Nueve de mayo

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Habían pasado cinco días desde nuestro primer beso, el segundo, tercero y todos los que le siguieron. Me sentía un poco más tranquilo conmigo, pues ella ya sabía quién era, lo que sentía y no había quedado en ridículo a pesar de parecerme al indigente de la esquina en ese momento. Sin embargo,... no la había vuelto a ver.

"No soy lo que tú crees", dijo cuando se soltó de mis brazos y me tomó de la camisa. Yo estaba perplejo, ¿por qué insistía con ello? Me sonrió amable dejando caer más lágrimas de sus ojos y simplemente... se fue. Y no la detuve. Ella se alejaba por el pasillo llevándose un pedazo de mi alma para siempre, ¡y lo peor es que no tuve el valor para decirle que se quedara! No tenía más palabras... Escribir era más sencillo que decírselo, ¿por qué mi mente se nubló cuando vi su sonrisa? Angélica, mi Angel... ¿Qué clase de hechizo había puesto sobre mí?

Su carpeta estaba vacía... Ya no podía oír sus comentarios fuera de lugar en clase, no había murmullos ni cuchicheos durante los exámenes, nadie contestaba con cierto matiz travieso a los profesores cuando no sabían la resolución de un ejercicio, no más brincos en los pasillos, no más trampas en los juegos de azar, ya nadie giraba su cabeza al oír cierta risa... porque Angélica no estaba, mi libertad se había ido. Mi dulce niña había desaparecido.

Sentía que, poco a poco, su ausencia me iba carcomiendo vivo y no iba a dejar nada, ni siquiera la esperanza de volverla a ver.

Pronto, los entrenamientos se tornaron aburridos; los almuerzos, monótonos; los descansos, solitarios; las mañanas, tristes y las tardes, insustanciales.

Angélica, tú me hacías sonreír con solo pensarte. Todos amaban mi sonrisa, mis encantos y la facilidad con que conquistaba los corazones de las chicas pero, aunque tardé, pude darme cuenta de que todo lo hacía... porque tú estabas.

¿Hacia dónde me enfocaría ahora? ¿Qué me haría sonreír y notar la luz del sol? Porque la esperanza, la luz, los torbellinos emocionales, los huracanes, la luminiscencia y la libertad no existían sin ella.

***

Al acercarse los días de competencia deportiva, todos los que participábamos en una disciplina debíamos ir los días sábanos a la escuela a entrenar. También podían ir las porristas, ventaja mía pues quería aprovecharla para hablar con Vanessa.

—¿Qué dices? —Me miró confundida.

Suspiré.

—Ya no quiero fingir que soy tu novio.

—¿Por qué? —Sonrió incrédula—. ¡Yo soy quien te hace un favor! —Rió.

—Bueno, ya no quiero seguir recibiendo semejante honor. No creo merecerlo.

—¡Jake Anderson! —Colocó una mano en mi hombro—. Accedí por ti a unirme a las porristas a pesar de que no me gusta la actividad física. Sí eres importante para mí.

—Perdóname, Vane... —Acaricié su rostro y sonreí—. Tú no lo eres para mí.

Me alejé con suavidad dejándola boquiabierta detrás del gimnasio.

—¡Te arrepentirás por esto, Anderson! —exclamó furiosa.

Yo me giré para guiñarle un ojo.

Cierta conocidaWhere stories live. Discover now