✓ No Seguiré ese Destino [Des...

By RossyRiddle9

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##BORRADOR## [Completa] Verónica Gómez fue lectora de una novela que una clienta dejó en su trabajo y ella le... More

LA HONESTA VIDA DE UNA NOBLE
EL DEBUT DE NICOLETTE
LA CACERÍA EN LA MANSIÓN MORGENSTERN
EL BOSQUE LYND
EL MAESTRO DE LA TORRE
LOS CUPCAKES DE UNA PRINCESA
MISS VERÓNICA GÓMEZ
LA GUERRA DE MENEVRAS
NICOLETTE Y EL MAGO DE LA TORRE
UNA CITA MUY PECULIAR
EL ÚLTIMO FRAGMENTO DEL DRAGÓN ROJO
EL MAYOR TEMOR DEL CORAZÓN
GUÍA PARA SER UNA DAMA DE SOCIEDAD
EL JARDÍN DE LOS SUEÑOS
JAQUE AL CORAZÓN DE UNA DAMA - parte 1
JAQUE AL CORAZÓN DE UNA DAMA - parte 2
UNA LUJURIOSA NOCHE DE SUBASTA - parte 1
UNA LUJURIOSA NOCHE DE SUBASTA - parte 2
ESPECIAL: Mitad de Temporada
CHADWICK Y LA IRA DE UN MAGO
LA REVELACIÓN DE EVELYN
LLEGAR AL PUNTO DE QUIEBRE
EL ANIVERSARIO DE LA TORRE MÁGICA
UNA CONDENA DE PENA
LA FERIA DE LOS CEREZOS - parte 1
UNA ORDEN IMPERIAL
LA TRAICIÓN DEL CORAZÓN
EL ENGAÑO DE NICOLETTE
LA PROMESA DEL MAESTRO DE LA TORRE
LA CAÍDA DEL CASTILLO DE NAIPES
UN SANGRIENTO JUEGO DE CROQUET
LA LEYENDA DE LAS LLAMAS GEMELAS DE MENEVRAS
LA SEÑORA DE LA TORRE MÁGICA
LA TORRE MÁGICA DE RASLUAN
UN OSCURO Y TORMENTOSO DESTINO
LA NUEVA VIDA DE UNA HONESTA VILLANA
VERÓNICA GOMEZ VS EVELYN HERSCHEL
EPÍLOGO
SECUELA: Portada + Sinopsis

LA FERIA DE LOS CEREZOS - parte 2

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By RossyRiddle9

Volví al palacio un día después.

Y no fue fácil lograrlo. Deckard y yo casi tuvimos una discusión porque él no tenía la más mínima intención de dejarme salir de la torre.

Puedo comprenderlo, ya van tres veces —la quimera, el asalto de aquellos bandidos y la comida adulterada— que mi vida ha entrado en riesgo. Analizándolo mejor, es como si me persiguiera la desgracia. Imagino que es debido a la maldición en sí. En tal caso, Naturae tuvo la mejor decisión al enviarme lejos, o eso quiero creer, cuando tuve mi vida en Chile. Ahí no había magia, ahí aprendí a sobrevivir y jamás tuve un momento de peligro.

Sin embargo, Deckard no puede pretender encerrarme todo el tiempo en la torre hasta que pueda luchar por mi cuenta. Por muy interesante que sea averiguar más sobre la torre, no puedo ser como los magos que se aíslan en ella y su contacto con lo demás es bajo. Eso es algo que le costó entender a él, pienso que Deckard se halla bastante a gusto permaneciendo en la torre, pero no para mí.

Por eso, aceptó que esté de regreso. He descubierto que hay al menos seis chicas nuevas, todas escogidas por Raynor, dos de ellas son magas de nivel seis —me contaron que el nivel más alto es el once—, las demás son simples sirvientas. Creo reconocer los rostros de una de las magas durante el aniversario de la torre, ella bailó cerca de mí en la fogata. No recuerdo su nombre. El punto es que son las magas las que mantengo cerca, pero no termino de confiar en ninguna.

En estos momentos están terminando de modificar un traje para mí, una vestimenta típica de Rasluan, por orden de Deckard. Aparentemente hoy inicia la primavera en ese imperio con una feria de cerezos y él quiere llevarme, quiere alejarme de Menevras por un rato. Así que, la vestimenta usual en Rasluan es... más moderno de lo que creí. Las plebeyas no usan vestidos o faldas como en Menevras, sino un pantalón y por encima algo similar a la maxi-blusa cola de pato, siempre de manga larga o hasta los codos, con estampados. El mío es justo hasta los codos, rosado y con un muy sutil diseño floral.

Cuando supe lo que iba a vestir, mi corazón se alteró un poco. Porque, el traje luce tan moderno a mi época, que me hace cuestionar sobre qué otras cosas hay en Rasluan. ¿Es más diferente a lo medieval que luce Menevras?

Una vez lista, salgo de mi habitación en dirección al jardín. Deckard me pidió que lo esperase ahí mientras él se encargaba de unos asuntos con Nates. No he visto a ese dragón desde antes de la fiesta de té. ¿Qué ha estado haciendo?

—Evelyn..., bien, Verónica...

Al voltearme, la figura de Eciar está caminado hacia mí. Él... nunca se presentó en la torre. ¿O Deckard no lo dejó entrar?

Me detengo. No sé cómo reaccionar ante él, cómo actuar. Ahora que sabe quién soy, no me trata como antes. Bueno, tampoco es que seamos los mejores amigos, la rara relación que había se rompió durante el festival de otoño y empeoró cuando supo que yo no era Evelyn en realidad. No me hablaba, lo veía muy de vez en cuando.

Eciar se detiene frente a mí, hace una mueca a mi ropa.

—¿Qué... diablos llevas puesto?

—Es la ropa típica en Rasluan. Deckard me llevará ahí un rato. —Cruzo mis brazos, a la defensiva—. ¿Por qué me llamabas?

—Quería comprobar... que Evelyn estaba bien. —Entrecerró sus ojos, recorriéndome de abajo hacia arriba—. El hermano del príncipe heredero me contó lo que sucedió. Tú... insensata descuidada.

—¿Insensata descuidada? —repito, incrédula de que me esté llamando de dicha manera—. Lo que sucedió no fue culpa mía, Eciar.

—Si hubieras mantenido las formas de Evelyn, las actitudes de ella, las sirvientas no se habrían atrevido a envenenarte —exclamó, molesto—. Te vieron débil, sin duda alguna aprovecharon eso para vengarse.

—¿Pretendes... que siga dañando a las personas para mantenerme con vida?

—Aquí nos valemos por la ley del más fuerte. Si te ven débil, estás muerta.

—¡Evelyn murió por ser una maldita perra como pretendes que sea! —acabo gritando, irritada.

Él no lo entiende. No puede pedirme que pase por encima de las personas como Evelyn lo hacía, no ante esas chicas que claramente temblaban de miedo, esperando algún golpe, esperando una humillación, una palabra ofensiva, como siempre recibían de Evelyn. Puedo ser fuerte, soy capaz de no dejarme atropellar, sin embargo no soy de la que aplasta a los más débiles.

—¿Qué...? —Eciar retrocede.

...

Oh no... ¿qué dije?

—Tú... ¡Tú dijiste que Evelyn estaba bien!

—¡Lo sé, ella... ella debe estar bien! Lo que dije fue en un futuro. —Alzo las manos, trato de detenerlo—. Vi un futuro en donde Evelyn era asesinada en venganza por sus acciones. Si yo no hubiera llegado, en cuatro meses ella iba a morir. ¿Lo entiendes ahora, Eciar? Estoy evitando que Evelyn muera...

—¿Quién...? —Su feroz agarre en mis brazos me hace jadear—. ¿Quién asesina a Evelyn?

—No lo sé. No pude verlo. —Ni loca le diré que es Deckard, el muy idiota iría directo a su muerte.

—¡Estás mintiendo!

—¡No lo sé! Si lo supiera, lo diría. —Sacudo mis brazos, alisando cualquier arruga que pudo dejar en mi ropa, solo para no ver su cara. No hasta que recupero el valor—. Por eso todos los cambios. Por eso mis planes de irme, para escapar de la muerte a la que Evelyn estaba destinada. Pero... ahora tengo algo que hacer en Menevras. Y ya luego...

—Y ya luego, ¿qué? —Eciar aprieta las manos en puños, gruñe entre dientes—. ¿Qué sucederá una vez que acabes ese "algo" que tienes que hacer? ¿Te irás? ¿Regresará Evelyn? Tú no tienes a nadie aquí, ella me tiene a mí. —Eciar se acercó tanto, su voz fue baja, amenazante que me hizo sentir intimidada—. ¿Qué puedes pretender quedándote en un cuerpo que no te pertenece? Tú no perteneces aquí. Pero Evelyn sí, este es su hogar, su vida, una que tú arrebataste. Tal vez nos haces un favor salvándola, pero le estás quitando su vida. —Eciar levanta la cara, sus ojos oscuros están vacíos, no tienen más sentimientos hacia mí que el desagrado—. Evelyn tiene una familia: yo. Tú estás sola. Cuando acabes, vete. Devuélvela.

Mi garganta está seca, mi sangre es fría y mi corazón late rápido ante sus palabras.

Porque tiene razón. Porque yo no tengo a nadie aquí. Ni a mi familia, ni a mis amigos, no importa que ya no pueda recordarlos bien, no tengo una vida, ni un cuerpo propio o una verdadera, única, identidad. A veces, lo olvido. A veces, mi mente se encierra en cuatro paredes donde cambia fácilmente de una máscara a otra. No quiero eso. No quiero tener dos identidades. No quiero ser ni tener el rostro de Evelyn Herschel, la malvada hija descarriada de un conde.

—¿Qué harás..., qué sucederá si yo... si nunca me voy y no puedo hacer que Evelyn regrese? —logro pronunciar, me atrevo a levantar la mirada.

—Si Evelyn no regresa..., entonces nada tiene sentido. Así como tampoco tiene sentido que su cuerpo ande por ahí, libremente, usurpado por una bruja. —Eciar levanta la mano, sus nudillos rozan mi mejilla en una caricia que me corta la respiración—. Si no puedo tener a Evelyn de regreso..., tú mueres.

.

─────•☆•─────

.

Era mediodía para cuando Deckard se presentó en el jardín, siguiendo el maná de Verónica. Detestaba la idea que estuviera ahí en el palacio, tenía que buscar la manera de llevar a Verónica a otro lado. Le gustaría tanto que ella permaneciera en la torre con él, el único sitio donde sentía que Verónica podría estar a salvo. Pero no podía retenerla, a la final tuvo que aceptar que ella regresara, esperaba no por mucho tiempo.

Encontró a Verónica bajo el sauce, sentada en el columpio. La veía de perfil, y hasta el momento ella no acababa de captar su presencia. Sonrió un poco al notar que usaba las ropas típicas de Rasluan. Se veían bien en ella. En realidad, cualquier cosa se veía bien en Evelyn, hasta las vestimentas de plebeya cuando Verónica se disfrazaba.

"¿Con qué te sedujo? Porque es lo único para lo que ha servido".

Su mandíbula se apretó cuando su jodida mente evocó las palabras del príncipe heredero. Debió haber golpeado más que solo su nariz.

Nunca antes le interesó las relaciones que formaba la familia real, los compromisos y matrimonios. Jamás llegó a entender por qué obligar a dos personas a unirse por un bien político o, como supo en el caso de Evelyn Herschel, un motivo de poder. Durante la presentación en sociedad de Evelyn y otras señoritas, la chica había logrado obtener la atención de Bertrand. Al momento de buscar una prometida, Bertrand incluso ignoró hijas de nobles más influyentes como algunos duques y marqueses. Luego de eso, el compromiso fue arreglado y Evelyn pasó a vivir en el palacio. No era algo inusual en Menevras, pero sí poco común. Fue lo único que pudo averiguar al respecto.

A pesar de ser hija de un conde, Evelyn era una mujer hermosa que atraía todas las miradas, algo que ella estaba consciente y, la única y primera vez que la vio antes de conocer a Verónica, la chica había coqueteado con todos los caballeros del salón. Él se había mantenido al margen, solo asistió por ser un evento real y él, como líder de la torre de magos, fue invitado.

No. A él le valía poco la belleza de Evelyn, la que ahora poseía Verónica. Era Verónica misma la que lo atraía. Sus reacciones, su extroversión, su mordacidad..., sus ocurrencias. Tenía curiosidad de cuál era su verdadero rostro, cuál sería, solo por saber si hacía las mismas divertidas expresiones cuando se burlaba de ella, cuando la hacía avergonzar.

¿Haría también la misma exquisita expresión de placer cuando la besaba?

Se acercó a ella, Verónica todavía no reaccionaba. Raro. Notó de inmediato su rostro decaído, la mirada perdida en la hierba a sus pies. Estaba parado justo a su lado, pero Vero... era como si no notara su presencia. Un frío se asentó en su pecho. Optó por colocarse frente a ella.

—¿Verónica? —Arrodilló una pierna, ahora estaba a su altura y logró conseguir su atención.

Ella parpadeó un par de veces.

—Tú... ¿cuándo llegaste? —Su voz fue baja, su confusión no era fingida. La mirada de Deckard se entrecerró, analizándola.

—¿Pasó algo? Dímelo.

—¿Qué? No. Estoy bien. —Ella se puso en pie, él tardó un instante en hacer lo mismo—. Has tardado un poco. ¿Y Nates?

Deckard no respondió de inmediato, veía con claridad que Verónica trataba de desviar la atención a otros temas. Algo ocurría. No era la oscuridad de su maldición, su aura había recuperado su tonalidad usual. También tenía un bonito color en sus mejillas otra vez. No, el problema venía en sus ojos. En su mirada. Aquel brillo animado...

—Está encargándose de una tarea. —Necesitaba preguntar, necesitaba saber qué había ocurrido. Pero no ahora, estaba conociéndola lo suficiente para saber que ella no hablaría de buenas a primeras—. Nosotros nos iremos por ahora. —Tomó su muñeca, deslizando la mano hasta sostener la suya—. ¿Lista para conocer Rasluan?

—Completamente.

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Rasluan estaba ubicada al sur de Menevras, a más de diez mil kilómetros de distancia. También era el único imperio más grande del mundo, con una superficie que supera los veinte millones de kilómetros cuadrados, y una población de ciento cincuenta millones de personas. El imperio tenía una curiosa forma de trapezoide y, contrario a Menevras, su verano solía ser más corto mientras que el otoño era más largo y hasta frío, muy similar al invierno. Por lo general, cada temporada llegaba con una o dos semanas de antelación a Rasluan, por lo que ese día estaba iniciando la primavera con una feria de cerezos.

Las flores de cerezos son las flores nacionales en Rasluan, mientras que en Menevras son los lirios. Por ello, las calles abundan con árboles de cerezos que, en su temporada, decoran el lugar con miles de pétalos que caen y flotan en el aire. Además, cada calle es decorada con banderines que dirigen un camino al templo en honor a Naturae, donde los primeros pétalos de la temporada son recogidos y ofrecidos en abundancia para pedir por un nuevo año de riquezas y prosperidad. Todo eso se realiza en un desfile que inicia desde la ciudad imperial, en dirección a una colina al oeste donde está ubicado el templo. Los rasluanenses llevan la procesión en un jolgorio, acompañados de música, bailarines y malabaristas.

No solo se efectúa la procesión, también se puede disfrutar de comida, juegos, y ver la procesión desde las colinas vecinas, lugar al que suelen ir varias familias de nobles.

Deckard los apareció en uno de los callejones. Se aseguró primero que Verónica estuviera bien. Rasluan queda el triple de lejos de Chadwick, esa distancia suele marear a aquellos que no están acostumbrados al teletransporte de largas distancias.

—Respira profundo. —Él colocó sus manos en ambos lados del rostro de Verónica—. Solo tomará unos segundos.

—Recuérdame no comer demasiado aquí. —Verónica lo tomó de las muñecas, obedeciendo sus indicaciones— O cuando volvamos, voy a vomitar.

—Me aseguraré de captar el momento. —Deckard sonrió—. Quién sabe cuándo será útil esa terrible imagen.

—Qué bastardo. —Con un gesto rudo, Verónica apartó sus manos. Comenzó a caminar fuera de ese callejón sin salida en el que se presentaron—. Sabes, yo misma me recordaré vomitar en...

Las palabras de Verónica fueron cortadas de un tajo, sus pasos se detuvieron de forma abrupta al final del callejón, de cara a la plaza central de la capital imperial.

—¿Verónica? —Deckard se apresuró a ir a su lado, pero al ver su rostro, quedó un tanto desconcertado. Lágrimas. Verónica contenía lágrimas en sus ojos, ojos que no dejaban de recorrer las calles del imperio con dolor, angustia—. Verónica, ¿qué ocurre?

—Este lugar... Este lugar... —Cubrió parte de su rostro con una mano.

Inquieto, Deckard la tomó, trayéndola de regreso al interior del callejón al tomarla de ambos brazos. No estaba entendiendo nada de lo que sucedía. ¿Por qué la visión de las calles de Rasluan la afectó de tal manera? ¿Fue un error traerla ahí?

—Estás llorando... —Sus pulgares limpiaron el borde de sus ojos. Esto no estaba bien, no había pretendido llevarla ahí para ponerla en ese estado, pretendía que fuera una distracción, mantenerla lejos de cualquier amenaza en el imperio al menos un momento—. ¿Por qué?

—Este lugar... ¿por qué es tan parecido a casa? Tan parecido a Chile... —La voz de Verónica se rompió ante esas últimas palabras, él la envolvió con sus brazos un segundo después.

¿"Chile"? ¿Era el nombre del lugar donde venía? Ahora entendía su reacción, lo abrumada que estaba. Jamás había esperado que Rasluan se pareciera al lugar donde Verónica nació.

Era cierto que Rasluan era diferente de Menevras. La tierra sagrada no permitía la existencia de maquinaria a vapor, los extravagantes edificios, o peor, esa energía que iluminaba de manera artificial las calles, el interior de los locales, y que incluso había incentivado la creación de aparatos que refrigeraban los alimentos. Muchos de los avances que se implementaron en Rasluan dañaban la tierra y el ambiente de Menevras, lo que causó que el imperio se quedara estancado. La única ventaja es que la magia seguía siendo necesaria, honrando el don dado por Vita y se respiraba un aire puro, así como se procreaba un alimento más sano.

Menevras era justo lo opuesto de Rasluan. Representaba la visión de quedarte en el tiempo viviendo una existencia sana, a costa de avanzar y evolucionar pero dañando al ambiente.

—Verónica... —Deckard acarició los cabellos rubios, manteniéndola apretada contra su cuerpo para consolarla—, podemos volver a Menevras si no te sientes con valor para seguir aquí. Está bien.

—¡No! —Ella aferró su túnica, abrió sus ojos con espanto y negó rotundamente, transfirió ese mismo deseo a los movimientos de su cabeza—. No, no. Quiero seguir aquí. Quiero.... quiero ver más. —Giró la cabeza hacia la calle. Varias de esas máquinas que llamaban autos transitaron por la carretera frente a ellos—. Por favor..., déjame ver más.

Él no estaba muy seguro de esto. Pero asintió. Si por un momento veía que era demasiado para ella, regresarían de inmediato. No iba a exponerla más de lo que podría soportar.

—Bien. Vamos. —Pasó un brazo por sus hombros, bajo el deseo de mantenerla cerca de él, y salieron del callejón.

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─────•☆•─────

.

Creo que he entrado a la época de los años 30.

En un primer vistazo, creí que había vuelto a casa y retrocedido en el tiempo, pero cuando Deckard y yo salimos de ese callejón, me daba cuenta de las diferencias con Chile.

La primera similitud eran los edificios. En Menevras no hay tantos edificios, no tan altos y tan recurrentes como acá. Chile es conocido por ser una ciudad muy metropolitana y hasta tecnológica, cuenta con muchos edificios empresariales y apartamentos, al menos en la capital de Santiago. Eso es algo que Rasluan tiene en común con mi hogar. No están hechos del mismo material de alta calidad y tecnología, son edificios muy rústicos para mí, pero seguro que son lo más moderno que tienen con respecto a la época. Otra cosa son las calles. Absolutamente todas las calles y callejones están cubierto con asfalto así como los caminos por donde transitan las personas están pavimentadas con piedras.

Tienen... energía eléctrica, no en exceso. Algo que amaba de mi país, que siempre me maravillaba y conmovía era el escenario mágico de la ciudad iluminada por la noche. Eva vive en un apartamento más alto que el mío, y por las noches subíamos a la azotea y nos asomábamos para ver Santiago iluminada por completo, escuchábamos el ruido nocturno de los autos a la lejanía. Es probable que Rasluan no sea igual, o quizá sí. No lo sé.

Por las carreteras anchas transitan autos antiguos, muy similares a los primeros modelos eléctricos antes que los automóviles a gasolina invadieran el mercado en mi mundo. Estos parecen moverse con magia, no se escucha ningún motor. Tengo curiosidad por saber cómo funcionan. Lo mismo ocurre con los tranvías. Transitan a un lado de la carretera principal, y puedo ver la magia en la línea que lo hace moverse, ubicada en el suelo. Aquí no veo carruajes tirados a caballo como pasa en Menevras.

Deckard y yo nos detenemos en lo que, según él, es la plaza central de la capital imperial. Es una versión enorme de la antigua Plaza de Armas en mi país, cubierta por completo de árboles de cerezo. Desde los cielos debe parecer un gigantesco algodón de azúcar rosado, hasta los caminos tienen pétalos. Hay algunos puestos de comida, de banderines y globos, también los hay colgados de las ramas. El palacio real se encuentra al noreste, al pie de las montañas que lo resguardan como imponentes guardaespaldas, a dos horas en tranvía. Las dos torres de magia que cuenta Rasluan están fuera de la ciudad imperial, de este a oeste. Ni las tranvías o los autos pueden llegar hasta ellos, Deckard dijo que te acercaban lo más que podían pero tenías que continuar el camino a pie, debido a una protección mágica.

—¿Quieres quedarte a ver la procesión? —preguntó él cuando volvió de comprar unos "conos rellenos". Apenas lo veo, sé que son shawarmas, ambos rellenos de pollo y ensalada.

—Mmh..., sí. ¿Será pronto?

Deckard asintió. Él comenzó a comer primero, yo todavía seguía observando el enrollado. Cuando alcé la mirada hacia las personas que caminaban frente a nosotros, veía a varios hablar con una pequeña bola de cristal en su mano. Los sostenían de manera que parecían...

—¿Celulares?

—¿Qué? —Deckard siguió mi mirada hasta ver de lo que hablaba—. Oh. Son comunicadores mágicos. Es maná artificial concentrado en una bola de cristal. Puedes hablar con quién sea solo mencionando el nombre de la persona que también tenga un comunicador. —La persona que veíamos hablar se alejó de nuestra atención. Él me miró—. ¿Tienen de eso en tu mundo?

—Algo así... —Mi voz fue... Cada cosa que veo aquí me recuerda a mi hogar.

La vestimenta, los lugares, los objetos, cada elemento que conforma Rasluan se siente nostálgico y es un golpe en mi pecho a la vez. Intento tragar el nudo en mi garganta, opto por comer el shawarma que está enfriándose en mi mano. Dios mío..., hasta el sabor es igual.

¿Por qué? ¿Cómo es que este imperio ha avanzado tanto que se parece a las ciudades en mi mundo? No solo hay elementos que me recuerdan a Chile, como esta plaza. Algunas de las calles que visitamos camino aquí me recuerdan a calles en Río de Janeiro, Brasil, o a las que vi en las fotografías de Eva en su viaje a Madrid.

—No entiendo —murmuro cuando trago el bocado en mi boca—. Sé que la energía sagrada que abunda en Menevras no permite que hayan cosas como las máquinas o la energía eléctrica pero... ¿qué pasa con los demás imperios? ¿Cómo llegaron a este punto?

Con un suspiro, Deckard levanta la mirada a los cerezos. El viento hace caer los pétalos, y el aire se llena de un olor dulzón a las flores.

—Te va a sorprender saber que Rasluan es el único imperio que ha implementado estos cambios. Dovelush está buscando imitar la luz artificial, y no lo viste en Chadwick porque está en otra ciudad, pero han colocado uno de esos tranvías. —Él se recuesta del respaldar del banco en donde estamos sentados—. Todas esas cosas tan diferentes que estás viendo y no están en otros imperios han sido creados por el líder de la torre mágica de este imperio.

—¿El líder? ¿Quién es?

Entonces, noto algo muy raro. La expresión de Deckard pasó a molestia, irritación. Solo la pregunta ha arrancado esos gestos de su rostro: el ceño fruncido, la boca en una mueca y el enojo dilatando sus ojos.

—Su nombre es Arsen. Un imbécil envidioso.

Titubeo.

—¿Lo conoces?

—Hace años. —Deckard no me siguió respondiendo, en cambio continuó comiendo.

¿Es en serio?

—¿Y? —insisto. No me puede contar eso y dejarme en la nada—. ¿Por qué dices que es un imbécil envidioso? ¿Qué pasó entre ustedes?

Él me ve de reojo, casi diciendo que no debía sacar el tema. Oye, tú diste la información primero. Ahora termínala.

—Hace años... —repite—, Arsen se presentó como Enola, exigiendo a mi maestro que lo tomara de aprendiz. Creía fervientemente que podría ser mejor que yo, pero ni siquiera su aura desarrolló un color. Lynd..., ese anciano siempre tan compasivo, lo tomó sabiendo que Arsen solo era patético...

—Creo que eres muy duro con las personas. Pienso que tal vez él tuvo fe en que ese tal Arsen lograría algo.

Mis palabras le hicieron resoplar.

—Se necesita más que fe para siquiera rozar el nivel mágico en el que Lynd o yo estábamos, hasta el tuyo. —Sacó lo que quedó del embutido de su envoltura, que enrolló en una bola—. Cuando vio que nada de lo que Lynd le enseñaba daba los resultados que quería, se fue como una nena malcriada de Menevras. Años, muchos años después, supimos que se volvió el líder de la torre principal aquí en Rasluan... —Deckard se encogió de hombros—. Comenzó a inventar todos esos artilugios, se volvieron famosos aquí pero luego..., no sé, el idiota enloqueció, supongo. Desde hace años se encerró en la torre del este, y ningún otro mago lo ha visto.

—¿Se encerró solo? —Deckard asintió mientras acababa de dar una última mordida, pero yo quité la mirada. Tontamente miré a mi espalda, hacia el este que era la dirección en donde estaba esa torre, esperando verla cuando sé que los cerezos ni siquiera me dejaban ver los edificios—. ¿No es peligroso?

—¿Arsen? ¿Es una broma? Es tan fácil de matar como una cucaracha.

Golpeo su brazo con fuerza.

—No hablo de eso. Quiero decir, que se haya encerrado solo. ¿Siquiera algún mago ha ido a verlo?

—No lo sé. Evito involucrarme en los asuntos de otros magos.

—¿No eres el Mago Ancestral? Eres como el líder de todos ellos. Deberías mostrar un poco de preocupación.

Deckard rodó los ojos.

—Ya suenas a mi maestro. Verónica, tengo asuntos más importantes que hacerle de niñera a otros magos. —Usó ese fuego mágico que a veces hace para quemar la envoltura en su mano—. Cada quién es responsable de sí mismo. Lo que sea que Arsen haga o deje de hacer, no es mi problema.

Ni Deckard o yo decimos algo más, cada uno metidos en sus pensamientos.

Sé que tiene razón, cada individuo debe cuidar por sí mismo, siguiendo su libre albedrío en esta vida. Pero, no puedo dejar de sentir no solo angustia, también curiosidad. Ese mago fue quien inventó cada una de las cosas "modernas" que hay en Rasluan. Quiero saber de dónde los sacó, cómo pudo ocurrírsele cada elemento. ¿Todo esto es una simple casualidad, las muchas similitudes que hay con mi mundo? Y además, ¿por qué ese mago se encerró? ¿Realmente lo hizo solo?

Yo termino de comer, y continuamos caminando por las calles, en dirección a las colinas. Dentro de una hora iniciará la procesión. Podríamos simplemente transportarnos con magia, sin embargo pedí que fuéramos a pie.

Quiero ver más. De alguna manera, estar aquí se siente como volver a casa. Me he estado acostumbrando bastante a Menevras, es ese sentimiento a cuando visitas un lugar nuevo, donde únicamente quieres seguir descubriendo más cosas. Pero entonces te topas con lugares, como aquí en Rasluan, que te recuerdan horriblemente a tu hogar y solo anhelas volver, sentir la calidez de las personas que conoces, de tu gente, de tus calles y las costumbres. Como si tu cerebro ya se hubiera saturado de "lo nuevo" y te obliga a volver a tu zona de confort. Y tu cerebro capta también que no es posible volver, que debe conformarse con "lo parecido, lo similar" para satisfacer ese anhelo tan asfixiante.

Por eso quiero quedarme. Porque necesito saciar con Rasluan la necesidad de volver a Chile. No me gusta, odio hacerlo porque solo me hace recordar imágenes de mis memorias, no la información completa. No es satisfactorio por completo, no me hace volver a recordar esos detalles de mi vida que estoy olvidando. Nada más alivia la necesidad de mi corazón.

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─────•☆•─────

.

Ella ha estado callada. Ha permanecido así desde que llegaron a las colinas, e incluso mientras la procesión iniciaba.

Subieron a la colina más alta y la más cercana al templo del oeste. El templo era una arquitectura pequeña en forma de brote de cerezo, hecho en mármol y piedra caliza. Varios de los nobles se estaban reuniendo en el camino que tomaba la procesión, los demás habían subido las pequeñas colinas vecinas, como ellos, y esperando mientras el jolgorio recorría el camino hacia el templo. La música típica de Rasluan era tocada por guitarras y panderetas que acompañaban una alegre música de flauta. Once grandes cestas, cargadas por tres hombres, estaban repletas de los pétalos recolectados. Los pétalos de la primera cesta eran esparcidos lentamente por todo el camino, en señal para indicar hacia donde la prosperidad debe dirigirse —el cual siempre es hacia el palacio imperial.

Pero desde que inició la procesión, Verónica no ha hablado ni mostrado alguna otra expresión. Por lo general, Deckard siempre fue bueno leyendo los sentimientos o pensamientos de la chica, no sabía si ella era consciente o no, todos ellos se reflejaban en su rostro. Desde que llegó al jardín de su palacio no era así.

Y lo estaba hartando.

—Muy bien. —Deckard se giró, enfrentándola—. Vas a decirme qué es lo que está pasando.

—¿De qué hablas?

—Desde hace unas horas has estado extraña —acusó, sus ojos entrecerrados—. No has dicho palabra, ni mucho menos expresado algo. Si se trata de Rasluan, entonces dímelo ahora y nos iremos.

Hubo silencio entre los dos, y más allá, la música, risas y griterío proviniendo de los nobles que celebraban la procesión. Dado que estaban recostados bajo uno de los cerezos que decoraban las colinas, varios pétalos y flores enteras han caído debido a los vientos que aumentaron en esa última hora. Verónica bajó la cabeza, recogiendo un cerezo que cayó cerca de ella y lo empezó a girar en su mano.

—De pronto recordé a mi hogar. Cuando llegué aquí, pensé que si hacía las cosas bien, entonces regresaría y lo que hubiera ocurrido acá sería como un sueño —dijo ella, su voz lejana por un instante. Todo el cuerpo de Deckard se tensó—. Ahora, que vine aquí, y cada cosa que vi de Rasluan me hizo rememorar más y más a casa, pensé de nuevo en lo que me dijo Lothi antes... Que mi caso, para él, es casi imposible de repetir. Me pregunto si hay una forma de volver a casa.

Verónica seguía girando el cerezo en su mano, más pétalos caían sobre su cabeza.

—Porque... no sé si podré ser feliz en algún lugar de este mundo.

Deckard se quedó callado, un nudo estableciéndose en su garganta. Era un sentimiento amargo, molesto porque le dificultaba hablar y él quería..., necesitaba hacerlo. O cada pensamiento en su cabeza lo destrozaría.

—Entonces... ¿qué es lo que harás? —Su voz sonó extraña hasta para él mismo.

—No lo sé. En verdad no lo sé. Pero no quiero quedarme en Menevras. —Desvió la mirada hacia él, era una mirada angustiosa, también curiosa. Una que esperaba él hablara con la verdad—. Si te pidiera que me llevaras a casa, ¿crees que podrías?

¿Regresarla a su mundo? Quizá podría hacerlo. Tendría que investigarlo primero. Sabía que Lothi había escrito un libro sobre otras dimensiones pero usando métodos oscuros, debía haber uno más... "legal" de realizar, que él aún desconocía. Pero el asunto era... ¿en verdad se veía capaz de renunciar a ella?

Trató de visualizar la idea de llevar a Verónica devuelta a su cuerpo, a su antigua vida, una vez que todo acabase. Por lo que Verónica relató de su encuentro con Naturae, la diosa la envió a aquella dimensión para mantenerla a salvo de la maldición que pesaba en ella, y hasta el último momento, funcionó. Si regresara a Verónica, ella viviría una vida plena, larga, como siempre debió tener en las vidas que Lynd encontraba. Era lo que también él deseaba para ella.

Pero... ¿a costa de quedarse solo en su propio mundo? ¿Qué seguridad tenía él que la diosa la traería de regreso en una siguiente vida? Si la maldición fue puesta por Mors originalmente, no estaba por completo seguro de cómo desvanecerla.

—Sí —contestó por fin, y por primera vez en mucho, mucho tiempo, fue la decisión más difícil que tuvo que tomar en algún momento—. Si eso es lo que deseas... —Con lentitud, Deckard tomó su muñeca, y pudo palpar su pulso contra la yema de uno de sus dedos. Estaba viva, y así la iba a mantener con toda la magia que tenía—, te regresaría a casa.

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AVANCE PRÓXIMO CAPÍTULO: Una Orden Imperial Inesperada

—Ahora entiendo por qué fue tan difícil encontrarte, señorita Verónica. —Escucho una voz grave viniendo a mi espalda.

Me giro y veo a un hombre alto, de cabello oscuro y mandíbula fuerte, sus ojos son negros al igual que una noche sin luna. Me observa con tanta intensidad que me estremezco.

—¿Disculpe? —Este sujeto... ¿acaba de llamarme por mi nombre?

—No creo que se ha olvidado de nuestro acuerdo, ¿o sí? —Toma mi mano, besando su dorso—. Aún me debe un par de monedas de oro.

Todo, absoluta y completamente todo mi cuerpo se endurece ante la realización que sus palabras me provocan. Porque mi cerebro, de alguna forma, ha captado lo que quiso decir.

¿Míster... Misterio?

_-_-_-_-_-_-_-_-_-_

Oh dios mío, ¡La novela alcanzó los 10K de lecturas!
Cuando inicié esto nunca esperé alcanzar esa cifra. Todavía no me lo creo. Ni los 1.4K de votos que tiene. En serio, hago esto solo porque me divierte y porque me cuento como una lectora más en vez de escritora que disfruta lo que hace. Que otros compartan este sentimiento me llena de felicidad, es decir, no soy la única loca que le gusta está vaina xDD
Gracias, gracias por su apoyo y los comentarios que dejan que siempre me hacen reír.

Creo que puedo adelantarles como agradecimiento (?) que el delicioso que están esperando se acerca muy rápido, en verdad, falta muy poquitito.

También quiero decirles que me he creado un Twitter, está nuevecito. Riddle9Rossy pueden buscar (las que tengan cuenta) o directo en mi perfil. Ahí puedo estar subiendo cosas.

Bueno, mucho texto, solo terminaré diciendo que también estoy trabajando en un nuevo isekai pero más diferente, pues tendrá mi raza paranormal favorita: licantropos ^^ Todavía no se ha metido al horno pero estará muy pronto.

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