Testigo Criminal

By December_Girl01

676 76 17

Una noche. Solo una noche basta para cambiar el rumbo de las vidas de los habitantes de Bath. Antes las calle... More

Personajes
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16: Primera Parte
CAPÍTULO 16: Segunda Parte
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22: Primera Parte
CAPÍTULO 22: Segunda Parte
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30: Primera Parte
CAPÍTULO 30: Segunda Parte
CAPÍTULO 31
EPÍLOGO
EXTRA (1)

CAPÍTULO 24

9 2 0
By December_Girl01

ELIAS DANKWORTH

—Deja que te ayude.—me frena Isabella entrando en la habitación y tomando las mangas de mi camisa.

—Odio ser incapaz incluso de vestirme.—farfullo escondiendo una mueca de dolor al mover los brazos hacia atrás.

Los golpes que recibí en la iglesia me han dejado cicatriz y pese que me encuentro mucho mejor, los médicos me han dejado claro que me van a quedar marcas y me han recetado unas pastillas para mitigar el dolor. Si el dolor fuera físico...

—Te lo provocaste tú mismo.—me recuerda por séptima vez entregándome uno de los bastones de madera que he estado utilizando.

Suspiro ya cansado y, sin esperar que me diga nada más o me presione para hablar, salgo de la habitación y, lentamente, comienzo a bajar las escaleras. Primero una pierna, luego otra. Parte de mi peso lo sostiene el bastón y la barandilla impide que me caiga de bruces, sin embargo, con cada movimiento de mis brazos, mi espalda pide a gritos un respiro.

—Espera, yo te ayudo.—vuelve a interrumpirme mi hermana sujetándome por el brazo sin previo aviso.

—¡No!—salto apartándome súbitamente de su agarre y ganándome una expresión confusa.—Puedo solo.—estos días están siendo muy duros. No solo por lo evidente, sino emocionalmente.

No es un secreto que he estado sufriendo ataques de ansiedad recientemente, pero nadie sabe el por qué de estos. Trato de controlarme, de mantenerme sereno en todo momento, sin embargo mis emociones están a flor de piel y el más mínimo contacto, reacciono alejando a quién sea.

—Buenos días hijo,—me saluda padre al llegar a la cocina, no sin esfuerzo.—¿cómo te encuentras? ¿Te duele la espalda? ¿Necesitas algo?—deja de ordenar su cartera y empieza a mover las sillas de un lado a otro para dejarme más espacio y me tiende todo tipo de comida sobre la mesa.

—Estoy bien, gracias.—niego ofreciéndole una minúscula sonrisa. Realmente aprecio mucho lo que hace por mí, lo que todos están haciendo.

Padre nunca ha sido de los seres más cariñosos, pero puedo ver el esfuerzo que le está suponiendo saber manejar esta situación y no mostrar lo perdido que se encuentra. Esa es una de las razones por las que hago lo que hago. Todos tenemos que poner de nuestra parte.

En ningún momento parece demasiado convencido y se me queda viendo con el ceño fruncido mientras tomo asiento cuidadosamente en el taburete, aunque opta por callar y asentir en mi dirección a modo de despedida antes de desaparecer por la puerta.

Puede que me excediera en aceptar lo que acepté, pero no voy a negar que fue una manera de desconectar de todo lo que estaba y continua sucediendo en mi vida. El asesinato de Harriet y el de otra chica parecida, las investigaciones para encontrar al mal nacido que le quitó la vida a una niña de trece años y, por si fuera poco, mis sentimientos por un hombre.
Por un momento, se sintió bien no sentir.

—Buenos días, Elias.—me saluda una alegre Daisy bajando los últimos escalones con una radiante sonrisa.—¿Como te has encontrado esta noche? Tienes mejor aspecto hoy.—su floreado vestido ondea con cada paso que da y su dorada cabellera recogida en un impresionante moño.

Sus halagos no me alivian en absoluto y su característica jovialidad que solía contagiarme, ahora sólo consigue irritarme.

—¿Ah, sí? Entonces debería plantearme empezar a reducir mi horario de sueño.—no he podido evitar mi tono sarcástico y su sonrisa titubea levemente antes de recomponerse haciendo oídos sordos.

—Cualquier cosa que quieras o que necesites, me lo haces saber sin problema. ¿De acuerdo?—recalca seria acercándose a mi silla y apretándome el hombro con cariño.

Asiento lentamente en silencio y presiono su mano para demostrar que aprecio genuinamente su preocupación, pero no quiero su ayuda. Ni la de nadie, realmente.

Sé que Daisy se preocupa mucho por todos y eso es una de las cosas que más aprecio porque padre necesita a alguien que se asegure de su bienestar, sin embargo, me agobia que me controlen todos los aspectos de mi vida.

—En serio te lo digo, para cualquier cosa estoy aquí. Si necesitas hablar, llorar, gritar...—reitera mirándome fijamente a los ojos hasta el punto de empezar a ser algo incómodo. ¿Por qué tanta insistencia? Por Dios.

—Gracias, pero estoy bien.—aseguro lo más convencido que soy capaz y hago ademán de levantarme para alegarme de ella disimuladamente.

Pasan unos segundos en los que siento sus ojos clavados en mi nuca mientras intento tragar mi zumo de naranja. No puedo verla directamente porque le doy la espalda, pero través del reflejo de la luz en la ventana, advierto su postura tensa en mi dirección.

—Está bien.—se rinde suspirando sonoramente y mis hombros se relajan inmediatamente.—De todos modos te iré poniendo al día del trabajo en la empresa y de los informes de los químicos.—y sin esperar respuesta por mi parte, decide dejar de hacer esperar a padre.

***
A través de la ventana la veo montarse en el coche de padre y desaparece con una gran humareda que me deja momentáneamente embobado. La humareda es densa pero los viandantes sigue pasando como si nada, es como un velo invisible que vendara los ojos a la gente para no darse cuenta de lo realmente pasa. Nadie se da cuenta.

—¿Espiando al personal?—me sobresalta Isabella parándose a mi lado con la vista fija en mi misma dirección.

Estaba tan ensimismado en mis propios pensamientos y en las dudas que llevo arrastrando desde hace tanto tiempo, que no la he escuchado llegar y su mera presencia me pone algo nervioso. Quiero contarle lo que me está pasando, pero no sé pode donde empezar. Necesito su apoyo, pero no sé cómo perdérsela.

—No estoy seguro acerca de Daisy.—confieso en un murmullo sin apartar la vista de la ventana.

A mi lado, percibo la clara impresión que mi comentario ha causado en mi hermana y, lentamente se mueve de modo que queda frente a mí y su intensa mirada se fija en mi perfil. Hay una pausa demasiado larga para mi gusto y, por un instante, temo haber cometido un error, aunque ya es muy tarde para rectificar.

—¿Ha que te refieres?—inquiere cauta sin querer demostrar mucho. Ya me dijo una vez que Daisy no era santa de su devoción y yo la defendí. No tengo claro hasta que punto me equivoqué.

—No sé, hay algo en ella me causa desconfianza.—inspiro lenta y profundamente antes de armarme de valor y enfrentarla.—Desde hace unas semanas me viene interrogando todo tipo de cuestiones: que si voy mucho a comisaría, que si Bethany está feliz, que si estoy bien, que si necesito hablar con alguien...Antes a penas podía dirigirme la mirada y ahora parece querer saberlo todo de mí.

En ese mismísimo instante aparece Harold por el pasillo vestido con un pulcro traje gris interrumpiendo abruptamente la conversación. No es que no me fíe de mi hermano, todo lo contrario, Harold es una de las persona más leales que conozco. Sin embargo, sólo son sospechas mías y no quiero que cargue con más problemas. Ya tiene bastantes.

—¿Controlando el condado?—ironiza colgándose la chaqueta sobre un hombro—No enloquezcáis a los pobres vecinos.—habla dirigiéndose a la salida.

—¿Por qué no te quedas?—me apresuro a añadir antes de que se le pase el inusual buen humor.—Para hablar y poner al día, los tres.—murmuro, cauto al pronunciar eso último.—Como en los viejos tiempos.

—No hay espacio para eso.—declara resuelto cambiando su ánimo drásticamente y recomponiéndose rápidamente.

Siempre ha sido lo mismo con él. Mamá era la única persona en este mundo que conseguía que Harold se abriese un poco, solo un poco. Esos momentos eran los únicos en los que todos éramos una gran y feliz familia. Es una pena que esa sonrisa haya desaparecido prácticamente.

—En serio, Harold. Hablemos.—lo presiono suplicándole en silencio. A mi lado, noto como Isabella se queda muda y tensa y Harold pasa su vista lentamente de mi hermana a mí y viceversa.

—¿Quieres hablar?—reflexiona rascándose la barbilla mientras se recuesta despreocupadamente recostándose en el sillón. Por fin podremos aclarar ciertas cosas.—Entonces empecemos por contarnos qué hacías en esa iglesia.—ahora es mi turno para tensarme y abrir los ojos desmesuradamente. Ante la expectativa, se cruza de brazos e inspira fuertemente al no recibir respuesta por mi parte. Simplemente no soy capaz.—Eso pensaba.—asiente dirigiéndome una última mirada.

Una vez más nos quedamos Isabella y yo solos y, por primera vez ninguno de los dos sabe qué añadir. Sé positivamente lo que le está pasando por la mente, como también sé positivamente que es demasiado orgullosa para preguntármelo directamente. Entiende que eso ya no funciona y sólo hablaré cuando esté seguro y más tratándose de un tema tan delicado como este.

—¿Cuando cambiaste tu opinión acerca de Daisy?—me saca de mis pensamientos tratando de sonar lo más casual posible y lo aprecio mucho. Lo último que me apetece es que ella también me presione.

—Hace días que llevo sopesándolo.—reflexiono recostándome en la columna del salón y alejándome de la ventana.—Ya me pareció algo rara su actitud tan alegre el otro día en la empresa. Y puede que sean paranoias mías,—me apresuro a añadir para que no me mal interprete.—pero me da la impresión que quiere ser nuestra nueva madre y, sinceramente, estoy empezando a dudar cómo puede afectar a padre su llegada.

–¡Esto es maravilloso!—exclama dando palamditas y sonriendo de oreja a oreja.—No la parte de que quiera ser nuestra madre,—aclara al ver mi expresión completamente desconcertada.—pero ahora ya no soy la única que lo piensa y podemos hacer algo al respecto.

Inmediatamente sus palabras me hacen pensar. Más allá de lo que parezca, debo recordarme que no sabemos nada acerca del pasado de Daisy y que, por algún motivo que desconocemos, logró estar junto a padre en los momentos clave para que este la creyera.

—Hay que decírselo a padre.—afirmo al darme cuenta del posible peligro que puede estar corriendo ahora mismo.

—¿Y qué crees que hará?—me detiene por el brazo cuando intento incorporarme no sin esfuerzo.—¿Echarla?

—Por qué no.—reflexiono encogiéndome de hombros y ganándome la expresión exasperada de Isabella.

—Como dijiste una vez, está realmente enamorado y dudo mucho que esté dispuesto a aceptar la realidad.—insiste como si fuera lo más obvio sujetándome por el brazo para evitar que pierda el equilibrio.

—Debemos hacer algo, no podemos quedarnos con los brazos cruzados viendo como se aprovecha de su debilidad.—persisto soltando un profundo suspiro e inmediatamente a Isabella se le ilumina el semblante. Hasta me resulta inquietante.

—Y lo vamos ha hacer, no te preocupes por eso.—me asegura más seria que nunca.—No voy a permitir que se haga con la empresa y hunda más a papá. Él es débil y Daisy solo quiere aprovechar el momento. Le haremos pagar, todo a su tiempo.—por primera vez en lo que parece siglos, siento algo parecido al orgullo y la determinación de hacer lo correcto y poner a cada persona en su sitio. Empezando por Daisy.

En este mismo instante, el timbre de la puerta nos interrumpe y tanto mi hermana como yo nos quedamos viendo un tanto desconcertados. Ninguno de los dos espera a nadie y la gente que puede buscarnos, tiene llave.

Decidida, Isabella se me adelanta, como no, siendo la primera en asomarse por la puerta y, por su expresión sorprendida e irritada puedo asegurar que no es persona grata en esta casa.
Lentamente y reprimiendo una mueca de dolor, consigo incorporarme y dirigirme hacia la entrada donde se oyen claramente las quejas de la visita.

—Solo quiero hablar con él, no tardaré mucho.—una voz grave inconfundible se filtra a través de las finas paredes y todos mis sentidos se ponen alerta.

—Lo siento, Elias está indispuesto y le agradecería que se retirara.—la dureza de sus palabras espeluznante y antes de que me dé cuenta de mis acciones, me encuentro parado al lado de mi hermana.

Mi memoria no hace justicia a lo que mis ojos están viendo. Sus rizos negros resbalan desordenados por su frente y su enrojecida nariz se asoma por el borde se su gruesa chaqueta de lana.

Pocas han sido las veces que lo he visto lucir algo que no sea el uniforme de agente y en cualquier otro momento me deleitaría con ello, pero lo que ahora atrae toda mi atención es su encandilante mirada, dejándome absorto en ella hasta que el irritado soplido de mi hermana nos devuelve al mundo real.

—No te preocupes Isa, tenía que hablar con el agente Morrison de todos modos.—carraspeo tratando de mantener la compostura erguida a pesar del latente dolor de espalda.

Mis palabras parecer surtir efecto porque la mirada de Wade se vuelve distante, tanto que estoy tentado a retractarme.

—Como sea, estaré en mi habitación.—farfulla tras rogarle silenciosamente.—Cualquier cosa, grita.—murmura para que sólo yo la escuche recalcando la primera palabra antes de desaparecer por las escaleras.

Soy perfectamente consciente de la presencia de Wade, sin embargo aún no consigo armarme de valor para enfrentarlo a solas. Tenía la situación parcialmente controlada y las pastillas que me recetó el médico ya no me las tomo a diario, siento que me estoy curando, pero verlo de nuevo junto a mí, me afecta terriblemente.

—Y bien,—interrumpe enfocando su vista al interior de la casa.—¿puedo pasar?—se puede notar a leguas la tensión que se respira en el ambiente, aumentando considerablemente cuando se cierra la puerta tras él.

—¿Quieres té, café, agua?—me ofrezco dirigiéndome a la cocina dándole la espalda.

—No, gracias.—rechaza mi oferta, aún siguiéndome obediente dos pasos por detrás.—¿Cómo has estado?—pregunta de repente dejándome completamente estático.

—Bien.—farfullo sirviéndome un vaso de agua controlando el temblor en mis manos.

—Hace días que no sabía nada de ti y me tenías preocupado.—insiste llegando hasta mi lado jugueteando con sus guantes de piel.—La última vez que nos vimos no pudimos....

—Lo sé.—lo corto bruscamente armándome de valor para enfrentarlo y mantener el mentón en alto.

Su mirada decaída no hace más que sentirme culpable por ser tan seco con él y, maldiciéndome por lo bajo, le respondo a su pregunta algo reticente.

—Quería ir a comisaría, pero el dolor en la espalda todavía es fuerte para soportarlo por demasiado tiempo.—suspiro llevándome una mano al hombro para disimular una mueca de dolor. Wade lo nota. Tampoco quería verlo, pero opto por no decirle eso.

—Lo siento.—baja la vista como si estuviera arrepentido. Él no tiene la culpa de nada, el problema soy yo.

—¿Por qué te disculpas?—su actitud y acciones me confunden. Ahora mismo no sé como actuar frente a él.

—Supongo que porque en parte me siento responsable de lo que te sucedió.—reconoce metiéndose las manos en los bolsillos y moviendo la rodilla, recostado sobre la mesa de la cocina.—A lo mejor debería haber sido más paciente o haber hecho las cosas de otro modo, sin acorralarte.

Su confesión me deja mudo. No me esperaba para nada esa respuesta. A lo mejor si tan sólo me hubiera abofeteado por ser tan impulsivo, habría sabido cómo reaccionar. Sin embargo, sus ojos avellanados se traban con los míos y es entonces cuando siento que no hay palabras que valgan porque con tan solo un gesto, ya me puede descifrar,

Se respira un silencio tenso. Nuevo, pero tenso y al darse cuenta que no voy a responder, suelta un largo y profundo suspiro sin despegar su fija y decidida mirada en mí. Siento escalofríos.

—Hace pocos días nos han llegado unas muestras de sangre que podrían pertenecer a la niña que murió el año pasado en causas inconclusas y creemos que el caso se conecta con el asesinato de Harriet.—suelta de repente cambiando completamente el tema y el tono. Su formalidad y frialdad no tiene nada que ver con el sentimiento que desbordaba segundos atrás.

—¿En serio? ¡Es estupendo!—exclamo súbitamente contento y olvidándome momentáneamente de toda incomodidad.—Eso significa que podremos encontrar a ese lunático en cualquier momento.—digo esperanzado sintiendo que las fuerzas y la alegría vuelven a mi cuerpo.

—Sí...el único problema es que estas muestras fueron robadas del laboratorio el otro día—confiesa rascándose la nuca en apenas un audible murmullo y toda esa esperanza se esfuma tan rápido como ha venido.—La detective Kane y yo estuvimos hablando con Harold...

—¿Harold?—lo corto bruscamente nuevamente asaltado por una oleada de angustia —¿Que tiene que ver mi hermano en el robo?—reitero recobrando la compostura. Le observo orcer los labios en una mueca indecisa y, antes de que pueda apartar la mirada, doy un paso al frente y lo sujeto por el mentón. Sorprendiéndonos.—Wade, respóndeme.—le exijo más serio que nunca esforzándome para pasar por alto el cosquilleo que recorre mi lengua al pronunciar su nombre.

Veo como en sus ojos se desata una batalla interna sopesando las opciones que le quedan, que no son muchas y, cuando por fin se percata que no lo voy a dejar hasta que me cuente la verdad, se rinde con un tembloroso suspiro. Segundos que aprovecho para admirarlo en silencio para luego maldecirme por ello.

—Se le vio entrar en el laboratorio esa misma noche.—reconoce aún con los ojos cerrados.—Pero no tienes nada de qué preocuparte, él no sabe nada.—me asegura rápidamente al notar como mi agarre se refuerza involuntariamente alrededor de su mentón.

Me deja algo más tranquilo, pero no demasiado ya que conozco perfectamente a Harold y sé de lo que es capaz. Tendré que hablar con mi hermano, así que me limito a asentir lentamente y retirar mi mano de su rostro, reprimiendo el impulso de acariciarle su barba incipiente. Sin embargo, no puedo evitar dirigir mi vista a su cuello, donde su marcada manzana de adán sube y baja produciéndome un sudor frío por todo mi cuerpo.

—Eh...¿sabes algo de la llave que te di?—me alejo dando un paso atrás cambiándome el bastón de brazo para que no se me duerma la pierna izquierda y esconder mi nerviosismo.

A Wade parece también llevarle unos segundos reaccionar y descifrar mis palabras por estar demasiado ensimismado dirigiendo su mirada a mi mano derecha, donde sujeto con fuerza el bastón, pero finjo no darme cuenta y no perder el enfoque.

—Mandé ha que se hicieran sus respectivas pruebas hace unas semanas, así que supongo que en los próximos días las sabremos y te las haré llegar.—murmura claramente incómodo. Me limito a asentir sin tener nada más que añadir.—Aunque, si quieres mi opinión,—puntualiza dando un paso más volviendo a quedar a una distancia especialmente corta.—no creo que se trate de una llave muy común y puede suponer una pista clave si sabemos de donde viene.

A pesar de ser consciente de su proximidad, mis hombros consiguen relajarse con sus palabras y siento que parte de la tensión que venía acumulando, se va dispersando por primera vez en mucho tiempo.

—Elias,—su tono vuelve a cambiar y toda esa formalidad desaparece sin previo aviso. Como un radar, la tensión vuelve a acumularse, aunque esta vez por todo mi cuerpo.—yo...he estado pensando y también quiero pedirte algo.—lo dice con una inseguridad poco frecuente en alguien como Wade y no es capaz de fijar la mirada en un punto fijo, mucho menos en mí.

—No me pedirás que invite a la detective a tomar té, ¿cierto?—hago el intento de bromear para aligerar el ambiente, sin embargo lo único que consigo es que sus labios se curven mínimamente y sacuda la cabeza repetidas veces.

—Me he dado cuenta que todo este tiempo he sido un egoísta,—empieza afligido dejándome completamente desconcertado.—lo único que quería era que estuvieras conmigo sin importar las consecuencias o lo que tú quisieras.—tardo unos segundos en saber qué es lo que quiere decir, pero cuando lo hago, empiezo a removerme dentro de mi camisa y las cicatrices en mi espalda empiezan a picar.—Quería que vieras el mundo tal y como yo lo veo, pero no es posible. Lo siento.

—No tienes por qué disculparte.—trato de mostrarme lo más firme posible in dejarle entrever cómo sus palabras son una zarpa a mi maltrecho corazón. Estos días he estado sanando ñas heridas, las que se ven y las que quedan escondidas bajo la superficie, pero todavía son recientes y cualquier roce las puede hacer sangrar.

—Sí, sí tengo que disculparme porque no te escuché y mira como terminó.—se lamenta rabioso señalando mi bastón, el cual lo muevo de modo que no quede tan a la vista.

Debo ser masoquista pero, pese a lo que pasó, no lo culpo de nada. Fui yo solito el un se metió en esa iglesia y el que aceptó el castigo. Wade solamente fue un daño colateral que se cruzó en mi camino en el momento equivocado a pesar de querer pensar lo contrario y anhelar sentirlo junto a mí desesperadamente.

—Así que a partir de ahora voy a respetar tu decisión.—asiente firme cuadrándose de hombros y apretando los labios en un fina línea.—Me alejaré de ti y te dejaré vivir en paz con tu familia. No tendrás que preocuparte por mí, no me cruzaré en tu camino ni te impediré que te cases ni que tengas hijos.—parpadea rápidamente para espantar las lágrimas que nublan su mirada. O la mía, a estas alturas ya no logro distinguirlas.—No puedo obligarte a quererme ni ha que abandones tus sueños por mí.

—Wade...

—Sólo quiero pedirte un favor a cambio.—me interrumpe sin dejarme hablar con voz ahogada.
Ahora mismo iría hasta el mismísimo infierno si me lo pidiera.

—¿C-cual?—sollozo secándome las mejillas bruscamente y mordiéndome el labio tan fuerte como soy capaz.

Inclina la cabeza a un lado, algo vacilante apartándose bruscamente un mechón rebelde sobre su frente y se llena los pulmones de aire antes de acribillarme con sus oscuras pupilas.

—Déjame despedirme.—y esas simples palabras nos sumen en un nuevo e incierto silencio. Los dos sabemos perfectamente lo que eso significa y ninguno de los dos queremos dar el primer paso.

Despedirse. Esa simple palabra con uno y tantos significados, pero ninguno bueno. Esa simple acción que tiene la fuerza de cambiar el rumbo de toda una vida, de generaciones incluso. Solamente se necesita un empujoncito para tomar esa decisión de la que no hay vuelta atrás y mucho valor para aceptar las marcas que van a dejar.

—Sólo...sólo déjame despedirme de la persona que creyó en mi, de mi confidente.—por estar fantaseando, no he sido consciente del momento en el que se ha acercado tanto y nuestras narices se rozan con cada respiración desbocada.

He entrado en una especie de trance del que no puedo y no quiero salir, al menos no por ahora. Así que, sin temer a las consecuencias de mi decisión, esta vez soy yo el que termina con la escasa distancia que nos separa.

Cuando nuestros labios se encuentran, se produce una explosión de sensaciones en mi estómago. He anhelado sentirlo tan cerca desde el día que me abordó en el estacionamiento de la clínica, pero no tenía ni idea de hasta que punto Wade también lo ansiaba.

Es un beso pausado, sin prisas. Quiero tomarme mi tiempo para sentir su calidez, su suavidad y su fuerza contra mí. Aún así, el roce es profundo e intenso, podría decirse que hasta desesperado por sentirnos más unidos, sin embargo, cuando mis manos empiezan a recorrer su cuello para aferrarse a sus escurridizos rizos, es Wade el primero en romper el contacto sin previo aviso.

— Siempre tendrás mi corazón, Elias Dankworth.—farfulla con la respiración acelerada, frente contra frente y los ojos cerrados con fuerza.—Nunca lo olvides.—y antes de poder impedirlo, ya no está a mi lado y la puerta delantera de cierra de un golpe sordo.

De nuevo solo y esta vez definitivamente. No debería dolerme, ni siquiera sorprenderme, al fin y al cabo es justo lo que yo pedí, aunque verlo convertido en realidad es mucho más desgarrador. Todos mis miedos se vuelven más reales y la soledad me avasalla con más fuerza que nunca.

—Donde están mis pastillas.—mascullo entre dientes rebuscando en los bolsillos de mi chaqueta hasta sacar el frasco y tragarme de golpe la dosis que me parece.

///
Bueeeeeno, ¿qué os ha parecido el capítulo? Ya os lo debía y necesitaba algo bueno jajajaja.

¿Creéis que Daisy es quién dice ser o esconde algo? mejor dicho, esconde algo MÁS porque por lo visto, aquí todos esconden algo...

¿Y qué me decís de la decisión de Wade? ¿Ha hecho lo correcto al apartarse y dejarle espacio a Elias?

PD: ¡Espero que lo hayáis disfrutado mucho y hasta el próximo, florecillas!🌺

Continue Reading

You'll Also Like

6.4M 654K 20
Tercer libro en la Saga Darks (2021) Portada: BetiBup33 design studio.
2.6K 534 33
Lucía Benedetti, tras la muerte de su esposo Alexander, queda destrozada, la vida le ha quitado a las personas que más ama, a causa de la ambición. S...
715K 6.5K 6
UN DESCONOCIDO UN MUNDO DESCONOCIDO UNA CHICA DISPUESTA A CONOCERLO SECRETOS Y UNA PERVERSA VERDAD Portada hecha por la hermosa y talentosa: @Arte...
1.4K 236 47
Naia, una chica que luego de la traición de su papá y la experiencia que la dejo marcada de por vida, renuncio al amor, la ternura, espontaneidad sol...