Emerald, la usurpadora del tr...

By xCherryLove

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[HISTORIA GRATIS] Una maldición antigua bajo la luz de la luna roja. Un príncipe y una princesa. Uno guiará a... More

👑 ¡EMERALD YA A LA VENTA! 👑
ж PREFACIO ж
ж P R Ó L O G O ж
ж Capítulo I: Quiebre ж
ж Capítulo II: Desolación ж
ж Capítulo III: Una despedida dolorosa ж
ж Capítulo IV: La reina maldita. ж
ж Capítulo V: La princesa cautiva. ж
ж Capítulo VI: El llanto de la esmeralda (I) ж
ж Capítulo VI: El llanto de la esmeralda (II) ж
ж Capítulo VI: El llanto de la esmeralda (III) ж
ж Capítulo VII: Bienvenido a la escuela. ж
ж Capítulo VIII: Leila, la mujer guerrera. ж
ж Capítulo IX: La habitación secreta (I) ж
ж Capítulo IX: La habitación secreta (II) ж
ж Capítulo X: Las voces ocultas. ж
ж Capítulo XI: No todo es lo que parece. ж
ж Capítulo XII: El inicio de año escolar. ж
ж Capítulo XIII: La clase de Clarividencia. ж
ж Capítulo XIV: Tras la pista de cuervo (I) ж
ж Capítulo XIV: Tras la pista de cuervo (II) ж
ж Capítulo XV: El secreto de los condenados. ж
ж Capítulo XVI: Renaciendo de escombros. ж
ж Capítulo XVII: Los lazos que nos unen (I) ж
ж Capítulo XVII: Los lazos que nos unen (II) ж
ж Capítulo XVIII: La orden de los caballeros. ж
ж Capítulo XIX: La visión de la muerte. ж
ж Capítulo XX: Vinculación. ж
ж Capítulo XXI: El pecado de la reina (I) ж
ж Capítulo XXI: El pecado de la reina (II) ж
ж Capítulo XXII: El Búho sabio. ж
ж Capítulo XXIII: Un vistazo al futuro. ж
ж Capítulo XXIV: Cuervo, el guardián. ж
ж Capítulo XXV: El príncipe oscuro. ж
ж Capítulo XXVI: Engañar al destino. ж
ж Capítulo XXVII: La última esperanza de la guerrera. ж
ж Capítulo XXVIII: Sanación. ж
ж Capítulo XXX: Juntos hasta el final (I) ж
ж Capítulo XXX: Juntos hasta el final (II) ж
ж EPÍLOGO ж

ж Capítulo XXIX: Cuenta regresiva. ж

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By xCherryLove

Cruzaron el puente y desde el interior del carruaje se escuchaba las maderas rechinar por el peso. Emerald corrió la cortina de las ventanas apenas un poco, y pese a que los cristales estaban empañados por el frío, logró ver el río congelado que corría debajo.

—Según los libros de historia, se dice que este río alguna vez tuvo una enorme variedad de peces. —Julian asomó el rostro para tratar de ver la superficie endurecida—. Antes, Navidia era el principal exportador de pescado y los ingresos que se generaban provocaron el crecimiento del reino.

—Se ve que rebosó de vida alguna vez —dijo ella y él asintió.

—¿Y cuál es su principal fuente de ingresos ahora? —preguntó Draven.

—La minería. Debido al clima, lo único que podemos hacer es eso.

Navidia, sin ella quererlo, había sido una de las naciones más golpeadas por Marie. La aflicción que la envolvió aquel día luego de perder a su hijo había provocado que sumiera a la nación en una prisión de hielo. Los sentimientos de soledad y tristeza habían emergido de su ser y detuvieron el tiempo para todos. No sintió que hubiera esperanza. Ella solo se rindió y dejó ganar a aquella oscuridad contra la que toda su vida había luchado.

Marie poseyó un poder hermoso pero peligroso.

Emerald era consciente de que compartía ese rasgo con ella, por lo que no podía evitar preocuparse. No se podía permitir sentir algo como cualquier persona normal; debía aprender a controlar sus emociones porque estas podrían ser los detonantes de una nueva calamidad.

Desde el día de su cumpleaños, en el que asesinó a esos dos sujetos, se dio cuenta de que no sabía controlar aquel inmenso poder que dormía dentro de ella y había buscado retenerlo porque la asustaba poseerlo. Pero, contradictoriamente, cada vez que debía realizar algún hechizo se sentía... feliz.

Observaron por la ventana un rato más hasta que terminaron de cruzar el puente y luego siguieron conversando los unos con los otros. El tiempo transcurría con lentitud y, al igual que el día anterior, cuando cayó la noche, se detuvieron en una posada, donde volvieron a ser distribuidos de la misma forma en las habitaciones. Julian colocó una vez más el conjuro en la puerta, solo así lograban descansar con tranquilidad. Y a la mañana siguiente la rutina se repetía.

Todos ya traían el cuerpo demasiado cansado, no solo porque debían estar sentados en la misma posición por horas, sino también porque conforme se iban acercando a Navidia el frío iba aumentando, lo que entumecía aún más sus músculos.

Julian les contó que en esa época del año las tormentas estaban en todo su apogeo y que a eso se debía el clima tan gélido, pero Emerald no podía evitar pensar que todo eso era por algo más. La sensación de incomodidad que sentía se negaba a desaparecer.

Al llegar al tercer y último punto de su travesía decidieron descansar. Era de noche, y si bien Navidia estaba a tan solo unas horas de distancia, no era beneficioso sobrecargar a los osos de trabajo. Eran criaturas fuertes, pero hasta ellos necesitaban un momento de reposo. Y, sobre todo, debían estar lo suficientemente descansados en caso de que ocurriera algún percance.

Los recibieron con gusto en el lugar; el dueño fue quizás la primera persona que no marcó una brecha social entre Draven, Greyslan y el resto. Los trató a todos por igual, algo que a Julian le gustó mucho.

Antes de cenar decidieron darse un relajante baño. Emerald se excusó y dijo que prefería comer primero, ya que tenía demasiada hambre. Nadie dudo de ella, así que fue la única que cenó antes que el resto. Para cuando terminó, los demás se estaban encaminando hacia el comedor, así que era momento de aprovechar y por fin bañarse luego de varios días.

Dejó que la tina caliente fuera la cómplice de sus preocupaciones, y como si el agua pudiera entenderla y brindarle una respuesta, observó la superficie hasta que se enfrió tanto que tuvo que salir por la fuerza.

Se colocó su pijama y bajó una vez más las escaleras. Tenía dos opciones: ir con los demás o meditar las cosas que tenía en su cabeza. Optó por lo segundo; quiso estar un momento a solas, así que se fue hacia el invernadero interno que tenía la posada.

Era un espacio bastante amplio, con gran variedad de verduras, especias y hortalizas. De cierta manera, al sentir el calor que irradiaban las lámparas dentro, podía olvidarse por un momento de tantas cosas que tenía en su mente. Pero aquello no bastaba; cuando se paraba a pensar, su cerebro no dejaba de trabajar.

Se acercó hacia la baranda que quedaba cerca de los vidrios, recostó sus brazos sobre esta y apoyó el rostro encima. Permaneció observando a la nada absoluta con el sonido del viento y de su propia respiración como sus únicos acompañantes

—¿Te sientes bien? —preguntó Julian mientras le extendía una taza de té bellamente decorada.

Escucharlo la sobresaltó. Había estado tanto tiempo sumergida en sus propios pensamientos que ni siquiera lo escuchó acercarse.
—Me siento inquieta... —Sujetó la taza que él le dio y disfrutó de la infusión caliente, el líquido entró con lentitud en su cuerpo y la calmó un poco—. ¿Tú no te sientes... extraño?

—Te mentiría si te dijera que estoy tranquilo —dijo a medida que entrelazaba sus dedos con los de ella encima de la baranda—. Hasta ahora no me había preocupado nada porque sabía que Diómedes cuidaría este cuerpo. —Una de sus manos tocó su pecho a la altura de su corazón—. Pero ahora tengo miedo. Temo que algo te pase, Emerald.

Sus dedos sostuvieron la mano que ella tenía libre en tanto que observaba hacia el frente, los árboles se mecían con el inclemente viento y dejaban caer los cúmulos de nieve. Ambos entrelazaron sus manos con inocencia y se quedaron en silencio.

—¿Te arrepientes de algo? —soltó ella de repente, atrayendo su atención.

—No, siempre hice cuanto quise. —Tras oír la respuesta, ella no pudo evitar tensarse—. ¿Tú te arrepientes de algo?

Se quedó en silencio con un nudo en la garganta. Luego asintió con temor y Julian acarició con su mano con el pulgar para animarla a continuar.
—Me arrepiento de no haber podido salvar a mi amiga... —sin soportarlo por más tiempo, ella comenzó a llorar de forma amarga—, de no haber podido salvar a mi hermano... —Julian la abrazó con fuerza para contenerla—. Si tan solo hubiera hecho algo, ellos no habrían muerto. Yo... me arrepiento de haber nacido.

Después de todo lo que había sucedido, no podía expresar con mayor crudeza lo que sentía en su corazón. Si ella no hubiera nacido, ni su amado hermano ni su querida amiga hubieran tenido que morir de una forma tan horrorosa. En su joven vida casi no había podido contar con ayuda ni apoyo, solo encontró espaldas en su camino, y tenía la sensación de que las pocas personas que le habían tendido la mano estaban condenadas.

Ella, al igual que Marie, estaba maldita.

—No fue tu culpa. —Él acariciaba su espalda despacio. No sabía cómo consolarla, escucharla decir eso lo lastimaba—. Sé que es difícil que lo creas, pero no fue tu culpa. —Julian se separó y acunó su rostro entre sus manos; con temor, limpió sus mejillas humedecidas por las lágrimas—. Mira lo que has logrado en este tiempo, tienes amigos que te quieren, quien te conoce te adora...

Trataba de ser fuerte por ella, pero la voz se le entrecortaba porque era consciente de que todos siempre le demostraron cuanto la odiaban. Incluso después de haber cambiado de lugar con su hermano se había vuelto la burla de todos los príncipes al no ser capaz de realizar grandes hazañas mágicas. Jamás había tenido una palabra de aliento de su madre, cuanta persona la conocía siempre la repudió... Su único apoyo había sido su hermano, y al perderlo, una parte de ella se desvaneció en la oscuridad. Y él aún no hallaba la manera de sacarla por completo de allí.

—Pero... Diamond y Diani podrían seguir vivos... Mi hermanito no sería un prisionero...

—Buscaremos la forma de liberarlo, Emerald. —La atrajo contra su cuerpo y ella sintió por primera vez que alguien en verdad la entendía—. Mientras yo esté vivo, estaré aquí para ti, y te juro aquí y ahora que haré lo que haga falta para poder liberarlo y que vuelva a tu lado. —Depositó un casto beso sobre su cabeza y ella cerró los ojos con fuerza—. Ya no estás sola...

Ella quería creerlo, quería confiar en él por completo porque ya estaba cansada de cargar con tanto dolor dentro de su corazón.

—Nunca más volverás a estar sola, te lo prometo... —Julian besó su frente y ella mordió su labio inferior; una a una, las lágrimas resbalaban—. Yo sí soy muy feliz de que hayas nacido...

Se quedaron así por largo rato. Para cuando Emerald terminó de llorar, la infusión se había enfriado demasiado como para tomarla, así que dejaron la taza sobre la baranda. Julian le sonrió con ternura mientras acomodaba su cabello y ella simplemente se dejó consentir por él. Una vez que sus ojos ya no estuvieron tan hinchados, ambos salieron del invernadero. Las luces ya habían sido apagadas y se dirigieron al dormitorio.

Entraron al cuarto y vieron a Draven recostado, mirando hacia el techo. Al oír las bisagras moverse, ladeó el rostro y se limitó a esbozarles una pequeña sonrisa con los labios apretados. Mientras ambos se acercaban, Emerald deshizo el hechizo.

—Por la mañana llegaremos a Navidia —les dijo, sintió el colchón hundirse debido al peso de sus amigos.

—Todo saldrá bien. —Julian revolvió los cabellos del castaño y este le puso mala cara—. No tengas miedo, nos ayudarán y no dejarán que nada malo pase.

—Tengo que decirles algo. —Draven tomó asiento sobre el colchón y se cruzó de piernas.

—¿Qué sucede? —preguntó Emerald.

—Robé esto de la oficina del director el día que nos fuimos de la escuela. —Draven dirigió sus manos a su cuello y sacó un pequeño collar que parecía ser un talismán.

—¿Un talismán protector? —Julian sujetó el objeto entre sus manos y este emitió un brillo especial.

—¿Para qué sirve? —Draven observó a su amigo.

—Protege al portador —respondió de forma pausada—, pero solo lo hace si detecta magia en quien lo lleva. Por eso cuando Draven lo traía puesto no brillaba de esta manera.

—¿Y por qué se lo robaste al director? —preguntó ella sin entender todavía.

—Eres la única que puede liberar a tu hermano y salvarnos a todos. —El muchacho le quitó el talismán a Julian y lo colocó sobre el cuello de Emerald; esta vez, este brilló con más fuerza debido a la gran cantidad de magia que ella poseía—. No quiero que nada te pase, Emerald.

Draven y Julian se pusieron de pie y se arrodillaron frente a ella con la cabeza gacha. Ella los observó atenta con sus ojos violáceos mientras parpadeaba constantemente.

—Prometimos ser tus caballeros —dijo el castaño, mirándola—. Y al ser tus caballeros nuestra misión es proteger tu vida a costa de la nuestra.

—No digan tonterías... —Emerald se agachó a su altura para obligarlos a levantarse, pero ellos se negaron a hacerlo—. Los tres estaremos bien.

—Estamos tratando de ser positivos, Emerald. —Julian alzó el rostro y la miró—. Pero existe una enorme posibilidad de que ni los profesores ni los guardias de mi palacio sean capaces de protegernos, así que hemos tenido que tomar... otras medidas adicionales.

—No tengo magia, no soy muy listo, pero soy buen combatiente. Eres mi mejor amiga, no puedo permitir que algo malo te pase. —Draven sujetó su mano y apoyó la cabeza sobre su palma—. Eres mi reina, soy tu caballero, mi misión es mantenerte a salvo, Emerald.

—Los dos estamos dispuestos a entregar nuestra vida si algo malo llega a pasar —dijeron casi al unísono.

—Tan solo queremos pedirte lo siguiente —comenzó Draven con una inexplicable calma en su voz, y luego de dedicarle una mirada a Julian, este continuó.

—Si ves que las cosas están poniéndose realmente mal, huye y déjanos atrás. —El pelinegro observó fijo a Emerald, ella entreabrió los labios para rehusarse, pero este la cortó de nuevo—. Es la única manera de que la visión de Eugene no se cumpla.

—No puedo dejarlos solos...

—Escucha —Julian agarró su otra mano—, estaremos bien. Eugene vio que tú y yo moríamos, el hecho de que ahora Draven esté con nosotros nos está brindando la oportunidad de salir ilesos los tres, tan solo... hemos armado un plan B, en caso de que todo salga mal.

—¿Cuándo planificaron todo esto y me dejaron afuera?

—No fue necesario planear nada, ambos ya veníamos con esta idea desde que escuchamos acerca de la visión de Eugene.

—¡Puedo luchar! —replicó ella con firmeza.

—Y sabemos que lo harás. —Draven la cortó antes de que siquiera pudiera continuar—. Pero necesitamos que vivas para detener lo que sea que esté allá afuera y quiera adueñarse de todo.

—Tres es un número fuerte. Tres fuimos puestos en este momento y lugar. Tres seremos los que sobreviviremos pese a la adversidad. —Tras hablar, Julian depositó un beso sobre sus nudillos y Draven hizo lo mismo.

—Somos tus amigos, Emerald, no dejaremos que alguien te haga daño.

Pese a que ella trató de hacerlos desistir de su decisión, fue imposible. La lealtad de sus amigos era demasiado firme y ya no había marcha atrás. En momentos como esos necesitaría la ayuda de Marie para controlar bien sus poderes, pero estaba sola. Lo único que tenía de su lado para poder protegerlos eran los recuerdos de una vida pasada, una vida que le era completamente ajena.

La noche se hizo corta y el alba apareció demasiado pronto.

Greyslan tocó la puerta para anunciarles que era momento de partir. Se alistaron en silencio. Poco después, subían al carruaje y partían a Navidia.

Los únicos que hablaban eran Bristol y Greyslan, pero en cuanto les dirigían la palabra, los tres solo daban monosílabos como respuesta. No supieron cuánto tiempo pasó, tuvieron la sensación de que apenas fueron unos minutos. Sin embargo, al oír las cornetas del muro de hielo que anunciaban la llegada del príncipe Julian, entendieron que por fin habían llegado a Navidia.

El tiempo había comenzado a correr. Ahora su supervivencia dependería por entero de las decisiones que tomaran a partir de ese momento. 

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