Hacia lo Prohibido ©

By Nara_CC

200K 8.9K 15.2K

Collet Zane es una adolescente que, junto a su mudanza de Carolina del Norte a nueva York, viene a su vida lo... More

ANTES DE LEER
Prefacio
Introducción | Collet Zane
...
Capitulo 1 | El comienzo de todo
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 5 | Parte 2
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 8 | Parte 2
Capítulo 9 | Un faro y un cigarro
Capítulo 10 | Impotencia
Capítulo 11 | Al carajo
Capítulo 12 | La diferencia entre...
Capítulo 13 | Impulsos
Capítulo 14 | Karma
Capítulo 15 | Descubriendo la verdad
Alas de ángel
Capítulo 16 | Sentimientos
Capítulo 17 | Dudas sin responder y Encaros
Capitulo 17 | Parte 2
Capítulo 18 | Choque con la realidad
Capítulo 19 | Mal presentimiento.
Capítulo 20 | Demone
Capítulo 21 | Consecuencias
Capítulo 22 | Límites
Capítulo 23 | A la vista de alguien
Capítulo 24 | Espejos
Capítulo 25 | Desde las sombras
Capítulo 26 | Escarmiento cruel
Capítulo 27 | Eres como las otras
Capítulo 28 | La última gota
Capítulo 29 | Eso es de tramposos
Capitulo 29 | Parte 2
Capítulo 30 | Me arrebataron...
Capítulo 31 | Tu y Yo
Capítulo 32 | Tú y Yo, claro que sí.
Capítulo 33 | Navidad diferente
¿Esto es un...?
Capítulo 34 | Revolución de las ratas.
Capítulo 35 | Desgracia de media noche
Capítulo 36 | Afrontando el sufrimiento
Capítulo 37 | Encuentros sabor a tristeza
Capítulo 38 | La última copa
Extra | Bajo mi atención.
Capítulo 39 | Ni un beso, ni un perdón
Capítulo 40 | Nuestro destino
Capítulo 41 | Tiempo cumplido
Capítulo 42 | Asuntos ajenos
Capítulo 43 | El sabor de la verdad
Capítulo 44 | Llena eres de desgracia
Capítulo 45 | Mi suerte, tu suerte, nuestra suerte.
Epílogo
Agradecimientos.
Hacia la Obsesión.
Un pequeño regalo
El sabor a muerte.
Extra -Halloween atrasado-
Escena fugaz

Capítulo 3

3.3K 193 80
By Nara_CC

Collet.

Mientras estoy en clase de estadística, la vibración de mi celular me hace dar un pequeño salto en el asiento. El sonido es el que le tengo programado al chat de Ivonne, e inmediatamente viene a mi mente la conversación de ayer... lo que ella tenía que decirme sobre Wyatt, haciendo imposible que pueda ignorar el mensaje, por lo que saco el aparato de mi bolsillo delantero de mis jeans y, como toda chica prevenida, veo a todos lados disimuladamente, para estar segura de que nadie pueda estarme controlando, después pongo mis ojos en la licenciada que está escribiendo de espaldas en el pizarrón. Bien, creo que no es tan arriesgado sacar el celular ahora, por ende, lo coloco entre mis piernas y enciendo la pantalla para ver quien me escribió.

"Odio a tu prima también". Es lo que ha enviado y lo veo a través de la bandeja de notificaciones, peor el asunto acá es, ¿qué tiene que ver mi prima con el asunto de Wyatt? Abro el mensaje y tecleo rápido:

"¿Qué hay con mi prima?"

Levanto la vista luego de enviar mi respuesta, asegurándome que la licenciada siga explicando y no me atrape usando el celular, ya que es completamente prohibido usarlo durante clases. El mensaje no tarda en llegar.

"Te diré, pero prométeme que me dirás lo qué harás después de eso"

Ok, ya me está fastidiando.

"Solo dime y deja el rodeo"

Me desespero con el celular en la mano, la veo en línea y escribiendo, sin embargo, la respuesta no llega rápido, me desespero de tal manera que doy toques ansiosos con mis dedos en los bordes del aparato hasta que llega la respuesta.

"Ayer cuando te escribí, unos minutos antes estaba llegando a la cafetería con mi tía que estaba de visita. Cuando iba a bajar, vi salir a Wyatt del lugar y después a Sayda, entonces, me quedé sentada y evité que saliera mi tía. Todo normal... pero después se quedaron en la acera, ella lo abrazó, después él la agarró de la cara y la besó. ¡Si! ¡La besó! ¿Puedes creerlo? Y en la cafetería, nuestra cafetería. Yo no puedo con el descaro de ese idiota y el cinismo de esa zorra. Se fueron juntos en un carro que llegó minutos después."

«La besó» esas palabras quedan flotando una y otra vez en mi cabeza, es como si hubieran sido plasmadas y que solo eso es lo que pueda pensar ahora. ¿Mi prima y... Wyatt? No, ah, esto debe ser un mal entendido, él no puede hacerme esto, o eso es lo que necesito creer.

El colapso emocional es tan evidente, pues a quién no le afecta que te vengan con un anuncio de que tu novio se andaba besando con tu propia prima. Y Sayda, de verdad quiero pensar que eso no es cierto, porque no me creo capaz a ella de hacerme esto, sí la creo capaz de meterse con alguien con novia, pero no que la novia sea yo.

Cuando menos lo pienso y sin poder evitarlo, una lágrima cae en la pantalla del celular deslizándose en el, haciéndome ver que, si me afectó, pero ni con eso logro reaccionar, no tengo noción de lo que pasa a mi alrededor.

—Deberías guardar el celular —Escucho que hablan a lo lejos.

No pongo el más mínimo cuidado hacia la persona que me ha hablado, ya estoy muy sumergida en mis pensamientos como para hacerlo.

—Digo, si no quieres que te sancionen y saquen del salón —vuelve a insistir luego de unos minutos o quizá segundos, no lo sé, solo sé que mi mente reacciona con las palabras del desconocido que ha hablado lo suficientemente bajo para que solo yo lo escuche.

—¿Eh? —es lo único que digo levantando la vista, para ver a la persona que me ha hablado, que está a mi izquierda.

—El celular —señala el aparato en mis manos, y yo por inercia vuelvo la vista a éste—, guárdalo —insiste.

«Reacciona, te van a regañar» exige mi subconsciente y me obligo a hacer caso, sacudo la cabeza tratando de volver a la realidad completamente.

—Si, si —contesto.

Guardo nuevamente en mi bolsillo el celular y limpio mis mejillas de las lágrimas que salieron sin permiso.

—¿Te pasa algo? —pregunta nuevamente

Volteo a verlo. Es un chico castaño, me ve con sus ojos color miel llenos de duda.

¿Me pasa algo? «Claro que te pasa algo»

—Oye, si necesitas salir solo hazlo —inquiere nuevamente.

Salir. Claro, eso necesito.

—Si... yo —tartamudeo.

Agarro mis cosas, las guardo en mi mochila, me deslizo un poco hacia adelante de la silla y así poder colocarme la mochila. Vuelvo a ver al chico y éste aún me ve raro.

—Me voy —finalizo. Hago unas señas con mis dedos señalando la puerta y a mí.

—Si, si, ve —anima, algo preocupado.

No sé ni qué cara me ve, pero yo solo me levanto y salgo lo menos ruidosa posible. No pido permiso para salir, en la universidad ya no se pide, simplemente sales. Busco los baños desesperada por tener privacidad y procesar con más tiempo lo que acaban de decirme, y no es que esté rodeada de mucha gente, pues hay pocas personas rondando en los pasillos, ya que la mayoría está en clase.

No sé ni siquiera qué hacer, estoy en un estado que ni sé cómo describir.

Debo hablar con Wyatt, necesito escuchar sus palabras, saber su versión de las cosas. Y no es que no confíe en mí amiga, claro que lo hago, pero de verdad no quiero creer eso, porque si no, eso significaría el final de nuestra relación, relación que he tratado de mantener desde que me mudé y me duele; me duele saber que él me haya engañado de esa forma, con mi prima, que no haya luchado por algo que vale la pena.

Llego a los baños y considero entrar, pero veo al final del pasillo en donde hay una puerta que da a un balcón, uno que casi no es usado, que tiene las puertas cerradas y no sé si con llave, no lo sé, pero ahí me veo dirigiéndome un poco perdida en mis pensamientos hacia ese lugar; tomo la perilla y sin pensarlo mucho me introduzco confirmando que no tenía llave.

Respiro hondo el aire fresco que me pega con fuerza en la cara, es el tercer nivel, así que la fuerza que llevan las ráfagas de viento es relajante, estas mueven mi cabello y me agarro de la baranda del balcón, tomándome unos segundos para tranquilizarme.

Mi mente está en blanco, como si ha ocurrido un bloqueo que me impide traer a mí todas las cosas que debería hacer, que como persona con dignidad y segura de sí misma haría, reiterando que lo único que necesito ahora es saber la versión de él, eso y nada más.

Después de un rato, un poco más tranquila, agarro mi celular y le marco a Wyatt.

Al tercer tono me responde:

—Hola.

Escuchar su voz me hace apretar el celular en mi oreja.

—Hola. —temo que mi voz salga quebrada.

—¿Qué pasa? —incluso él lo nota— ¿Estás bien?

Trago saliva con dificultad y me obligo a hablar, debo preguntar, si no lo hago ahora sé que me arrepentiré más adelante.

—¿No tienes algo que contarme? —y aborrezco la pregunta absurda hasta que ya la he dicho.

—¿Algo que contarte?... No que yo sepa —se ríe.

—Es enserio, Wyatt.

—Bebé, es enserio, no tengo nada que contarte.

—Pues yo creo que sí —mi voz sale dura, tal vez más de lo que debería.

Se hace un silencio en la línea, lo escucho suspirar y después de unos segundos vuelve.

—Mira, Collet, ¿por qué mejor te dejas de rodeos y me dices que quieres saber? Porque según yo, no hay nada que deba contarte o que te incumba —se molesta.

Abro la boca y frunzo el ceño «¿Que no me incumba?» ¿Qué se cree para decirme eso? Si soy su novia.

—¿Que no me incumba? —hago la pregunta otra vez, pero esta vez en voz alta, demostrando la molestia que me causa.

—Sí, no tengo porque contarte segundo a segundo lo que yo hago, ¿o sí?

—Claro que no, per- —soy interrumpida por él.

—Solo dime qué quieres y terminamos con esto de una vez —habla firme, como si esto a él también le molestara, sin saber que la única con derecho de molestarse acá soy yo.

Vuelvo a tragar saliva y respiro profundo, no sé si quiera saber en realidad lo que pasó entre él y ella, menos si eso saldrá de su boca, ¿pero qué digo? No soy una cobarde.

—El beso —digo entre dientes, cerrando por unos segundos mis ojos, cómo si eso me quemara tan solo el pronunciarlo.

¿El beso? ¿Qué beso?

—Con mi prima ¿Es cierto? —termino de decir la frase y escucho una carcajada del otro lado de la línea.

¿Por qué se ríe?

—No puedo creerlo, ¿por eso estás así de histérica? —se burla, y eso es como si me estuviera echando directamente un valde de agua fría.

—¿Entonces es cierto?

—¿Qué? ¡No! ¿Quién te dijo eso? Oh espera, yo sé quién —resopla en forma de burla— Deberías dejar de escuchar a tu amiga esa, te está volviendo una tóxica igual que ella.

—Yo no soy tóxica —me molesto más.

—Mira, si vas a confiar más en tu amiga que en mí, hazlo, no es mi problema y déjame tranquilo —ya se escucha enojado, casi puedo visualizar su rostro.

—Era una pregunta nada más —intento aliviar las cosas porque vuelvo y recuerdo que no quiero más problemas.

—No me importa, piensa muy bien lo que haces porque si sigues así, esto no va a funcionar. —Lo aclara y yo siento que algo me golpea el corazón.

Siento bien como las ganas de llorar se vienen, mis ojos comienzan a picar.

—Yo no quería llegar a este punto, solo necesitaba saber tu versión —trato de que no note que estoy a punto de llorar.

—Hablamos otro día Collet —termina y cuelga la llamada.

Escucho el pitido en mi oreja, bajo el aparato y me le quedo viendo, soltando un bufido indignado, ¿en serio me colgó? ¿Qué se supone que fue eso? ¿Me terminó? No, no puede terminar, yo lo amo y... capaz lo del beso haya sido una confusión e Ivonne vio mal.

Hago un montón de argumentos en mi cabeza que ya no aguanto más, me está comenzando a doler y tengo que agarrarme nuevamente de la baranda para tomar fuerzas, pero no puedo, estoy tan mal con esto que termino agacho la cabeza comenzando a llorar. Me siento exagerada, pero para nadie es fácil tener problemas con su pareja, más ahora que él está lejos y no puedo ir a abrazarlo y besarlo.

—Que patética —alguien habla, congelándome en mi sitio, como si los sollozos se detuvieran con obligación.

Esa voz ronca y sutil se me hace conocida, inmediatamente entro en vergüenza, y algo más que eso.

Levanto la cabeza y me enderezo, volteo a mi izquierda y... Dios, siento que todo en mí se enfría, experimento los típicos escalofríos que me dan al ver esos ojos grises y... ¿cómo carajos no me di cuenta que él estaba acá?

Al fondo del balcón está sentado Hanniel, con un cigarro que humea entre sus dedos.

—¿Qué? —logro articular después de sopesar que me ha visto en tal drama con Wyatt, lo recuerdo y rápidamente me limpio las mejillas y los ojos.

Él me recorre con la mirada y de pronto me siento expuesta.

—Lo que escuchaste —lo dice tan relajado, como si el haber estado acá todo este tiempo no fuera una falta de respeto.

Lleva el cigarro a sus labios rosados, esos que tanto me llaman la atención, da una calada y mantiene el humo dentro de sus pulmones, por unos segundos, luego, lo expulsa lentamente y yo, observo atentamente cómo mueve la bolita de la garganta cuando traga saliva «es tan sexy».

¿Que? ¡No! ¿Qué pasa conmigo? Acaba de decirme que soy patética y lo que debería estar pensando es cómo responder ante tal ofensa, y no pensando en lo sexy que es él, aunque no lo puedo negar, pues es tan evidente que te hace babear como en este momento estoy a punto de hacerlo.

Por suerte no babeo y vuelvo a centrarme en la realidad "Que patética" ¿En serio dijo eso? Es un metiche por escuchar mi conversación y tener el descaro de todavía decir eso. Ya me está cayendo mal, además que mi humor no ayuda.

—Y a ti eso que te importa —reprocho cruzándome de brazos.

Él sonríe de medio lado antes de ladear la cabeza.

—No me importa, de hecho —se encoge de hombros.

Frunzo el ceño y me le quedo viendo, notando lo absurdo de su respuesta, él, vuelve a repetir lo del cigarro.

—¿Qué pretendes al decirme eso entonces? —mi voz sale seca y firme.

—Nada —musita, soplando la colilla de su cigarro, botando la ceniza.

Se acomoda en la silla que está sentado, su mano libre la lleva a su entrepierna, acomodando así su... miembro. Tal acción me hace bajar la vista de su cara a su entrepierna. No sé cómo, ni porque el recuerdo de él teniendo sexo con aquella chica en el baño de la discoteca se viene a mi mente, «realmente lo vi» claro que lo vi, esa escena fue tan explícita que logré ver su miembro, por lo que, siendo una irrespetuosa atrevida, puedo decir que era grande, hasta lo pensé en el momento a pesar de que estaba tan incómoda.

Por reflejos, ya que no toda mi atención está allí, noto cómo él vuelve a enderezar su rostro, viéndome, para después fruncir el ceño con diversión, y seguidamente bajar su mirada a su entrepierna, luego, con la cabeza gacha vuelve su vista hacia mí, creando así una mirada de superioridad.

—Si quieres te la muestro, para que así la veas mejor y con más descaro.

Diablos. Reacciono y enderezo mi espalda, levantando la vista y jugando nerviosamente con mi celular en las manos, por tonta, ¿quién me manda a ver en lugares que no debo?

Él también se endereza y vuelve a dar una calada a ese cilindro que tiene entre sus dedos, sonriendo de una manera tan altanera, mientras que yo con todo mi ser trato de ocultar el color carmesí que se apodera de mi cara, lo sé porque siento en llamas mi rostro.

Enarcar una ceja, como esperando a que yo diga algo y me veo obligada a hacerlo. Carraspeo y llevo una de mis manos a mi nuca.

—Eh... Y-yo —vuelvo a carraspear, presa de los nervios—. Yo no qui- —soy interrumpida por él.

—Es broma, yo no soy fácil —aclara, absurdamente.

Se levanta de la silla y se voltea en dirección a la baranda, se recuesta en ella y sigue fumando.

—¿Perdona? —parpadeo indignada.

Llevo mis manos mi cintura, y él me mira de soslayo, con esa maldita sonrisa que ya no necesito ver porque es tan guapo, joder, no.

—Si, yo no me envuelvo con la primera que se me ofrezca como tú. —Se yergue sobre sí, y se coloca de frente a mí.

¿A la primera que se le ofrezca? ¿De verdad me está diciendo ofrecida? Arrugo más las cejas, los nervios son sustituidos por enojo y rabia de que él crea tener el derecho de venir y decirme tales cosas sin ni siquiera conocerme, o mejor aún, sin que yo le dé la confianza de hacerlo.

Además, yo no me le estoy ofreciendo.

—Mira —pellizco el puente de mi nariz, queriendo conseguir paciencia—, no estoy de humor, además creo que estás entendiendo las cosas mal, yo no me estoy ofreciendo.

Mi explicación no parece afectarle en nada, no disminuye su altanería, su burla, su todo de él que transmite que me he expuesto. Mis sentidos se activan cuando Hanniel camina despacio hacia mí, por inercia yo pongo aún más recta mi espalda, mientras que este le da una última calada al cigarrillo antes de tirarlo al suelo y apagarlo con el pie.

Se queda por unos momentos frente a mí, peligrosamente cerca de mi cuerpo, de mi cara, de mi todo. Yo, por mi parte, lo único que puedo hacer es sentirme intimidada, aunque no lo demuestre, me estoy sintiendo así, y más aun con esos ojos tan claros estudiando todo mi rostro. Sus labios permanecen levemente abiertos, permitiendo que él siga entrando aire a su boca para mantener el humo del cigarro en su sistema.

—Si claro —habla por fin, rompiendo la tensión expulsando el humo en mi cara, después, me esquiva y camina hacia la puerta. Me quedo confundida, un poco estúpida y luego, entrando en cuenta de lo que hizo, formando mi cara indignada por lo que hizo—, pero tranquila, que yo no digo nada —se ríe.

Y eso es lo último para que todo atisbo de paciencia explote y no quede nada más. Me volteo rápidamente y las siguientes palabras salen de mi boca sin antes poder analizarlas:

—Lo dice el sin vergüenza que tiene sexo en baños públicos, y después se anda besando con otras a los pocos minutos. —Casi que me doy un golpe a mí misma por eso.

Él se detiene, se voltea, y yo pensé que sería enojado o serio, pero nada de eso pasa:

Una gran sonrisa está en su cara, y me dan unas repentinas ganas de darle un puñetazo para que se le quite. Camina hacia mí, vuelve a recorrerme con la mirada, se rasca la barbilla y regresa su atención a mis ojos, acción que me hacen volver los nervios a todo mi ser porque su mirada es tan intensa, que te hace sentir tan pequeña, sin contar que su altura demanda autoridad. Aun así, por encima de todo eso, yo me pongo recta, levantando el rostro, y trato de no perder la postura.

Por un momento me pierdo en el color de sus ojos. Sí, son grises, pero no uno común, es que son tan claros que hace preguntarme si en verdad eso es posible, porque es como si estuviera viendo un cristal «Son tan hermosos» ¡Carajo! Esto me hace olvidar completamente todo lo que estaba haciendo, de repente el enojo e indignación han sido atrapados y desechados al fondo de un hoyo.

—Hasta luego, Zane —. Da un pequeño toque en la parte baja de mi barbilla con su dedo índice, y con eso se da la vuelta y se va.

Dejo salir exageradamente el aire que no sabía que retenía. ¿Por qué diablos me he dejado dominar por esos malditos detalles tan insignificantes? Pero... ¿en realidad lo eran? Y esperen, ¿cómo es que sabía mi apellido? Soy nueva acá y no recuerdo el habérselo dicho, ¿o sí lo hice y se me olvidó? No lo creo, a menos que haya sido mientras miraba sus ojos y por eso no le recuerdo.

Que estupidez. Realmente me está afectando este momento, o tal vez, solo tal vez, yo ya soy así de tonta.


• ───────── ✾ ───────── •


Publicado 15/10/2020

Corregido 19/11/2021






Continue Reading

You'll Also Like

30.1K 5K 113
Una vida llena de dolor y dificultades crea una personalidad robusta en cualquier persona, y Laia sabe todo sobre eso. Debido a las circunstancias en...
282K 23.1K 70
Luke Lewis tenía un solo sueño: Convertirse en el próximo ganador del campeonato nacional de boxeo en peso ligero. Tenía un único plan: Ganar. Lo úni...
61.6K 4.6K 16
Después de 5 años de que te alejaste del amor de tu vida Decides retomar tu vida en Francia. Pero de repente todo cambia cuando el pasado vuelve Y a...
14.7K 1.5K 6
Louis escribe notas sobre cómo sería el chico perfecto para él. Harry encuentra las notas. ••• Capítulos cortos :)