Capítulo 13

168 17 0
                                    

Sola, con mis pensamientos confusos y mi corazón latiendo cada vez más despacio me cuestionaba una y otra vez: ¿Qué estaba pasándome? ¿Acaso este sentimiento que recorre cada célula de mi cuerpo es lo que llaman amor?

Me levanté del suelo herida, con mis piernas adormiladas y mi llanto sin cesar, me lavé la cara repetidas veces. Al poner mis ojos en ese imagen que me devolvía el espejo no encontraba sentido del por qué estaba actuando así. Cómo le estaba permitiendo a Julien hacer lo que quisiera conmigo.

« Vergüenza» Esa palabra está tan clavada en lo más hondo de mí ser que no sabría cómo podré volver a su lado.

Deambulo por la casa como un fantasma con mi moral por los suelos.
Seguidamente me preparé una taza de café, apoyo mi frente en el frío cristal de la ventana observando cómo la gente se preparaba para ir a trabajar y las madres llevan a sus hijos al colegio. Esa es la vida que yo quería, no pido riquezas, tan solo pido estar con un hombre que me quiera y me llene de dicha y felicidad. Una felicidad que se corrompió nada más poner un pie en este país.

(...)

Samira mi amor algún día te casarás y estoy segura que serás una buena esposa, comprendiendo y amando a tu marido y sobre todo siendo feliz porque compartirás tú vida con el hombre que desees casarte. Aquel hombre que se interesará en ti cuidándote dándote su amor para que juntos seáis felices.
Me decía mi madre mientras terminaba de coser un vestido de novia para una prima que se iba a casar.

Igual que las nubes se pusieron grises, así se turbio mis ojos cuando aquel muchacho algo mayor que yo me tapaba la boca mientras se tumbaba encima mío y me violaba para terminar golpeándome bajo sus amenazas de hacerme algo malo si abría la boca.
Ése maldito enfermero abusaba de mí bajo mi silencio y el temor de que siguiera golpeándome dejándome el recuerdo de lo me hacía y cuando decidí hablar acabé muy mal herida en el hospital.

(...)

El timbre me sacó de mis pensamientos dolorosos, caminé hacia la puerta y al abrirla me lo encontré a él. Por su aspecto deduje que él tampoco había tenido muy buena noche.

―¿Puedo pasar?—Me preguntó Julien clavando sus ojos en mi llenos de arrepentimiento.

―Adelante, pasa.

―Samira, siento mucho haberte dicho esas palabras no había pensado lo que decía. Lo siento mucho.

―Julien, no se trata de venir hasta aquí y pedirme perdón. El problema, aunque mi orgullo me hiera, llevas razón. Yo soy una pobre mujer que vino de otro país huyendo de la guerra, perdí a mi familia en mi país y no tengo nada, salvo estas manos y mi cabeza para trabajar.

― ¿De la guerra?—Me preguntó asombrado.

Miré a Julien sintiendo un pánico que se apoderó de mí en segundos.

¡Oh dios!, por la expresión de su cara él no tenía ni idea de lo que estaba contando. Me giré y  dándole la espalda nerviosa jugaba con mis dedos me había ido de la lengua.

―Mírame Samira, ¿Cómo de la guerra? ¿De dónde eres? ¿Quién eres?

―Julien...no puedo decirte nada.

―Te exijo que me lo cuentes ahora mismo. Ahora.―Pronunció muy despacio a la vez furioso.

―Yo...Soy de __ cuando tenía quince años salí huyendo de mi país, habían asesinado a mi madre ante mis ojos, un año antes una bomba cayó en el pueblo donde vivía mis abuelos con mis hermanos y nadie sobrevivió. La guerra no acaba, cada día mueren personas, y yo salí de aquel país con la ayuda de un amigo de mi padre, me monté en una patera y vine hasta aquí con más gente intentando sobrevivir y tener un futuro mejor. Al llegar Alemania,  y no tener familia me llevaron a un reformatorio para menores, después a un orfanato. Una mujer me adoptó, me llevó a su casa y me tuvo de criada hasta que murió y desde entonces siempre he estado sola.

Debo Ser FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora