Búscame

By laumor_

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Julia Thompson vuelve al pueblo del que nació, evitando todos aquellos problemas que la atormentaban. Restaur... More

¡Hola de nuevo!
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2. Parte 1
Capítulo 2. Parte 2.
Capítulo 3. Parte 1.
Capítulo 3. Parte 2.
Capítulo 3. Parte 3.
Capítulo 4. Parte 1.
Capítulo 4. Parte 2.
Capítulo 4. Parte 3.
Capítulo 5. Parte 1.
Capítulo 5. Parte 2.
Capítulo 6. Parte 1.
Capítulo 6. Parte 2.
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9.
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12.
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Agradecimientos.
Epílogo

Capítulo 34

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By laumor_

Y aquí se encuentra el último capítulo, que pena :( 

Espero que lo disfruten y dejen sus comentarios con las opiniones :)

....................................................

Miré por enésima vez mi vestido para la ceremonia de los VBT. Se trataba de un elegante vestido rojo, largo hasta el suelo y relativamente ceñido que dejaba marcar cada una de mis curvas. La espalda quedaba totalmente al descubierto y tenía un cuello tipo barco, con medias mangas. Desde luego se trataba de un vestido precioso, del que no podría disfrutar.

Los premios se habían convertido ya en una auténtica pesadilla al tener a Tyler enfadado, pero tampoco estaba dando yo mi brazo a torcer. No me creía la culpable del asunto. Si yo esperé, él tendría que esperar. ¿O no?

Guardé el vestido en un protector y junto a una pequeña maleta, tomé asiento en mi vehículo para marchar hacia Nueva York, donde tomaría más tarde el vuelo hacia Europa.

Después de varias horas de vuelo, y no pocas, me encontraba ya en Zúrich, la ciudad donde se darían los premios. En el aeropuerto me recogió el chófer de Gerard, al cual conocía porque se trataba del mismo chófer de hace unos años. Era un hombre con una barriga algo pronunciada, vestido con traje y gorro, y con su indudable barba bien recortada. Lo recordaba perfectamente igual a como estaba ahora, no había cambiado. El coche sí había cambiado, ahora conducía un Audi negro mucho más elegante que el Mercedes anterior.

—Buenos días, señorita Julia. —Saludó educadamente mientras abría el asiento trasero para que pudiese entrar. Esbocé media sonrisa como respuesta.

—Buenos días, Charlie.

Me monté en la parte trasera del vehículo y miré por la ventanilla mientras este arrancaba.

— ¿Cómo ha ido el viaje? —Preguntó cordialmente para mantener una conversación.

Dejé de mirar por la ventana y presté atención en su barba, la cual se proyectaba en el espejo interior del vehículo.

—Cansado, demasiadas horas. —Mascullé y pude ver una pequeña sonrisa en su rostro. Quizás me echaba de menos.

Charlie siempre había sido un buen hombre, educado, atento y simpático, pero acabé con todo aquel día y me olvidé de todos.

El resto del trayecto no varió mucho. La conversación no fue a más y Charlie encendió la radio para mi suerte. Seguí mirando por la ventana y quedé hipnotizada en las pequeñas gotas de agua que se quedaban en el cristal del coche debido a la intensa lluvia. Había olvidado el clima europeo.

Cuando llegamos al hotel donde nos hospedaríamos, Charlie hizo ademán de abrir la puerta, pero yo me adelanté. Nunca me había gustado que me abriesen la puerta como si fuese una señora.

Le miré con una sonrisa y él refunfuñando aceptó mi adelantamiento. Tomó mi maleta y vestido y subimos hacia la que sería mi habitación. El botones nos acompañó hasta la misma puerta de la habitación.

—Pase, señorita LeBlanc. —Comentó el chico en un buen francés, abriéndome paso hacia la habitación.

Iba a decirle que ya no era la señorita LeBlanc, pero tampoco creí necesario explicarle el proceso de divorcio al botones. Con suerte, no le volvería a ver.

Mis ojos se abrieron en gran medida a la vez que iba avanzando en mi habitación.

—Gerard, te has pasado. —Susurré para mí al ver toda clase de lujos en mi habitación.

Charlie le dio una pequeña propina al botones, por lo que este se marchó rápidamente de la habitación con una buena sonrisa. Miré a Charlie, esperando a lo que tuviese que decirme.

—El señor LeBlanc pasará a buscarla sobre las siete. —Asentí como respuesta y él con una leve sonrisa abandonó la habitación.

Giré levemente sobre mí misma y caí en la cama abriendo los brazos. Todo esto era realmente impresionante.

Después de analizar punto por punto mi habitación, tomé mi teléfono móvil pensando en Tyler y el enfado que se había esfumado hace horas.

"Ty, tengo una cama enorme y no estás aquí. Diablos, ven ahora. Tu ratoncita."

Sonreí dejando el móvil sobre la cama y entré en el baño a la vez que la boca se me desencajaba. ¿Esto era perfume francés? Maldita sea, lo había echado de menos.

Lo cogí y vi que había una pequeña nota al lado. "Pensé que una mujer bonita necesita un buen perfume, princesa." Reconocí que era de Gerard al leer ese princesa, él siempre me llamaba así. No muy conforme con saber que era suyo, dejé el perfume donde estaba y volví a la cama. Cogí el móvil y vi que había recibido un mensaje.

"¿Por qué no llamas a tu marido? Tyler."  Fruncí el ceño y pensé en mandarle a la mierda, pero de verdad mi enfado se había esfumado, por lo que algo calmada le escribí el siguiente mensaje.

"Quizás debería hacerlo, pero primero te avisé a ti. Si no estás aquí en veinte minutos va a ser cierto que tenga que avisarle a él. Último aviso, tu ratoncita desesperada por besarte."

Adjunté en el mensaje la localización del hotel, por  lo que si no venía sería porque no querría. Sabía perfectamente que él se hospedaba en el mismo hotel, porque todos los asistentes a los premios se hospedan aquí ya que era el más cercano al lugar.

Saqué de mi pequeña maleta un esmalte de uña color rojo y comencé a pintar cada una de mis uñas mientras de fondo se escuchaba 'Thinking out loud' de Ed Sheeran.

— ¡Cariño, te seguiré amando hasta que tengamos 70 años! —Cantaba con una elevada voz.

Quizás fuese el lujo que la habitación me transmitía o quizás no, pero estaba feliz y lo dejaba transmitir a través de mis reales gallos llamados cantes.

En la puerta sonó un fuerte pero seco golpe. Elevé la vista y dejé el esmalte en la mesita de noche. Soplé mis uñas a medida que abría la puerta. Alcé mi vista para ver un Tyler serio, pero seguro. Entró en la habitación y tomó mi rostro para besarme sin posibilidad alguna de rechazarlo. Continué con gusto aquel apasionado beso. Cuando este terminó, ambos nos separamos y he de decir que sonreí como una auténtica quinceañera. Él no sonrió pero pude ver en sus ojos brillos de ilusión.

—Tus gritos de espanto se escuchan desde pasillos atrás. —Dijo y yo sonreí.

Pasé mis brazos alrededor de su cuello y jugueteé un poco con mi lengua, sabía que no podría resistirse mucho, si es que tenía intención de poner resistencia.

Tyler pasó sus manos por mi cadera y me llevó lentamente hacia la cama. ¡Por fin!

Se podría decir que hicimos el amor de la manera más salvaje que conocía, no había visto un Tyler así nunca, ni él había visto una Julia tan llena de pasión como esa tarde me encontraba. Pasionalmente salvaje sería la definición.

Jugueteé un poco con la yema de dedo sobre el desnudo torso de Tyler, noté una sonrisa en su rostro a la vez que una de sus manos pasearon lentamente por mi espalda, acariciándola.

—Ha hecho un buen trabajo tu marido al pagarte esta bonita suit para que podamos disfrutarla. —Dijo y elevé mi mirada para mirarlo.

—Marido por poco tiempo. —Afirmé y él me miró ahora. —Mañana hemos quedado con nuestros abogados para formalizar el divorcio.

—Me alegra saber eso, y será solo por esta vez Jul. —Le miré atenta. —Si hay otro hombre a partir de ahora que quiera llevarte a una ceremonia, y que no se trate de tu padre, me encargaré de que no vuelva a ver la luz del sol. —Dijo y sonreí. Me acerqué a él y besé dulcemente sus labios. Él posó sus manos sobre mi trasero aún desnudo y no pudo evitar acariciarlo. —Si continúas así, tendré que volver a empezar lo que acabamos de terminar...

Sonreí ante su afirmación y continué el beso, él por otro lado, volvió a empezar y yo me dejé llevar, encantada.

Decidimos darnos un relajante baño, juntos. Era la primera vez que hacíamos algo de esto unidos y tuve que reconocer que fue uno de los momentos más placenteros de toda mi vida.

Su tacto en mi espalda jabonándome, o su mirada mientras me perdía entre el vapor del calor...

Más tarde, él se fue hacia su habitación y yo terminé de arreglarme para la ceremonia. Una peluquera, también pagada por Gerard, subió a mi habitación para arreglar mis pelos. Algo que agradecí porque después del vapor del baño eran un caos.

Cuando terminé de arreglarme, un Gerard muy elegante (y muy guapo), vino a recogerme a la misma puerta de la habitación.

—Estás preciosa, princesa. —Sonreía elegantemente. Sonreí y cerrando la puerta de la habitación abrimos paso hacia las afueras.

Charlie nos acompañó hasta el lugar de la ceremonia. Durante el trayecto en coche, Gerard mantenía una conversación por teléfono sobre mercados internacionales. Aislándome un poco de todo, miré mi teléfono móvil comprobando que tenía un mensaje.

"Te veré en los premios, espero que no vayas muy provocativa o no podré aguantar hasta llegar al hotel. Me vuelves loco, ratoncita. Ty" Sonreí al recordar que mi vestido sí era algo provocativo al tener la espalda complemente al descubierto. ¿Cómo reaccionaría Tyler cuando me viese? Mordí mi rojo labio inferior y cerré mis ojos, ojalá llegase pronto la hora de volver al hotel.

—Ya hemos llegado, señores. —La voz de Charlie me despertó de todos y cada unos de mis pensamientos.

Miré a Gerard y este colgó y se guardó el teléfono en el bolsillo interno de su chaqueta. Me miró y sonrió. Él salió primero y de su brazo salí. Caminamos por una alfombra roja, algunos fotógrafos de revistas sociales nos sacaban algunas fotos. Entramos dentro del local y debo decir que me quede perpleja al ver la gran amplitud que este tenía.

Busqué con mi mirada a Tyler por todas partes, pero había tanta gente que no llegaba a localizarlo.

— ¿Buscas a alguien? —Preguntó la voz de Gerard en mi oído. Asentí y le miré.

—Si encuentras a Tyler Blue, dímelo. —Susurré en su oído para que solo él pudiese oírme.

Gerard tomó mis manos con suavidad y me hizo mirarle a los ojos.

— ¿Él se trata de tu pareja? —Preguntó y yo asentí con una sonrisa algo tímida. —Si lo encuentro te digo. —Sonrió con sinceridad.

Parecía que esta vez no había malos rollos entre él y yo, y eso me alegraba.

Nos sentamos en una mesa que teníamos reservada, junto a otros chicos de la empresa de Gerard.

— ¡Madre mía! ¡Julia! —Exclamó una voz femenina a mis espaldas en un francés puro.

Me giré y al ver a Karen casi me dio un mini infarto. Ambas nos dimos un efusivo abrazo y me besó la mejilla con tanta fuerza que pareciese se iba a quedar pegada ahí.

Karen tenía un buen puesto en la empresa de Gerard y siempre me había llevado muy bien con ella, pero claro, habíamos perdido el contacto.

—Estás guapísima. —Esbozaba una buena sonrisa mientras lo decía. —Cuánto tiempo, por favor, tienes que contarme todo sobre ti.

Karen se sentó a mi lado e impacientemente comenzó a preguntarme sobre todo lo que había ocurrido en mi vida en este último año.

Para mi suerte, la gala empezó y no le comenté sobre Tyler.

Esta se podía resumir en pocas palabras: Gerard ganador absoluto de los premios de concepción.

Y la verdad es que se lo merecía, su imperio cada año era más pronunciado y lideraba en todos los países desarrollados.

Sin embargo, la felicidad se esfumó cuando vi un Tyler sonriente de la mano de una pronunciada rubia que le comía con sólo mirarlo. ¿Quién demonios era esa rubia y por qué iban de la mano a la recogida del premio?

Sentí la mirada de un Tyler aún en el escenario, aunque la evité. Me levanté y me dirigí hacia el baño.

Entré en el servicio y tras vaciar mi vejiga y lavarme las manos me dirigí hacia la puerta principal del baño, aunque tuve que detenerme al escuchar fuera unas conocidas voces, o al menos una.

— ¿Quieres que vaya a tu habitación cuando volvamos al hotel? —Le preguntó Tyler, el cual ya no estaba en el escenario, sino cerca del servicio y podía escuchar todo.

—Claro. —Coqueteaba la rubia de tetas operadas.

Mi mandíbula podía llegar hasta el mismísimo suelo. ¿Perdona?

Tyler le sonrió y esta con picardía dejó que él tontease con ella. Digamos que ambos tontearon con ambos, y yo no podía creerlo. ¿Qué era todo esto?

Me negué a salir y formar una escenita, por lo que esperé a que estos volviesen a sus asientos para volver al mío con Gerard.

—Esto está acabando, pronto iremos a la celebración. —Me susurró Gerard cuando me senté a su lado.

Y ciertamente, la ceremonia de premios acabó y se dio paso a la celebración que se organizaba en un jardín muy elegante con fuentes, música y grandes barras llenas de cócteles.

Gerard me trajo un cóctel de ginebra y tomó champán para él.

—Cómo me conoces. —Le sonreí al tomar mi copa, él se encogió de hombros.

—Y dime, ¿cuánto lleváis? —Preguntó tras darle un sorbo a su copa.

—Digamos que aún no hemos formalizado en serio nuestra relación. —Afirmé y el asintió entiendo.

—Hoy viene acompañado de una joven que trabaja con él. —Comentó y me di cuenta de que Gerard sabía más que yo sobre la pareja de mi novio y eso me enfureció.

Maldita sea, Tyler, tuviste que habérmelo contado.

Terminé de un trago mi copa y me acerqué a la mesa a por otra. Pude ver que cerca de otra mesa se encontraban de nuevo la parejita, riendo y de nuevo coqueteándose el uno con el otro. Tyler posaba su mano en la cintura de la rubia requeteoperada, y la rubia requeteoperada le sonreía con esa mirada y sonrisa de zorrarobachicos.  Arqueé mi ceja cuando vi a ambos reír por sabe dios qué y volví a donde se encontraba Gerard.

— ¿Te sientes cómoda? —Preguntó debido a que la expresión en mi rostro tendría que ser algo curiosa. Asentí y bebí de mi copa.

Gerard me llevaba a charlar con varios empresarios. Intentaba integrarme en cada una de las conversaciones pero me era muy complicado teniendo a los otros tan cerca, y a la vez tan lejos.

Las copas además subían y subían para poder aguantar la noche, y mi medidor de estupidez era directamente proporcional a las copas que estaba tomando.

—Princesa, deberías dejar de beber. —Comentó en mi oído Gerard preocupado.

—Ey, me lo estoy pasando bien. —Respondí a regañadientes. —No puedes quitarme la bebida, no estoy haciendo nada malo. —Reí y pude ver en su rostro diversión.

—No sé, pero mañana tendré que disculparme ante el dueño de la empresa DEME por haberte reído de su estatura. —Rió y yo bufé.

— ¿Y qué le hago? Creía que había salido de la película Los Pitufos. —Dije y Gerard soltó una gran carcajada.

Volteé y tomé otra copa de la bandeja de un camarero y cuando volví a girar vi a Tyler, la rubia operada y a Gerard charlando. Bebí de un trago la copa y la volví a dejar en otra bandeja que pasaba. Me acerqué a ellos y sonreí con mi mayor sonrisa.

—Enhorabuena por el premio, señor Blue. —Comentó Gerard con una bonita sonrisa. Tyler nos miraba serio a ambos. Gerard un poco cortado ante la situación intentó sacar otro tema. — ¿Están disfrutando de la ceremonia y de su estancia en Europa?

La rubia operada iba a hablar pero yo me adelanté, no tenía ganas de escuchar una sola palabra por parte de esa.

—Ay, déjalos Gerard, son demasiado sosos ambos. —Sonreí y Gerard tuvo que sujetarme de la cintura para no tropezar con mis mismas piernas. El alcohol hacía efecto.

— ¿Está ebria? —Preguntó la rubia operada. Gerard se encogió de hombros y esta sonrió. ¿De qué sonreía esta estúpida?

—Para variar. —Masculló Tyler, el cual hacía su aparición a la conversación de la peor manera.

Le miré de manera desafiante y volví a casi tropezarme entre mis tacones. Las manos de Gerard me acercaron hacia él y Tyler pasó su mirada por ambos, así como hacia las manos de Gerard las cuales se encontraban muy cerca de mi trasero.

—Princesa, creo que vamos a tener que volver al hotel, no te encuentras bien. —Comentó un Gerard cerca de mi rostro. Sonreí con picardía y mordí mi labio inferior al recordar la conversación de estos dos anteriormente.

—Y que me quites este vestido con tus dientes. —Pedí y sentí la tensión en el ambiente.

—Princesa, no sé que voy a hacer contigo. —Rió levemente Gerard.

—A mí se me ocurren varias cosas. —Rocé sus labios con los míos y de reojo vi como Tyler abandonaba la charla y se iba, y tras él la rubia operada.

— ¿Intentando dar celos? —Sonrió Gerard llevándome hacia la puerta de la ceremonia.

—No es broma, ¿vienes a mi habitación luego?

—Julia, vas a dormir  y nos vamos ya.

Sentí los brazos de Gerard llevándome al coche. Mi visión se perdía por momentos, así como la noción de lo que pasaba a mi alrededor.

—Has bebido demasiado. —Escuché una voz a mi lado. Reí y cerré mis ojos, quedándome por momentos dormida.

Noté una pequeña brisa sobre mi rostro y abrí mis ojos, para ver a Tyler llevándome en brazos, o eso creía.

—Ty, vámonos a mi cama.

—Soy Gerard, Julia. —Sonrió y solté una carcajada aunque no sabía muy bien por qué.

—Ay, Tyler, vámonos a la cama. —Volví a pedir y él rió divertido.

Abrió como pudo la puerta de mi habitación y me dejó en la cama, tomé su corbata y lo arrastré hacia mí. Sin dejarle mucha escapatoria jugueteé con mi lengua alrededor de su boca y pronto él se dejó llevar.

—Princesa...—Susurró quitándome el vestido.

Cerré mis ojos y veía a Tyler, abría mis ojos y lo seguía viendo. Tyler y solo Tyler a mi alrededor.

Pasé mi boca por su cuello y sus manos desabrocharon la cremallera de mi vestido, bajándolo hasta dejarme semidesnuda.

—Tyler...—Susurré.

Escuché un golpe seco en mi puerta del que ambos ignoramos. A los segundos volvieron a tocar y Tyler decidió abrir. Cuando este lo hizo, alguien lo empujó haciendo que retrocediese. Entonces un Tyler serio y decepcionado me miró. Recobré por segundos la cordura y miré mi cuerpo semidesnudo, luego miré a Tyler y luego a Gerard, este último también semidesnudo. ¿Qué había hecho? Era Tyler, yo estaba con Tyler ¿O no?

Me levanté rápidamente hacia el verdadero Tyler, el único. Toqué sus brazos e hice que me mirase a los ojos.

—Venía para solucionar las cosas y para decirte que sentía haber insinuado que eras una borracha en la ceremonia. —Decía bastante serio. —Pero me he encontrado con esto.

—Eras tú...—Susurré algo perdida, aún no llegaba a entender qué estaba pasando. —Estaba contigo en la cama.

—Me has sido infiel y no creo que pueda perdonártelo nunca.

—Estaba contigo...

Tyler quitó con suavidad mis manos de sus brazos y me miró a los ojos. A pesar de mi borrachera pude ver sus ojos cristalizarse. ¿Qué había hecho?

—Adiós Julia, no intentes buscarme más.

Sentí una brisa fría al perder el contacto con él y escuché el fuerte ruido de la puerta cerrarse. Miré hacia mi derecha y vi a Gerard terminando de vestirse. Pronto este besó mi frente y se fue por la misma puerta que Tyler. Me quedé durante minutos mirando a la nada, semidesnuda y sin entender qué había ocurrido.

[...]

A veces la vida, o llamémoslo destino, nos da una serie de lecciones que hemos de asumir. Por qué tengo que elegir este camino, o por qué tengo que aceptar el otro. Elegimos nuestras acciones y no nos damos cuenta de que todo lo que hacemos en el presente, en el ahora, afecta a nuestro futuro.

No puedo arrepentirme de mi pasado, ni de todo lo que hice en algún momento de mi existencia, todo lo que me ha llevado a ser quién soy. Pero sí cambiaría la última noche con él, la última noche con el hombre que cambió y marcó mi vida.

Quizás no pueda cambiar lo que hice, pero daría lo que fuese por hacerlo. La última noche en la que todo cambió.

Esa noche fue el final definitivo para una etapa, pero sin duda fue el comienzo de otra. No, por supuesto que no. No puedo arrepentirme de mis hechos, ni de los meses que pasé amando a Tyler, aunque lo siga amando hasta el final de mis días.

Él me dio lo mejor de él, y yo le respondí con lo mejor de mí, y fruto de eso tengo ahora a la persona que más amo en el mundo, por encima de todo y de todos. Ian, mi pequeño Ian. Un precioso bebé nació nueve meses después de aquella fatídica noche.

Quizás las cosas no son como las escogemos, pero ante todo debemos sacar nuestra valentía y demostrar que somos únicos ante nuestro destino.

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