LA FERIA DE LOS CEREZOS - parte 1

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Pero ten algo claro. Si descubro que el detonante fue tu amado hermanito, me temo que Menevras se quedará sin un heredero legítimo al trono.

Raynor fue liberado, atajó a sostenerse de la pared.

—Maestro..., se lo pido, trate de calmarse y pensarlo con más racionalidad. Al menos con respecto a las sirvientas del palacio... —Estiró su brazo para sujetar el de Deckard antes de que desapareciera de la habitación—. No tiene pruebas de que ellas estuvieron involucradas, ¿o sí?

—Las sirvientas son las únicas en el palacio donde Verónica vive. Son las únicas que tienen acceso a las habitaciones, a la cocina. Al igual que los guardias. ¿No lo entiendes? —Deckard quitó con brusquedad la mano que lo detenía, irritado hasta el punto máximo de que lo estuvieran reteniendo—. Están buscando contaminarla y fragmentarla.

—¡Maestro! —llamó Raynor, pero el mago ya se había marchado. Con una palabrota dicha por lo bajo, también se marchó de la torre siguiendo la línea de maná de Deckard.

Se presentó frente al palacio de Evelyn. Al igual que el palacio donde viven las concubinas, el palacio anexo donde Evelyn vive habitualmente es dado a la prometida del príncipe heredero para acostumbrarla a la vida en el palacio real. Una vez se lleva a cabo la boda y obtiene el título de princesa heredera, pasa a vivir en el edificio principal junto al príncipe como una pareja casada. Era un edificio pequeño comparado al palacio principal, con diez habitaciones exceptuando el área de la servidumbre.

Raynor corrió por el vestíbulo, el maná de Deckard se sentía en el patio. Conforme se acercaba, los pasillos empezaban a hacer eco de una discusión. Alcanzó la antesala que daba paso al jardín donde usualmente Evelyn paseaba, encontrándose a Bertrand y Deckard discutiendo.

—Vita, ten piedad. —Apuró el paso para interponerse entre ambos hombres.

—¡Es el palacio de mi prometida! —Oyó que reclamaba Bertrand a voz en grito.

—¡No tienes ningún maldito derecho a considerarla como tal cuando no has movido ni un dedo por ella! Te pavoneas como si fuera un trofeo y la desechas a la menor oportunidad. —Deckard señaló el palacio con un brazo—. ¿Dónde está? ¿Tienes una idea? No lo haces, porque solo tienes una piedra por cerebro.

—Lo que suceda entre Evelyn y yo no es tu jodido problema. —Bertrand se acercó tanto a Deckard que sus caras estaban a un palmo—. Evelyn siempre ha sido capaz de atraer la atención de los hombres aunque estoy sorprendido de que por primera vez estés tras ella. Te advierto algo, ella es mía, por completo.

—Hermano... —Raynor intentó alejarlo, colocando una mano en su hombro, hacía presión para separarlo sin éxito.

Bertrand continuó.

—Fue vendida a mí, me pertenece y no voy a permitir que nadie más la obtenga, mucho menos tú.

Una de las comisuras de los labios de Deckard se alzaron, esbozando una media sonrisa. Al verlo, Raynor quiso tomar el brazo de Bertrand para transportarse lejos del mago, solo que no fue lo suficientemente rápido y, por el contrario, fue lanzado lejos de Bertrand. Su hermano por otro lado resultó siendo estampado en una de las columnas de la antesala, con Deckard posando su puño cerca de su cara.

—¿Quieres saber por qué me desagrada la realeza y sus rígidas órdenes de mierda? Porque siempre son como tú. Unos hijos de perra con aires de grandeza, que siempre desean que todos se postren a sus pies. —El puño junto a su cara rodeó el cuello de Bertrand.

—¡Ma-maestro! —Raynor tosió, poniéndose en pie con dificultad—. Deckard, por favor, le pido que no haga daño a mi hermano...

Deckard lo ignoró, usando un hechizo para evitar que interfiriera.

✓ No Seguiré ese Destino [Destino #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora