Capítulo 20

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Estoy llegando de nuevo al hospital donde siento en mi interior una calma después de haberme quitado este peso de encima, sé perfectamente que he hecho lo correcto y aunque las cosas entre nosotros dos no funcionen, nos queda el amor que podamos darle a nuestro hijo si Julien quiere admitir que es su padre. Eso queda en él.
Paso hacia la sala donde está mi hijo cuando a lo lejos veo a Diana mirando a través del cristal a mi hijo.
Apoyada en su bastón nota mi presencia pero no me mira simplemente se limita hablar donde yo decido no interrumpirla.

— Samira gracias por todo y por haber tenido el coraje de ir hablar con mi nieto contándole la existencia de su hijo. Conozco a Julien y sé que te buscará porque aunque no lo quiere decir él te quiere a su manera y tú también.

— Se equivoca en esta ocasión Diana, yo no amo a su nieto. Las cosas no sucedieron como yo logré  imaginar que sucederían, para mí todo se quedó en un sueño inalcanzable donde tuve que soportar ratos difíciles quemándome con mi propio sufrimiento.

— Entiendo que yo no te traté demasido bien, de hecho te vi como una buena mujer, la adecuada para mí nieto, pero como quería que mi nieto siguiera siendo un completo idiota para que la fortuna de mi familia aquella que me destruyó y me hizo de convertirme en una bruja he hecho  de Julien un completo imbécil sin tener culpa de nada salvo porque mi ira, el odio que tengo acumulado en mi pecho me la he ido desquitando con él.

— Sabe que no a actuado bien con Julien, y casarlo con Dagna no ha sido la mejor opción.

— Pensé que casándose con Dagna la mujer que amó sería algo más feliz, pero creo que me equivoqué.
Le di a escoger entre tú y el dinero y por supuesto él eligió la vida fácil aunque con ello conlleva casarse con la mujer que lo engaña y él acaba borracho para no tener que pensar en tí. Le haces mucha falta Samira, pero el problema es que si no lo amas no creo que haya reconciliación.

— No. — Digo segura de mí misma.

Guardamos silencio durante un rato hasta que escucho la máquina de mi hijo pitar. Histérica llamo a una enfermera donde inmediatamente acuden varios médicos más para atender a mi pequeño.
Desde los cristales veo todo lo que hacen los sanitarios por salvar la vida a mi hijo hasta que uno de los médicos logra estabilizarlo me comunica que deben de operar al niño.
No estoy muy conforme de que operen a mi hijo pero todo sea por salvarle la vida.

En un par de horas todo está listo para llevar a mi hijo al quirófano, mientras yo hablo con Ilse contándole todo veo aparecer a Julien.
Frunzo mi ceño pensando que hace aquí y quién le habrá avisado.
Miro en dirección donde se encuentra Diana sentada y puedo llegar a imaginarme que haya sido ella quien lo haya puesto al corriente de todo.
Julien me saluda con rostro preocupado por mí hijo, le cuento todo lo que me han dicho los doctores y tan solo me queda esperar para saber qué va pasar con mi hijo.
Julien me acompaña hasta una silla donde los cuatro en silencio nos tomamos un café esperando buenas noticias.

Las horas pasan muy despacio y aún no tengo noticias sobre mi hijo y cuando veo salir al cirujano con un semblante serio puedo llegar a imaginar lo peor.
Nerviosa, con mi pulso acelerado pregunto al doctor sobre el estado de mi hijo, desafortunadamente mi hijo a fallecido.

¡No! ¡Nooo! Grito envuelta en lágrimas con el corazón rompiéndose tan despacio que no me alcanza el aire a mis pulmones.
Julien me sujeta levantándome del suelo donde vencida por el dolor de haber perdido a mi hijo lloro en su pecho buscando consuelo.
Él me abraza fuerte llorando conmigo diciéndome "lo siento mucho"
No sé si sentirme agradecida o romper mi ira contra él por idiota.
¡Que va sentir si no conoció a mi hijo!
No digo nada porque las fuerzas las voy perdiendo poco a poco y mis piernas me flaquean al punto de desmayarme en los brazos de Julien.

Abro mis ojos confundida pero sin dejar de llorar agarrando la mano de Julien pido que me dejen ver a mi hijo.
Juntos vamos hasta el depósito de cadáveres para ver a mi pequeño sin vida.
De nuevo una espada me atraviesa entera dividiendo mi cuerpo en dos. Logro como puedo limpiar mis lágrimas que se deslizan por mis mejillas con mi corazón roto por haber perdido a mi hijo.
Julien me agarra por mis hombros mientras yo grito;  «Ismael» abandonamos la sala para ir a tramitar los papeles.
En este momento tan angustioso para mí agradezco a Julien su apoyo y que se ocupe de todo porque yo no tengo ni cabeza ni fuerzas para nada salvo en rezar por mi pequeño.

Mi ropa es de color negro al igual que mi corazón se ha teñido de negro por tener que darle la última despedida a Ismael. Lo único que me quedaba en esta vida también lo he perdido.
Me acuso de ser mala persona y me cuestiono porque debo de perder a todas las personas que amo dejándome tan sola que no sé exactamente como continuar en este camino lleno de espinas que se clavan tan profundo y hondo en mi ser mostrando lágrimas de sangre que no cesan en mi rostro y mi corazón se hace cada vez más pequeño.
Mis ojos se clavan en el cielo buscando entre las nubes un pequeño ángel que ha desplegado sus alas para volar y no volver a vernos más.
Una a una de mis lágrimas llevan escrito su nombre, mis brazos están vacíos y mi cuerpo frío por no sentir su latido junto al mío.
Adiós mi angelito.

Caigo de rodillas apoyándome con las manos en la tierra llorando abatida por haberme quitado de mis brazos a mi hijo. Siento un dolor tan fuerte que me desangra creyendo que voy a morir porque ya no veo a mi hijo, no lo escucho reír, ni llorar. Ahora todo es silencio.
Un silencio que me atormenta dejándome medio loca por querer ir todos los días a su tumba y llorar porque no termino de acostumbrarme a su partida.

Durante estos días tan dolorosos, Julien a estado a mi lado junto a Ilse, Diana y Dionisio. Todos intentan levantarme el ánimo y en mitad de la noche Julien me da calor con sus brazos aunque no me siento completa.
La tristeza es cada vez mayor, él me limpia mis lágrimas y besa mi frente haciéndome sentir que no me dejará sola y ahora más que nunca debo de ser más fuerte.

Debo Ser FuerteWhere stories live. Discover now