Capítulo 3

293 27 0
                                    

Dejo a un lado esos pensamientos dolorosos para empezar  arreglarme.
Vivo sola en un pequeño piso, siempre he evitado las amistades, tan solo tengo una amiga en la que confío plenamente.
La vida me ha hecho de ser un poco desconfiada. Lo admito, soy muy fría y dura en carácter pero si deseo ser fuerte no puedo bajar la guardia y confiar en nadie que no sea mi instinto. Tan sólo me importa en este momento tener un trabajo porque ya había acabado mi formación como chefs de cocina.
Tenía claro que si deseaba ser una gran chefs importante necesitaría dinero para pagarme los módulos.
Respiro hondo mientras me doy un último repaso: Chaqueta azul marino a juego con una falda de tubo, camisa blanca y tacones negros. No me va mucho lo de arreglarme pero a una entrevista tan importante como esta debo ir presentable.

Llamo a un taxi para que me lleve al lugar donde van entrevistarme.  Espero diez minutos hasta que llega el taxi admito que estoy muy nerviosa.
Una vez montada le indico la dirección, mientras el conductor habla por teléfono cabreado, yo me limito a mirar por la ventanilla la ciudad de Berlín.

Cuando el taxista me deja en la dirección indicada no puedo evitarlo y acabo mirando asombrada el edificio. Jamás me hubiera imaginado nada tan bonito y hermoso.
Pago al taxista e inicio mi camino mirando para todos los lados maravillada ante aquel lugar.
No tengo suficientes ojos para admirar tanto lujo, la entrada es un camino de piedras de distintos colores y formas adornados con jardines a los lados y fuentes de distintos tamaños y formas.
Al entrar entrego una tarjeta que me dió Agneta, la secretaria de la señorita Xenedis, la encargada de la contratación del personal del casino.
Tras ser cacheada por una mujer de seguridad sigo por donde me indica el vigilante de seguridad.
Camino algo distraída por los pasillos acabando tropezándome con un hombre con cara de poco amigos, y para colmo de males sus fichas se caen al suelo. Amablemente le ayudo a recogerlas mientras él sigue voceándome.
Harta de escucharlo voy a levantarme cuando me topo con un hombre distinto. Me quedo mirándolo fijamente a sus ojos azules.

-—¿Se encuentra bien señorita?—Me pregunta el desconocido.

-–Sí. Perfectamente.— Veo que me va tocar y doy un paso atrás fulminándolo con la mirada. Reconozco que es un hombre atractivo, pero a mí con esa sonrisita de pillo devorándome con la mirada no me asusta.

-–Gracias por su ayuda señor tome estas son sus fichas.

–-No son mías. Son del capullo que te estaba gritando.

-–Ah. Pues yo no me quedo con nada que no es mío. ¿Dónde puedo llevarlas?—Le pregunto con la intención de irme cuanto antes al joven desconocido, admito que ese hombre me intimida algo.

-—Ven, vamos a jugar a la ruleta.

–-Lo siento no puedo. Además tengo una entrevista. Tome y juegue usted. Suerte.

-–Esa no me falta.

«Engreído y capullo» Pienso para mis adentros.

Me recompongo y sigo mi camino dejando atrás a ese tipo creído hasta que al fin logro dar con  las oficinas donde me van hacer la entrevista.

Espero una media hora hasta que me llaman.
Mis nervios están a flor de piel durante la entrevista, en algún momento de la entrevista me da la sensación que no cumplo con las espectativas aún así reuno todas mis ilusiones y manteniéndome lo más serena posible termino la entrevista estrechándole la mano a la señorita Xenedis deseándome suerte.
Salgo de su oficina algo decepcionada, reúno el suficiente valor para decirme a mí misma que esto solo es el principio.
Salgo de ese gran edificio con la moral por el suelo para dirijirme hacia una cafetería  volviendo a pensar en mí pasado hasta que mi teléfono suena.
La señorita Xenedis me confirma que estoy contrada.
¡Dios mío! No me lo puedo creer.
Aún no me creía que iba a trabajar en uno de los mejores casinos de Berlín.
Me pregunto qué será lo que habrá ocurrido para que hubiera cambiado de opinión tan rápido.

(...)

Julien:

—Julien Káiser.  ¿Acaso no tienes despertador? Son las ocho de la mañana y tú holgazaneando con éstas mujeres. Vamos, arriba, debes de ir a la oficina tú tío está enfermo. Tienes diez minutos para irte.

-— Uhm.  ¡Qué dolor de cabeza! y encima tiene que venir la cansina de mi abuela ¿A qué? A que vaya a trabajar. Por dios si yo no sé lo que es eso.
Medio adormilado me voy despertando intentando ser persona. Entre las sábanas se asoman dos bellas mujeres. Joder si son gemelas y yo pensando que veía doble. Cuando logro ser algo de persona me despido de mis dos preciosidades y me doy una ducha.
¡Wuau! Mira que bien me sienta este traje negro si parezco hasta más responsable y todo.
Me pongo los zapatos y llamo a Florian el chófer para que me lleve hasta las oficinas del casino lo más rápido posible por que lo que menos me apetece es verle el jeto a mi abuela.

Madre del amor hermoso, pero qué mujer más desesperante y todos los días con la misma canción de que tengo que ser más responsable y menos holgazán.
Tengo veintisiete años, soy guapo y millonario. Mi familia son los dueños de varios casinos y uno de los importantes de Berlín.
Estudié empresariales porque me obligó mi padre y después de que murió se me quitaron las ganas de todo.
Mi abuela se encargó de consentirme en todo lo que pedía mi linda boca y ahora me obliga a trabajar.
En fin, creo que va llegando la hora que vaya haciendo algo.
Estoy subido en mi todo terreno camino de la oficina donde al llegar veo un taxi mal aparcado y de él sale una mujer que con su perfil capta toda mi atención.
Desde los cristales tintados de mi auto la observo comenzando a ponerme algo inquieto con la intención de querer saber quién es la bella mujer que ha pasado dentro mi casino.
Sí o sí pienso averiguar de quién se trata.

-—Florian, pero  ¿tú as visto a esa mujer que sale del taxi? Dios que buena está.

—Si señor. La señorita se ve que es guapa.

—Guapa dice el otro, pero si hasta mi león se me despierta, mientras la observo como camina con movimientos sexuales subida en esos tacones que la hacen más atractiva mataría por verla desnuda con esos tacones haciéndome una mamada. Joder como no pare de pensar así mi leoncio va reventar la cremallera.

Me bajo del coche y la sigo con unos metros de distancia. Su pelo negro lo lleva recogido con una trenza, su figura delgada le marca más aún sus curvas y esas piernas son increíbles. ¿Pero de dónde ha salido esta diosa?

¡Mierda! Tengo que entrar por la otra puerta, veo que desaparece por las puerta giratoria.
Me meto mis manos en los bolsillos observándola más detenidamente en la distancia. Decido ir tras ella con suerte acabe invitándola a una copa. De pronto escucho como un gilipollas vocear aprieto mi mandíbula haciendo una señal a Thomas el vigilante para que lo heche con discreción.
Ahí está de cuclillas, tal y como me la había imaginado, mi Leoncito se pone duro mientras la observo como recoge las fichas. Cuando se levanta me quedo petrificado, es más hermosa de lo que yo imaginaba. Sus ojos color avellana grandes decorados con unas largas pestañas negras y unos labios finos y apetecibles. La tengo que tocar, le pongo mi mejor mirada pero no causa efecto. Maldita sea se ha hechado hacia atrás.
¿Estará asustada, o se está haciendo la difícil?
Su mirada es fría pero tentadora y me resulta muy sexy. Sólo cruzo cuatro palabras tontas con ella dejándome como un gilipollas hay plantado. Mierda. Nunca una mujer me ha rechazado.
Comienzo a ponerme furioso, con paso ligero llego hasta las oficinas, saludo a los empleados que ni me acuerdo de sus nombres.
Término de hablar con Gilberto un empleado y antes de entrar en mi oficina la veo que está sentada con sus piernas cruzadas leyendo una revista. La entrevista claro.
Me voy para mí oficina y llamo a Leonora. Hablo con ella mientras reviso el currículo de la "trigresa". La verdad que no me esperaba esos datos.
Es su primer trabajo, es joven, y no ha trabajado en otros lugares. Muy chungo lo tiene. Pero como la quiero en mi cama le digo a Leonora que la contrate. La voz de Leonora es todo una metralleta poniéndome excusas, pero me da igual yo mando y yo decido.
Samira Kittel trabajará para mí.
Vaya al mirar el currículo de la "tigresa" me doy cuenta que no es alemana, simplemente ha estudiado y recién busca ser contratada siendo recomendada por el cheff Geld Snader, uno de los mejores cocineros de Alemania.
Bueno, bueno al parecer todo no es tan malo para la señorita Kittel, pero con ese carácter de tigresa no me intimida sino todo lo contrario me atrae más con muchas ganas de quererla cuanto antes en mi cama.
Ahora Samira vas a saber quien manda en este juego.

Debo Ser FuerteOnde histórias criam vida. Descubra agora