Hacia lo Prohibido ©

By Nara_CC

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Collet Zane es una adolescente que, junto a su mudanza de Carolina del Norte a nueva York, viene a su vida lo... More

ANTES DE LEER
Prefacio
Introducción | Collet Zane
...
Capitulo 1 | El comienzo de todo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 5 | Parte 2
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 8 | Parte 2
Capítulo 9 | Un faro y un cigarro
Capítulo 10 | Impotencia
Capítulo 12 | La diferencia entre...
Capítulo 13 | Impulsos
Capítulo 14 | Karma
Capítulo 15 | Descubriendo la verdad
Alas de ángel
Capítulo 16 | Sentimientos
Capítulo 17 | Dudas sin responder y Encaros
Capitulo 17 | Parte 2
Capítulo 18 | Choque con la realidad
Capítulo 19 | Mal presentimiento.
Capítulo 20 | Demone
Capítulo 21 | Consecuencias
Capítulo 22 | Límites
Capítulo 23 | A la vista de alguien
Capítulo 24 | Espejos
Capítulo 25 | Desde las sombras
Capítulo 26 | Escarmiento cruel
Capítulo 27 | Eres como las otras
Capítulo 28 | La última gota
Capítulo 29 | Eso es de tramposos
Capitulo 29 | Parte 2
Capítulo 30 | Me arrebataron...
Capítulo 31 | Tu y Yo
Capítulo 32 | Tú y Yo, claro que sí.
Capítulo 33 | Navidad diferente
¿Esto es un...?
Capítulo 34 | Revolución de las ratas.
Capítulo 35 | Desgracia de media noche
Capítulo 36 | Afrontando el sufrimiento
Capítulo 37 | Encuentros sabor a tristeza
Capítulo 38 | La última copa
Extra | Bajo mi atención.
Capítulo 39 | Ni un beso, ni un perdón
Capítulo 40 | Nuestro destino
Capítulo 41 | Tiempo cumplido
Capítulo 42 | Asuntos ajenos
Capítulo 43 | El sabor de la verdad
Capítulo 44 | Llena eres de desgracia
Capítulo 45 | Mi suerte, tu suerte, nuestra suerte.
Epílogo
Agradecimientos.
Hacia la Obsesión.
Un pequeño regalo
El sabor a muerte.
Extra -Halloween atrasado-
Escena fugaz

Capítulo 11 | Al carajo

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By Nara_CC

Al carajo.


Collet.

—Es obligatorio ir —le digo a papá que no me mira, sentado en su silla del despacho.

—¿Cuánto es por el viaje? sin transporte.

Sigue enfadado conmigo pero ya no es mucho, debe siempre hablarme y prohibirme cosas.

—650 dólares —digo con dolor en cada palabra, con pena también pero no quiero estudiar mientras los demás se van de excursión.

Él por fin levanta la vista y deja caer sus manos en el escritorio.

—¿Estas conciente de la cantidad de dinero que me estás pidiendo?

—Si y es que... Es que yo no quisiera, pero es obligado.

No me gusta mentir pero es por una buena causa. Entorna los ojos como si no me creyera y se rasca la barbilla, se ha rasurado ya.

—¿Segura que no hay alguna otra opción?

—No la hay.

No vacilo para que me crea. Cuando ya esté trabajando yo le pagaré todo eso, es como un préstamo.

—Tengo que ver el presupuesto para ver si tengo esa cantidad. Si no, no irás.

Lo dice como si de alguna manera supiera que si hay otra alternativa y ahora comprendo que no sirvo para mentir. Asiento de todas maneras porque no tengo de otra que aceptar lo que el dice.

—Necesito que me cuides a Dafne, yo tengo que ir a un lugar y vendré hasta la noche, te dejaré dinero para que cocines o compres la comida que ella quiera.

Yo frunzo las cejas ante la petición, no por cuidar a mi hermana, no, si no porque hoy es domingo y papá no trabaja, además que tampoco ha dicho eso ¿A qué lugar irá?

—¿A dónde irás?

—Volveré antes de las nueve —. Ignora por completo mi pregunta y entiendo que no me va a decir y solo acepto hacerlo.

Salgo de su despacho y escucho la entrada de una llamada a su celular. No contesta y camino para que sepa que me fui. De puntitas regreso a la puerta y pego la oreja a la madera.

—En dos horas paso por tí —lo escucho decir y calla, supongo que la otra persona le está respondiendo —. La que sea, de todas maneras te la voy a arrancar.... No voy a esperar así que espero que estés lista.

Se calla y se escucha movimiento adentro, supongo que terminó la llamada y salgo corriendo sin ruido hasta mi habitación. ¿Que cosa le va a arrancar? Y ¿A quien?

El sentimiento de curiosidad entra en mi y mi mente me traiciona al pensar en que es con una mujer con quién habla, pero supongo que puede ser con un hombre o un su trabajador tipo: quiero informes, de la estructura que sea, de todas maneras te la voy a arrancar. Yo en verdad quiero creer que es así, pero... «Espero que estés lista» habló en femenino, por lo tanto debe ser una. La mente se me vacía al aceptar que es una mujer, pero después se me llena pensando en que no es nada de lo que creo.

Papá no ha tenido pareja formal desde que mamá murió, el año pasado tuvo una relación con una mujer que me caía muy mal y terminamos con Dafne de ponerla en mal y al final él terminó con ella, no sé si por lo que le decíamos o porque sabía que su relación con esa mujer nunca funcionaría por sus hijas.

No es que yo no quiera que tenga una pareja, porque sé que el tiene que rehacer su vida pues está muy joven aún, con el dolor de mi alma sé que algún día lo hará. Y puede que suene egoísta pero aún tengo a mamá muy presente y no quiero a ninguna otra mujer que se quiera dar de buena y tomar el lugar de mi madre, eso no.

Y me molesta lo que acabo de escuchar, porque es evidente que me está ocultando esa relación con saber que mujer, no es tanto el hecho que la tenga, si no que lo oculte y crea que no me doy cuenta y le dedique más tiempo a ésa que a sus propias hijas, ahora todo toma sentido de las veces que él a salido en noche y tardes.

Trato de ya no pensar en eso y hago limpieza lavando mi ropa y hablando con Dafne para ver cómo está.

Ella está con una expresión fría y aveces me asusta el poder que tiene de intimidar a alguien al nisiquiera hablarle, me siento hasta ridícula por como yo me comporto siendo más grande que ella, pero supongo que las personalidades son muy diferentes.

—¿Cómo estás?

—Viva y coliando —me dice escribiendo no se que cosa en un cuaderno.

Su comentario me hace gracia y me acerco a ella sentándome a su lado en la cama.

—No, enserio.

—Es enserio —asegura

—¿Estás mucho más mejor? —le pregunto en voz suave.

Ella levanta su cabeza como si lo que dije fue algo sin sentido. Me observa por unos segundos y estoy empezando a creer que no conozco de esta manera a mi propia hermana menor.

—No más que ayer, ni menos que mañana —suelta después de unos segundos —. Simplemente estoy sentada acá, viviendo la vida y es eso, solo eso.

No puedo evitar hacer una mueca confusa, no entiendo precisamente lo que ella está tratando de decir ¿Tiene un mensaje oculto? Lo pienso y lo considero pero por más que quiera no me encuentro nada.

—¿A que te refieres?

Ella sonríe vacía, su sonrisa no transmite nada, no la entiendes y es frustrante. Baja su cabeza decepcionada y vuelve a retomar lo que estaba haciendo en el cuaderno. Me dan ganas de decirle que porque hace eso, si yo de verdad que no la entiendo.

—No atentaré contra mi vida si eso es lo que les preocupa —admite seca.

Su crudeza lastima y atraganta, algo muy común en ella, aveces no se ni como procesarlo pero me he acostumbrado.

—Dafne...

—Ya me voy —avisa papá desde el otro lado de la puerta y después la abre interrumpiendome.

Dafne levanta su vista y la suavisa un poco. Papá la reconforta.

»—En el cajón del escritorio del despacho te dejé el dinero —me dice a mí y luego se dirige a Dafne —pide lo que quieras comer.

Le da un beso en cabeza y ella lo abraza, yo sonrió por el ambiente menos tenso que se siente ahora, pero no dura mucho porque bien veo el cambio de ella cuando papá la suelta y se va.

—Emm... —comienzo a decir

—Collet déjame, sola. Debo terminar mi tarea y hablar me irrita.

Me quedo sin palabra y asiento dejándola sola. Pasan las horas y ella no sale de su habitación y cada cuánto voy a verla para ver si está bien, realmente tengo pánico de lo que ella pueda hacer, aunque ella diga aquello crudo sé que no es de confíar. Papá ya está tomando cartas en el asunto y ella está yendo a un psicólogo.

Cuando da la hora de cenar voy con ella y le pregunto que quiere comer y me dijo que arroz chino, y me aclaró que quería el comprado porque el hecho por mí sale asqueroso, haciendome reír porsupuesto.

Pedí a domicilio y en menos de una hora está el repartidor en la puerta tocando. Corro al despacho de papá en busca del dinero sin antes decirle al repartidor que me esperara.

Llego y me arrodillo abriendo un cajón, en el que siempre está. Pero no está, me extraño y abro el de abajo y tampoco está, me voy al del lado y tampoco.

«que raro» solo falta que no haya dejado el dinero. Miro el cajón que está arriba del último que revisé y dudo, pues es el que papá siempre mantiene con llave porque guarda documentos de confidencialidad y no quiere que nosotras los ensuciemos o perdamos.

«¿Será que acá lo dejó?» niego al instante pero aún así intento abrirlo y para mi sorpresa se abre, no tiene llave. Arrugo mi ceño y lo abro por completo llevándome un desconcierto.

Bragas.

Con asco enorme agarro con dos dedos la tanga de hilo color negro de translúcidos encajes finos, con un borde corinto degradado. Lo observo y está rota de un lado

«¿Qué mierda?» suelto la prenda al sopesar claramente lo que estoy agarrando y sacudo mis manos. ¿De quién carajos es esto?

El que él tenga las bragas de esa mujer en su cajón solo me de una respuesta y es... Arrugo mi cara. Pensar en que papá tiene sexo me trauma y me da cierto repele, aunque sé que es hombre y algún día debía retomar su vida sexual, no me cabe en la cabeza imaginarlo así, es asqueroso.

Mi cabeza comienza a doler al confirmar que de verdad hay una mujer detrás de papá.

Dafne me grita desde la planta baja exigiéndome que baje con el dinero y levanto la cabeza tratando de no sentirme mal. Agarro nuevamente la prenda y la dejo dónde estaba y cierro el cajón «Acá nada pasó, yo no ví nada» no voy a hacer nada, ni le voy a decir a Dafne sobre lo que ví y he estado sospechando, eso sería aumentarle sus problemas.

Voy a esperar hasta que punto papá va a tener la descendencia de contarnos que está con una mujer a la cuál le dedica más tiempo y es que me enoja. Aprieto los dientes y empuño mis manos para después relajarme, abro el cajón de hasta arriba y allí está el dinero. De nada me sirve amargarme la vida con una bicha como las interesadas de siempre que andan detrás de papá.

Voy y le pago al repartidor para después comer en la sala junto a mi hermana viendo "Contratiempo" en Netflix. A Dafne le encanta el misterio. Pasan las horas y llega el momento de irnos a dormir, lo hacemos y papá no llega hasta casi la media noche.

Hombre tenía que ser, mienten siempre, dijo que volvería antes de las nueve y ya hasta va a comenzar a salir el sol.

No lo voy a ver nisiquiera como viene, solo siento cuando él entra a mi habitación y me da un beso en la frente, me hago la dormida y cuando se va dejo salir el aire sin poder evitar que lágrimas salgan de mis ojos recordando aquella hermosa pareja que hacian mi mamá y él. Me duele comenzar a ver qué él ya la está comenzando a olvidar ¡A superarla! Es que no acepto eso, no quiero que supere el amor ni la ausencia de mamá, me duele, me lastima.

No sé a qué hora aproximadamente me quedo dormida, solo sé que cuando el sol se asoma y el reloj hace su trabajo de hacer retumbar la alarma, yo estoy con un dolor en los ojos y mis ánimos feos.

Voy a la universidad sin mencionarle nada a papá sobre lo que me daña a mí y a Dafne, quien con sus ojeras moradas hace ver qué tampoco durmió ayer.

Me encuentro con Allie que me pregunta por mi estado de ánimo y me veo en la necesidad de contarle.

—Papá anda con otra mujer.

Ella se detiene derrepente y reacciona al instante volviendo a mi lado, yo la volteo a ver extrañada.

—¿Qué pasa?

—No nada, solo recordé que deje un libro que necesitaba hoy, en casa.

Asiento y aferro mis manos a las cintas de mi mochila.

—Como así que "con otra" —se interesa

—Si, hace días sale en las tardes y en las noches volviendo ya tarde y le llaman, ayer, encon... —me detengo al pensar en que estoy revelando (talvez) mucha información privada de la vida de papá.

Me retracto y le digo que se olvide del asunto que no importa de todas maneras, ella parece dudar y no entiendo exactamente el por qué, sin embargo, me conformo y ella también, no hace más preguntas.

Compartimos la clase en común y luego nos dividimos, en el camino de ir a Filosofía me encuentro a Hanniel quien está en compañía de Oriana la rubia tediosa que posee una minifalda que permite el acceso entre sus piernas a la mano del él, ya no hay nadie en los pasillos que no sea yo y ellos. Me pongo nerviosa y el mal humor me atraganta, desvío la mirada y me obligo a pasar por ahí solo porque no hay de otra. Él me nota y lo único que hace es verme con una sonrisa sancarrona que comienzo a odiar cuando los labios de la rubia se posan en los de él reclamandolos suyos, mientras él me sigue con la mirada.

He pasado evitando a Hanniel por los últimos cinco días, contando los fines de semana en los cuales he ido al bar con Allie a escondidas de papá, después de lo que me hizo aquel día lo he estado haciendo. Allie no quiso decirme mucho ese día del desplante, estaba mucho más enojada que yo.

"No eres para estarte involucrando con él" Me había dicho neutral, sin pena, sin reproche, sin enojo a mí. Simplemente advirtiéndome que nada bueno me vendría con involucrarme con él. Y lo entiendo, desde que lo conocí no he recibido más que humillaciones y remordimientos por mi situación.

"Ya te había dicho que es por tu bien, no lo conoces, creeme" Fueron una de sus palabras que más me quedaron vagando en la mente, ¿No lo conozco? No del todo la verdad, no lo conozco a profundidad pero tampoco ella me ayuda a decirme claramente de que me está previniendo. Y al pregúntarle sobre eso ella no me respondió, dijo que simplemente miraba como terminaban sus relaciones y conmigo no iba a ser la excepción. Me recalcó el que tengo novio y me hizo ver qué es lo que estoy haciendo y no me gustó para nada.

Y tampoco faltó los insultos bien puestos hacia él y hacia la arpía maldita de su amiga. Se enojó, claro que lo hizo.

Voy a la academia y evito a toda costa estar a solas con el profesor Fernán, no estoy como para sentirme extraña con lo que él me hace y no está bien, no lo está. Logro dominar la voltereta, me falta nada mas, más práctica en algunas cosas y al final estará perfecto. El profesor me ha dicho que estoy mejorando demasiado con mi cuerpo y que falta poco para que cumpla exactamente lo estándares de la academia.

Pasan los días y lo único que Hanniel hace es serme indiferente, por alguna razón absurda y ridícula esperaba que me buscará y se disculpara por lo que me ha hecho, pero lo único que recibo a cambio es su indiferencia.

Trato de que no me afecte en lo más mínimo cuando por accidente, en dónde todos íbamos saliendo, me topo con él de frente sintiendo su aroma penetrante masculino y a nicotina, que de pronto las ganas de besarlo me avasayan y que al final sea Liam quien me vuelva a la realidad saludándome para evitar una humillación de parte de Camille quien está agarrada del brazo del ojos cristal que me ve con una ceja levantada haciéndo que me reproche lo que siento cada que estoy cerca de él.

Evans me pregunta cómo estoy y le cuento mientras él me lleva a su Jeepeta azul para aventarme a la academia ya que Allie faltó a estudiar por ir con alguien, últimamente está muy ocupada con un hombre (creo que es un hombre) que no me dice quien es y mucho menos lo que hace con él. El moreno guapo a mi lado sonrojó con solo una mirada a una chica de lentes, tímida, que lo veía desde los portones de salida, de inmediato presiento algo más que solo una mirada entre los dos y sonrió ante la idea.

Me atoro de camarones empanizados con rabia y sé perfectamente mis motivos:

Dafne a recaído en un estado depresivo, el cual, debemos observar con cuidado tal y como el psicólogo nos indica.

Hanniel sigue como si nada después de una semana y Allie feliz del suceso.

Mi líbido de adolescente está por los aires obligandome a tocarme con afán pensando en roces que no debería.

Wyatt me sigue llamando avisándome que los días en que vendrá a verme se acerca poniéndome mal con mi conciencia, sin embargo no desisto de la idea de contarle lo que ha pasado con Hanniel.

Ivonne me llama en domingo diciéndome que en unos meses tendrá tiempo suficiente para poder venir acá conmigo, no me exige que yo lo haga pues sabe cómo el mi papá. Ya la estraño demasiado y sin abstinencia me hecho a llorar sintiendo que ese no es el motivo que me afecta.

Todo eso se me está juntando. No obstante sigo con mi vida yendo a la universidad.

—¿Nos vamos? —me dice Kaiser quien se levanta al igual que yo cuando la clase termina.

Le sonrio cuando me ayuda a cargar mis libros.

—Vete tú, es que yo me quedaré a esperar una amiga y de paso trataré de terminar el trabajo de estadística que es para mañana.

—Hmm ¿Necesitas ayuda? Puedo ayudarte.

—No, gracias, pero no es necesario —le sonrió caminando hacia el patio trasero.

—¿Segura?

—Sí, me las arreglaré con varias hojas. —bromeo dandome la vuelta antes de cruzar las puertas al césped —. Nos vemos mañana.

—Seguro que sí —. Se inclina a darme un beso en la mejilla y le correspondo —cuidate.

Se despide y se va de regreso en busca de la salida. Me doy la vuelta saliendo al patio y algo viene a mi estómago al recordar lo que ocurrió en ese mismo pasillo y la vergüenza que pasé. Sacudo la cabeza y me voy a la misma colina de la vez pasada sacando mis cosas para terminar aquel trabajo que dejaron antes de que me lesionara, el tiempo se acabó y ya lo debo entregar.

Tiro mi lapicero frustrada por no poder entender el problema que está en el libro y de ver todos los que me faltan suelto un sonido de mi garganta también frustrado y me agarro la cabeza que ya me está comenzando a doler.

—¿Estadística?

Doy un respingo exagerado al escuchar esa voz inesperada, quito mis manos de la cabeza y me enderezco. Lo veo parado al lado mío entregándome el lapicero que tiré, reparo el gesto y lo ignoro completamente agarrando mis cosas para irme. No pienso quedarme a ser humillada otra vez, pero no puedo evitar sentirme estremecida con la voz ronca de él.

—No tienes que irte.

—Estás acá, eso es causa suficiente para irme —digo ya de pie y tomando mis cosas en brazos.

Camino sin nisiquiera mirarlo porque es una debilidad su rostro.

—¿Vas a seguir de dramática?

Cuando dice eso estoy por abrir la puerta y me detengo, molesta por su comentario que lo ha dicho con tono absurdo. ¡A pasado más de una semana! Y todavía tiene el descaro de hacer esa pregunta cuando le ha valido un comino todo. ¿Que piensa él que es uno para olvidar lo que hace de un día para otro cuando él quiera?

—¿Vas a seguir de idiota? —me volteo enfrentándolo —porque desde que te conocí eso es lo que has estado siendo.

—Define lo que es idiota para tí, porque yo tengo un concepto neto y te digo... No lo soy.

—¿No lo eres? —las palabras salen irónicas.

El levanta una ceja y mete sus manos en los bolsillos de sus pantalones negros.

—No lo eres —repito para mí misma procesando que me está tomando como tonta.

Levanto la vista y la conecto con la de él. En estos momentos es cuando odio mi cuerpo porque un escalofrío se hace presente en mi espalda al observar esos ojos tan claros que una vez me hicieron suspirar y sentarme a su lado, a pesar que ni lo conocía.

—Claro —digo cansada y sin ganas de seguir discutiendo por eso.

Me doy la vuelta y me introduzco en la universidad. No pasa mucho cuando me toma del brazo y me hala metiendo en uno de los salones. Me zafo de su agarre empujándolo y fulminandolo con la mirada.

—¡Déjame er...

No puedo terminar porque me vuelve a tomar estrellandome en la misma puerta inmovilizando todo mi cuerpo con sus rodillas en mis muslos y sus manos en mis hombros, forcejeo pero de nada me sirve porque al final pega sus labios a los míos en un beso que hace chocar nuestros dientes antes de estabilizarse. Quisiera decir que no le correspondí y logré separarme de él, de verdad que sí, pero nada de eso ocurrió porque lastimosamente ya reconozco sus besos, ya se su ritmo y sus sabores que al final tanto desea mi boca saborear y disfrutar.

Me estremezco cuando siento sus fríos labios y lengua al juguetear dentro de mi boca, al momento comprendo que tiene un dulce de menta fuerte en su boca por el sabor de su saliva y el olor de su aliento. Seguidamente una corriente rara me recorre cuando muerde mi lengua y se desliza con sus dientes prendida en ella, abro los ojos sin opción y él también los tiene abiertos, pero está observando detenidamente como muerde mi lengua con un morbo impresionante. Éste beso es tan sucio que sería completamente desagradable para un tercero, pero para mí es lo más exitante en un beso, nunca había dado uno de esta manera, nunca.

Para cuando la suelta yo ya estoy lo suficiente derretida para pensar con la cabeza. Él clava sus ojos en los míos, esperando probablemente mi reacción y lo sorprendo cuando lo tomo de la cabeza hundiendolo en mi boca, mi desesperación es mucho más grande que otra cosa y le chupo y succiono los labios, primero el inferior y luego el superior, él me corresponde ¡Claro que lo hace! Siempre lo hará no importando nuestras situaciones. Se hace presente las ganas enormes que tenía desde ya hace muchos días de besarlo, de sentir sus labios míos, que me pertenecen por lo que durara.

Un gruñido sale de su garganta y muere en mi boca exitandome más, sus manos aprietan mi trasero y me pega a él sintiendo su erección.

Lo suelto por falta de aire y pego mi frente a su barbilla, avergonzada por todo esto, mandé al carajo todo y se que nada bueno será la consecuencia. Todo el sufrimiento de la rabia de querer reprocharle las cosas fue en vano. El querer que se disculpara y ser yo la que lo rechace, encontrar y recuperar mi dignidad que desde que lo conocí perdí, son unas de las tantas cosas que ni siquiera me esforzé en cumplir y traer a mí. Odiandome a mí en vez de a él.

Mis labios palpitan al igual que los de abajo, los fluidos los siento salir de mi canal y tenso los músculos de la misma para que se detenga. Sus manos en mi trasero se deslizan a mis caderas y me sacude.

—Puedo ayudarte con tu trabajo de estadística.

Se ofrece separándome de él y dandome un pico en la boca y un lengüetazo que me eriza por la humedad y el sentir su piercing que estoy comenzando amar, avergonzandome al ver sus labios hinchados y levemente manchado al rededor por mi labial rojo opaco.

Se agacha y me pongo nerviosa hasta que veo que está recogiendo los libros y papeles que deje caer en saber que momento, me incorporo haciendo lo mismo sintiendo arder mi cara.

—Al fin y al cabo ya pasé todo lo que tú ahora estás viendo.

Vuelve a hablar enderezandonos y él entregándome lo que recogió.

—¿De verdad harías eso?

—Si ¿por qué no?

—No lo sé, probablemente porque tú no buscas a nadie y menos a mí.

Le reprocho lo que me dijo aquella noche y una sonrisa divertida se forma en sus labios.

—Aveces hago excepciones —. Me giña un ojo y me ruborizo por eso «Es tan Guapo»

Trago grueso y me arreglo el cabello preparándome para salir.

—Lástima, yo no necesito de tu ayuda.

Me relamo los labios sintiendo el sabor de su saliva.

—Claro que la necesitas —se burla y yo le doy una mirada despectiva —¿Quieres que te recuerde que hace unos minutos tiraste tu lapicero porque no sabías cómo hacerlo?

—No te ne....

—Ah, ya deja de negarte. Aprovecha las oportunidades que se te presentan, no siempre me ofresco para ayudar —se afana acercándose más a mí —. Además sabes que no lo terminarás y si no estoy mal eso es para mañana y es bastante, a excepción que quieras reprobar la materia y perder tu beca, adelante vete.

Acaricia un mechón de cabello y me pongo mal.

—¿Si o no?

Comienza a dar besos en mi cuello y cierro los ojos odiando que tenga la razón, odiando el hecho de no haber aceptado la ayuda de Kaiser y odiandome al verme suspirar y aceptar la propuesta de Hanniel.

—La llamaré —logro decir lidiando con la calentura que aumenta más y más.

Él no entiende a qué me refiero hasta que ve que saco el celular y marco un número, pasandos unos segundos, hasta que digo el nombre de Allie. Esboza una sonrisa triunfadora y satisfecha siguiendo el recorrido de besos.

—¿Que pasa? Espérame en la salida aho...

—Si te llama papá dile que se me apagó el celular y que sí estoy en la academia junto a tí —. La interrumpo controlando mi respiración que se acelera con los besos y mordidas que me da él en la oreja y luego en mis hombros.

—¿Que? ¿Por qué? ¿A dónde vas?

—Hazme el favor —le digo evitando soltar un jadeo que me provoca el lengüetazo que me da Hanniel desde mi clavícula a mi oreja. «Que jodida mania de dar lengüetazos»

—¿Con quién vas? Dime... —Trago saliva en un silencio que deja la llamada detenida, probablemente ella esté deduciendo que pasa. Mientras que Hanniel introduce sus manos por debajo de mi blusa acariciando mi cintura provocandome espasmos —¿Es con él verdad? Mira no h...

—Por favor —reitero desesperada.

—Collet él no es...

Ya no escucho que más dice porque cuelgo el celular agarrando de las mejillas a Hanniel y besándolo con ímpetu. El mete su lengua y hace círculos con ella rozando mi paladar provocandome un cosquilleo desesperante en la boca. Es como si el buscara provocarme placer en la boca ¿Es esto posible? No lo sé ¡Ni siquiera sé cómo seguirle a este beso! No sé como tomar este beso, lo único que sé es que me encanta.

Él me toma de la mano halandome y rompiendo el beso guiandome al parqueo dónde yace su carro, el mismo elegante de siempre. Me adentro sin reproche y durante el camino nadie dice nada, pasados saber cuántos minutos ya estamos entrando a la mansión.

Me quedo perpleja observando cada detalle de este lugar, el tamaño hasta puedo decir que es lo mismo que mi antiguo instituto. Vamos dejando atrás árboles, arbustos, flores de todo tipo y los animalitos que se están en el césped, me fascina todo y no me doy cuenta que ya llegamos hasta que Hanniel habla.

—Tienes la misma cara que la primera vez —. Se burla y lo volteo a ver, no ha deshecho su misma expresión que puso cuando le avisé a Allie que no iría a la academia. Satisfecho.

Entorno los ojos ignorandolo ¿Cómo no voy a estar sorprendida? Si ésta casa es un sueño, y eso que no he visto más allá de la cocina. Me indica que salga del auto y lo siga. Obedezco y abre las enormes puertas, luego de estar dentro me indica que me siente en los (también) enormes sillones bancos.

—Ahora vuelvo —me dice perdiéndose en un pasillo.

El silencio de la casa es raro. ¿Estarán los mellizos? La pena se asoma al recordarlos y que puedan verme acá después de lo que ellos han visto.

Observo mi alrededor y me quedo tonta también. El mármol color crema brilla como si lo acabaran de pulir, las paredes poseen cuadros plateados con fotos que no me tomo el tiempo de ver, una televisión plasma gigante al centro de los sillones impregnada en la pared me hace saber que todo esto es más que de lujo y muy bien diseñado, adornos dorados permanecen en muebles finos blancos y café que no me atrevo a tocar porque siento que si doy un mal paso arruino todo lo que está acá y presiento que cada cosa cuesta más que un riñón.

Ya no pongo más atención cuando oigo los pasos del buenote hombre que se acerca de algún lado.

—Ya —. Dice a mis espaldas derrepente haciéndome respingar, lo esperaba por un lado.

Se ríe y rodea el sillón.

—Relajate, estás muy tensa —se burla y yo no lo miro, no puedo con lo exitada que estoy.

El ambiente está aún intenso, la tensión sexual se siente de aquí a Venezuela.

—Si ya, empecemos con el trabajo entonces —exigo tratando de convencerme que nada más pasará después de terminar el trabajo, aún que mi interior sabe que sí. Mi entrepierna sigue palpitando y el cosquilleo picante me mata.

Agarro mi mochila y saco mis cosas, mientras que él deja en la mesa de cristal del centro unos papeles y libros, yo trato de contener la pelea mental que tengo con mi yo ingenua al aceptar venir acá, presiento mal.

Me quedo estática cuando mi pequeño estuche cae al suelo, por causa de mis manos temblorosas, haciendo ruido cuando cada lapicero y lápiz caen al suelo rebotando y esparciendose por todo el mármol. Me quedo con la cabeza baja cerrando los ojos y maldiciendome. «que inútil soy»

Trago saliva y siento que ya ni me pasa, el corazón lo tengo en la boca y mi espina dorsal de sacude cuando siento su toque en mi muslo.

—Bien creo que ya estás mal.

Levanto la vista y me pierdo en sus ojos, la luz de ésta casa los hace ver más claros de lo que ya son.

«—Vamos a...

Ya no lo dejo terminar cuando me lanzo encima de él besándolo con deseo, lo deseo más que nunca. ¡Por todos los cielos! ¿A caso tendré algún día que no quiera besarlo?

Él me recibe con la misma intensidad acomodándome abierta de piernas sobre él con sus manos en mis muslos.

Me aparto estabilizando mi respiración, me centro en él y su diversión en la cara me desarma.

—Bueno, yo tenía planeado que fuera después pero ya que insistes...

Le empujo el hombro y arrugo mis cejas.

—¡Callate y bésame!

Sonríe de lado y ya siento derretirme con semejante sonrisa. Es que ya no sé ni cómo describir el atractivo de este hombre.

Me toma del cuello y me acerca a sus labios, automáticamente abro los míos y espero el beso, sin embargo no llega, lo que llega es un lengüetazo lleno de saliva.

Me separo por unos centímetros.

—Es asqueroso —me quejo con intención de limpiarme pero el me toma la mano y la pone detrás de mí juntandola con la otra y las agarra con una sola mano, fuerte.

—Lamelos —. Se refiere a mis labios y éstos están muy mojados.

Trago saliva y el me reitera que lo haga y, lo hago. Saboreando nuevamente su saliva ¡Sabe tan bien! él sonríe y sin previo aviso me besa, esta vez mordiendo en el proceso.

Su mano libre se comienza a deslizar hacia mi muslo interno y sin espera la sube hasta mi entrepierna haciéndome jadear, pero no me deja soltar sus labios. Comienza a frotar por encima de la tela y el recuerdo de la vez que hizo lo mismo en la universidad viene a mí. Muevo involuntariamente mis caderas a su mano para que lo haga de verdad, incitandolo a que me toque directamente, de verdad que sí lo quiero, ya no me importa nada.

Y como si de palabras autoritarias se tratara desabrocha con solo esa mano mi pantalón y baja mi cierre, sin tanto problema, demostrando el experto que es «¿Donde aprendió hacerlo tan rápido?»

Jadeo abriendo la boca y pausando el beso cuando sus dedos tocan directamente mi vulva. Piel a piel, sus dedos se resbalan de atrás a delante recogiendo la excesiva humedad que emano. Lo observo y sus ojos parecen obtener un brillo diferente.

—Me pone más duro tu humedad —dice y se lleva a los dedos a la boca y el morbo me hace moverme en sus caderas.

El baja su vista e introduce nuevamente sus dedos en mi humedad, observando, y esta vez los desliza alrededor de mis labios internos y tengo que morderme los labios para no gemir. Tantea la zona e intenta introducir lo que siento, tres dedos, en mi interior y entre jadeos tomo su mano.

—Solo por encima —le pido respirando con la boca abierta.

El parece confundido en intenta preguntar pero soy más rápida.

—No quiero que sean tus dedos lo que me penetren —lo beso—. Pero termina lo que has empezado.

Se muerde el labio inferior y con palma completa empieza a frotar. Después de todo no es mentira lo que le dije, soy virgen y no quiero que sus dedos sean lo primero que introduzca ahí.

Me inquieta que no pueda mover mis manos, necesito descargar el desespero en algo y él no me deja, el placer que me provoca su mano es inexplicable, nada cuando él me toca es posible de explicar, nada es lo mismo que cuando yo me toco. Agacho la cabeza cuando siento que la sangre se me acumula en el vientre avisando solo una cosa. Aprieto los dientes y lo siento cerca hasta que él se detiene «no me jodas» levanto la vista desconcertada y él se está riendo.

—Mirame a los ojos, quiero ver cómo te gusta que te haga gemir —. Sus palabras son como una pastilla efervescente que me calienta más la cara.

Obedezco viéndolo a los ojos y el comienza de nuevo con sus movimientos rápidos, haciendo intercalados los movimientos en dónde agarra mi clítoris y lo aprieta con dos dedos, provocando descargas que me hacen temblar, los fluidos son excesivos y sin parar, siento como toda su palma está empapada. Sus ojos cristal están más oscuros, las miradas no las separamos por nada del mundo y respiro con la boca abierta, gimiendo, jadeando, haciéndole saber que me está volviendo loca.

Su erección bajo de mi me desespera, se siente enorme y tan dura que siento que él está sufriendo también.

Me mete otro lengüetazo marcando bien su piercing y trato de morderla cuando siento el final de mi camino, quiero encontrar mi orgasmo, él me lo cederá de una manera épica que me dejará débil. Me muevo más rápido en su mano apoyándome con mis rodillas en el sillón para que sea mas fácil, no puedo más y agacho mi cabeza, estoy apunto, lo saboreo cerca y...

—Señor.

¡Maldita sea! Me toma unos segundos entrar en razón que una voz madura le acaba de llamar, Hanniel no me deja pensar bien cuando su mano no se detiene, moviendo rápido, con eso creo que llegaría a mi liberación, si no fuera por la persona quién le llama por segunda vez y me ha retrasado el orgasmo. Con el dolor de mi vagina me suelto del agarre que tiene en mis manos y detengo su mano entre mis piernas.

—Maldita sea —dice en voz baja
—. ¿Que diablos quieres? —le dice a lo que creo es la empleada.

Trago saliva cuando él me baja de su regazo y me sienta en el sofá. No quiero que la señora me vea en este estado, se notaba demasiado que estábamos haciendo, además que las piernas me tiemblan por el orgasmo frustrado y mi cara hinchada de caliente y roja. Agarro mi mochila y me la pongo entre las piernas.

—Perdoneme señor, por interrumpirlo. Es que la señorita Ybarra le necesita.

¿Señorita Ybarra? ¿Quien es la Señorita Ybarra?  Levanto inmediatamente mi vista encontrándome con la de la señora con vestimenta de servicio que me ve con lástima. La vergüenza me golpea de manera brusca por ser tan indecente.

»—Dice que es urgente, ya le había dicho que usted estaba ocupado y... —intenta seguir explicando, se nota que no quiere que la regañen pero Hanniel levanta la mano acallandola.

Por decir algo está cuando los tacones y la voz escandalosa y empalagosa de Camille se hace presente «¿Camille?»

—¿Que tan importante es lo que estás haciendo para que ésta —ve a la empleada— no me deje pasar?

Se detiene justo al medio y al verme levanta una ceja, e inmediatamente siento su mirada burlona y el enojo viene a mi. Al mismo tiempo en que Hanniel se levanta como si nada hubiéramos estado haciendo antes y se le acerca.

—¿Que? ¿No puedo?

—Bien, si que puedes pero cuando lo importante —me ve por encima del hombro de él—, sea de verdad importante.

Arrugo mi ceño esperando que Hanniel por primera vez diga algo, la empleada no se va y sigue viéndome con la misma lástima de antes ¿Por qué carajos me ve así? Camille esboza un sonrisa de suficiencia y como presentía, Hanniel no dice nada.

La rabia, la decepción y sobretodo la vergüenza de estar acá me toman fuerte que me dan ganas de llorar y asiento con la cabeza para mí misma sintiéndome humillada cuando él comienza a hablar con ella ignorandome por completo, como si mi presencia fuera nada, hasta la empleada pide permiso para irse. Considero el hecho de encarar a la pendeja ésa pero no lo hago, no vale la pena. No escucho que dicen, deje de hacerlo cuando me sumergí en mi reproche, además que ni me interesa lo que digan.

Agarro mis libros y mis cosas para meterlas en la mochila y mi estuche, pero éste está vacío y ni ganas me da de levantar mis lapiceros y me levanto despacio yendo a la puerta en dónde ni siquiera quiero ver a Hanniel, estoy sorda de decepción y no lo escucho y ni sé si me habló.

Salgo a la calle y me abrochó el pantalón acomodando mis bragas, cuidando que nadie me vea y las lágrimas comienzan a salir de mis ojos, las limpio con rabia pero aún así no paran de salir. Sabía que mandar al diablo todo no sería bueno.

Bajo las graditas y entro en cuenta que no conozco el camino a esta casa, no sé dónde jodidos estoy y no voy a llamar a papá porque ese sería mi final. Lloro aún más y me dan ganas que la tierra me trate por pendeja. Saco mi celular y veo la hora «Cinco treinta» pienso en la única persona que no me abandonaría ahora y que probablemente conozca este lugar. Con toda la pena en mi cuerpo le marco.

—¿Aló? —contesta jadeante, está practicando aún.

—Allie... —trato de que mi voz no se quiebre. Carraspeo— ¿Me harías un favor?

—¿Otro? —suspira y me imagino que buscó privacidad porque ya no hay ruido de fondo— ¿Cuál?

Aprieto los ojos y me muerdo el labio.

—Necesito que vengas a traerme a un lugar.

Silencio, se queda en silencio. Después suspira.

¿Y en dónde está ese imbécil? ¿Que te hizo Collet?

Trago saliva otra vez y juego con mi mochila.

—Te contaré cuando no esté en este maldito lugar.

¿En dónde?

—En la casa de él.

Bufa indignada pero creo que sabe que no quiero hablar de lo que pasó por celular.

Llego en 20 minutos. Solo te digo que si lo miro de extripo los huevos.

—Gracias.

Y deja de llorar ya, que yo te advertí y me colgaste.

Cierro nuevamente los ojos, aguantando el golpe de "te lo dije"

—Lo sé, solo que es... Es inevitable.

Ya, Collet, que no te vean por los suelos, porque tú en dónde perteneces es en el pedestal.

Trato de decir algo pero ella me dice que ya se vendrá y cuelga. Me limpio los ojos haciéndole caso y caminando al portón de salida en dónde debo cruzar el enorme jardín. No puedo nisiquiera observarlo como quisiera porque no estoy de ánimo.

Hanniel ni siquiera sale a ver a la ventana y me enojo mucho más conmigo y con él. Salgo del portón diciéndole al guardia que me abra y, él al ver mi estado ni lo dudó. Me paro a un lado esperando a Allie y pasan como diez o quince minutos en dónde veo a la nada, sin querer desgastarme en pensar en las bajezas que me hace.

Noto a lo lejos un par de luces que me hace achicar los ojos, rápidamente se acerca y pienso en que es Allie pero conforme se hace visible la idea se desvanece. A mi vista se presenta aquel auto informal y de lujo color verde militar que ví en la universidad el día que conocí a Logan y la presencia de él se confirma.

«solo a mí me pasan estás cosas»

Me pongo nerviosa y otra vez pienso en que quiero que la tierra me trague. Pido con los dedos cruzados que el pase de largo cuando le abran el portón, ignorandome. Pero lastimosamente nada de eso ocurre.

Logan ni siquiera entra a la mansión, detiene el auto en la entrada y se baja del emanando un aire inocente pero seguro en ese auto, uno que deslumbra. Me limpio las lágrimas rápido y trato de estabilizarme.

Viene con ceñudo hacia mí con sus manos en los bolsillos.

—Hey —saluda posándose a un lado de mi— ¿Que haces acá? ¿Ya te dejaron entrar?

Bufo y sonrió amargamente. «Hasta ya salí, con un orgasmos frustrado y una ignorada del año»

—No yo, yo ya me voy —trato de no mirarlo.

El saca sus manos del pantalón, ladea la cabeza y siento como me estudia.

—¿Estás bien? Porque, perdóname, pero te ves fatal—. Su voz suena curiosa y con una pisca de preocupación.

No puedo evitar burlarme de mí, me imagino la planta de frustrada, enojada y decepcionada que tengo.

—Si estoy bien.

—¿Sí? Pues no parece —se cruza de brazos y se posa frente a mí—. ¿Que te hizo?

Arrugo mi ceño y rendida levanto la cabeza viéndolo a la cara. La diferencia de estatura es notaría, es un poco más bajo que Hanniel pero sigue siendo alto para mí.

—¿Qué?

El bufa irónico y relaja sus brazos a los lados. Su cabello negro desordenado y atractivo no pasa desapercibido.

—Claro, te hizo algo —afirma para sí mismo y me confunde más—. ¿Te llevo a casa o algo que pueda hacer por tí?

Me lamo los labios enderezandome y viendo para otro lado, mordiendo el interior de mi mejilla para que las lágrimas no me salgan frente a él.

—Mira...

—Esta bien ¿Si? —lo interrumpo no queriendo su lástima— yo ya me voy y me vendrán a traer, gracias de todas maneras por interesarte en lo que pasa.

Me esfuerzo por dedicarle una sonrisa y él me corresponde mostrando así sus colmillos blancos. Ya entiendo porque a Allie le encantó él.

Trata de decir algo pero el rechinar de las llantas de un auto hace que él voltee su cabeza al igual que yo para ver de quién trata, aunque ya sepa quién es.

—Ah, ella vendría —dice e inmediatamente noto como se pone nervioso.

Allie estaciona el auto en la acera y baja emanando su tan típico aire de diva empoderada, pero fuera de eso se ve que está enojada. No viene arreglada, viene con su ropa deportiva y una coleta. Se acerca a nosotros segura de sí misma aún estando así y que quien le gusta está acá.

—Vamonos —se dirige a mí viendo de arriba abajo a Logan quien pasa el peso de un pie al otro por la mirada tan atrevida.

—Si ya —le digo queriendo ir a dónde ella cuando de pronto se quita el suéter que trae.

—¿Hace mucho calor no? —yo no puedo evitar sonreír ante lo que está haciendo.

Deja a la vista su cuerpo enfundado en un solo top corto que se le ajusta las tetas grandes, su piel tiene una leve capa de sudor haciéndolas brillar y a Logan se le desvían los ojos a ese lugar que Allie quería que viera. Se recompone rápido y se vuelve a mi por ser débil.

—Que estés bien —me dice y se endereza haciendo presente su altura ante Allie.

—Nos vemos, Allie.

Jesus bendito, su voz sonó ronca y coqueta si no me falla el oído, de inmediato sé que le mojó las bragas a mi amiga. Él la rodea tomándola levemente de la cintura y apartándola de su camino y se dirige a su carro.

«El estafador resultó siendo estafado»

Yo lo sigo con la mirada y cuando entra al auto aterrizo la vista en Allie quien abre sus ojos mucho diciéndome que la ha puesto loca y yo me río mordiendo mi labio.

—Vas a tener que cambiarte de bragas —le digo tomándola de un brazo

—Ése niño me está poniendo contra las cuerdas —dice perdida y viendo para atrás donde Logan se adentra en la mansión acelerando.

—Quisieras que fuera literal.

Se voltea y entorna los ojos.

—Cállate Collet, que estoy molesta contigo —y los ánimos vuelven a irse por los suelos.

Nos vamos en dónde soporto el reproche de Allie que me dice siempre lo mismo pero nunca me aclara las cosas. Sin embargo me calan sus palabras y me hace poder creer que tendré el poder en mi de no volver a caer en las garras de Hanniel.

Ya no lloro porque ella me lo prohíbe llevándome a tomar un licuado en una cafetería mientras mi remordimiento y mi ánimo está fatal, viéndome agarrando mi celular y marcandole a Wyatt.

Bebé.

—Hola mi amor —trato que a mí mente no venga el idiota.

—¿Que pasa? ¿Cómo estás?

—Bien muy bien —las ganas de convencerme me ganan— ¿Cuando vendrás a verme ya? Te necesito.

Ya casi —suena coqueto y sonrió con amor.

—¿Si? ¿Cuando?

El viernes.

Sonrió y siento algo raro en mi estómago. Lo necesito para dejar al otro y ser fuerte, para contarle lo que he estado pasando.

—¿Y si vienes el jueves? Solo un día mas podré aguantar.

El ríe y suspira haciéndo que yo también lo haga y pida que me diga que si.

Esta bien —dice al fin y yo suelto el aire que estaba acumulando.

—¿Enserio?

Si, que más da. Así tendré más tiempo para verte y de paso comerte.

Me remuevo incómoda con cargo de conciencia y agradezco que Allie haya ido al baño.

—Claro, yo también —me emociono sin mentiras y tomo un sorbo de mi licuado.

Nos vemos entonces mi amor.

—Te amo, Wyatt.

Yo también.

Cuelga el celular y no puedo evitar sentirme feliz, ya no le daré el gusto a Hanniel.

Allie me lleva a mi casa y no le cuento sobre Wyatt y me despido de ella agradeciéndole por lo que hizo por mí y por advertirme.

Abro la puerta cuando ella se va y quedo estática con la imagen de esas dos personas sentadas en el sofá de la sala, hablando agusto con papá y Dafne abrazada a una de ellas.

Maldita sea, lo único que me faltaba para culminar el día con broche de oro. «La suerte nunca está de mi lado»







Publicado el 24/12/2020 a las tres cincuenta horas.


Nota de la autora:

Logan ❤️

Acá sus opiniones sobre el capítulo.

En una hora el siguiente.

Pdt: Éste Lionel es un descuidado.

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