EXTINCTION【Libro I】|Disponibl...

由 hanabiXO

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《𝐀𝐁𝐑𝐀𝐊𝐀𝐃𝐀𝐁𝐑𝐀 #𝟏》 ❝𝕯𝖎𝖔𝖘 𝖍𝖆 𝖒𝖚𝖊𝖗𝖙𝖔❞... Y su raza está maldita. ¿El amor será suficiente... 更多

✧ Disponible en FÍSICΩ & E-BOOK ✧
✧ Guía ✧
✧ Mapa ✧
✧ Booktrailer ✧
☽ Prólogo ☾
☽ Capítulo 1 ☾
☽ Capítulo 2 ☾
☽ Capítulo 3 ☾
☽ Capítulo 4 ☾
☽ Capítulo 5 ☾
☽ Capítulo 6 ☾
☽ Capítulo 7 ☾
✧ La luna escarlata ✧
☽ Capítulo 9 ☾
☽ Capítulo 10 ☾
☽ Capítulo 11 ☾
☽ Capítulo 12 ☾
✧ Luna y Avellana ✧
☽ Capítulo 13 ☾
✧ Cromo ✧
☽ Capítulo 14 ☾
☽ Capítulo 15 ☾
☽ Capítulo 16 ☾
☽ Capítulo 17 ☾
☽ Capítulo 18 ☾
☽ Capítulo 19 ☾
☽ Capítulo 20 ☾
☽ Capítulo 21 ☾
☽ Capítulo 22 ☾
☽ Capítulo 23 ☾
☽ Capítulo 24 ☾
☽ Capítulo 25 ☾
☽ Capítulo 26 ☾
☽ Capítulo 27 ☾
✧ Nota de autora ✧
☽ Capítulo 28 ☾
☽ Capítulo 29 ☾
☽ Capítulo 30 ☾
☽ Capítulo 31 ☾
☽ Capítulo 32 ☾
☽ Capítulo 33 ☾
☽ Capítulo 34 ☾
☽ Capítulo 35 ☾
☽ Capítulo 36 ☾
☽ Capítulo 37 ☾
☽ Capítulo 38 ☾
☽ Capítulo 39 ☾
☽ Capítulo 40 ☾
☽ Epílogo ☾
☽ Extra 1 ☾
✧ Agradecimientos ✧
A V I S Ω
☽ A B R A K A D A B R A #2 ☾

☽ Capítulo 8 ☾

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由 hanabiXO


—¿Y Hazel?

—Vomitando —informa Kuro, alcanzando a los dos omegas que transitan por el corredor—. Dijo que lo esperemos en el vestíbulo.

—Pobre Haz... ¿crees que ya se le hizo una úlcera? —le pregunta alicaído Nate.

Nah, se le pasará en cuanto su estómago se depure.

El omega deja escapar un suspiro de alivio, sintónico con sus pasos ligeros y gráciles.

—¡Anímate! —continúa Kuro—. Nuestro cautiverio acabó, estamos a salvo y tenemos a Hazel. Todo ha salido bien después de todo, ¿o no?

Lya comienza a negar con la cabeza.

—Es demasiado bueno para ser verdad.

—Oh, vamos, no seas aguafiestas —gimotea Nate.

—No soy aguafiestas, es solo que... me parece extraño.

—Eres muy parecida a Hazel, ¿sabías? —señala Kuro.

—¿Eh? ¿En qué?

—Emm, bueno, siempre le buscas la quinta pata al gato, por ejemplo. Ah, también eres adorable, pero ambos tienen una lengua bastante filosa cuando se cabrean y son algo cabezotas.

Lya forma una "o" diminuta y ofendida con sus labios.

—¡¿Qué estás tratando de decir, humano?!

—¡Ves! ¡Hazel es igual! Es sumamente sensible a la crítica, pero suele ignorar las cosas positivas que resaltan sobre él.

El beta solo consigue embarrar la situación, armando una anodina trifulca de camino al vestíbulo, en la que queda en medio el pobre Nate. Iba a protestar en defensa de sus oídos justo cuando un repeluzno se le enreda entre los músculos.

Un tipo gigante con túnica pasa al lado de Kuro, caminando hacia la dirección de la que ellos vienen. El pequeño omega ojea por sobre su hombro la espalda ancha del encapuchado con una buena dosis de cobardía.

—Oh, Ouran tiene los ojos grises —manifiesta Kuro, echando un vistazo también.

El sujeto dobla hacia el pasillo de la izquierda, perdiéndose de vista.

—¿Era Ouran? No lo alcancé a ver, ¡pero me dio escalofríos!

—Debe haber sido él, yo también sentí escalofríos —alega Lyanna.

—Tal vez... ¿fue un muerto? —teoriza el beta.

—No digas esas cosas —susurra Nate, asustado a muerte—. Además giró hacia donde se encuentran nuestras habitaciones... y Haz sigue allí.

—Es probable que Moon lo haya enviado a buscar a Hazel, déjense de delirios.

Lya logra infundir la lógica... momentáneamente. Cuando los tres finalmente llegan al recibidor del castillo y ven allí a Moon y a Ouran esperándolos para llevarlos de regreso a la ciudad, sus rostros se rodean de signos de pregunta intangibles.

Nate es el primero en entrar en crisis.

—¿N-No fuiste a buscar a Hazel?

Ouran ladea la cabeza, Moon frunce el ceño.

—¿De qué hablas? —inquiere el alfa líder.

—Venga, d-debe haber sido un guardia entonces —razona Lya en un hilo de voz. Su rostro se ha demudado.

—O un muerto —persevera Kuro.

Moon se aproxima hacia los tres con su porte amenazante, apurando la explicación de Nate.

—¿Enviaste a un guardia hacia nuestras habitaciones? Es que... acabamos de toparnos con un tipo de aura aterradora y-y... pensamos que era Ouran.

Del semblante de Moon se borra todo matiz de emoción y color. Él no ha enviado a nadie y ningún guardia debería andar merodeando por los interiores de su morada.

—¡¿Dónde está Hazel?!

Tanto los omegas como el beta dan un paso hacia atrás instintivamente.

—E-En su cuarto —tartamudea Kuro—. Él estaba... ¡Hey! ¡¿Qué sucede?! —exclama cuando el alfa echa a correr, desenvainando la espada que lleva siempre a cuestas.

Ouran sale tras su líder con los ojos abiertos en dos grandes esferas, enseñándoselos por primera vez a Kuro, Lya y Nate. ¿Quién hubiese imaginado que el beta profetizó por accidente el color de sus iris?

Los tres hacen el amague de seguir a los alfas, pero sus intenciones se ven socavadas por el mandato intransigente de Moon.

—¡Ouran, llévate a esos tres a la antesala del templo y quédate con ellos!

—¡No puedo, yo tengo que...!

—¡Haz lo que te digo!

Ante el rugido del líder Ouran vacila hasta detenerse.

Apretando los dientes y puños, se vuelve hacia el beta y los omegas. Atenaza las garras en las prendas superiores de los tres y se los lleva a rastras, pasando por alto la lluvia de quejas y ansiosos cuestionamientos.

Hazel

Abrazo el váter con el cuerpo fatigado, la garganta ardiendo y un plus de deshidratación. Contemplo lastimeramente el grifo reluciente del lavamanos, anhelando una mísera gota de agua, pero soy consciente de que si me atrevo a beber algo de nuevo me quedaré a vivir en este baño con el retrete como amante.

Tengo que irme de este espantoso lugar lo antes posible, da igual si debo mutar a una pasa para conseguirlo. Mis piernas tiritan al incorporarme y casi me lanzan al suelo cuando salgo al dormitorio. Haciendo un enorme esfuerzo, soy capaz de resistir un nuevo ataque de náuseas.

Aprovechando el respiro que me da mi victoria, aúno fuerzas, tomo mi móvil —recién recuperado— de la mesita de luz y me dispongo a abandonar el cuarto para siempre.

Por las prisas que llevo casi choco con el cuerpo de considerable tamaño que me bloquea la salida. Doy un bote por la sorpresa y al segundo siguiente el pulso se me descontrola en una señal de alerta.

Cuando alzo la vista, no solo pierdo por completo el aliento, sino también la firmeza y la estabilidad, y no estoy seguro de si también la cabeza.

Caigo de espaldas. De inmediato trato de recuperarme al menos lo suficiente para gatear hacia atrás al son que las lágrimas se arremolinan en mi visión. Un gemido de dolor se cuela entre mis dientes mientras me tallo los ojos con brusquedad para despejar la cruel fantasía de mi mente enferma.

Me duele. Me duele mucho el alma. Duele tanto que me ahoga.

Comienzo sollozar al dejar de restregarme la cara, porque Seth sigue de pie en el umbral, mirándome con sus ojos de cenizas y polvo, meros escombros de vida. El gris triste y residual es opaco como la piel, que grotescamente irregular en la zona del cuello.

¿Me he deshidratado al punto de la locura?

Seth se adelanta dos pasos y el parqué bajo sus pies crepita.

—¿Seth? ¿Mi amor, eres tú? —Mi voz tiembla tanto que ni yo la reconozco—. Mi alfa...

Me quedo en silencio al verlo levantar uno de sus brazos hacia el techo. Sus dedos extendidos y juntos emulan la punta de una lanza. Sin mayor preámbulo, deja caer el brazo hacia mí con una fuerza bestial, cortando el aire como látigo.

Una fuerza inusitada me impulsa a hacerme a un lado un instante antes de que la mano entera y parte del brazo de Seth impacten contra el sitio vacío que dejó mi cuerpo. El suelo se parte con un sonoro estallido, abriéndose a mi lado una brecha que atraviesa el parqué desde una pared a la otra, convirtiéndolo en trozos de madera astillada y quejumbrosa. Un homólogo de mi corazón.

—¿Qué... qué está sucediendo? ¿Por qué... está pasando esto?—grazno para mí mismo, contemplando rendido como Seth desencaja la mano del piso para repetir el movimiento.

Aprecio su expresión vacía y algo distorsionada por la capa acuosa que cubre mi visión. El shock no me permitirá evitar otro golpe, por lo que todo mi ser se reduce a quedarme encogido en el suelo mientras la angustia y el desconcierto me consumen.

El brazo de Seth desciende una vez más para dar el golpe definitivo. No obstante y de milagro, acaba errando nuevamente y formando una segunda grieta en el parqué. Algo me ha agarrado del tobillo para arrastrarme hacia el pasillo, salvándome la vida.

Ese algo me levanta en brazos y solo en ese momento puedo reconocerlo por su calor y aroma.

—¡Mo...!

Un fuerte impacto me llega indirectamente y hace que me trague el apodo. Luego, la fuerza gravitacional parece desaparecer junto con la ventana que Moon y yo atravesamos gracias a la patada de Seth, causando una ensordecedora estridencia.

Caemos al jardín junto a miles de esquirlas de cristal. Casi veo mi vida pasar frente a mis ojos al recordar que unos cincuenta metros nos separan de tierra firme.

Si hubiese tenido que adivinar mi forma de morir, ni en un millón de años me habría imaginado que sería así... en brazos de un rey tirano, aplastados contra el suelo luego de que mi novio —que creía muerto— nos arrojó por una ventana de una patada.

Una sacudida hace que mi estómago esté al borde de salir despedido por mi garganta. Moon ha hincado su espada entre la piedra color grafito del castillo, creando un punto de sujeción del cual pendemos y dependemos como si se tratase de un peñasco redentor. El brazo izquierdo del alfa me comprime contra su pecho en tanto el derecho nos mantiene suspendidos con un balanceo de suspense, posponiendo para otra ocasión nuestro final. Es una lástima que esa ocasión llegue tan pronto. La hoja de la espada comienza a aflojarse con unos crujidos que drenan la sangre de mi rostro.

—Joder. —En cuanto Moon termina de maldecir, la hoja se desclava.

Ante la imposibilidad de hacer algo por evitar la tragedia, me las apaño gritando y llorando al mismo tiempo mientras caemos. Enrosco los diez dedos en la camiseta de mi "Arcano" y sumerjo la cara en su pecho hasta que segundos más tarde vuelvo a alzar la cabeza. Aún sigo vivo y unido. Oigo un "clanc" mucho más abajo en el momento en que la sensación de vértigo se allana una vez más. La mano de alfa se encuentra incrustada en la pared en reemplazo de su espada, dejando en la superficie cinco marcas profundas de rasguños que se extienden unos tres metros hacia arriba.

El cerebro me da vueltas por el debate interminable entre la vida y la muerte y la incertidumbre de no poder determinar un ganador.

—Tranquilo, no morirás hoy. ¿Puedes agarrarte de mi cuello?

—¿Qué diablos... está pasando? —inquiero con palabras mutiladas, enlazando firmemente mis brazos por detrás de la nuca del alfa mientras él calcula la distancia hasta el suelo.

—Me soltaré ahora, no te asustes.

Ni me da tiempo a replicar. Mis intestinos flotan una vez más cuando Moon arranca las garras de la piedra. Durante el resto de la caída solo alcanzo a gimotear plegarias hasta que un súbito freno me indica que aterrizamos en el sendero del jardín que costea el castillo.

Observo pasmado el cráter que se formó bajo las piernas flexionadas del alfa, las cuales no han sufrido ni un rasguño. Un ruido breve y fuerte se oye casi a la par de nuestro aterrizaje como si fuese un eco, solo que proviene de un segundo boquete a un par de metros del nuestro y abierto por el peso de Seth, que se lanzó sin más por la ventana. Moon me avienta hacia unos arbustos a varios metros antes de recibir otro ataque, aunque esta vez logra interceptarlo e incluso contraataca. Con un movimiento meteorítico su antebrazo golpea y oprime el cuello del otro alfa, aplastándolo contra la pared sin escatimar en violencia. La piedra se hunde y estalla en fragmentos bajo el cuerpo macizo de Seth, pero él ni siquiera parece haber sentido el implacable impacto.

El sentimiento de desolación que se había desarrollado en las raíces de mi alma acaba siendo devastador cuando presencio que, efectivamente, Moon lo está ahorcando.

—¡No!

—¡No te acerques! —ruge, girando mínimamente el cuello hacia mí. Por ese leve descuido no llega a anticipar la próxima acción de Seth, quien coge un trozo de piedra afilada que cuelga floja de la pared averiada para utilizarlo a modo de cuchilla.

Un grito queda ahogado en mi garganta al ver cómo lo entierra diestramente en el ojo derecho de Moon. Desestabilizado por la sorpresa y el dolor, termina siendo blanco de otra patada que lo manda lejos. Seth se despega del hoyo que dejó en el castillo y avanza hacia mí impertérrito, poniendo su mano en lanza una vez más.

Mi cabeza me empuja a correr hacia él y abrazarlo, mi instinto me sugiere que huya si no quiero acabar muerto.

—¿Qué te han hecho? ¿Quién te ha hecho esto? —musito, detectando las venas negras que serpentean bajo el tinte fantasmagórico de su piel. No parpadea, su pecho está rígido y sus pasos son forzados y oxidados.

Realmente está muerto.

—Está siendo manipulado por un nigromante¹.

Mi corazón casi rompe mi caja torácica, pues no he advertido el instante en que Moon llegó a mi lado. Me ubica detrás de sí y traza en el aire un ademán de llamada con dos de sus dedos. La espada que yacía en el suelo vibra y sale volando hacia su mano, la hoja negra centelleando y rodeándose de un halo rojizo.

—No le hagas daño... por favor...

—No puede sentir dolor físico —aduce mientras empuña diligentemente la espada.

—¡Moon! ¡Te lo ruego! —Me cuelgo de su abrigo para impedirle el avance.

Él chasquea la lengua con fiasco, pero finalmente guarda la espada. Tras envolver mi cintura con un brazo, retrocede a grandes saltos para establecer distancia con Seth, que continúa aproximándose mecánicamente. Cuando Moon estima que ya estamos lo suficientemente lejos, me suelta y se agacha para dibujar toscamente un símbolo sobre los adoquines del sendero, utilizando como tinta la sangre que chorrea de su ojo apuñalado. Acabada la labor de cruento arte, se incorpora para recitar algo inentendible en susurros.

Seth ya ha recorrido un buen tramo de camino hacia nosotros, pero al percatarse de las intenciones de Moon se detiene abruptamente. En el instante en que percibo el aire condensarse, Seth inesperadamente huye. Del glifo trazado se filtra un calor sofocante como si se tratase de las puertas abiertas del Infierno y, luego de que el suelo se sacudiese con un importante remezón, un par de cadenas gruesas que humean con un color púrpura fulgente salen despedidas del mismo. Dan la impresión de ser dos anacondas furiosas, zumbando veloces por el aire para alcanzar al prófugo.

Seth las esquiva con una agilidad incompatible a los flemáticos movimientos anteriores, ya sea mientras se encuentra en el aire durante sus saltos o cuando se sujeta a la pared del castillo para treparla como una araña. Las cadenas azotan la piedra fallando en atraparlo hasta que parecen llegar a su límite de extensión. Seth escala hasta una de las cúspides puntiagudas rodeadas de gárgolas y desaparece detrás de la misma de un salto.

Las cadenas se retraen hacia el glifo como un elástico destensado. Moon contempla meditabundo la cúspide gótica, más no se muestra irritado por haber perdido su objetivo. Una forma vaporosa comienza a materializarse frente a nosotros, aunque no llega a alcanzar un estado corpóreo. Es más como una nube oscilante con apariencia humana.

—Síguelo —le ordena Moon.

La nube humana se disipa al instante. A la par, mis rodillas se vencen y aterrizan sobre los adoquines. El embrollo emocional y confusional me llevan a colapsar mentalmente, gatillando una crisis de angustia inaplacable.

Una somera presión en mi hombro aspira a contenerme, pero me escurro como el líquido de un envase roto, vertiendo mi ser en lágrimas y sin ningún tipo de salvación.

—¡¿Qué le hicieron?! ¡Dime!

—Tranquilízate, no resolverás nada poniéndote de esa manera...

Me toma cuidadosamente del brazo para levantarme, pero lo aparto acérrimamente indispuesto a moverme y demasiado dispuesto a dejar de existir.

—Vayamos adentro y hablemos...

—¡¿Sabías de esto?! ¡¿Por eso querías enviarme de vuelta?! —escupo. La ira se abre paso entre la tristeza y la desorientación, presentándose como el camino más fácil para expresar mi caos interior. Tal vez si lo expulso de la manera que sea logre que deje de arder por dentro—. ¡Todo se fue a la mierda desde que me enviaste este maldito anillo! ¿Con que los demonios no caminan solos? ¡Búscate a otro desgraciado para arruinarle la vida! Déjame en paz, déjame en paz, déjame en paz.

Lo fulmino con odio en mi mirada, que pronto se convierte en perplejidad al impactar su puño contra mi mejilla lo suficientemente fuerte como para lanzarme hacia atrás y entumecerme el lado izquierdo del rostro.

Me llevo una mano a la zona hormigueante, boquiabierto pero mudo.

—Lo siento, pero no soy tu niñera ni tu chivo expiatorio. Hasta yo tengo un límite para soportar omegas inestables que solo saben ahogarse en sus problemas, quejándose de que nadie les ayuda a nadar y endilgándole la culpa de sus "desgracias" a otro.

En dueto con el puñetazo, dichas palabras destruyen con un golpe impalpable el encono que me servía de descarga, dejando solo el llanto desconsolado y un sentimiento de incapacidad.

Sé que no es su culpa. Sé que todos hemos sido arrasados por un destino injusto y cruel. Yo lo sé, pero...

No opongo resistencia cuando vuelve a asir mi brazo. Mis piernas trepidan como las de un cervatillo recién salido del vientre de su madre y las náuseas me vuelven a pasar factura.

El alfa me sostiene mientras me atosigan las arcadas y las lágrimas. Suelta un suspiro, esperando pacientemente que me encuentre apto para caminar, lo cual no sucede. Al final vuelve a cargarme en brazos, lo que contribuye a consolidar el hecho de que he acabado siendo un lastre con patas. Me esmero por reprimir el deshonroso llanto, pero los hipidos y ruiditos que se me escapan suenan aún más lamentables, tanto que la preocupación crispa las cejas del alfa. Me examina con su ojo sano; su esclerótica luce bastante enrojecida, como si el iris se hubiese ensanchado engullendo todo el espacio.

—¿Te duele la mejilla? —pregunta compungido.

Hago un gesto en negación. El golpe dolió un poco en su momento, pero también me despistó lo suficiente como para que mis pulmones se abrieran y llenasen de oxígeno, aliviando la sensación de asfixia. Más que sentirse culpable por la zurra, debería preocuparse por su ojo.

Srinna grita horrorizada en cuanto entramos al castillo.

—¡¿Qué demonios pasó allá afuera?! —Su rostro se descompagina un poco más—. ¡Por Cerbero! ¡¿Qué le sucedió a tu ojo?!

Giro la cabeza de un lado a otro buscando a mis amigos, pero el salón está vacío y silencioso (a excepción de los chillidos de Srinna).

—Llevaré a Hazel a mi cuarto —le dice Moon despreocupadamente—. Prepárale una infusión de valeriana.

—Raegar, tu ojo...

—¿Cuál ojo? —Ríe.

—Por Dios, eso no es gracioso.

La valeriana.

Srinna se guarda las réplicas, pues la inflexión del alfa no deja lugar a más plática.

Después de un trayecto del que apenas soy consciente, siento bajo mi espalda un colchón mullido. Veo los labios de Moon moverse, pero de tanto mareo y tiriteo mis sentidos se han entorpecido como los de una mosca bañada en insecticida, por lo que no logro descifrar su habla. El alfa se retira luego de taparme hasta la boca y de acomodar mi cabeza sobre un par de almohadas.

Poco a poco mi nariz comienza a ser estimulada por la fragancia que me rodea. Con una beatífica danza como la que marca un pez al ondular su escurridizo cuerpo por el agua, las feromonas amaderadas acarician mi dermis y se meten luego por mis poros, receptivos a la grata seducción. Me acurruco a gusto, olfateando brioso, removiéndome entre las sábanas para ludirme con los rastros del alfa impregnados en ellas. Como si fuesen visos de paz, mi mente queda en penumbra y yo me quedo dormido.

Me despierto por una vehemente necesidad de agua. Al borde de la desesperación, repaso la habitación en busca del líquido vital, encontrando unas cuantas botellas en la mesa cuadrada ubicada al lado de la cama y junto a una taza de té que hace tiempo se enfrió. Me bebo medio litro de agua sin respirar, lanzando un jadeo al despegar el envase vacío de mis labios. Una vez satisfecha mi necesidad básica, la pesadilla se reanuda.

Esta debe ser la habitación del rey. Recuerdo que Moon me cargó hasta aquí luego de que un Seth reanimado intentó matarme. Trago saliva, sintiendo la lengua adormecida y las esquinas de mi boca rígidas.

Al ponerme de pie, me sorprende sopesar que mi condición no es tan mala como imaginé. Al menos mis piernas obedecen y las náuseas y temblores han desaparecido. Sin embargo, es como si mis entrañas y espíritu hubieran sido removidos y reemplazados por bolas de papel que simplemente mantienen un falso volúmen... realmente no me siento más vivo que un animal embalsamado.

Exánime me encamino hacia el corredor sin saber muy bien cuál será mi próximo paso. No tengo idea de qué hacer ahora. ¿Siquiera soy capaz de hacer algo distinto a llorar y huir cobardemente cada vez que algo me lastima?

Si no hubiera huido de ti esa noche... ¿seguirías vivo? ¿me habrías perdonado? ¿te hubieras quedado conmigo para siempre?

Estoy a punto de llorar de nuevo cuando la puerta del cuarto se abre en mis narices. Mis amigos se apelotonan en el umbral, queriendo entrar todos al mismo tiempo. Comprendo su apuro al ver a Moon apareciendo tras ellos, su visaje airado y el único iris a la vista corrosivamente encendido.

—Fuera de mi cuarto —gruñe.

Lya y Nate se abalanzan sobre mí y Kuro hace de barrera humana, inflando el pecho valientemente. Mi amiga aprovecha los segundos ganados para tomarme la cara con ambas manos, examinándome consternada. Acto seguido me abraza y soba mi nuca, así como cuando éramos pequeños y tenía que consolarme cada vez que me caía jugando. Nate tiene los párpados tan hinchados que parecen bocas en lugar de ojos. Entonces... ya deben estar al tanto de lo ocurrido.

—¡No puedes prohibirnos ver a nuestro amigo! —reivindica Kuro ante el alfa, aunque su voz tiene la consistencia de una gelatina.

—No estoy prohibiéndoles ver a su amigo, estoy prohibiéndoles estar en mi cuarto. Fuera.

—Moon... solo será un momento —intervengo.

Su expresión se suaviza al instante. A regañadientes abandona la coacción sobre mis amigos, pero no tiene intenciones de dejar la habitación.

—Cariño, ¿cómo te sientes? No puedo creer que él... —Lyanna vacila, pensando bien lo que va a decir—. ¡No puedo creer que caíste por la ventana tantos metros!

—Han sucedido muchas cosas que son difíciles de creer, ¿verdad?

Lya medio asiente medio solloza.

—Fosforito... ¿estás seguro que ese tipo... era Seth? —inquiere Nate.

¿Lo era? Físicamente puedo asegurar que sí, pero sus ojos lúgubres eran la puerta de ningún alma y sus acciones estaban a años luz del trato cariñoso y protector que siempre me prodigó.

Miro a Moon, delegándole tácitamente la respuesta.

—Quisiera hablar contigo a solas —declara.

Mis amigos boquean para manifestar su inconformidad, pero me apresuro a hablar primero.

—Les contaré todo en cuanto termine de hablar con Moon. Por favor, déjennos un momento a solas... estaré bien.

Ninguno objeta esta vez, a pesar de que cierta decepción atavía sus rostros. Cuando se van, reculo de vuelta hasta la cama y me siento cómodo allí, en todo sentido.

—¿Descansaste bien?

—Mn —respondo en afirmación y con un temple depresivo fácil de detectar.

Moon arrastra el taburete ubicado en un recoveco del cuarto hasta dejarlo frente a mí y luego se sienta en él. Su complexión es tan grande que llega a verse chistoso sobre ese pequeño banco, que queda oculto tras sus piernas y la tela de su abrigo. ¿Será capaz de resistir su peso?

—Me preguntaste si estaba al tanto de lo que le ocurrió a Seth —comienza. Mi organismo responde tensando hasta la última fibra muscular—. Siendo sincero, lo sospechaba. Tanto la forma como la causa y los motivos de su muerte son inciertos, aunque eso no fue precisamente lo que me llevó a pensar en la posibilidad de que un nigromante estuviese involucrado.

—Entonces... ¿qué fue? ¿Por qué alguien haría algo tan horrible?

Por un breve segmento de segundo Moon luce sumamente incómodo.

—¿Qué? —inquiero atormentado.

—Seth murió hace poco más de tres años... cerca de tres años atrás, Ouran sufrió un cambio drástico, tanto psíquico como espiritual. Puede pasar como mera casualidad que ambos hechos hayan acaecido en la misma fecha, después de todo Ouran practicó la hechicería durante mucho tiempo y no es raro que un mago entre en shock espiritual por saturación o desviación energética, pero... cuando advertí que algo andaba mal con él, intenté someterlo a una curación espiritual, la cual se basa en un proceso de alineación de chakras y apaciguamiento del prana.

Escucho atentamente, pero no puedo evitar que mi frente se arrugue por toda la terminología extraña que Moon emplea. Él se percata de mi confusión, pero en lugar de optar por un camino explicativo más sencillo, elige explayarse y profundizar en detalles.

—"Prana" es una manera de nombrar a la energía vital imperante en cada cuerpo del plano físico. Para quien ha desarrollado el Sentido Astral o "Segunda Vista", el prana de una persona puede tornarse visible e incluso alterable, tanto para bien como para mal. Los chakras son centros energéticos dispuestos en el cuerpo, donde la energía gira, se acumula y distribuye. La energía vital y estos centros administrativos no están exentos de turbaciones que pueden producirse por varias causas. Al realizar la curación espiritual para armonizar el flujo interno de energía, entré en contacto con el prana de Ouran... y me encontré con un prana doble.

—¿Doble?

—Había dos pranas distintos en Ouran. Además del propio, otro prana de un incisivo color oscuro transmitía una vibración errática y viciaba la energía espiritual de Ouran. Llegué a pensar que había caído en una profunda perturbación espiritual al punto de mancharse su alma con miasma procedente del bajo astral. Si ese hubiera sido el caso, no habría tenido inconvenientes en el proceso curativo, pero tanto su cuerpo físico como astral rechazaron la intervención. Se hizo evidente que aquello que estaba trastornándolo no se trataba de algo tan simple como un shock espiritual.

—Espera... —Doblo mis piernas sobre el edredón acomodándome como si eso me permitiera codificar mejor los datos—.  Es decir que Ouran antes era ... ¿normal?

—Si con normal aludes a una apariencia saludable y a un comportamiento desprovisto de excentricidad... podría decirse que sí. Él siempre fue un alfa poderoso y audaz. En batalla, el único capaz de equipararme en habilidad era él. Como estratega fue mi soldado más confiable... en resumen, Ouran era mi mano derecha.

—Pero... ¿cómo se relaciona la muerte de Seth con lo que le sucedió a Ouran?

Moon entrecruza los dedos, apoyando la barbilla en ellos y los codos en su regazo.

—Ese prana secundario en Ouran... no hay dudas de que se trata del alma de Seth, de su energía vital.

Una gelidez inconmensurable cristaliza mi respiración y enfría mi cuerpo hasta la hipotermia.

—Cuando alguien practica la nigromancia en un cadáver —prosigue— el alma que dicho cuerpo contenía en vida es forzada por la magia negra a permanecer en un plano intermedio entre el mundo físico y astral, un lugar de tránsito llamado limbo. En el limbo, los espíritus forzados están condenados a vagar sin rumbo ni sentido y son privados de toda posibilidad de evolución y renacimiento.

Moon hace una pausa, dudando sobre si seguir hablando ante mis ojos vidriosos.

—Co... Continúa... —consigo formular, escalando por las espinosas enredaderas que han echado raíces en mi corazón.

A pesar de que forjo una compostura medianamente digna, el alfa no continúa de inmediato. En su lugar, extiende un brazo hacia la taza sobre el buró, la cual pronto comienza a humear al ser rodeada por su mano y por el suave resplandor violeta que sale de ella. El característico aroma de la hierba infusionada pronto alcanza mis fosas nasales.

—Bébelo. Calmará tu ansiedad y tu estómago irritado.

Recibo la taza, mis labios temblando en un brote de sonrisa que no llega a ser.

—Gracias —digo en un susurro—. Realmente puedes hacer lo que sea...

El semblante de Moon se guarda toda emoción, pero su único ojo a la vista se oscurece como noche sin luna. No es hasta que doy un sorbo de té que dicha turbiedad se desmenuza y el alfa se dispone a continuar.

—Entonces, de acuerdo a esta consabida ley, el alma de Seth debería estar varada y errando en el limbo. Que su prana se encuentre ocupando el cuerpo físico de Ouran significa que, en simples palabras, esa alma agraviada ha hallado una vía de escape creada por el vínculo consanguíneo con Ouran, valiéndose de él como envase alternativo.

Estalla en mi mente el recuerdo de Ouran gritándome que huya de aquí de una manera inusual y enrevesada. Me había estremecido por la desesperación en su voz y el dolor en sus ojos, pero principalmente porque esa desesperación y ese dolor me provocaban una sensación de familiaridad. Calzaban a la perfección en las huellas que Seth dejó en mi memoria.

—La forma en la que Ouran actuó en ese gimnasio... la manera en la que se dirigió a mí... —Los vocablos tropiezan en mi lengua temerosa. El alfa me ayuda a completar la idea, siempre alerta a mis reacciones.

—No era Ouran. Alguien estaba hablando a través de él, alguien que sabía lo que estaba a punto de ocurrir y buscó comunicárnoslo de esa manera desesperada.

Me levanto de un salto, tirando la taza al suelo pero sin mucha noción del acto. El espanto empaña mi juicio.

—¿Dónde está Ouran? —jadeo, yendo a trompicones hasta la puerta. Moon me ase del brazo con cuidadosa firmeza.

—Hazel, oye bien lo que te voy a decir antes de que vayas a hablarle enloquecidamente a Ouran como si fuese Seth. Esa anexión violenta entre sus almas es extremadamente dañina, tanto para el agente como para el huésped. Cada vez que el alma de Seth se impone en el cuerpo de Ouran para tomarlo como medio comunicativo en el mundo físico, su núcleo pránico se fractura. Si el núcleo llega a partirse, su alma se desintegrará definitivamente y ya no habrá ninguna posibilidad de salvarlo. Has visto el rostro de Ouran, ¿verdad? También lo has escuchado gritar de dolor y le has llamado loco, porque así es como se comporta, ¿no es así? Con Seth sucede lo mismo. El sufrimiento por la anexión es abrumador, hasta la instancia de destruir mentes y espíritus.

Niego una y otra vez, perdiendo toda la voluntad y rumbo que el primer impulso me había provisto.

—No sabía... no tenía idea...

—No había manera de que lo supieras. Incluso yo me siento francamente desconcertado con todo esto. Hazel, si incitas a Seth a imponerse, él se empeñará en hacerlo sin importar el riesgo de dejar de existir. Ouran se verá arrastrado y sufrirá daños irrevocables. ¿Entiendes por qué debes guardar la calma? Por favor, deja de llorar así... —me suplica, su pálido rostro contrito.

—¿Quién le hizo esto? —La impotencia y el odio eclipsan la angustia, haciéndome empuñar las manos hasta que mis nudillos se blanquean.

—Lo más probable es que sea obra de las sanguijuelas de Nyx. Y una de ellas es especialmente detestable...

—Dubrak... —susurro, repitiendo el nombre que él mismo mencionó horas atrás.

Asiente.

—Dubrak es el líder del aquelarre más grande de vampiros en este continente y la mente maestra detrás de cada uno de los ataques a Arvandor y a decenas de manadas. Aunque no logro determinar qué es lo que planea exactamente al utilizar el cuerpo de Seth, cualquiera podría dar fe de que esos malditos nos odian tanto como para aprovechar cada oportunidad de causar estragos en nuestra raza.

Inadvertidamente Moon me ha reconducido a la cama y esta vez se sienta a mi lado.

—¿Acaso no enviaron a "Seth" para matarme? Si no hubiera sido por ti, yo... —De soslayo me fijo en el parche de gasa que cubre su ojo derecho. La culpa me hace sentir como un maldito bastardo.

El alfa medita por un momento antes de contestar.

—No creo que ese haya sido su verdadero propósito. Tan solo recuerda cómo se movía el cuerpo de Seth cuando "intentó matarte" y cómo lo hizo cuando escapó. Si realmente hubiera querido acabar contigo, con esa velocidad y destreza lo habría logrado antes de que yo interviniera. Además, estuve fuera del castillo durante días... ¿por qué atacarte justo cuando regresé?

Eso tiene sentido...

—¿Tal vez fue porque no alcanzó a llegar antes que tú? —divago.

—¿No alcanzó a hacerlo en cuatro días? No —descarta—. Es más factible que esa irregularidad energética que percibí en las áreas circundantes de Arvandor cuando cayeron las barreras se diera a causa de la intrusión de Seth. El hecho de que se trate de un cuerpo sin prana vital podría explicar cómo fue que entró furtivamente y también el desequilibrio en el campo magnético, por la acción de la magia negra.

Me froto el rostro y luego lo dejo hundido en mis palmas.

—Si el nigromante no buscaba matarme, ¿entonces qué? ¿Solo quiere joderme la vida?

—No lo sé... por ahora me aseguraré de que estés a salvo. He conseguido un buen lugar en un barrio de mi jurisdicción, no muy lejos de tu universidad, con suficiente espacio para ti y tus amigos. Habrá guardias custodiándolos las veinticuatro horas hasta que encontremos una solución. Si tienes algún problema...

—Moon —lo interrumpo—. ¿Qué es exactamente lo que buscas pidiéndome ayuda, contándome sobre la maldición y los vampiros? ¿Qué tienes pensado hacer para acabar con esto?

Erige una débil sonrisa que se ve aterradora en su rostro frío.

—Quiero liberar a Cerbero.

Patidifuso me giro hacia él. ¿Liberar a un dios encadenado en el Infierno?

—¿Es siquiera posible?

—Si no existe tal cosa como un "perro guardián" cuidando las puertas del Tártaro, ¿quién dice que no es posible entrar y salir?

—Estás loco —murmuro con la piel de gallina. La sonrisa del alfa se extiende. Luego, las esquinas elevadas descienden y esos labios bien definidos se entreabren con sorpresa cuando digo:

—Te ayudaré. Seré tu Cadena, aprenderé a serlo. Pero prométeme... júrame que me ayudarás a salvar a Seth. Por favor... júrame que su alma estará en paz.

Su mano entra en mi campo de visión, tendida y a la espera.

Sin titubeos, la tomo en un disparatado pacto. Sus dígitos largos me envuelven con fuerza hasta que mi mano casi desaparece dentro de la suya. No sé si es una mera ilusión provocada por la esperanza, pero me siento inusitadamente vigorizado por el calor que su piel me transmite.

—Haré lo que esté en mis manos. Si no lo está, lo conseguiré por cualquier medio —manifiesta con determinación.

La alianza se estableció en dicho momento, pero nuestras manos siguieron aferrándose durante un largo rato.

☽ ✦ ☾

(1) La palabra nigromante designa a quien practica la nigromancia —duh—, una forma de predicción o adivinación a través de la invocación de los muertos que permite además el control de sus cadáveres para diversos fines. Se considera una práctica mágica malévola y especialmente diabólica.

Actualicé antes de tiempo, como se los prometí uwu
¿Qué les ha parecido este cap? Se la esperaban? 😬😬
El vínculo entre Hazel y Moon se va hilando de maneras intrincadas y dolorosas. ¿Qué puede salir de eso?

Ahora quiero escuchar —leer— sus interesantes hipótesis sobre lo que está sucediendo y si se han confirmado o no sus conjeturas anteriores.

Gracias por estar acá ✨🌙
Hasta el próximo

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