Capítulo 12/?

338 48 16
                                    

Una vez aclaradas las cosas, Jeongin y yo pasamos el rato riéndonos, aunque mi risa no tuviera mucho sentido.

—Creo que ya es hora de irme, no quiero perderme la cena —Innie dijo, sobándose la panza.

Le sonreí. —Está bien. Ojalá podamos vernos mañana.

—Claro.

Me paré para abrir la puerta de mi habitación y Jeongin me siguió.

En cuanto la madera me dejó ver la escena del exterior, deseé cerrarla de nuevo en un portazo.

¿Cuántas veces necesitaba ver la escena amorosa entre Christopher y Changbin para que mi corazón se rompiera por completo?

Me paré en seco y con Jeongin detrás de mí. Bin y Chris se separaron y sus vidas volvieron a ser dos.

Algo tironeó dentro de mi corazón.

—Perdón —Jeongin dijo, ya que me había quedado sin voz.

—Oh, no te preocupes, Innie —Changbin se levantó del sofá y se acercó—. ¿Ya te vas? —preguntó, medio consternado.

—Sí —dijo él.

Me empujó por la espalda discretamente, mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro afligido.

Medio reaccioné, y ahora seguía a Jeongin hacia la puerta principal.

—Nos vemos luego, chicos —dijo Innie, sacudiendo la mano en dirección a Christopher y Changbin.

Entonces se acercó a mí y le plantó un tierno beso cerca, muy cerca de los labios, rozando sólo la orilla y antes de que se despegara de mi rostro, me guiñó un ojo.

Me quedé allí parado, analizando lo que Jeongin acababa de hacer, o mejor, el porqué lo había hecho.

—Adiós —musité por fin, y luego cerré la puerta tras ver una última vez la sonrisa de Innie antes de darse la vuelta e irse.

Me giré y los ojos inquisidores de Changbin me acusaron, mientras que los de Chris me miraban como si estuvieran furiosos. Pero eso era imposible, ¿no? No podría enojarse tanto por unas rosas, porque esa era la razón... ¿No?

Se limitó a intimidarme y sólo cuando lo notó, dejó de hacerlo y bajó la mirada.

—¿De qué hablaron Jeongin y tú? —preguntó Changbin, con la curiosidad que siempre había existido en él, y que ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.

Me encogí de hombros. —De nada importante, ya sabes. De su tía, la cena —dije, divagando un poco—. ¿Te digo algo? Voy a checar el correo —inventé, sólo para poder escapar un momento de aquella incómoda situación.

—Pero...

No dejé que Changbin terminara e interrumpí el sonido de su voz cuando la puerta me colocó del otro lado.

Suspiré y bajé con lentitud las escaleras; necesitaba un poco de aire fresco.

Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia, pero no había nada más que unos cuantos folletos del banco, a lo poco que pude entender.

Los corté en cuadrados e hice unas pocas grullas de papel, y las volví a meter al cajón, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada, llevándome ambas manos a mis antebrazos.

Esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire.

Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.

Manuel de l'interdit [Banginho]Where stories live. Discover now