LOS CUPCAKES DE UNA PRINCESA

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Han pasado un par de días desde lo ocurrido en la mansión Morgenstern. Días en los que no he podido dormir muy bien. Antes de acostarme en la cama, debo tomar una infusión para relajarme y Eciar permanece conmigo hasta que me duermo. Tampoco he podido escapar por siempre de Bertrand. Mientras disfrutaba del té en mi jardín, el príncipe heredero llegó hasta mí y me entregó una pequeña caja cuadrada adornada con un lazo.

—¿Qué es esto? —pregunté, ese día.
Bertrand tomó asiento frente a mí, las sirvientas que me acompañaban de inmediato procedieron a servirle una taza de té.

—Un obsequio para mi prometida. Luego de lo que sucedió en los Morgenstern, no he podido verte adecuadamente. Ver cómo estás.

Alcé la mirada hacia él. No has podido verme porque he estado huyendo de ti, tarado. Además, ¿"prometida"? ¿Este weon siquiera recuerda que he decidido que se me revoque ese título?

—Su Alteza sabe que apenas pueda, presentaré ante Su Majestad mi petición de anular el compromiso, ¿no es así?
Bertrand suspiró, y habló como si yo hubiera permanecido en silencio.

—Te he dejado de lado por mucho tiempo y eso ha causado que te sientas decepcionada. Creo que debo dejar de ser tan negligente con nuestra relación y hacer lo justo para fortalecerla. —Bertrand fijó sus verdes ojos en los míos castaños, con una expresión firme. Yo tomaba un sorbo de té—. Creo que deberíamos fijar una fecha para nuestra boda.

Escupí el té.

QUÉ. CARAJOS.

Tomé una servilleta, importándome poco las expresiones atónitas de las sirvientes, de Bertrand, la indignada de Eciar; limpié mis labios, todavía procesando sus palabras.

—Tú..., usted... ¿cómo dijo? Ah. —Llevé una mano a mi cabeza—. ¿Está haciendo esto porque dije que quiero cancelar nuestro compromiso?

Bertrand parpadeó, comenzando a salir de su estupor. Era obvio que no esperaba que yo reaccionara tan escandalosamente pero, loco, ¡me has tomado por sorpresa! ¡Tú no actuabas así en la novela!

—Tus palabras no eran superficiales, no bromeabas, sin embargo era bastante claro que solo estabas dejándote llevar por otro de tus impulsos. Me temo que he dejado de lado este asunto por mucho tiempo.

No, sí, weon, ¡por cinco malditos años! En la novela, hasta Evelyn moría por apresurar esa boda, literal. Yo no seré una lamebotas ni mucho menos.

Me senté firme y erguida, mostrando una expresión molesta, solo que en realidad estoy furiosa, indignada.

—Mis palabras no eran superficiales, eran completamente reales. ¿Por qué insistes en hacerme valer menos?

Bertrand se tomaba su té con calma, y al bajarla, dijo:

—Evelyn, cálmate. Fijaremos una fecha para la boda y podrás parar de hacer esta rabieta. ¿Esperas que en serio crea que puedes valerte por ti misma luego de que cancelemos esto? ¿Cuántos nobles no hablarán de ti una vez que dejes de ser mi prometida? Con todos los escándalos que has hecho... —Su mirada, que ocultaba una cínica burla, se fijó en mí. ¿Qué...?—. Te hago un favor y a tu familia.

Pasaron cuatro días después de esa conversación, y aún no puedo creerla. En su momento pensé que quizá entré en una parodia de la novela, una donde el protagonista no era tan encantador como me había parecido. Que estaba en una novela donde el héroe es un maldito patán de mierda. Cuántas ganas no tenía de estampar mi delicado puño en su hermosa nariz.

¿Hacerme un favor?

¿Que no puedo valerme por mi misma?
Sé que todo eso se lo dice a "Evelyn" pero justo ahora, YO soy Evelyn y soy YO quien está tomando esas decisiones por ella. Me acaba de hacer un ataque directo. Odio caer en cuenta el ambiente tan cerrado, tan machista, en el que finalmente estoy. Es obvio que para él, para casi todos los nobles, una mujer sin un marido no es capaz de "valerse por sí misma".

✓ No Seguiré ese Destino [Destino #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora