Capítulo 14/?

355 55 20
                                    

El chillido del tocino en mis oídos y el aroma que desprendía hacía que mis tripas se quejaran de hambre.

Apenas había conseguido sobrevivir ayer, y tenía que admitir que me dolía bastante el corazón verlos reírse y abrazarse, y ni hablar de cómo se me partía cuando se besaban.

Serví el tocino sobre un plato amarillo en donde ya estaban un par de huevos fritos, por consiguiente me senté a comérmelos, tratando de no traer a mi mente los recuerdos del día de ayer, porque dolía, en serio dolía.

[...]

Una vez que terminé de comer, lavé mi plato y salí del departamento; hoy tenía que ir con Jisung a contarle todo.

Lo saludé en cuanto lo vi, su camiseta beige fue lo primero que capté en la oscuridad del laboratorio antiguo.

—Me tienes abandonado —me dijo, bromeando.

—Lo sé, lo siento.

Me sonrió entusiasmado. —¿Tienes material nuevo?

—No en realidad, no he venido para revelar fotos ahora; para ser sincero, tengo que contarte algo.

—¿Jeongin preguntó por mí?

Sus ojos destellaron encanto. Reí.

—La última vez no, pero sí lo hace.

—Oh... —musitó.

—Vayamos a tomar un café, ¿puedes?

—Claro.

Salimos y recorrimos algunas calles, hasta que nos sentamos en una cafetería cercana.

—Bueno, dime que me estoy muriendo de la curiosidad —me instó, palmeándome el brazo. Sonreí nervioso y su expresión cambió al instante—. ¿Por qué esa cara? —preguntó, preocupado.

Pensé que decirlo así sin tantos rodeos era la mejor opción, así que hablé rápido y sin tropiezos: —Me gusta el novio de mi mejor amigo.

—¡Oh! ¿Pero qué cosas dices, eh? Cuéntamelo todo, tengo bastante tiempo.

Me le quedé mirando, sorprendido y divertido por la reacción. Pero Jisung interpretó mi silencio.

—Ah, lo siento —dijo, tranquilizándose y volviendo a recargarse sobre el respaldo de la silla—. Cuéntame.

Le conté la historia desde el principio, puesto que el tiempo nos sobraba a ambos, y desahogarme con él resultó de lo más fácil que con Felix o Jeongin. En el transcurso de la charla, lo observé haciendo expresiones de sorpresa y otras veces estaba sumamente atento. Todo eso me recordó a Innie, ya que ambos tenían un rostro expresivo pero digno de ser el de un ángel.

[...]

Cuando terminé de contarle, el silencio que guardó me hizo sentir nervios y comencé a enrollar mis dedos en el mantel café de la mesa.

—Es el men de las fotos, ¿no?

—Sí.

Sonrió con autosuficiencia.

—Lo sabía.

—¿Qué sabías? —pregunté, confundido.

—Minho, veía tus ojos brillar cuando hablabas sobre él, y vaya que es guapo el muchacho, ¿eh?

—¿En serio? —dije, afligido. Si él lo había notado, ¿Christopher se habrá dado cuenta de cómo es que mi corazón late cuando está cerca?

—Lo amas —puntualizó.

Manuel de l'interdit [Banginho]On viuen les histories. Descobreix ara