Hacia lo Prohibido ©

By Nara_CC

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Collet Zane es una adolescente que, junto a su mudanza de Carolina del Norte a nueva York, viene a su vida lo... More

ANTES DE LEER
Prefacio
Introducción | Collet Zane
...
Capitulo 1 | El comienzo de todo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 5 | Parte 2
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8 | Parte 2
Capítulo 9 | Un faro y un cigarro
Capítulo 10 | Impotencia
Capítulo 11 | Al carajo
Capítulo 12 | La diferencia entre...
Capítulo 13 | Impulsos
Capítulo 14 | Karma
Capítulo 15 | Descubriendo la verdad
Alas de ángel
Capítulo 16 | Sentimientos
Capítulo 17 | Dudas sin responder y Encaros
Capitulo 17 | Parte 2
Capítulo 18 | Choque con la realidad
Capítulo 19 | Mal presentimiento.
Capítulo 20 | Demone
Capítulo 21 | Consecuencias
Capítulo 22 | Límites
Capítulo 23 | A la vista de alguien
Capítulo 24 | Espejos
Capítulo 25 | Desde las sombras
Capítulo 26 | Escarmiento cruel
Capítulo 27 | Eres como las otras
Capítulo 28 | La última gota
Capítulo 29 | Eso es de tramposos
Capitulo 29 | Parte 2
Capítulo 30 | Me arrebataron...
Capítulo 31 | Tu y Yo
Capítulo 32 | Tú y Yo, claro que sí.
Capítulo 33 | Navidad diferente
¿Esto es un...?
Capítulo 34 | Revolución de las ratas.
Capítulo 35 | Desgracia de media noche
Capítulo 36 | Afrontando el sufrimiento
Capítulo 37 | Encuentros sabor a tristeza
Capítulo 38 | La última copa
Extra | Bajo mi atención.
Capítulo 39 | Ni un beso, ni un perdón
Capítulo 40 | Nuestro destino
Capítulo 41 | Tiempo cumplido
Capítulo 42 | Asuntos ajenos
Capítulo 43 | El sabor de la verdad
Capítulo 44 | Llena eres de desgracia
Capítulo 45 | Mi suerte, tu suerte, nuestra suerte.
Epílogo
Agradecimientos.
Hacia la Obsesión.
Un pequeño regalo
El sabor a muerte.
Extra -Halloween atrasado-
Escena fugaz

Capítulo 8

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By Nara_CC

Él ya estaba ebrio.

Esa noche lluviosa de sábado fue una de las que lo marcó, probablemente, para toda su vida. Una noche que siempre le recordaría que por más ebrio que estuviera no debía perder la cabeza, ni por una chica, ni por una decepción, ni mucho menos por alguien que se hacía llamar amigo.

No lo podía creer, es que ¿Quién podría creer así de fácil que su amigo se había acostado con su novia? Nadie, a nadie le pasaría tan siquiera por la mente.

Pero ahí estaba él, viendo frente a la ventana de aquella habitación, la cual, albergaba a su novia y a su amigo. Quienes eufóricamente tenían sexo, ella en cuatro y él de rodillas en la cama, arremetiendo sin piedad contra las nalgas de aquella chica que se hacía llamar fiel y decente. Aquella misma que él amaba con todo su corazón, es que, le había entregado por completo su corazón y a ella no le interesó en lo más mínimo, y allí... bajo la fría lluvia, él realmente se sintió traicionado, ¿quién no?

Su error fue pensar y actuar con rabia, él creyó ser inteligente al esperar y mortificarse al seguir observando hasta el momento en que ellos se cansaron y acabaron, dio vuelta sobre sus pies y tomó en sus manos con rabia la botella de cerveza para seguidamente beber de un solo trago todo el líquido, que ya ni lo sentía su garganta. Se maldijo a sí mismo por no haber notado lo que pasaba entre aquellos dos seres, si todo era tan evidente.

Entró nuevamente a la cabaña en la que aquella fiesta transcurría en su mejor momento, tiró al suelo el envase provocando un chirrido que alertó a algunas pocas personas, a esa otra chica.

Sus ojos no veían nada más que no fuera el buscar a su novia, la necesitaba ya, su mente ebria le pedía a gritos tenerla frente a él y hacerle saber que ella era solamente de su propiedad y de nadie más, hacerle saber por qué no podía meterse con algún otro hombre sin salir ilesa en el camino. Algo que él no haría si estuviera en sus cinco sentidos cabales.

Luego de recorrer la inmensidad de la cabaña, la encontró, sí, la encontró y todo en él se contrajo en ira pura, en dolor, en decepción. Su corazón estaba herido y no sabía cómo manejarlo, nunca había sabido cómo. Ella estaba como si no hubiera estado en la cama con su amigo, tomando un refresco lo más relajada posible, hablando con otras personas que él nunca había visto en su vida, llegó a dónde yacía y, ella al notarlo le sonrió tan dulcemente, una sonrisa que si en otro momento hubiera sido lo hubiera derretido, pero ahora lo único a lo que se le antojaba era una sonrisa llena de descaro e hipocresía, llena de mentiras y, le dio asco, un asco que nunca había sentido por ella.

—Hola mi amor —le había dicho ella con la voz más inocente que podía fingir.

Ella sí sabía en su interior lo que había hecho, se sentía diferente, por muy a pesar de haberlo disfrutado demasiado gimiendo como gata.

Él no podía creer que aún tuviera el descaro de llamarlo así, ¿cuánto tiempo venía viéndole la cara de estúpido? ¿Cuánto tiempo más pretendía ella seguir con todo eso? Sin embargo, él no se detuvo a pensar en eso, en su lugar, tomó del brazo a su novia lastimándola en el proceso, la jaló con brusquedad dejándola a su lado para después obligarla a caminar fuera del espacio en el que estaban.

—¡Suéltame! —le gritó ella forcejeando con él por la fuerza que éste imponía en su brazo.

Por más absurdo que sonara, ella no sabía el porqué del actuar de su novio, lo habría sabido si en aquel momento hubiera notado su presencia en la ventana, pero no, ella estaba sumergida en el éxtasis que le provocaba su mejor amigo, el mismo que también era amigo de su novio. Era sin vergüenza, ella lo sabía. Pero aun así se dio el lujo de enojarse y alegar con él por lo que estaba haciendo, por obligarla a caminar por la oscura noche ya fuera de la cabaña.

Él la tiró en la cama de un pequeño refugio alejado de la Cabaña. Ella enojada no pudo evitar que el pánico le alertara, sabía que él se estaba volviendo loco, ni en sus peores pensamientos había visto aquellos ojos llenos de ira, eran irreconocibles.

—Cálmate —suplicó apoyándose en sus codos aún acostada en la cama.

Ella se arrimó a la cabecera, alejándose lo más posible del monstruo en el que se había convertido su novio.

Él no podía articular palabra, todo se atascó en su garganta. Lo único que su ebriedad le permitía pensar era un error... Se acercó a la cama sin captar el temor que había causado en ella, la tomó de los pies jalándola a la orilla de la cama ignorando los gritos que ella emitió al sentirse apresada, le arrancó de un tirón la blusa dejando ver la piel blanca de su abdomen y pecho, seguidamente tomó su sostén y lo arrancó también, haciendo que las cintas le lastimaran los hombros.

Los pequeños pechos saltaron a su vista, pero lo que captó su mente fueron los pezones hinchados y rojos que ésta poseía, resultado de un estrujamiento feroz en ellos.

Ella forcejeaba pegándole en los antebrazos, estaba asustada en verdad, sabía que la persona que estaba haciéndole eso en ese momento no era el mismo novio que ella tenía, pero lastimosamente era su rostro el que veía.

Él tomó por las muñecas a su novia impidiéndole los movimientos, sus rodillas las posó en sus muslos, levantó con rabia su falda y sin pensarlo mucho arrancó también sus bragas, dejando al aire el coño rojo y también hinchado.

A su mente llegó la imagen perfecta de ella siendo follada por su ex amigo. Le hirvió la sangre, se tupió su razonamiento y a su consideración vino la incitación de hacerle saber que era él para ella. Algo que más adelante le haría arrepentirse.

Pero para la mala suerte de él y para la buena de la chica, el engorroso momento que ocurría, no le permitió a él percatarse de que una intrusa ajena al asunto estaba de expectante en la puerta del refugio que él dejó abierta, esa misma chica que captó el chirrido de la botella quebrada desde el principio.

Ésta intrusa, que también es amiga de la chica, supo inmediatamente que ella no podría con el ogro que se formó en el chico, si su amiga no podía quitárselo de encima peor sería ella. Así que pensó rápido, le hizo un ademán a su amiga para que resistiera y salió corriendo en dirección a la cabaña, solo una persona podría con semejante animal.

Llegó a dónde quería y comenzó a buscar como loca a su objetivo, no se demoró mucho pues sabía precisamente dónde estaba. Le tomó por los hombros y éste volteo a verla, extrañado, vio su semblante horrorizado y supo que debía alejarse de la gente.

—Tu mejor amiga, está... Está en problemas con su novio, la está tratando de tomar a la fuerza —logró explicar entre fatiga.

Él arrugó su ceño y no podía procesar lo que le dijeron, sin embargo, ella salió corriendo y él entró en razonamiento «nos vio» pensó al instante en que corría a toda velocidad detrás de la chica.

Sin pensar, tumbó de una patada la puerta que la intrusa había cerrado antes de ir a buscarlo. Se le fue encima al chico que yacía solo en bóxer ya, con la chica abierta de piernas y desnuda, con los ojos llenos de lágrimas y el cabello hecho un lío.

Lo tiró al suelo, a horcadas sobre él le comenzó a llenar de puños el rostro que en segundos reventó la piel ocasionando chorros de sangre. Mientras que la intrusa, amiga de la chica desnuda, la ayudaba a levantarse colocándole la poca ropa que le quedó de lo rota que la dejó el chico que ya estaba casi inconsciente en el suelo. La abrazó y ésta cedió llorando a cántaros, viendo cómo su novio estaba siendo agredido por su mejor amigo que había perdido la cabeza y estaba casi por matarlo. Pero aun así no pensaba hacer nada, lo único que pensó en ese momento es que era un maldito por intentar violarla.

A la puerta entró otra quinta persona, la cuál es hermana del chico golpeado. Al ver la escena no pensó ni un segundo y se tiró encima del amigo de su hermano, lo arañó y le hizo de todo, pero éste no se inmutaba en nada, hasta que otra sexta persona la apartó y tomó al agresor por la espalda alzándolo y separándolo del amigo. Este chico era casi tan fuerte como él, sin embargo no podría con su furia, pero no le tenía miedo pues también es amigo de él y del hermano de la chica que ahora lo levanta apenas por lo casi inconsciente que lo dejó el animal ése que es un sinvergüenza como la chica desnuda aferrada a los brazos de la intrusa.

—Eres un puto mal nacido —le vociferó la hermana al amigo que tiene tintados de color carmesí sus puños, rostro y camisa.

Ella le tiró una mirada fulminante y de odio a las dos chicas que estaban abrazadas, una llorando y la otra tratando de explicarle con la mirada que no podía dejar a la chica casi desnuda, pues esta intrusa es o mejor dicho, era mejor amiga de la que lucha con su hermano en un estado deplorable.

—No me vuelvas a hablar —le advirtió a su ya ex mejor amiga —. Y tú, eres una perra, capaz de dejar que maten a tu novio, o mejor dicho; ex novio maldita.


• ───────── ✾ ───────── •

Collet.

—¿Cómo estás con este mes? —pregunta Wyatt conmigo sentada en sus piernas.

—Lo estoy sobrellevando, me está costando de todas maneras —confieso acariciando su nuca.

—Es normal. No lo es ya cuando el sufrimiento lo aplazas más de lo adecuado.

—No es que yo quiera, simplemente no puedo ni siquiera evitar pensar en mamá. Yo...

Un grito desgarrador hace eco por toda la casa proveniente desde la segunda planta interrumpiéndome. Me miro con Wyatt por unos segundos y seguidamente salgo corriendo con él detrás de mí.

Sé perfectamente quién es la que gritó, pero, ¿por qué gritó?

Subo las escaleras a la velocidad de la luz buscando la puerta de la habitación de mi hermana. Ésta yace cerrada con seguro, forcejeo unos segundos y me detengo abruptamente cuando escucho los fuertes sollozos de ella.

Forcejeo desesperada otra vez pero la mano de Wyatt me detiene, con la mirada me indica que eso no funcionará.

—Hey, Dafne, ¿qué ocurre? —me pego a la puerta con mi oído en la madera— Abre la puerta —suplico con suavidad.

Ella no para de llorar y de alguna manera mi subconsciente me asegura que ella no abrirá la puerta.

La desesperación me sucumbe cuando a mi mente viaja el recuerdo de lo que ella ha estado buscando sobre como acabar con su sufrimiento, y nada sería exagerado si sus gritos y sollozos no fueran tan desgarradores y fuertes. Me retiro unos pasos de la puerta y sin pensarlo arremeto con mi hombro contra la madera, intento hacerlo de nuevo pero mi novio me detiene y me hace a un lado poniéndose en la posición en la que estaba.

Él comienza a golpear con su cuerpo tratando de abrirla a la fuerza, pero la maldita cosa no cede y mi angustia crece. «Que no se haya hecho nada por favor»

Así se está Wyatt por unos minutos que parecen eternidades, mientras que yo le hablo suplicante a mi hermana para que evite tanto desastre, pero ella parece sumergida en su mundo ignorándome por completo. Unas lágrimas comienzan a salir de mis ojos y la frialdad en mi cuerpo me toma por completo.

—¿Qué pasa acá? —la voz de papá hace que de un respingo dándome la vuelta y que Wyatt se detenga.

Él tiene el cejo fruncido con sus llaves en la mano jugando con ellas haciendo un ruido desesperante. Es domingo por la tarde y él ya ha salido de trabajar, a mi mente viene el chico detrás de mí y otro miedo me recorre, ¡él no puede estar en la casa! Papá me ha dicho siempre que no entre hombres a casa mientras estoy sola con mi hermana, y mi novio yace hasta la segunda planta, la regañada y posible pegada se confirma en mi interior. Pero nada de eso es lo importante cuando recuerdo el motivo por el cual mis mejillas están mojadas.

—Dafne está dentro y no abre la puerta —hasta esas palabras él parece relajado—, ha gritado y llorado muy fuerte, no sé qué estará haciendo dentro —su rostro se descompone.

Deja caer su maletín corriendo hacia la puerta apartándome y tomando sus llaves para abrir la puerta.

Dafne se encuentra en un rincón de su habitación a un lado de la cama. Permanece hecha un ovillo, con sus manos alrededor de sus rodillas y la cabeza recostada en las mismas. Ha dejado de llorar fuerte, ahora sus lágrimas salen solas sin ruido, su mirada parece perdida y ni siquiera se inmuta con nuestra presencia ya dentro de su lugar de dolor.

Papá se le va encima arrodillándose frente a ella, tomándola de los brazos y sumergiéndola en un abrazo, ella no corresponde, sigue perdida hasta que sus ojos se centran en un solo lugar.

Yo le sigo el trayecto y noto un botecito tirado con pastillas esparcidas en el suelo, ella voltea la cara, cierra los ojos con odio y vuelve a sollozar fuerte. Ahora sí abraza a papá con fuerza.

Parece sufrir y pelear con ella misma por querer hacer algo que no debe, una lucha la cual casi siempre es la perdida, porque no hay lucha más difícil y caótica que la que tienes contigo misma. Porque hay una parte de ella que quiere seguir con vida y luchar contra todo, pero la mayor parte de ella quiere reencontrarse con mamá y no sentir más dolor.

Me quedo estática sin poder aceptar el suceso que se presenta frente a mí en cámara lenta.

—Shh, ya mi niña. Todo está bien, ya estoy contigo —consuela papá sentándose a su lado sin dejar de abrazarla.

La presencia de Wyatt se me olvida hasta que papá lo ve fulminante. Todos mis sentidos se ponen alerta y Lionel me lanza una mirada exigente, la cual me dice que lo saque de la habitación y de la casa. Sin embargo, trato de acercarme para abrazar a Dafne, pero él levanta su mano haciéndome alto, hace un ademán con su cabeza y es orden suficiente para que salga del lugar.

—Lo siento por... Por tener que echarte —le digo a Wyatt cuando ya estoy frente a la puerta principal.

—No hay problema bebé. Entiendo cómo es tu papá y además la situación solo da para ustedes tres —me sonríe y me reconforta ver esa sonrisa tan linda.

Observo con detenimiento sus ojos negros, los cuales me transmiten profundidad cada vez que los veo. Tanto me ha costado quererlo, tanto tiempo de relación y aún lo quiero tener conmigo, agradeciendo cada cosa que ha hecho por mí.

—Te amo —es lo único que puedo decir.

Me le voy con un beso que él atrapa gustoso, acaricio su cabello castaño y él me toma por la nuca queriendo profundizar el beso, se abre paso con su lengua y un flashazo de un piercing en ella pasa por mi mente. Abro los ojos para insistirme a mí misma que él es Wyatt y no Hanniel.

El beso por más que quiere hacerlo feroz no puede, no sé si soy yo la que no sabe o es él al que le falta técnica para lograrlo. No me cuesta tomarlo del cuello con mis dos manos pues sus 1.70 no me son tan distantes.

Sus manos viajan a mi trasero y todo se helada en mí, rompo el beso sin poder evitar agarrar sus manos subiéndolas a mi cintura. Él pega su frente a la mía, respiro su aliento tibio y me comienzo a sentir mal por no permitirle eso a él y a Hanniel sí. Lo abrazo sintiendo su delgado cuerpo, él nunca ha sido de tener sobrepeso, pero tampoco es de trabajar duro en un gimnasio.

—Es hora de irme —me separa evitando hablar del tema, para no incomodarme.

—Pronto...

—No importa Collet, te entiendo —se acerca y vuelve a besarme.

Me suelta y me muerdo el labio inferior, nerviosa. Le sonrío cerrando los ojos para dejar de sentir culpa y disfrutarlo antes de que se vaya.

Camino rápido de la parada del bus a la universidad para que la tarde no me agarre. Papá no pudo venir a dejarme porque se ha quedado con Dafne, su problema a empeorado y a decidido permanecer con ella todo el tiempo posible, incluyendo el que usaría para venir a dejarme.

Mi celular vibra en mi bolsillo.

—¿Sí? —contesto peinando mi cabello que se despeinó por el aire de la ventana del bus.

¿Cómo vas Collet? —es Ivonne.

—Que milagro escucharte —sonrío genuinamente.

Me alegra escuchar la voz tan conocida y apreciada de mi mejor amiga.

—Tú eres la que me olvida —se ríe—, pero igual no he podido llamarte tanto, la universidad me consume.

—Dímelo a mí —ruedo los ojos—, estoy que colapso con Estadística.

—Y yo con Contabilidad. Pero eso no es lo importante ahora —su voz suena a coqueteo.

Llego a la entrada de la universidad y me introduzco buscando mi edificio

—¿Entonces qué?

¿A que no te imaginas con quién van bien las cosas?

—Con tu ena...

—¡Si! —me interrumpe con entusiasmo— Es que me emociona tanto que no puedo evitar contártelo.

—¿Cuál es el hecho que te emociona?

—Que me ha aceptado unas que otras citas y me ha besado ¡Collet, me ha besado!

—Guau, entonces si es de emocionarse, ¿y qué tal besa? —no puedo evitar hacer la pregunta que siempre nos hacemos cuando tenemos un enamorado.

—Ay ni te imaginas, besa como un Dios, ¡es riquísimo! —la carcajada se me contagia, pero, así como vino se va.

Al lado del edificio está Hanniel, pero no está solo, que bueno fuera, está nada más y nada menos que con la rabiosa Camille, y que bueno que estuvieran solo hablando... ¡No! ¡Se están besando!

Un sentimiento desconocido crece en mí y el disgusto me amarga la boca, hago una mueca de asco sin poder quitar mis ojos de ellos. No obstante, mi imaginación me juega mal y me visualizo a mí en esa posición con él. Se me calientan las mejillas, pero de enojo por no ser yo de verdad la que se esté comiendo a semejante experto.

Enojo también por tener que ver siempre en las suyas a este hombre. ¿Por qué no solo lo veo normal, sin una chica encima de él? Desde que lo vi por primera vez esa maldición me persigue. Además, ¿acaso él no tiene decencia?

Sin prever, la vergüenza llega a mí, me recuerdo que yo soy parte del listado de las chicas que se han dejado engatusar por él. «Soy una más» eso me corroe y me reprocho el hecho de permitirlo.

¿Collet? —Ivonne me saca del trance y enderezo mi vista.

—¿Hablamos después? —de pronto ya no tengo humor para seguir con la plática.

—¡No! No me cuelgues.

—¿Qué más quieres?

¿Qué pasó al final con Wyatt?

La bombilla arriba de mi cabeza se enciende, y la idea me taladra las ganas de joderlo de alguna manera, pero, ¿de verdad lo hago? ¿Le muevo el piso, o simplemente soy una más?

Mi única manera de probar tener, aunque sea un atisbo de respuesta, es hacer lo que pienso.

Me encamino a paso mejor puesto y con más estilo, mejoro mi postura pretendiendo que Hanniel me escuche y note, hecho que si capta porque deja de besar a Camille y los dos me voltean a ver. Yo hago un sutil ademán de asco y arrugo mi ceño viendo nada más a Hanniel «no me importa ella».

—Nada, que lo amo y es el mejor novio del mundo.

Él levanta una ceja, indicándome que no es indiferente a lo que estoy hablando.

¡¿El mej...

—Si, y me encanta todo de él —interrumpo el reproche de Ivonne.

Sigo caminando y siento que me siguen con la mirada, pero lastimosamente no de quien yo quiero, veo disimuladamente por mi hombro y Camille es la que me ve altanera, ¿de verdad me está viendo altanera? «si supiera» Hanniel le observa el rostro a ella y la toma por la barbilla centrando su atención en él y... ¡La besa! Aprieto los dientes al igual que el celular, ¡es un desgraciado!

—Collet, espero que no estés hablando de verdad, ¿qué estás haciendo?

—Naaaada. Sigo aún de novia con él —explico ya fastidiada por el tema, además de estar cabreada.

¿Le perdonaste la infidelidad?

—No sabemos si en realidad lo fue Ivonne.

¡Lo fue Collet! Sabes perfectamente que yo no te mentiría en ese tipo de cosas.

—No es que me mientas, talvez viste mal y solo se abrazaron.

—Sayda es tu prima y sabes muy bien que nunca abraza así por así a un hombre.

—Probablemente, pero confío en Wyatt, ¿hablamos después?

—Ash, sí, hablamos después.

Le cuelgo el celular sin sentirme mal por hacerlo. El sentimiento que provocó Hanniel es más fuerte que otra cosa, y me enojo también conmigo misma por sentir esto, no soy quién para hacerlo y no debería tampoco, ¡tengo novio! Lo amo y lo estoy traicionando, a Hanniel le he permitido más cosas de las que debería, cosas que pudiera darle a Wyatt siendo algo un poco más correcto.

Llego a la cafetería y me siento en una esquina a las malas, desbloqueo nuevamente mi celular y comienzo a buscar aquellas fotos desnuda que me tomé los primeros días en que llegué a esta ciudad, que fueron tomadas para Wyatt y que nunca le envié «por lo menos ahí fueron pensando en él».

"Con amor y pensando en ti..."

[Foto]

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Las envío antes de que me arrepienta y apago rápido el celular escondiéndolo como una niña que ha hecho algo malo.

Los nervios de que dirá Wyatt me hacen no esperar respuesta de su parte y mejor me levanto encaminándome a mi salón correspondiente. Y allí la veo.

Allie está parada frente a una máquina expendedora metiendo fichas, me le acerco rápido, ya es martes y desde el jueves que ella me vio con Hanniel no he podido hablar con ella. Me ve y sin preocupación voltea la cara a él paquete que le acaba de salir de la máquina.

—Hey, Allie yo... —empiezo sin tener la menor idea de que decir— Lo que viste el jueves... No es lo que tú piensas.

Está frente a mi y me ve directamente a los ojos, su semblante es suave.

—¿No es lo que yo pienso? —se ríe— Mira Collet, no tienes porque darme explicaciones sobre lo que haces y deshaces, al fin y al cabo, es tu juego —posa sus manos en mis hombros—, solo ten cuidado con quién estás jugando.

Arrugo mi ceño, ¿qué me trata de decir? Sí sé a lo que se refiere con mi juego, el cual yo nunca elegí hacer ni tampoco planee, lo que no entiendo es sobre los jugadores, ¿con quién estoy jugando? Todo se hace claro en mi mente recordando que en realidad no conozco en lo más mínimo a Hanniel, ella seguramente si sabe cosas de él y probablemente algo más profundo que una persona cualquiera pueda saber.

—¿Qué me tratas de decir?

—Que analices mejor tu entorno.

«Eso no era»

Ella me esquiva y se encamina a no sé dónde, me quedo estática pensando las cosas, pero reacciono y me voy detrás de ella.

—¿Estás molesta?

—¿Por qué debería estar molesta?

—No lo sé, tú dime.

Se ríe—Collet que no tengo nada, todo está bien, tu asunto no me afecta en nada, solo me quedé sorprendida porque te creía una mojigata.

Voltea a verme coqueta, y no me toma mucho tiempo saber a qué viene esa mirada con la palabra mojigata.

—Oh no, ni lo pienses.

—Algún día lo harás, si te comes a dos en menos de media hora, podrás follarte dos al mismo tiempo.

Le pego en el brazo viendo a todos lados a ver si alguien escuchó sus cochinadas, la carcajada de ella no espera y me contagia haciendo que también me ría caminando al mismo salón.

—Quiero ir al bar hoy ¿Me acompañas?

—Mi papá anda molesto conmigo.

Arruga el ceño y tomo una bocanada de aire antes de explicarle.

—Es que entré a Wyatt a casa cuando él no estaba y eso no le gusta, es prohibido.

—Ya veo, pero puedo pedirle permiso por ti, veras que si lo dará.

—¿Por qué eres tan allegada a papá? —no puedo evitar hacer la pregunta que me vengo haciendo hace días.

Ella se tensa y no entiendo el por qué, pero se recompone así nomás se da cuenta.

—Pues no es eso, solo le pido permiso y supongo que cree que soy una buena amiga para su hija.

Me le quedo viendo raro, no me trago ese cuento, papá la está queriendo como a una hija y no lo quieren decir.

Pasan las horas en la universidad, recibo las clases necesarias, entregando tareas que se atrasaron por mi lesión en la academia, recordando que debo hacer el proyecto de estadística y no tengo la menor idea de cómo hacerlo.

Llegamos a la academia con Allie y nos vamos a cambiar de ropa, no vi en todo el día a Hanniel porque lo estuve evadiendo por completo.

Un mensaje llega a mi celular mientras estoy ya sola en los casilleros. «Wyatt» la ansiedad crece en mí y me da pánico abrir el mensaje. Sin embargo, lo hago y cierro los ojos al hacerlo, soy una dramática con todo este asunto, pero es que nunca había enviado fotos de ese tipo.

"Me encantas bebé, estoy babeando y con ganas de volver a verte"

Sonrío ante el halago, porque quiere decir que le gusta mi cuerpo desnudo. Empiezo a teclear, pero una voz me asusta y hace guardar el celular antes de que se me caiga.

—¿Cómo está Collet? —pregunta el profesor Fernán que está a mi espalda.

Muy cerca de mí, mi cuerpo suda frío y... ¿Y si vio las fotos que envíe? Me volteo rápido y nerviosa, un error porque quedo demasiado cerca de él a causa de mi torpeza, de inmediato mis fosas nasales aspiran el delicioso olor que este hombre se carga. Su respiración se mezcla con la mía y me pregunto el motivo de tanta tensión repentina que creció entre los dos.

Por unos micro segundos me permito ver su rostro, el cual es muy marcado, sus facciones masculinas son tan atractivas, ni digamos los ojos azules que me ven diferente a otras veces en la pista de baile. El traga saliva y mis ojos viajan a su manzana de Adán que se mueve por la acción.

Él toma la iniciativa y da un paso atrás espabilando de lo que yo misma formé.

—¿Ya puede volver a bailar? —inquiere nuevamente sin ningún nerviosismo como yo.

—Ehhh... S-sí —carraspeo—, si ya puedo, las semanas de reposo las he culminado.

—Perfecto, vamos a entrenar entonces.

Me hace el gesto de pasar antes y lo hago con torpeza, no sé si es resultado de la vergüenza que haya visto las fotos o la timidez de haber estado muy cerca de él, quien desprende una autoridad alucinante.

Llegamos a dónde están todos, cada uno en su mundo en la práctica que el profesor les a asignado, Allie está por otro lado en su rollo y yo estoy con el profesor Fernán, quien me dijo que el día de hoy mi ensayo sería con él porque me enseñará a hacer la voltereta, pero esta vez, ayudándome él mismo, porque las primeras veces eran ayudantes quiénes lo hacían.

Nos vamos hasta el otro extremo alejados de los estudiantes.

—Parece acá —me señala un círculo dibujado en la colchoneta—, y agarra impulso cuando yo le diga, aplicando la técnica que ya sabe.

Le obedezco poniéndome de espaldas a él y respirando profundo después de haber calentado lo suficiente para hacer esto. El se mueve a un lado de mí y pone una mano en mi pecho y la otra en mi espalda baja, una corriente extraña me toma desprevenida, yo flexiono mis rodillas moviendo mis brazos hacia atrás, lo frío de las manos de él me erizan la piel.

—Prepárese —avisa y yo acato oliendo su aliento mentolado que choca justo en mi mejilla.

Levemente giro mi cabeza, apenas unos centímetros para verlo, él, que se esfuerza por mantener la vista en otro lugar que no sea yo, «¿por qué?» se rinde y pasa a verme, a mi cara y los segundos parecen horas al vernos, sus ojos viajan a mis pechos que están apretados por el top deportivo, los sube lentamente volviendo a mis ojos, notando inmediatamente que mi respiración se ha entrecortado...

—Ya —dice con una voz extremadamente relajada pero ronca, desencadenando un cosquilleo nuevo en todo mi cuerpo, uno que a la vez se siente bien, pero que no me deja disfrutar por qué me exige con sus manos en mi cuerpo que me impulse.

Lo hago saltado hacia atrás y sus manos me ayudan a adaptar la postura que debo al dar la vuelta sin caer y aterrizando en pie.

—La otra.

Sigue y yo obedezco tirándome por un leve lado para hacer el giro con mi cuerpo en el aire, quien él a su vez corre a mi lado moviendo mis caderas en el aire para adaptar la técnica correcta, la misma que me cuesta y me ha provocado la caída de la vez pasada, no obstante, esta vez no caigo, porque lo he logrado adaptando y captando la forma en que se hace.

—Última.

Exige y la hago sintiendo sus manos en mis pechos, que no lo ha hecho a propósito, sino que por los movimientos se han desviado. Aterrizo con las manos levantadas y agitada más de lo normal, mi cuerpo está en un limbo de escalofríos que los puedo confundir como un orgasmo, una sensación tan rara que no entiendo cómo fue posible. Quiero creer que es la adrenalina, pero el que mis pezones palpiten me hace creer lo contrario. «¿Que me ha hecho?»

Lo volteo a ver extrañada y él parece de lo más normal, vuelve a bajar su vista a mis pechos en donde reposa su mano, yo bajo la vista también y mi corazón está que se sale de mi pecho, él retira su mano haciéndome tensar, no hace ningún tipo de roce algo que desespera a mi cuerpo que exige atención. Él lo sabe, por eso me deja así y que yo mire como mi cuerpo se ha separado de mi mente, del entorno y del razonamiento, queriendo algo que mi mente grita "no", es algo que me confunde mucho.

Él niega con su cabeza, cómplice de lo que está ocurriendo.

—Practique más ahora que ya ha hecho bien la técnica —me sonríe y es una pervertida, una sutil, pero sonrisa pervertida que es encantadora, no quiero creer que todo es producto de mi imaginación.

Se aleja y les grita a todos que los necesita en el centro para practicar una coreografía. Se ve tan normal, nada le afectó, ¿ha sido solo para mí?




Publicado el 19/11/2020


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