𝐈𝐌𝐀𝐆𝐈𝐍𝐀𝐒, calum hood

By skelletonless

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Pequeños imaginas de nuestro querido Calum Hood. Todos los derechos reservados a la autora original: @headspa... More

𝟬𝟬𝟭 : 𝗰𝘂𝗿𝗹𝘀
𝟬𝟬𝟮 : 𝗱𝗮𝗱𝗱𝘆 𝗱𝗮𝘂𝗴𝗵𝘁𝗲𝗿 𝘁𝗶𝗺𝗲
𝟬𝟬𝟯 : 𝗶 𝗹𝗼𝘃𝗲 𝘆𝗼𝘂
𝟬𝟬𝟰 : 𝗴𝗼𝗹𝗱 𝗰𝗵𝗮𝗶𝗻
𝟬𝟬𝟱 : 𝗹𝗮𝘇𝘆 𝗺𝗼𝗿𝗻𝗶𝗻𝗴𝘀
𝟬𝟬𝟲 : 𝗻𝗲𝗲𝗱𝘆 𝗯𝗼𝘆
𝟬𝟬𝟳 : 𝗯𝗮𝗯𝘆 𝗵𝗼𝗼𝗱
𝟬𝟬𝟴 : 𝗵𝗶𝘀 𝗰𝗹𝗼𝘁𝗵𝗲𝘀
𝟬𝟬𝟵 : 𝗵𝘂𝗻𝗴𝗼𝘃𝗲𝗿
𝟬𝟭𝟬 : 𝗴𝗿𝗲𝘆 𝘀𝘂𝗶𝘁 𝗽𝗵𝗼𝘁𝗼𝘀𝗵𝗼𝗼𝘁
𝟬𝟭𝟭 : 𝗽𝗮𝗽𝘀 𝗮𝗻𝗱 𝗽𝗮𝗻𝗶𝗰 𝗮𝘁𝘁𝗮𝗰𝗸𝘀
𝟬𝟭𝟮 : 𝗯𝗹𝗮𝗰𝗸 𝗻𝗮𝗶𝗹 𝗽𝗼𝗹𝗶𝘀𝗵 (𝘀𝗺𝘂𝘁)
𝟬𝟭𝟯 : 𝗳𝗶𝗿𝘀𝘁 𝗻𝗶𝗴𝗵𝘁
𝟬𝟭𝟰 : 𝘀𝗽𝗿𝗮𝗶𝗻𝗲𝗱 𝗮𝗻𝗸𝗹𝗲
𝟬𝟭𝟱 : 𝗻𝗶𝗴𝗵𝘁𝗺𝗮𝗿𝗲
𝟬𝟭𝟲 : 𝘁𝗵𝗶𝗴𝗵 𝗿𝗶𝗱𝗱𝗶𝗻𝗴 (𝘀𝗺𝘂𝘁)
𝟬𝟭𝟳 : 𝗯𝗮𝘀𝘀
𝟬𝟭𝟴 : 𝘀𝗶𝗰𝗸 𝗯𝗼𝘆
𝟬𝟭𝟵 : 𝗶 𝗱𝗼𝗻'𝘁 𝘄𝗮𝗻𝗻𝗮 𝗯𝗲 𝘆𝗼𝘂𝗿 𝗯𝗲𝘀𝘁 𝗳𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱 𝗮𝗻𝘆𝗺𝗼𝗿𝗲
𝟬𝟮𝟬 : 𝗺𝗮𝗸𝗲𝘂𝗽 𝘁𝘂𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮𝗹
𝟬𝟮𝟭 : 𝘀𝘁𝗮𝗴𝗲 𝗳𝗿𝗶𝗴𝗵𝘁
𝟬𝟮𝟮 : 𝗳𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱𝘀 𝘄𝗶𝘁𝗵 𝗯𝗲𝗻𝗲𝗳𝗶𝘁𝘀 (𝘀𝗺𝘂𝘁)
𝟬𝟮𝟯 : 𝘁𝘄𝗼 𝗮.𝗺. 𝗱𝗮𝗻𝗰𝗶𝗻𝗴
𝟬𝟮𝟰 : 𝘀𝘂𝗺𝗺𝗲𝗿 𝗰𝗮𝗺𝗽 𝗰𝗼𝘂𝗻𝘀𝗲𝗹𝗹𝗼𝗿𝘀
𝟬𝟮𝟱 : 𝗺𝗶𝗴𝗿𝗮𝗶𝗻𝗲𝘀
𝟬𝟮𝟲 : 𝗺𝗮𝘀𝘀𝗮𝗴𝗲
𝟬𝟮𝟳 : 𝗱𝗼𝗻𝘂𝘁 𝘀𝗵𝗼𝗽
𝟬𝟮𝟴 : 𝗷𝘂𝘀𝘁 𝗮 𝗱𝗿𝗲𝗮𝗺
𝟬𝟮𝟵 : 𝗱𝗮𝗿𝗹𝗶𝗻𝗴 - 𝘀𝗺𝘂𝘁
𝟬𝟯𝟬 : 𝗯𝗮𝗯𝘆𝗴𝗶𝗿𝗹 𝗵𝗼𝗼𝗱
𝟬𝟯𝟭 : 𝘄𝗮𝘁𝗲𝗿 𝗳𝗶𝗴𝗵𝘁
𝟬𝟯𝟮 : 𝘀𝗶𝗰𝗸! 𝘁/𝗻 (𝟭/𝟲)
𝟬𝟯𝟯 : 𝘀𝗶𝗰𝗸! 𝘁/𝗻 (𝟮/𝟲)
𝟬𝟯𝟰 : 𝘀𝗶𝗰𝗸! 𝘁/𝗻 (𝟯/𝟲)
𝟬𝟯𝟱 : 𝘀𝗶𝗰𝗸! 𝘁/𝗻 (𝟰/𝟲)
𝟬𝟯𝟲 : 𝘀𝗶𝗰𝗸! 𝘁/𝗻 (𝟱/𝟲)
𝟬𝟯𝟳 : 𝘀𝗶𝗰𝗸! 𝘁/𝗻 (𝟲/𝟲)
𝟬𝟯𝟴 : 𝗹𝗮𝘇𝘆 𝘀𝗲𝘅 (𝘀𝗺𝘂𝘁)
𝟬𝟯𝟵 : 𝗽𝘂𝗺𝗽𝗸𝗶𝗻 𝗽𝗮𝘁𝗰𝗵
𝟬𝟰𝟬 : 𝘀𝗹𝗲𝗲𝗽𝘆 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗹𝗶𝗺𝗲𝗻𝘁𝘀
( 41 : FIRST SHOTS )
( 42 : SNOW DAYS )
( 43 : QUARANTINE WITH CAL )
( 44 : BANANA PANCAKES )
( 45 : WILDFLOWER MUSIC VIDEO )
( 46 : NAIL POLISH )
( 47 : MORNING WALKS )
( 48 : ZOOM CALLS )
( 49 : MOVIE MARATHON )
( 5O : HOCKEY )
( 51 : HOME FROM HOLIDAYS )
( 52 : POWER OUTAGE )
( 53 : THE SHOWER )smut
( 54 : VOCAL REST )
( 55 : BIRTHDAY SURPRISE )
( 56 : "YOU KNOW I CAN SEE YOU?" )
( 57 : WISDOM TEETH )
( 58 : NO SHAME ) smut
( 59 : FIGHT ) 1/2
( 6O : FIGHT ) 2/2
( 61 : BE MY VALENTINE )
( 62 : TOUR SURPRISES )
( 63 : BODY POSITIVITY ) smut
( 64 : YOUR VERY OWN LULLABY )
( 65 : WILDFLOWER ) smut
( 66 : "YOU'RE MINE" )
( 67 : HOOD SIBLINGS AND HEARTBREAKS )
( 68 : SUPERBLOOM )
( 69 : BEHAVE, ANGEL )1/3 smut
(70 : BEHAVE, ANGEL)2 /3 smut
(71 : BEHAVE, ANGEL)3/3 smut
( 𝟳𝟯 : 𝘀𝗲𝗮𝘀𝗼𝗻𝗮𝗹 𝗱𝗲𝗽𝗿𝗲𝘀𝘀𝗶𝗼𝗻 )
( 𝟳𝟰 : 𝘁𝗼𝘂𝗿 𝗳𝗶𝗴𝗵𝘁𝘀 𝗮𝗻𝗱 𝘂𝗻𝗸𝗻𝗼𝘄𝗻 𝗰𝗶𝘁𝘆 𝘀𝘁𝗿𝗲𝗲𝘁𝘀 ) 𝗽𝘁. 𝟭
𝟬𝟳𝟱 : 𝗴𝗹𝗮𝘀𝘀𝗲𝘀
𝟬𝟳𝟲 : 𝗴𝗿𝗼𝗰𝗲𝗿𝘆 𝘀𝗵𝗼𝗽𝗽𝗶𝗻𝗴
𝟬𝟳𝟳 : 𝗺𝘂𝗹𝗹𝗲𝘁

(72 : LET'S STAY HERE)

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By skelletonless


quarantine w/ cal parte nueve




— ¿Sabías que roncas?

Los ojos de Calum se abrieron al oír el sonido de tu voz, la luz que se colaba entre las cortinas provocando que soltase un quejido con molestia y enterrase su rostro aún más contra tu cuello, tratando de esconderse de la luz mientras tú soltabas una risa.

Su corta barba alrededor de su mandíbula y barbilla rozaba tu suave piel a la vez que dejaba ligeros besos sobre tu cuello, sintiendo como la punta de tus dedos comenzaban a acariciar los tatuajes de sus brazos, haciendo que volviese a abrir los ojos para poder verte.

Calum sonrió suavemente al verte, tu rostro todavía enrojecido por el sueño, tus ojos somnolientos mirándolo con adoración y el sol cubriendo tus rasgos haciéndote brillar. Tu cuerpo desnudo estaba enredado entre las sábanas blancas, las bonitas marcas púrpuras visibles a lo largo de tu cuello y pecho contrastaban bien con tu tono de piel.

— Wow. — Dijo Calum con una sonrisa torcida, sus cálidos ojos marrones llenos de adoración. — Podría acostumbrarme a despertar con esta vista todas las mañanas.

La mayoría de las mañanas te despertabas para encontrarte con Calum admirándote desde donde estaba acostado a tu lado. Él era un madrugador, siempre estaba despierto antes que tú. Algunos días incluso salía de la cama para hacer algo alrededor de la casa y cuando volvía todavía te encontraba profundamente dormida donde te había dejado.

Era muy poco común que Calum se despertara después de ti, pero adorabas las pocas veces que sucedía. Te encantaba admirar sus hermosos rasgos mientras dormía profundamente, ver cómo su pecho subía y bajaba constantemente con cada respiración que tomaba.

Su piel contrastaba maravillosamente con las nítidas sábanas blancas de vuestra cama y brillaba cuando el sol del exterior asomaba a través de las cortinas, iluminando sus esculpidos rasgos.

Por mucho que valoraras tu bello sueño, amabas las mañanas cuando eras la primera en despertar, amabas conseguir seducirlo en un estado tan pacífico, obteniendo su merecido descanso. La cuarentena permitió que Calum finalmente obtuviera el descanso adecuado que necesitaba, por lo que esta misma situación se había repetido de vez en cuando y te encantaba cada vez que lo hacía.

— Tal vez lo vieses más a menudo si no te despertaras tan temprano todas las mañanas. — Reíste suavemente, sintiendo el calor subir por tu cuello, el calor residiendo en tus mejillas.

Eran las 10:45 am, lo más tarde que Calum había logrado dormir desde hacía un tiempo. Calum te sonrió con cariño, sus brazos serpenteando alrededor de tu cintura y acercándote a él.

— Supongo que tendré que empezar a dormir hasta tarde.

Tú asentiste con la cabeza mientras Calum te hacía rodar suavemente sobre tu espalda, sus manos encontrando tu cintura desnuda mientras se acomodaba sobre ti. Tus ojos se quedaron pegados a su figura desnuda sobre ti, solo su mitad inferior cubierta por las sábanas blancas en las que os encontrabais enredados. Su tonificada parte superior del cuerpo estaba a la vista para que la pudieses observar boquiabierta y no tuviste vergüenza al hacerlo.

Suavemente extendiste la mano hacia adelante y recorriste con la punta del dedo algunas de las marcas de la noche anterior, recuerdos de horas antes inundando tu mente. Calum se rió entre dientes de lo hipnotizada que te veías, sus manos apretando suavemente tu cintura, desviando tu atención de regreso a su rostro. Sus tiernos ojos se encontraron con los tuyos, admiración llenando sus cálidos orbes marrones. Sonreíste tímidamente, tus mejillas enrojecidas y tu labio inferior encontrando su camino entre tus dientes mientras las manos de Calum comenzaban a arrastrarse a lo largo de tu piel suave, sus labios curvándose en una sonrisa mientras tus ojos se cerraban ante la sensación.

— ¿Qué deberíamos hacer hoy? — Calum preguntó mientras bajaba la cabeza, besando la comisura de tus labios y moviéndose hacia el cuello y la mandíbula. Calum besó las sensibles marcas a lo largo de tu cuello, tu cuerpo se estremeciéndose involuntariamente ante el toque, su cálido aliento abanicando tu piel.

— Vamos a quedarnos aquí. — Susurraste, enredando una de tus manos en el cabello de su nuca, acunando su cabeza contra tu cuello. — ¿Podemos?

Quedarse en la cama todo el día con Calum era una de tus cosas favoritas. Te encantaba tenerlo en sus brazos o viceversa, enredar tus dedos en sus rizos desordenados y besarlo un millón de veces solo porque podías, pero Calum rara vez se quedaba en la cama todo el día. Estaba tan acostumbrado a tener siempre un lugar donde estar o algo que hacer, que le costaba quedarse encerrado en una habitación. Siempre tenía ganas de ir y hacer algo, sumergirse en algo para intentar llenar el vacío de no poder viajar y actuar como solía hacerlo.

Los pocos días que se permitía quedarse en la cama todo el día era cuando volvía a casa después de un largo período de tiempo lejos de ti o cuando uno de los dos no se sentía bien. Durante esos momentos, Calum estaba más que feliz de estar acurrucado contigo todo el día, holgazaneando en los brazos del otro y desperdiciando el día.

Esta vez no era ninguna de las dos ocasiones en las que Calum se quedaba en la cama contigo de buena gana, pero tú esperabas que cediera a tu petición y se relajara contigo, tal vez durmiera un poco más y luego mirar tu programa de televisión favorito.

— Claro. — Calum tarareó de acuerdo, tus ojos abriéndose inmediatamente de sorpresa. Tu agarre en el cabello de Calum se apretó, usándolo para alejarlo suavemente de tu cuello y mirarlo a los ojos. Calum parecía desconcertado mientras lo hacías, sus cejas frunciéndose en confusión y sus labios separándose pero ninguna palabra saliendo de su boca. Desenredando tus dedos, tus manos se movieron para ahuecar su rostro mientras le sonreías.

— ¿En serio? — Preguntaste sorprendida. Esperabas que él rechazara tu pedido, que inventara algún tipo de excusa para levantarse de la cama o debatir contigo un rato antes de finalmente ganar y sacarte de la cama con él, definitivamente no preparada para que él te dijese directamente que sí

— Sí, quiero pasar el día contigo en mis brazos. —Confirmó Calum, un pequeño chillido de emoción saliendo de tu boca antes de que tiraras de él para besarlo. Calum se rió entre dientes de tu entusiasmo por quedarte en la cama, el chico gentilmente besándote por un segundo antes de alejarse. — Sólo si vas a cepillarte los dientes. — Bromeó, enviándote una sonrisa descarada a la que pusiste los ojos en blanco y gruñiste.

— Eso significa que tendría que levantarme de la cama y eso anula el propósito de quedarme en la cama todo el día. — Protestaste, un puchero formándose en tus labios cuando Calum se sentó a tu lado, estirando los brazos por encima de la cabeza y moviendo el cuello de un lado a otro. — ¿A dónde vas? — Tus cejas se fruncieron cuando Calum se levantó de la cama, las sábanas cayeron al suelo dejando su trasero completamente desnudo a tu vista. Tus ojos se abrieron como platos por un momento, contemplando la vista ante ti.

No pudiste evitar admirar el trabajo de Calum, sintiendo como tus manos ardían ansiosas por poder estirar tus brazos y tocar su piel. Cal siempre lo encontraba divertido, le encantaba lo fascinada que parecías cuando lo veías haciendo ejercicio, sus músculos flexionándose y relajándose con cada repetición que hacía.

Te había pillado muchas veces mirándolo por la ventana de la cocina o la del patio trasero, haciendo que mirabas hacia otro lado de forma distraída ca vez que te miraba.

— Sabes que no es de buena educación quedar mirándote a la gente. — Calum regañó, mirándote por encima del hombro desde donde ahora estaba frente a los cajones de vuestra cómoda compartida. El chico sacó un par de boxers limpios, deslizándolos por sus piernas y dejando que la cintura elástica descansara en sus caderas. Se volvió hacia ti un momento después, encontrando tus ojos pegados a su figura y las sábanas blancas que cubrían tu cuerpo desnudo apretadas con fuerza entre tus manos.

— También es de mala educación dejar a tu novia solo en la cama y luego caminar desnudo como si nada. — Respondiste, el puchero volviendo a tu rostro mientras Calum se ponía un par de pantalones deportivos grises. Seguiste mirando atentamente mientras él hurgaba en algunos de tus cajones, probablemente estropeando la ropa cuidadosamente doblada en su búsqueda de lo que fuera que estaba buscando.

Una vez que hubo recogido los artículos de ropa, cerró los cajones, se volvió hacia ti y te lanzó una sonrisa.

— Siempre eres tan dramática. — Dijo, deteniéndose frente a tu lado de la cama y dejando las dos prendas que había agarrado antes de inclinarse para quedar sobre ti nuevamente, colocando sus manos a cada lado de tu cabeza.

— Tú haces que se dramática. — Bufaste, cerrando tus ojos cuando sentiste como Cal rozaba su nariz con la tuya. — Vuelve a la cama. — Te quejaste. Calum sonrió con cariño mientras se alejaba, encontrando tus ojos suplicantes y labios carnosos.

— Lo haré. — Prometió, empujando hacia atrás un mechón de cabello suelto detrás de tu oreja, sus dedos recorriendo tu cuello hasta tu pecho, donde tus manos aún sujetaban las sábanas contra tu cuerpo. Ambas manos de Calum apartaron las tuyas, agarrando el material. — Pero no hasta que saque a Duke al jardín y tú te cepilles los dientes.

Lloriqueando suavemente, seguiste haciendo pucheros a tu novio con desaprobación. Tus ojos suplicantes, pasados ​​por alto, lo miraron inocentemente, batiendo tus pestañas y trayendo una tierna sonrisa a sus labios.

— Pero-

— Sin peros. Irás a cepillarte los dientes y volverás a meter tu lindo trasero en la cama, dejaré salir a Duke y una vez haya comido llamaré a ese restaurante que tanto te gusta para que nos traigan unos waffles. Después de eso no haremos nada el resto del día, ¿de acuerdo? — Calum te agarró la barbilla entre su pulgar e índice, haciendo que lo mirases.

Tu ceño fruncido permaneció en tu rostro, pero aun así asentiste con la cabeza en comprensión, tus ojos volviéndose a cerrar al sentir los labios de tu novio sobre tu frente antes de que se apartase y moviese ambas manos hacia la sábana que te cubría.

— ¿Puedo? — Preguntó en voz baja, esperando a que asintieras con la cabeza para poder arrancar las sábanas y exponer tu cuerpo desnudo. Se te puso la piel de gallina cuando el aire fresco de tu habitación hizo contacto con tu piel y Calum hizo un trabajo rápido en agarrar la ropa que trajo para vestirte.

Comenzó agarrando la ropa interior que había traído, deslizando el fino material por tus piernas a medida que dejaba suaves besos sobre tu piel.

— Levanta las caderas. — Murmuró, subiendo la ropa interior el resto del camino mientras tú levantabas la mitad inferior de tu cuerpo. Los labios de Calum besaron la parte inferior de tu estómago, sus dedos soltando la cintura de tus bragas, dejándolas descansar cómodamente en tus caderas y moviendo sus manos hacia tu cintura. Tus ojos se cerraron una vez más, la sensación de los labios de Calum contra tu piel haciéndote derretir ante su tacto.

Eras gelatina en sus manos cuando te tocaba así, harías cualquier cosa que te dijera, sin preguntas. Su toque prendía tu piel en fuego. La corta barba a lo largo de su mandíbula rascando tu piel de manera acogedora, sus besos subiendo por tu torso, ligeros y suaves como una pluma, un duro contraste con la forma en que besaba tu cuerpo la noche anterior.

Tu novio rozó suavemente sus dientes sobre las marcas que había creado a lo largo de tu cuerpo, riendo suavemente por su nariz mientras tú te estremecías, tus manos moviéndose hacia la parte posterior de su cabeza. Acunaste su cabeza de nuevo, enredando tus dedos en sus desordenados rizos rubios y castaños y tirando alentadoramente. Las manos de Calum vagaron por los lados de tu cuerpo, sus dedos callosos trazando suaves patrones a lo largo de tu piel.

— Cal. — Te quejaste, retorciéndote mientras él suavemente tomaba uno de tus pezones entre sus dientes, tirando de este unas cuantas veces antes de soltarlo de su boca, sus manos moviéndose para masajear tu pecho mientras sus labios se arrastraban hacia tu cuello.

El orgullo llenó el pecho de Calum cuando sintió lo rápido que tu corazón había comenzado a latir. Siempre habías sido del tipo que se excitaba rápidamente, era algo por lo que Calum se burlaba de ti, pero de todos modos amaba. Le encantaba lo sensible que eras a su toque, cómo casi te desmoronabas con el más ligero de los roces.

— Siempre eres tan sensible, cariño. No puedes aguantar cuando tengo mis manos sobre ti, ¿eh? Hace que tu estómago se estremezca, ¿no es así? — No podías responder, estabas atrapada en la cálida sensación que sus manos y labios te otorgaban, el hormigueo en tu estómago que él había mencionado definitivamente había hecho acto de presencia.

Volviste a la realidad cuando sus labios rozaron los tuyos, una bocanada de aire saliendo de sus labios y abanicando tu rostro.

— Debe sentirse bien, ni siquiera puedes responderme. — Murmuró antes de presionar sus labios contra los tuyos.  Sus labios se separaron instantáneamente para darle acceso a tu lengua si es que lo querías. Como siempre, aceptaste con gusto la invitación a explorar su boca, a pesar del aliento matutino de ambos. Te besó con fuerza, sus manos moviéndose para una sujetar tu cadera y otra tu cuello.

Tu aliento quedó atrapado en tu garganta, provocando un gemido y que Cal se alejase con una sonrisa. Sus hábiles dedos se envolvieron alrededor de los lados de tu cuello, su palma otorgando una ligera presión.

— Te ves tan bonita así. — Remarcó, sus ojos ensimismados en una de sus vistas favoritas: su mano envuelta alrededor de tu garganta, marcas ensuciando tu piel, tus ojos bien abiertos y suplicantes y tu labio inferior enrojecido por ser mordido entre tus dientes. Tu cabello estaba revuelto alrededor de tu cabeza sobre la almohada y tus manos agarraban las sábanas debajo de ti. — Tan bonito para mí.

Tus labios se abrieron para hablar, una súplica para que hiciera algo más en la punta de tu lengua, pero Calum se te adelantó, presionando otro beso rápido en tus labios. Su agarre en tu cuello se apretó por un momento antes de soltarte, alejándose con una sonrisa de suficiencia y deslizando sus manos debajo de tu espalda.

— Bebé- — Comenzaste, solo para ser silenciada por tu novio colocando las palmas de sus manos contra tu espalda, animándote a sentarte con la espalda recta.

— Shh, siéntate por mí. — Obedeciste sin soltar otra palabra de protesta, dejándolo guiarte a una posición sentada. Sus manos recorrieron tu espalda, sintiendo cada hundimiento y curva de tu columna bajo las yemas de sus dedos.

Hiciste un suave sonido de protesta cuando él quitó sus manos de ti, recogiendo su sudadera de santa cruz que había agarrado y la desdoblándola. Se movió rápidamente para pasarlo por tu cuerpo, notando la forma en que te estremeciste levemente sin sus manos sobre ti.

Mientras tu cabeza se asomaba por la parte superior, con tu cabello ahora cayendo de forma desordenada en tu cara, Calum sonrió. Sus dedos apartaron suavemente tu cabello de tu cara, metiendo mechones de ambos lados detrás de tus orejas e inclinándose para besar tu frente.

— Vamos. — Animó, tomando tus manos entre las suyas. Tus pies presionaron el frío piso de madera de tu habitación, Calum tirando de ti para pararte frente a él. Su sudadera cayó hasta tus muslos, envolviendo tu cuerpo y bloqueando algo del aire fresco que te rodea. Las manos tatuadas de tu novio se movieron hacia tu cintura, apretándola suavemente y acercándote.

— ¡Mira eso, estás fuera de la cama! ¿Ha sido tan difícil? — Las burlas de Calum solo realzaron tu ceño fruncido, tu labio inferior sobresaliendo mientras asentías.

— Sí, sí lo ha sido. Me duelen las piernas. — Te quejaste, el dolor de las actividades de la noche anterior llamando tu atención cuando finalmente te moviste. Calum se rió, sacudiendo la cabeza divertido mientras se formaban aquellas arrugas alrededor de sus ojos. No pudiste evitar la pequeña sonrisa que se dibujó en tus propios labios, pero trataste de ocultarla, frunciendo el ceño y haciendo un puchero. — Lo digo en serio.

— Lo sé.

— Entonces deja de reírte de mí. — Te quejaste, golpeando el pecho desnudo de Calum y cruzando los brazos sobre el tuyo.

— No me estoy riendo de ti, me estoy riendo contigo. — Bromeó. Pusiste los ojos en blanco con disgusto, empujando suavemente su pecho, murmurando un "que te jodan" antes de que él te abrazara.

Sin dudarlo, envolvió sus brazos alrededor de tu cintura, presionando tu mejilla contra su pecho, sintiendo el calor irradiar de su piel. Calum envolvió sus propios brazos alrededor de tus hombros, abrazándote fuerte contra él y colocando un rápido beso en la parte superior de tu cabeza.

— Quizás yo podría joderte. — Sugirió, una sonrisa atrevida apareciendo en sus labios mientras te apartabas para mirarlo, sacudido tu cabeza por su comentario tan engreído.

— Te odio.

— Me amas.

— Lo que sea que te ayude a dormir por las noches.

Calum se apartó con una mirada de exasperación seguida una sonrisa. Tanto tú como Calum estallasteis en suaves risas ante vuestras peleas infantiles, Calum besó tu cabeza de nuevo antes de alejarse, deslizando una mano por tu espalda.

— Aún necesitas cepillarte los dientes, ángel. — Recordó. Un pequeño grito de sorpresa pasó por tus labios cuando la mano de Calum aterrizó en tu trasero, una sonrisa de satisfacción regresando a los labios del chico.

— Vamos. — Insistió, acariciando suavemente tu trasero y dándote una mirada severa. Tus ojos se ensancharon, tu rostro volviéndose caliente de nuevo y diste un paso atrás fuera de su abrazo. Calum señaló con la cabeza hacia el baño, donde tú no tardaste en escabullirse, queriendo volver a la cama lo antes posible.

Calum negó con la cabeza divertido mientras tú te apresuras a hacer lo que él te había indicado sin decir una palabra más, ansioso por pasar más tiempo contigo y perder el día en la cama. El chico esperó hasta que oyó correr el grifo del baño para salir de su habitación, encontrando a Duke, que había estado arañando la puerta de su habitación desde el otro lado. El perro saltó a las piernas de Calum cuando este abrió la puerta, Calum sonriendo con cariño y dirigiéndolo por el pasillo hacia la puerta corredera trasera.

Mientras Cal se ocupaba de Duke, te tomaste unos minutos para refrescarte un poco más y luego simplemente cepillarte los dientes. Cuando recogiste tu cabello, comenzaste a lavarte la cara, salpicándola con agua tibia y enjabonándola con tu limpiador facial favorito.

Después de secarte el rostro con una toalla limpia pudiste pasar a cepillarte los dientes. Tomaste el cepillo de dientes del soporte y lo mojaste debajo del grifo antes de aplicar la pasta de dientes. Se podía escuchar de fondo a Calum y Duke entrando de nuevo en la casa, la puerta trasera cerrándose detrás de ellos y la voz de Calum preguntándole a Duke si tenía hambre mientras caminaban hacia la cocina donde estaban los tazones de comida y agua de Duke. Escupiendo la espuma que se había formado en tu boca, te enjuagaste rápidamente con agua y te limpiaste la boca con una toalla, apagando la luz del baño y corriendo de regreso a tu cama.

La voz de Calum se escuchó un momento después por el pasillo, acercándose mientras hablaba.

— Será mejor que te hayas cepillado los dientes y que tengas ese pequeño trasero en la cama.

Una sonrisa se formó en tus labios cuando él apareció en la puerta, sus ojos aterrizando en ti sentada con las piernas cruzadas, esperando pacientemente con las manos cruzadas sobre tu regazo. Tu cabello todavía estaba en el moño en el que te lo habías puesto cuando te lavaste la cara, aunque ahora se habían caído algunos mechones. La sonrisa de Calum reflejaba la tuya, sus ojos brillaban mientras te admiraba desde donde estaba apoyado contra el marco de la puerta, sus brazos cruzados sobre su pecho.

— Creo que tú en la cama siempre será mi vista favorita. — Calum reflexionó.

— Sería mucho mejor si estuvieras en la cama conmigo, así que date prisa y ven aquí, por favor. — Suplicaste, haciendo que Calum negara con la cabeza divertido, empujándose desde el marco de la puerta y entrando en la habitación.

— Eres tan impaciente. — Comentó. — Déjame cepillarme los dientes, ¿por qué no abres Netflix y buscas algo para ver?

Sin esperar a que respondieras, Calum se fue para ir a lavarse los dientes, dejándote buscar algo para mirar cuando regresara. Elegir películas o programas de televisión nunca era de tus actividades favoritas, siempre había demasiadas opciones, pero al desplazarte por un par de opciones, The Office apareció en tus recomendaciones.

A pesar de que tanto tú como Cal ya la habíais visto un montón de veces, sabías que estaría más que feliz de empezar a verla de nuevo. Hiciste clic en el programa justo cuando Calum salía del baño de nuevo con una sonrisa todavía en su rostro.

— ¿Qué has elegido? — Preguntó. Tú extendiste los brazos hacia él y cerraste los puños, intentando que regresara a la cama. Él se rió entre dientes, deslizándose bajo las mantas a tu lado e instantáneamente tirando de ti a su lado. — The Office. Me gusta como piensas. — Tú solo le sonreiste, dejándolo arrastrarte hacia su pecho mientras hacías clic en reproducir. — La comida debería estar aquí en aproximadamente 30 minutos. — Calum te informó mientras acurrucabas la cabeza debajo de su barbilla, dejando que tus manos descansaran sobre su pecho, las yemas de tus dedos comenzando a trazar sus tatuajes. Se te hizo la boca agua ante la mención de la comida, no dándote cuenta de lo hambrienta que estabas hasta ahora. — Ya veo que tienes hambre. — Rió al oír como tu estómago rugía.

— Si. — Sonreíste tímidamente.

— Lo bueno es que la comida estará aquí pronto, he pedido tus favoritos. — Él te sonrió, viendo como tus ojos se iluminaban ante la emoción, tus manos moviéndose para tomar la mandíbula de Calum y tirar de él para darle un beso.

Calum tarareó con felicidad, devolviéndote el beso sin dudarlo, sus manos encontrando tu cintura y tirando de ti hacia su regazo. El episodio de The Office ahora había sido olvidado cuando os quedasteis atrapados en el beso, vuestros labios separándose y lenguas explorando la boca del otro.

Tus manos se movieron de ahuecar su mandíbula a acariciar su cabello de nuevo, tus dedos enredándose en aquellos largos mechones rizados que tanto adorabas.

— Por favor, nunca te cortes el cabello. — Murmuraste contra sus labios, tirando suavemente de los mechones y oyendo un gemido profundo de parte del chico. Te encantaban los rizos Calum más de lo que te gustaría admitir. Era tu peinado favorito para él y deseabas que lo mantuviera así durante todo el año.

Solo lo había dejado crecer tanto otra vez en su vida y le rogaste por tu vida que no lo cortase una vez que comenzase la gira, pero tu mendicidad no sirvió de nada y tan pronto como comenzó la gira se lo acabó cortando.

Calum explicó que era demasiado complicado lidiar con él, pero sabías que en secreto lo amaba en su estado natural a pesar de algunos de los comentarios mezquinos que había recibido al respecto.

Lo que más le gustaba a él y a ti era cuando jugabas con él. A Calum le encantaba cuando pasabas los dedos por él repetidamente, rascando ligeramente el cuero cabelludo o cuando se lo lavabas en la ducha, aplicando la espuma suavemente y dándole formas aleatorias sobre su cabeza.

Por mucho que a Calum le encantaría mantenerlo durante todo el año, únicamente con el propósito de hacerte feliz, no podía hacerlo. Un cabello así no era apto para una gira con lo mucho que saltaba y sudaba en el escenario.

— Tendrá que irse en algún momento. — Murmuró en respuesta, mirándote a través de sus pestañas mientras te alejabas de sus labios. Hiciste un puchero, cruzando los brazos sobre tu pecho y resoplaste dramáticamente. Calum puso los ojos en blanco de una manera juguetona, apretando suavemente tu cintura con sus manos.

— Pero me gusta así, todo rizado y largo.

— Lo sé, mi amor, pero no puedo tenerlo así cuando comience la gira. — Te recordó como siempre lo hacía cuando surgía esta conversación, algo que sucedía muy a menudo, al menos una vez al día. — Es demasiado para mantener en la carretera. En casa está bien porque no estoy haciendo mucho, lo sabes.

Calum te dirigió una mirada amable pero severa, diciéndote en silencio que no respondieras.

— Lo sé. — Suspiraste dramáticamente, colapsando hacia adelante en los brazos de Calum, tu rostro cayendo en la curva de su cuello donde tus siguientes palabras fueron amortiguadas por su piel. — Pero no es justo, a todos les encanta así.

— La vida no es justa, cielo. — Calum se rió entre dientes. — Lo mantendría largo solo para hacerte feliz si pudiera, pero no puedo y lo sabes. — Repitió, sus manos deslizándose por debajo de la sudadera que usabas, sus pulgares comenzando a frotar tus costados de una forma reconfortante.

Suspiraste de nuevo, presionando suavemente tus labios contra el cuello de Calum y besando su suave piel. Calum dejó escapar su propio suspiro, un suspiro de satisfacción que trajo una suave sonrisa a tus labios.

— Por el lado bueno, — Comenzó luego de unos minutos de silencio. — la gira no comienza hasta el próximo año, así que puedes disfrutar de mis rizos por unos meses más. No lo cortaré hasta que tengamos que comenzar.

— ¿De Verdad? — Preguntaste con emoción, alejándote para mirarlo a los ojos. El chico asintió con la cabeza, sonriendo al oír tu chillido de emoción antes de que presionaras un beso sobre su mejilla. — Te quiero mucho. — Exclamaste, salpicando besos por todo el rostro de Calum mientras él se reía tontamente ante la sensación, sus ojos cerrándose y sus manos apretando tu cintura. — Te amo, te amo. — Repetiste antes de presionar tus labios contra los de Calum, enmascarando sus risas. Tus manos encontraron el camino de regreso a su cabello, sosteniéndolo de sus mechones rubios y castaños mientras él te acercaba por la cintura.

— Te amo más, bicho raro. — Se apartó con una sonrisa, apretando tu cintura y presionando su frente contra la tuya.

— No soy rara. — Te quejaste, frunciendo el ceño con decepción.

— Eres un poco rara. — Afirmó. — Yo te llamaría de otra raza.

— Te odio. — Dijiste, sacudiendo la cabeza y cruzando los brazos sobre tu pecho mientras hacías un puchero.

— Me amas. — Calum corrigió, moviendo sus manos para alejar tus brazos de ti moviéndonos de una forma en la que consiguió quedar sobre ti, sonriéndote mientras seguías haciendo pucheros, intentando escapar de su agarre pero fallando cuando él apretó su agarre.

Antes de que pudieras procesarlo, Calum se inclinó y comenzó a llenar tu rostro con besos como tú lo habías hecho antes, murmurando un "me amas, admítelo". Dejando sus labios, después de unos segundos, sus manos se alejaron de sostener tus muñecas, bajando por tu cuerpo y aterrizando en tu cintura, donde comenzó a hacerte cosquillas.

Tus ojos se abrieron con sorpresa, un chillido de sorpresa saliendo de tu boca mientras comenzabas a retorcerte debajo de él.

— Dime que me amas, sabes que lo haces. — Demandó, riendo entre sus palabras por tus risitas y gritos que llenaban sus oídos.

— C-Cal p-para. — Suplicaste tratando de sacártelo de encima. Sin embargo, Calum pesaba más que tú, por lo que te mantenía atrapada debajo de él con facilidad.

— No hasta que lo digas. — Declaró continuando haciendo cosquillas en los lados de tu torso y estómago. Tus labios se separaron para hablar, pero solo salían jadeos por aire y risitas. Finalmente, tus manos encontraron los brazos de Calum y apretaste con fuerza, tratando de apartarlos y alejarlos de ti. Calum se rió desde arriba y rió ante tus débiles intentos por liberarte. — Dilo y pararé. — Te recordó mientras las lágrimas de risa habían comenzado a deslizarse por tus ahora sonrojadas mejillas. Un dolor había comenzado a formarse en tu estómago también y acabaste por aceptar la derrota.

— ¡Te amo! — Finalmente exclamaste. Los dedos de Calum detuvieron sus movimientos tan pronto como pronunciaste las tres palabras, una sonrisa satisfecha en sus labios regordetes. Te miró con ojos juguetones mientras recobrabas el aliento, tu cuerpo ahora desplomado contra el colchón.

Tus ojos estaban cerrados pero sabías que Calum te estaba sonriendo, el arrogante Calum siempre sonreía cuando algo salía como él quería.

— Que te jodan. — Murmuraste mientras seguías recuperando el aliento. Calum se rió entre dientes por encima de ti, inclinándose para que su rostro estuviera cerca del tuyo, sus labios rozando los tuyos mientras hablaba.

— Con mucho gusto te jodería. — Tus ojos se abrieron y se fijaron en los suyos, tu mano golpeando más fuerte contra su pecho esta vez mientras él continuaba sonriendo y su teléfono comenzaba a sonar junto a vosotros. Calum alcanzó el dispositivo de la mesa de noche, lo abrió y revisó la notificación que había recibido. — ¡ La comida ya está aquí! — Anunció. — Regresaré enseguida.

Asentiste mientras él se inclinaba para besarte brevemente, tus ojos cerrándose y permaneciendo cerrados mientras la cama se hundía a tu lado, los sonidos de los pies de Calum golpeando contra el suelo de madera llenando tus oídos. Tus ojos se abrieron de nuevo una vez que tu respiración finalmente se estabilizó y extendiste la mano para limpiar las pocas lágrimas en tus mejillas, una pequeña sonrisa formándose en tu rostro al pensabas en el chico que te volvía loca pero aun amabas más que nada en el mundo.

Unos minutos más tarde, el mismo volvió a entrar en la habitación con una bolsa llena de gofres del restaurante que ambos amabais tanto. Tu boca se hizo agua cuando el olor golpeó tu nariz y tu estómago comenzó a gruñir de nuevo.

— Eso huele increíble. — Gimoteaste, extendiendo las manos hacia Calum y la bolsa que llevaba en sus manos, queriendo que volviera a tu lado y así poder probar la deliciosa comida lo antes posible.

— Te ves increíble. — Calum respondió mientras caminaba hacia la cama, colocando cuidadosamente la bolsa en el centro de la cama y deslizándose debajo de las sábanas a tu lado. Le sonreiste con cariño mientras él te sonreía de vuelta, inclinándose para besar tu mejilla antes de desatar el nudo atado en la parte superior de la bolsa.

Esperaste con impaciencia mientras él abría la bolsa de plástico, sacando varios contenedores para llevar y colocándolos delante de vosotros.

— Ya puedes comenzar, cariño. — Te animó, entregándote un recipiente con tus gofres favoritos antes de tomar el suyo.

————

— Estoy lleno. — Murmuraste, colapsando de nuevo en tu cama después de tirar los restos de tu desayuno. Calum asintió con la cabeza desde tu lado, el chico abriendo los brazos para que tú pudieras acomodarte entre ellos.

Aceptaste felizmente su invitación a abrazarlo, acurrucándote en sus brazos y metiendo tu cabeza debajo de su barbilla. Él presionó un beso en tu cabeza mientras te rodeaba con sus brazos, sus ojos fijos en la televisión donde The Office todavía se estaba reproduciendo a pesar de que ninguno le prestaba atención.

— Creo que voy a entrar en coma alimenticio.

— Yo también. — Se rió Calum. Los dos comenzasteis a sentiros somnolientos de nuevo, con el estómago lleno y los ojos cansados. Tarareabas contenta mientras las manos de Calum comenzaban a frotar tu espalda, tus ojos fijándose en la televisión mientras tratabas de ponerte cómoda.

Arrastraste los pies al lado de Calum, moviéndote de un lado a otro entre sus brazos, suspirando cada vez que te encontrabas todavía en una posición incómoda. A Calum no le importaba que tuvieras que tomarte tu tiempo, simplemente se quedó quieto con la mirada en la televisión mientras esperaba a que te pusieras cómoda. Volviéndote hacia él, moviste una de tus piernas para tratar de pasarla por encima de su cintura y provocando que soltara un quejido.

— ¿Estás bien?

— Sí, solo me has dado un rodillazo en la entrepierna, está bien. — Habló entre dientes. Tú lo miraste tímidamente, tirando de tu labio inferior entre sus dientes para tratar de contener la risa.

Los ojos de la Cal estaban cerrados, las cejas fruncidas por la incomodidad y sus fosas nasales se ensanchaban con cada respiración que soltaba.

— Lo siento, amor. — Te disculpaste, bajando la pierna y acercándote aún más a él. Tus manos se movieron para ahuecar su rostro, los pulgares acariciando suavemente sus mejillas de una manera reconfortante. Los ojos de Calum se abrieron unos segundos más tarde, encontrando frente a él tu rostro preocupado, tus propias cejas fruncidas al igual que tus labios. — ¿Te encuentras bien? — Susurraste con los pulgares todavía acariciando su rostro. Calum asintió con la cabeza, un suspiro de alivio saliendo de tus labios. — Lo siento.

— Está bien, cariño. Ha sido sólo un accidente, ven aquí. — Te hizo señas para que te acercaras, envolviendo sus brazos alrededor de tu figura y atrayéndote. Tus ojos se cerraron cuando Calum presionó un beso en tus labios, tus manos encontraron el camino de regreso a su cabello para abrazarlo.

— Te amo. — Tarareó, sus manos tatuadas deslizándose debajo de tu sudadera y acariciaron tu piel.

— Yo también te amo. — Después de alejaros, Calum se movió un poco antes de descansar su cabeza en tu pecho, sus brazos todavía envueltos alrededor de tu torso y sus manos sobre tu piel. Se notaba que estaba cansado, como tú, ya que no solía tomar siestas, pero sabías que hoy sería uno de los días en que lo haría.

Sabiendo que ayudaría a adormecerlo, comenzaste a jugar con su cabello. Calum dejó escapar un gemido de satisfacción al sentir tus uñas contra su cuero cabelludo, amando cuando tus manos se enredaban en sus desordenados rizos. Sonreíste con cariño mientras sus ojos se cerraban, una suave sonrisa apareciendo en sus labios.

— ¿Te sientes bien, bebé? — El chico tarareó en afirmación, acurrucando su rostro contra tu pecho y mirándote.

— Sí, por favor no pares. — Tú asentiste con la cabeza en respuesta, sin dejar de masajearle la cabeza y tirar suavemente de su cabello de vez en cuando. Su cabello estaba lo más largo que jamás había estaba y sus rizos se estiraban mucho cuando tirabas de ellos, sus mechones probablemente eran lo suficientemente largos como para hacer un pequeño moño o trenzas en pequeñas secciones.

Cuando la idea apareció en tu cabeza, decidiste dividir una pieza y darle una oportunidad. A Calum no pareció importarle que hubieses parado de acariciarle, tus manos todavía estaban en su cabello y eso era todo lo que le importaba.

— Tu cabello está tan largo, Cal. Creo que podrías hacerte un moño a este paso. — Te reíste entre dientes, seccionando un mechón de su cabello en tres y cruzando los mechones uno sobre el otro, creando una única trenza.

— ¿Tú crees? — Murmuró, abriendo los ojos de nuevo para mirarte. Tú asentiste en confirmación, sonriéndole.

— Sí, también puedo trenzarlo. — Esta vez fue el turno de Calum de asentir con la cabeza en respuesta, estaba demasiado cansado como para responder verbalmente. Luchó por mantener los ojos abiertos, sus orbes marrones estando ocultos por sus párpados que continuaban cayendo de vez en cuando. — Duérmete, bebé. — Alentaste, moviendo una mano hacia atrás a través de sus rizos y apartándolos de sus ojos.

— Mmh. — Él tarareó en respuesta, dejando que sus ojos se cerraran mientras su agarre alrededor de tu cuerpo se apretaba. Solo le tomó unos minutos para que los suaves ronquidos comenzaran a salir de su boca. Su cuerpo entero se relajó y se veía completamente calmado.

Sus largas pestañas descansaban sobre sus pómulos, los músculos de su rostro se habían relajado y mostraba una mirada de inocencia. Su respiración era constante, su pecho subía y bajaba en un patrón uniforme que te parecía fascinante de ver.

Verlo tan a gusto también te hacía sentir más cansada, te daban ganas de dormir tranquilamente al lado de tu novio. Los sonidos de la televisión en la habitación empezaron a desvanecerse lentamente cuando empezaste a caer inconsciente, tus manos deteniéndose lentamente en el cabello de Calum mientras el sueño se apoderaba de ti. Tu respiración se hizo más lenta mientras dejabas que tu cuerpo se relajara como lo había hecho Calum, vuestros corazones comenzando a latir en sincronía.

————

— Bebé. — La voz ronca de Calum llenando tus oídos fue lo que te despertó, un gemido de protesta saliendo de tus labios cuando volviste a estar consciente. — Vamos, despierta, cariño. — Instió. Sentiste unas manos en la cara, las yemas de unos dedos callosos rozando tu piel, apartando el pelo de tus ojos. Al abrir los ojos, te encontraste con la cara sonriente de Calum, el sueño aún evidente en sus ojos. — Hola, bella durmiente. — Murmuró, riendo mientras tú lo mirabas aturdida, frunciendo las cejas.

— ¿Qué hora es? — Preguntaste, moviendo tus manos hacia arriba para frotar el sueño de tus ojos. A medida que comenzabas a despertar más ya te adaptaste a su entorno, notando cuán débilmente iluminada parecía estar la habitación, la televisión todavía aún encendida.

— Casi las seis. — Calum respondió.

— ¡¿Seis?! — Exclamaste, tus ojos abriéndose con sorpresa. ¿Realmente habíais dormido tanto tiempo?

— Sí. — Se rió Calum, inclinándose para presionar un beso en la comisura de tu boca. — Supongo que estábamos bastante cansados. — Tú asentiste con la cabeza, sintiéndote aún más agotada que cuando te habías quedado dormida. Sabías que era solo porque estabas relajada, tanto tu cuerpo como el de Cal habían tenido un merecido descanso y querían continuar con la sensación.

— Mhm. — Estuviste de acuerdo, arrastrándote más cerca de Calum y escondiendo tu rostro en su pecho. — Aún estoy cansado. — Los brazos fuertes de Cal seguían envueltos alrededor de tu cintura mientras presionabas tus labios contra su pecho, besando suavemente cu cálida piel.

— No puedes volver a dormirte ahora, bebé. Nunca dormirás esta noche si lo haces. — Calum te informó mientras bostezabas suavemente. Él no quería que estuvieras dando vueltas y vueltas toda la noche, sabiendo que te dejaría sintiendo mal a la mañana siguiente, sabía que los dos necesitabais levantaros de la cama y moveros un poco en lugar de volveros a dormir. — ¿Qué tal si nos damos una ducha, nos refrescamos un poco y luego vamos a comer algo y nos vamos a acostar en el sofá? ¿Cómo suena? — Te apartaste de su pecho para asentir con la cabeza, sonriendo suavemente.

— Suena perfecto. — Estuviste de acuerdo, cerrando los ojos de nuevo mientras él se inclinaba para besar tus labios esta vez.

— Vamos entonces. — Animado, alejándose y sentándose, se estiró por unos segundos antes de salir de vuestra cama compartida.

— Llévame. — Te quejaste, extendiendo los brazos hacia él, sintiéndote demasiado cansada y dolorida como para moverte por tu propia cuenta. Calum puso los ojos en blanco, moviéndose a tu lado de la cama y tomándote en sus brazos con facilidad. Guió tus piernas alrededor de su cintura, sus manos descansando en la parte de atrás de tus muslos mientras envolvías tus brazos alrededor de su cuello.

— Eres como un bebé. — Bromeó, apretando tus muslos mientras comenzaba a caminar hacia el baño.

— Pero soy tu bebé. — Le recordaste, ganándote una risa y un beso en la mejilla mientras él te colocaba sobre la encimera del baño.

— Eso es, mío y solo mío.












no está revisado porque soy una vaga lol no me odiéis lo haré más hacia delante pero es que tenía ganas de publicarlo xd besos

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