Los días posteriores transcurrieron sin mayor incidente, volví a ir al despacho de mi Amo Kenji al día siguiente en el ala oeste. Volví a estar confinada a el pequeño cuadrado debajo de su escritorio. Solo que esta vez no me puso la gargantilla y mis muñecas fueron aseguradas por delante. Dijo que confiaba en que me retuviera. Oír eso fue como un soplo de brisa fresca para mi.
Nunca supe exactamente lo que me ocurrió esa vez, lo que se es que no ha vuelto pasarme mas. Por que he hecho todo lo que me ha indicado sin quejas ni vacilación. Y no ha vuelto a abofetearme, excepto con su pene, lo que en realidad no duele.
Mas me temo que he debido aprender a tragar, el semen es una sustancia muy curiosa, huele como a cloro, de una textura como de moco, tiene al principio una nota salada y termina por amargarte la garganta. Si bien no es de mis sabores favoritos puedo imaginarme un montón de cosas asquerosas que podría obligarme a tragar.
El Amo Kenji día con día me parece un hombre mas amable o cuanto menos razonable. No sabría decir si sus altibajos emocionales han disminuido o yo he acabado habituándome a ellos y ahora ya no los noto. Al acabar de satisfacerlo se mete el falo en los pantalones, me hace apoyar la cabeza justo en su entrepierna y me acaricia el pelo.
A veces dice cosas agradables como que le gustaría que los movimientos que hago con la lengua en su miembro los trasladara a su boca. En una ocasion me dijo "No sabes cuanto me relaja tu sola presencia a mis pies". Pienso que se trato de un cumplido, en su idioma.
También me ha demostrado ser un hombre sumamente imaginativo y vicioso de apetitos insaciables. Me ha colocado en posiciones que nunca se me hubiera ocurrido intentar y me toma con tal furia que en ocasiones creo que quiere castigar mi vagina. Aun me encadena y me coloca una venda en los ojos, volviéndome un cuerpo vulnerable y a su completa disposición. Ya no me amordaza pues dice que mis gemidos lo excitan, gemidos que son mas bien jadeos por el esfuerzo que me supone en ocasiones mantener la posición con la fuerza que me empuja. Al principio acababa con los musculos atrofiados, pero ahora ya estoy acostumbrada.
Una tarde mientras Sergio me acompañaba a ir al encuentro de mi Amo Kenji al ala oeste, me detuvo justo frente a la puerta y extendió la mano, yo me quite la ropa interior y se le di, agradecida de que siempre me ayudara a seguir las reglas y me disponía a entrar cuando me volvió a detener.
—Disculpame, Damita, debes quitarte el vestido y los zapatos—caballerosamente se dio la vuelta para que me desvistiera a gusto.
Respire hondo e hice lo que me indicaba, doble el vestido y se lo pase por encima del hombro junto con los zapatos.
—¡Al suelo!Debes entrar gateando—me impulso hacia abajo del hombro y aun dandome la espalda me abrió la puerta.
Al entrar andando en cuatro vi al Amo ver por la ventana:
—Buenas tardes, Amo.
—¡Silencio!—alzo la voz dándose la vuelta para dedicarme una mirada severa.¡¿Y ahora que hice?!
Camino hacia mi amenazante creí que venia a golpearme.
—Los perros no hablan—me tomo de la barbilla y pellizco mi nariz haciéndome mover la cabeza de un lado al otro—Hoy aprenderas a servirme de un modo diferente—saco de su bolsillo un collar de perro de color rojo—¡Muestrame tu cuello! y permanece en el piso que hoy solo podrás andar a cuatro patas—hice todo lo que me dejo, me puso el collar y fue a sentarse en un sofá de cuero negro que había en su oficina—Ven aquí, como buena perrita muéstrale a tu amo que estas contenta de verle.
A pesar de que estuviera actuando como un enfermo y un pervertido no tuve miedo, su sonrisa juguetona me invitaba a ir. Fui y le lamí una mano que descansaba en el reposabrazos, puse mi cabeza debajo de ella(como hacen los perros pidiendo caricias) e hice mi mejor imitación de un ladrido.
—¡Buena chica!—rio acariciando mi cabello—Ven a darle un beso a tu amo, como la perra que eres—metio un dedo entre el collar y me hizo acercarme a su cara, di tres discretas lamidas a sus labios.
Me sonrió satisfecho y me ofreció una pequeña esfera marron de su palma:
—Toma tu premio, perrita—no queria comerlo, no quería enterarme de a que sabia la comida de perro. Suplique con los ojos que no me hiciera comerlo pero como siempre hizo lo que quiso, la tomo entre los dedos y me la metió en la boca.¡Umm, chocolate! ¡Estaba delicioso!—Eso ¿Quién es buena perrita?—ladre en afirmación aunque el juego estaba empezando a hacerme sentir humillada.
Se puso de pie, saco una cadena de su chaqueta y la engancho al collar.
—Vayamos a dar un paseo—¡¿Que?! ¿Un paseo? Estaba llevando el juego muy lejos, aunque pudiera actuar como un can yo era una mujer. No podía sacarme desnuda andando apoyada en mis rodillas afuera para que todos me vieran.
—Por fa...—intente pedir clemencia.
—¡Callate!Tu eres mi perra y harás lo que te diga—halo la cadena obligandome a avanzar—¿Entendido?—ladre, temblando y con ganas de llorar.¿Cuánto mas pretendía humillarme?
Salimos de su despacho y me arrastro por el pasillo, estaba tan sumida en mi desgracia y avergonzada de que alguien me viera que no despegue los ojos del suelo, que se iban nublando y no note que estábamos de vuelta frente del ala oeste.
—¿Por que lloras, Dafne?—me preguntaba Kenji invitandome a verlo a los ojos.
—Tengo miedo...—era cierto, estaba aterrada.
—¿A que tienes miedo?
—A que si no le obedezco en todo nadie vuelva a verme como a las otras—pense que seria tierno y me consolaría, pero se burlo y con la palma empujo mi mejilla hacia un lado.
—¡¡Ven!!—abrio aquella puerta donde dijo yo debía ganarme el derecho de entrada, estaba oscuro—¡Entra ahi!—negue con la cabeza, realmente temerosa de los que pudiera haber dentro.
Me halo de la cadena y me hizo entrar a fuerza. Yo ya lloraba abiertamente y mi cuerpo entero temblaba con violencia, cubri mi cara con las manos y espere lo peor. Note a través de mis párpados cerrados que la habitación se hayaba ahora iluminada.
—¡Abre los ojos y ya deja de llorar!—me ordenaba claramente irritado.
—No, por favor , Amo. No me haga esto...
—¿Que rayos te pasa?¿Es que odias el cine?
¿Que? Abri los ojos y me encontraba en una especie de mini salaVIP de cine con asientos como sofas reclinables.
Lo mire buscando que me diera alguna explicación, él me vio como diciéndome "estas bien loca".
—¡Ve a recostarte en aquel sillón!—señalo uno con una manta café encima.
Me subí como pude, desnuda, aun temblando y sollozante. Él me envolvió en la manta.
—¡Escucha!—se sentó en el sillón de al lado que estaba sin reclinar—No tengo porque explicarte esto. Pero te has dado a la tarea de indagar, reuniste algunos datos y los uniste mal. Solo tu tienes la culpa por asustarte. Me fuerzas a contarte detalles de mi vida privada que no te incumben—tomo una pausa para respirar profundamente—Tu eres la primera y la única a la que traigo a casa de una subasta. Las otras que se hospedaron en el cuarto que tu ocupas antes de ti eran prostitutas que contrate por un lapso de tiempo determinado. Cumplieron su contrato y se fueron, eso es todo.
Oír esta explicación fue como un bálsamo para mi alma. No era yo plenamente consciente de lo asustada que estaba por la duda. Empece a llorar pero de alegría, me sentía tan aliviada.
—No te entiendo... pero ni un poco siquiera—se quejo alucinado por su reaccion—¿Ahora por que lloras?
Se paro justo al lado del sillón y me observo con pena.
—Es que tenia mucho miedo...y ahora estoy aliviada—me acurruque en el sillón y me observo con pena.
—Sabes... a veces me pregunto como funciona tu mente para hacerte llegar a conclusiones tan locas—acaricio mi pelo y aparto las lágrimas de mi cara—Dafne, no se si aun lo recuerdes pero la verdad es que no saliste barata. Invertí una buena suma para tenerte y ni hablar del tiempo y esfuerzo que me ha supuesto educarte. Tendré dinero pero no me gusta derrocharlo tan estúpidamente. No pienso deshacerme de ti.
Esto me alegro de una forma que no sabría explicar. No lo pensé, me incorpore y lo estreche entre mis brazos. Dirán que es lo mínimo pero yo me sentía tan agradecida de que prometiera guardar mi existencia que le di un beso en la mejilla.
—Gracias, Amo,gracias—me tomo de la nuca y me aparto de él.¡¡Rayos!! Lo olvide, es una de las reglas—Lo siento, Amo, perdon—realmente no quería que volviera a abofetearme, me cubrí el rostro con las manos.
—No te escondas de mi—me aparto mas manos aun tomandome de la nuca acerco su rostro al mio, pense que con la intención de intimidarme pero tenia una expresion indescifrable—¡Vuelve a hacerlo!—no me retaba sarcasticamente—¡Besame otra vez!—solto mi nuca.
Le di un casto beso en la mejilla, me ofreció la otra. Iba a acariciarla antes de besarla pero sujeto mis manos con una mano tomandome de la barbilla con la otra. Me hizo besarlo en los labios y luego soltó mis manos tomandome de los hombros:
—¡Abrázame!—susurro junto a mi boca. Lo rodee con mis brazos y él hizo lo mismo. Luego de un rato empecé a sentir de mi Amo un ligero temblor. ¿Tendria frio?¡Imposible! Si estaba usando saco y corbata. Quien debería temblar soy yo que estoy desnuda.
—Dafne—me nombro.
—¿Si, Amo?
—Puedes olvidarte de la regla que te impide hacer esto cuando quieras.
Hola, mis Pequeñas Inmortales!!
Que tal les parecio el capitulo de hoy? Unos secretos se revelan y algunas normas se anulan.
Sera que algo esta cambiando?
Hasta mañana.