle—. El chico más atractivo de la zona ha venido para hacer de este, el mejor cumpleaños de su vida, señorita.

Ella sonrió con tristeza y no pude entender por qué pero al abrazarme, dejó de importar. La estreché en mis brazos con tanta fuerza y deseos de que jamás se separara de mí que creí que no faltaba mucho para que nos transformáramos en una sola persona.

Ella se apartó de mí lo suficiente como para empinarse y besarme con sus dulces labios. Dios, quizá era nuestro milésimo beso pero todavía conseguía sacudir mi boca y acelerar mi corazón cada vez que lo hacía. Seguía siendo especial porque ella seguía siendo la chica que yo adoraba, aun cuando su alma imploraba por ver la ansiada luz al final del túnel, para mí, solo me necesitaba para volver a ser aquella niña de destellos pícaros y cálida esencia que me completaban del todo y mermaban el pesar en vida.

—Gracias, Jake —dijo suave mientras tomaba el ramo e ingresaba a su hogar.

La abracé por la cintura y la levanté por los aires.

—¡Ah, Jake! —gritó. Yo cerré la puerta de una patada—. ¿¡Qué haces!?

—¡La llevo al sillón, Angel! ¿Para qué caminar cuando me tiene a mí?

—¡No es necesario, sabes que no me gusta que me...! —La dejé caer suavemente de espaldas sobre el sofá.

Dejé las flores sobre la mesa central y me acerqué a sus labios antes de susurrar:

—Puedes pedir el deseo ahora, soy más brillante que una vela.

—También arrogante...

—No, en serio. Estoy usando Colinos Luminus White, si no funciona, alguien tendrá que cerrar su empresa.

Ella rió y aproveché el momento para hacerle cosquillas. Mi niña de azabache cabello se retorcía de risa bajo mí contagiándome el humor.

Esperaba que ese momento fuera eterno, jamás dejáramos de reír, jamás nos separáramos y tuviéramos nuestro "para siempre" porque cada caricia bajo las sábanas, cada beso en la calidez de nuestros corazones, cada abrazo en la sombra de los días más soleados, cada mirada inquieta que nos dedicábamos, cada sonrisa que dibujábamos en el rostro del otro al pronunciar las palabras mágicas, habían logrado hacerme sentir parte del mundo. Entonces estaba seguro de que había valido la pena.

—¡Jake, debo ir a trabajar! —Todavía reía.

—Entonces mañana haré horas extras para compensarte. ¡Pero tú no te escapas!

***

Alrededor de las tres la mañana, un mensaje en mi celular me despertó y lo leí con los ojos entrecerrados.

«Te necesito»

«Estaré aquí toda la noche»

«¿No te quedarás dormido?»

«Solo cuando ya no me necesites»

«Jake»

«Angel»

«Gracias... Te quiero»

«¿Aún debo decirlo? Vale, te adoro más que a mi cabello, dulce esperanza»

«¡Ahora sí sé que me quieres mucho!»

Reí al leer su último mensaje y me eché de lado.

Era tan feliz en ese sueño que supongo que no me daba cuenta de nada más.

Cierta conocidaWhere stories live. Discover now