Mi plan había funcionado: Changbin había llegado a las siete y media jueves y viernes, gracias a Fefi. Y por lo tanto, lo minutos se reducían a la mitad para estar con Christopher, algo que aunque no me gustaba mucho, hacía menos difícil la resistencia. Sin embargo, no dejaba de ser duro.
[...]
Miré la hora cuando el timbre sonó, Jisung había llegado sólo dos minutos tarde, entonces apagué el televisor y me encaminé hasta la puerta para abrirla.
—Lindo departamento —musitó, paseando su mirada por todo alrededor—, aunque el edificio es un poco melancólico...
Sonreí. —Gracias por venir —le dije.
—Para mí es un honor que me hayas invitado a tu casa... Bueno, departamento.
—Gracias, eres el único con el que puedo hablar de esto.
Fui hasta mi habitación e hice que me siguiera.
—Sabes que siempre podrás contar conmigo, Minho.
Le sonreí, mostrándole confianza.
Me puse en cuclillas y rebusqué entre los cajones de mi buró, y del inferior saqué mi gran tesoro: un sobre amarillo en tamaño carta, de un grosor considerable que aventé luego sobre la cama, haciéndolo rebotar sólo un par de veces. Le hice un a seña a Jisung para que abriera aquel sobre y al instante comprendió, se acercó y lo tomó en sus manos.
—Vaya, sí que pesa —bromeó, alzando las delicadas cejas. Deslizó el pequeño hilo rojo y abrió el sobre, sacando un montón de fotografías que estuvieron a punto de caerse—. ¡Wow! —dijo, sorprendido cuando notó cuántas fotos eran y sobre todo, de quién eran— Este tipo podría trabajar de modelo —musitó y aunque aquello era para hacerme reír, no pude hacerlo—. Esto es como un libro, o como una exposición de algún museo.
—O un manual de lo prohibido —musité.
Él se rio. —Eso suena interesante.
El timbre apagó la risa de los dos, pero eran apenas las seis con quince, ¿quién podría ser?
Ambos nos miramos extrañados.
—¿Esperas a alguien? —me preguntó.
—No que yo sepa.
Negué con la cabeza y después salí de la habitación para abrir la puerta. Jisung fue detrás de mí, y cuando abrí el armazón de madera, me llevé una gran sorpresa al encontrar a Christopher ahí.
Los ojos casi se me salían de los órbitas.
—¿Bang? —articulé, totalmente sorprendido.
—Yo pensé que ya habíamos dejado las formalidades —bromeó y luego miró por encima de mi hombro a Jisung, quien lo miraba embobado.
Se pasó sin que yo le dijera que lo hiciera y le sonrió a Jisung, extendiéndole la mano.
—Hola, soy Christopher.
—El novio de Changbin —dije, y de mala gana cerró la puerta. ¿Por qué nunca deja bien en claro quién es?
—Hola, Jisung —musitó este mismo, tendiéndole la mano también.
—No, yo soy Chris —dijo él, y Jisung se carcajeó.
—No, no, digo que yo soy Jisung.
Me aclaré la garganta, haciéndome notar.
—Jisung... El manual en mi habitación... Podrías guardarlo, ¿por favor? —farfullé, recordando que habían dejado las fotografías al descubierto y regadas en la cama.
—Oh, claro.
Él captó rápido el hilo de mis palabras y salió disparado a mi habitación.
Miré a Christopher por mientras, aunque no quería admitir que estaba encantado de tenerlo aquí, traté de permanecer serio.
—¿No es muy temprano para que vengas? —traté de sonar lo más normal que pude, pero el pánico no se podía ocultar muy bien detrás de mi voz.
—Sí, pero ya que mañana es la fiesta del señor Lejeune, quiero saber cómos nos vamos a organizar mañana o a qué haremos.
Su mirada gacha bailó fugaz.
—Pero...
—¡Listo! —Jisung me interrumpió, saliendo de mi habitación con una sonrisa brillante en el rostro.
En ese momento agradecí al cielo que él se encontrara aquí, al menos así no sería tan obvio, y no me vería tan torpe al hablar con Chris. Y mi razón mantendría calmado a mi corazón.
[...]
Christopher y Jisung conectaron enseguida; ambos eran muy sociables y la plática entre ellos fluyó de manera muy rápida. Aquello me alegró.
Cuando Changbin llegó con Felix, sonreí de manera significativa, y aunque me doliera en lo más profundo de mi alma ver a Chris y Changbin juntos, sabía que aquello me serviría para poner un freno a mis absurdos sentimientos.
Y luego de que Felix y Jisung se fueran, me encerré en mi habitación como de costumbre, pero no pasó mucho tiempo antes de que oyera que llamaban a la puerta. El murmullo de voces había desaparecido del exterior y sólo el sonido de golpeteos en la puerta, algo apagados, se escuchaban en aquel silencio sepulcral.
Salté de la cama y abrí la puerta; la cara de Changbin no era la misma, era bastante triste, podía notarlo.
—Bin, ¿qué pasa? —pregunté, preocupado.
—Necesito hablar contigo —dijo y se sentó en mi cama.
No sólo su rostro estaba triste, su voz parecía haber dejado la alegría también.
—¿Sobre qué? —inquirí, ahora nervioso, ¿sospecharía él acaso que yo estaba enamorado de su novio?
Me quedé de pie, mordiéndome el labio inferior y esperando a que hablara.
—Es Chan —musitó.
El corazón se me paró por un segundo.
—¿Qué...? ¿Qué pasa con Chan...? —farfullé, torpe.
Changbin bajó su cabeza, y sus hombros se cayeron rendidos, encorvando su espalda.
—Ya no es el mismo de antes.
Me senté a su lado. —¿Qué quieres decir?
—Casi no está conmigo, ya no me llama todos los días y cuando vengo del trabajo, se va rápidamente. Lo notó distraído cada vez que hablamos, como si su mente estuviera en otro lugar —confesó. Abrí los ojos de par en par, aquello sí que no me lo esperaba. Es decir, desde que conocí a Christopher como el novio de Bin, se veía claramente que lo quería muchísimo, estaba siempre al pendiente de él y yo era a veces testigo de sus demostraciones de amor; pero junto con el desconcierto, la culpa comenzó a aflorar—. Hablé con Felix sobre esto —continuó, ahora mirándome, sus oscuros ojos no tenían mucha luz.
—¿Con Felix?
—Sí, su hermano, digo, ¿quién podría conocerlo mejor? Pero sólo me dijo que Chris es así de raro, que me quería y dejara de preocuparme.
—Eso es cierto. Mira, Chris y tú son la pareja perfecta —le dije, aunque me costara aceptarlo—. Christopher te quiere, créeme, eso se nota.
Resopló. —No tanto.
¿Pero qué podría decirle yo? Me sentía culpable, y no es como si tuviera el ego muy grande ni nada de eso, pero sabía a lo mejor porqué el comportamiento de Christopher.
—Mira, tranquilo, ¿sí? —lo animé— Mañana iremos a la fiesta esa de tu jefe. Verás que tarde o temprano, Chris volverá a ser el mismo —dije, mientras en mi cabeza ya pensaba la fecha en la que partiría.
[...]
Esa noche traté de dormir, pero lo cierto era que no pude pegar los párpados durante un par de horas.
Changbin ya había comenzado a notar que Chris estaba extraño, por supuesto, él no era para nada tonto y tarde o temprano se daría cuenta de la razón de su comportamiento.
Tenía que irme, tenía que irme pronto. Antes de todo se complicara más, yo me iría y dejaría que Changbin y Christopher volvieran a sus vidas antes de que yo llegara a París.
Por mi parte, yo intentaría olvidarme de él, y seguiría mi vida como había sido antes, llamaría a Bin todos los días y si acaso, sólo pediría que saludara a Chris de parte mía.
Huir era lo mejor.
Lo mejor hasta ahora.